miércoles, 18 de enero de 2017

Curiosidad y chismorreo



Sobre “Curiosidadla RAE nos da una definición con tres variantes: 1. Cualidad de curioso. 2. Cuidado, esmero o limpieza y 3. Cosa curiosa (que llama la atención).  Sobre chismorreo ya se muestra más concisa: 1. Dicho de varias personas: Contarse chismes mutuamente.  Evidentemente y escrito con un cierto tono de pesimismo España (Andalucía y Sevilla ni les cuento) es un país donde abunda de manera abrumadora el chismorreo. Tener una cierta curiosidad por la vida y sus circunstancias colaterales es un ejercicio que aparte de ennoblecer a sus practicantes suele llenar los vacíos existenciales.  El chismorreo es sibilino por su propia naturaleza.  Se trata de hacer circular chismes (que sean ciertos o falsos es algo insustancial) que una vez puestos en circulación nadie sabe quien o quienes lo propagaron. El origen es lo de menos y se convierte en algo secundario.  Se trata de dejar en el aire un cierto halo de duda sobre una persona (o una Entidad) determinada y luego que avance aquello de “Cuando el río suena agua lleva”.  La televisión es un excelente parámetro para concretar si la batalla de la audiencia la gana la curiosidad o el chismorreo.  El resultado creo que salta a la vista.  Algunos políticos e ideólogos se encuentran bastante incómodos con los curiosos pues saben que, tarde o temprano, les pedirán que se vacíen los bolsillos.  Con el chismorreo se muestran encantados, saben que sus haciendas pueden dormir tranquilas. Nada es fruto del azar y toda nuestra manera de sentir, pensar y, sobre todo, actuar están diseñados desde las altas esferas. Llevan ya más de dos mil años dándonos circo en vez de pan.  Mientras discutamos sobre las andanzas de los “frikis” en los platós de televisión  no preguntaremos por las suyas.  Curioso o chismoso esa es la cuestión.


Juan Luis Franco – Miércoles Día 18 de Enero del 2017


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