martes, 24 de enero de 2017

Una jornada particular



El hijo de un buen amigo y antiguo compañero de luchas compartidas -en época donde la Libertad y la Democracia estaban por conquistarse- consiguió reunirnos a un cuarteto de los que formábamos y configurábamos aquel reducido número de sevillanos comprometidos. Quería que nos viéramos en una casa que tiene en Morón de la Frontera y donde él se encargaría de cubrir copiosamente nuestras necesidades de mesa y mantel. Incluso nos recogería uno por uno y nos desplazaría en su coche hasta el lugar de la reunión. Allí estábamos los cuatro mosqueteros el pasado y frío día 17 de enero dispuestos a debatir amigablemente sobre lo humano y lo divino. Quedaba una semana para que Donald Trump tomara posesión de la Casa Blanca y marcara uno de los infaustos días que la Historia se encargará de recordarnos.  El zorro con las llaves del gallinero. De lo cuatro el único bético era un servidor (curiosamente mis mejores amigos siempre han sido y son sevillistas de caché).  Charlamos, reímos, comimos y bebimos con las viandas que el bueno de Miguel Ángel puso generosamente a nuestra disposición. Todo junto a una chimenea de leña de las que invitan en este tiempo a pedir “asilo político”. A todos, en lo personal, la vida nos había tratado bien y todos teníamos hijos universitarios. Unos trabajando fuera de España; otros con trabajos nada acordes con los estudios desarrollado atrapados en contratos-basuras y con salarios indignos y algunos en paro buscando desde hace bastante tiempo una oportunidad laboral y profesional.  Entre los cuatro reuníamos siete nietos. Difícilmente podíamos sentirnos representados en algunos de los Partidos del actual arco político español y teníamos claro que con la desaparición de la negociación colectiva y la desactivación de los derechos laborales (duramente conseguidos) los Sindicatos ni estaban ni se les esperaba.  Tres, definitivamente, nos declarábamos socialdemócratas y el cuarto se autodenominaba irredento y pacifico anarquista. Tres pertenecíamos a distintas hermandades y uno, en cuanto a tradiciones se refiere, iba por libre. De los cuatro uno era viudo, dos separados y otro felizmente emparejado desde hacia cincuenta años. Entre los cuatro rozábamos los tres siglos de existencia. A todos nos unía una cierta sensación de desencanto ante un país que vota mayoritariamente a los que provocan un aumento considerable de la pobreza y, de manera más dolorosa, a quienes en España (PP) y Andalucía (PSOE) han producido mayores casos de corrupción. Terminamos la jornada hablando del Club Yeyé, de The Beatles, de Marcelo Campanal y Luis Del Sol y de las colas del 18 de julio en Piscinas SevillaMiguel Ángel, ya muy avanzada la tarde, tuvo la gentileza de devolvernos a nuestras “cuevas” no sin antes confesarme que había dejado grabada aquella “jornada particular”.  Nada se pierde de manera definitiva.


Juan Luis Franco – Martes Día 24 de Enero del 2017




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