domingo, 8 de marzo de 2015

Tocata y fuga





En el pasado 2014 aumentó de manera considerable y vertiginosa la obligada salida al extranjero de nuestros jóvenes más talentosos. Se van por no encontrar en su tierra –la nuestra y la suya- oportunidades para la materia que en no pocos casos tan brillantemente han estudiado.  Los pocos “trabajos” temporales que han encontrado nada tienen que ver con los estudios desarrollados. Trabajos basuras unidos a salarios basuras.  Gente que han terminado la carrera de Medicina con excelentes notas sirviendo copas los fines de semana. Otros con estudios felizmente terminados de Arquitectura o Ingeniería haciendo encuestas callejeras en la calle Tetuán sevillana. Los salarios que perciben mejor ni comentarlos pues le puede remover la sangre a la persona más templada. Estos casos, entre otros muchos, los conozco de primera mano por tratarse de hijos de amigos míos. Se nos van los mejores y se queda una pléyade de inútiles integrales que consiguen las cosas a través del amiguismo o la influencia paterno-política.  Tenemos jóvenes Químicos y Biólogos españoles trabajando en Alemania. Médicos y Enfermeras en Holanda. Profesores de Literatura y Arquitectos en EEUU. Ingenieros en Brasil. Toda una brillante generación que en no pocos casos han desarrollado su formación con becas estatales y que hoy son otros los países que se benefician de su talento.  Justo es reconocer que la Historia de España está llena de casos de gente talentosa que aburridas, represaliadas, explotadas o ninguneadas hicieron la maleta y se fueron al extranjero. En nuestro país históricamente la fuga de cerebros no ha sido una cuestión novedosa, en cambio si lo es la edad de los que hoy se marchan.  Antaño  se tuvieron que ir los españoles unas veces por cuestiones políticas; otras por cuestiones sentimentales o sociales y en la actualidad por la falta de perspectivas laborales-profesionales. Cada vez que alguno de nuestros actuales “mandamases”  alardea de la excelente formación que tienen muchos de nuestros jóvenes siento estar siendo objeto del “timo de la estampita”.  Esto es, a que dudarlo, algo que vamos a pagar muy caro.  Los que se han ido difícilmente volverán en los próximos años. Ellos y sus familias tendrán que vivir con la pena del desarraigo y la distancia. Pero esto poco parece importarle a una clase política que, salvo contadas excepciones, vive prioritariamente por y para sus intereses.  Escribo este desabrido Toma de Horas movido por el caso concreto que ayer tomando café me contó mi buen amigo José María. Tiene tres hijos con sus carreras universitarias (complementadas con idiomas y master) terminadas y a todos los tiene trabajando en el extranjero. Este hombre, con más razón que un santo, se sentía bastante deprimido por el “exilio profesional” de sus hijos.  El mayor, Josémari, trabaja en Hamburgo.  Elena, la segunda, lo hace en Berlín y Joaquinito, el menor, está nada menos que en Río de Janeiro. Tres casos palpables de cómo unos políticos de cartón piedra son capaces, paralelamente, de desmontar una familia y llevar la zozobra a unos padres. A no dudar, de cara a las próximas convocatorias electorales veremos plasmado en los Programas de todos los Partidos soluciones para estos y otros graves problemas. Perdonen que no me ría pero es que tengo recién puesto un empaste y con lo que me cuesta el dentista no es cuestión de que se me caiga. Tocata y fuga de nuestros mejores y más talentosos jóvenes. Triste paradoja de un país donde se van los que deberían quedarse y se quedan los que tendrían que irse.  Así nos va.

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