viernes, 30 de enero de 2015

Decíamos ayer





Se nos marcha enero y, como pasó siempre, se lleva atado al talle de su cintura promesas incumplidas y placenteras tardes-noches de mesa-camilla. Nada es como antes e incluso este mes llamado “de las rebajas” queda encubierto por una difícil situación que hace que estemos rebajados todo el año. Pasaron de manera tan fulgurante como hermosa la ilusión infantil de los Reyes; los nuevos y vanos propósitos de Año nuevo (vida nueva) y el Quinario del Señor de Sevilla y la Novena de Jesús de la Pasión. Con Ellos empieza un ciclo que termina y empieza a la vez cuando un nazarenito blanco pise por primera vez la rampa del Salvador. La vida en Sevilla se nutre de momentos por vivir atados a los vividos por quienes nos antecedieron. Aquí lo nuevo se nutre de lo viejo y lo viejo de retroalimenta de lo nuevo. Una espiral de sentimientos indeleblemente unidos a las tradiciones y la fe. Los tiempos cambian y nos hacen cambiar a nosotros con ellos. Bien está que de vez en cuando saquemos a pasear al niño que un día fuimos. Cosa bien distinta es, como adultos, escudarnos para no crecer en los paraísos perdidos de la infancia. La vida, fundamentalmente, es presente y futuro. Lo vivido, para lo bueno y lo malo, vivido está. Lo verdaderamente importante es el día que empieza y que, si Dios así lo quiere, podremos gastar en horas y momentos. Cuando los recuerdos son gratos el pasado nos redime y nos ennoblece a parte iguales. Bien está vivir con los momentos pasados; mala cosa es cuando los mismos nos atan a la melancolía. Vivir anclado en el ayer de manera permanente es el camino más corto para renunciar a la vida presente. Más importante que lo que “decíamos ayer” es lo que “podamos decir hoy”. Enero se nutre de savia de ramas nuevas enredadas en las raíces de los troncos viejos. Siempre pasó así y siempre pasará de la misma manera. Enero es un poema perdido en la noche de los tiempos; una ilusionada risa infantil; el frío en cuerpo y alma de un anciano; una promesa en el aire buscando verdad y destinatario; un círculo sentimental que empezó a rodar y el inicio de casi todo. Enero llega y se va dejando en cuerpos y almas la sensación de que lo bueno siempre estará por llegarnos.  Decíamos ayer.

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