domingo, 17 de mayo de 2015

Los servicios prestados





De continuo me encuentro a gente de mi generación –hombres y mujeres-  que se quejan de que sus hijos no le reconozcan los esfuerzos que hicieron para criarlos y educarlos. Los consideran, eso si, buenas personas y con un nivel cultural y ciudadano excelente. ¿Podemos pedir más? Lamentan de continuo que no los llamen o visiten con más frecuencia o que, de tarde en tarde, no estaría de más un “agradecimiento por los servicios prestados”. Consideran en algunos casos a los hijos como una inversión que hicieron en su día y que los “frutos” personales conseguidos han sido más bien escasos. Los hijos crecen, se hacen hombres y mujeres, y se nos van de las manos como el agua de la lluvia. Lo importante siempre será que su comportamiento y actitud ante la vida nos haga sentirnos orgullosos de ellos. Recuerdo una excelente película de Stanley Kramer (¿Adivina quien viene esta noche? -1968- ). Sidney Poitier es un afamado profesor universitario. Invita a sus padres a pasar una velada con sus suegros y de paso presentarles a su prometida. Él es negro y su novia es blanca. En aquella época esta situación llevaba implícita grandes  dificultades sociales.  En una tensa charla con su padre este le recrimina que todo cuanto tiene y ha conseguido en la vida se lo debe a él. Le dice que pateándose las calles de cartero con una gran cartera sobre las espaldas le pudo costear los estudios. Sidney Potter le contesta que su mayor agradecimiento es haber sabido aprovechar positivamente los medios que ha puesto a su alcance. Los hijos no tienen que agradecer lo que nuestra condición de padres reclama sino más bien, al menos, reconocer que hemos cumplido con nuestras obligaciones paternas. Luego ellos volarán en libertad y asumirán la vida de acuerdo con sus criterios y manera de pensar. Las cosas terrenales casi nunca salen como las programamos. Mirarlas racionalmente con una cierta perspectiva nos situará en el fiel de la balanza. Ellos un día serán padres y nosotros abuelos. La tierra seguirá girando y el sol, si se lo permiten los negros nubarrones, seguirá saliendo cada mañana. Con los hijos no se prestan los servicios: se les regalan esperando hacerlos y, sobre todo, verlos felices. 


Juan Luis Franco – Domingo Día 17 de Mayo del 2015

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