lunes, 4 de enero de 2016

Volver a empezar





“Me gustaría morirme un día
de primavera, baja la lluvia de
Abril, en un banco de la Plaza
de San Lorenzo”
- Iñaki Gabilondo -

La vida en definitiva es una sucesión de puntos suspensivos a los que un día le llegará el momento del punto y final. Todo, empezando por la propia vida, funciona por ciclos. Nacer y morir son caras de una misma moneda. Vamos de nuestro corazón a nuestros asuntos desdeñando, no pocas veces, atrapar en plenitud el nuevo día que se nos ofrece. Nos dicen de continuo corred, corred malditos que el tiempo es oro y, lo peor, es que les hacemos caso. Quien se para de vez en cuando termina por pensar y eso, independiente de ideologías, nunca le interesó a aquellos que mandan en nuestras vidas y haciendas. Empezamos un Año Nuevo por estrenar envuelto todavía en el papel de celofán pendiente de ser rasgado con la nerviosera propia de los niños para ver sus regalos (esa es la auténtica Navidad: nace El Niño para, en primer lugar, traer la felicidad a todos los niños del mundo). Cajas de cartón que mañana serán apiladas en los contenedores y promesas en el aire para que todo se renueve entre los sueños y las realidades. Nada puede cambiar si previamente no cambiamos nosotros. Empezamos a gastar las primeras hojas del almanaque en una Ciudad donde el pistoletazo (de cirios y  claveles) de salida siempre lo marca el Quinario del Gran Poder por San Lorenzo y la Novena del Señor de Pasión desde El Salvador. Ya, desde ahora, todo se renueva en la Ciudad para que el círculo mágico y sentimental que nos ata a nuestros mayores se vaya estrechando cada día. Todo será nuevo y todo será viejo a la vez. Pasaron las Elecciones Generales con una fragmentación inédita hasta la fecha y con la perspectiva real (o republicana) de, a través del consenso, traer nuevos aires para la gobernabilidad de este amado y sufrido país. Esperemos que, una vez más, no quede todo en promesas incumplidas aunque de momento todo está en el aire (incluyendo una posible nueva Convocatoria Electoral).  Nadie debe –o debía- ser pesimista en los prólogos de las cosas que para eso ya existen los epílogos.  Suerte pues para todos en esta nueva etapa existencial y que Dios y, sobre todo, los que mandan repartan salud, trabajo, bienestar y libertad.  Vámonos que nos vamos.


Juan Luis Franco –  Lunes Día 4 de Enero del 2016

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