viernes, 9 de junio de 2017

Raíles






Venía desde Dos Hermanas (la tierra de Juan Talega) de comprobar in situ que mis nietos progresan más que adecuadamente. Están guapos de coj.... y me sostienen con sus risas en este mundo de falsos pergaminos, mustias doncellas, inmisericordes mercaderes y alegres vividores.  El tren de cercanías que viene de Utrera y llega hasta Lora del Río viene con poca gente y se nota un halo de tranquilidad entre los pocos viajeros. Veo a una muchacha cincuentona con una belleza rotundamente sevillana mientras lee un libro al que, por la distancia, no acierto a ver el titulo.  Dos mujeres mayores en perfecto estado de revista hablan en voz baja de sus cosas y de sus casos. Dos adolescentes se entretienen cada una en sumergirse en sus móviles para hablar con los que tienen lejos obviando a la que tienen cerca. Una madre joven le da amorosamente un biberón a un niño rubio que parece salido de un anuncio.  Un hombre de mediana edad con su mono de trabajo encasquetado se está quedando dormido a pesar de su inútil resistencia. Pasa por el pasillo un vigilante de seguridad con una porra atada al cinto y un chaleco de seguridad tan grande que le tapa completamente los hombros. La tarde se está muriendo poco a poco y esa luz tan machadiana y tan nuestra se resiste a dejarnos del todo. Por los auriculares me está sonando José Mercé por Bulerías. Una sensación de felicidad me recorre la espalda y doy gracias a Dios por todavía poder dar fe de estos mágicos momentos. Cierro los ojos por un momento y me brota solo este poema:



“La tarde va entre raíles

                                 Por los sueños caminando

                                 Suspiros salen a miles

                                Que sus notas van dejando.



                                ¡Dios mio cuanta hermosura

                                Que al loco lo vuelve cuerdo

                                Y al cuerdo le da locura!







Juan Luis Franco – Viernes Día 9 de Junio del 2017



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