domingo, 21 de diciembre de 2014

Melancolía de campanilleros





Los “Campanilleros” fue un cante que creó Manuel Torre y que llevó a los confines de lo verdaderamente popular Dolores Jiménez Alcántara “La Niña de la Puebla”. Un cante lleno de nostalgia donde las paredes del alma rezuman el llanto por los paraísos perdidos de la niñez. “A la puerta de un rico avariento llegó Jesucristo y limosna pidió / pero el rico en vez de limosna / los perros que había se los azuzó”. Andalucía fielmente reflejada en una manera de expresarse. El Flamenco hecho liturgia redentora en un pueblo que a pesar de los castigos recibidos nunca perdió la alegría. Campanas del alba llamando a los amaneceres luminosos y toque de guitarra por Siguiriya en eternas madrugadas de llantos y gozos compartidos. El ser humano, sin instalarse en ella de manera permanente, necesita vivir agarrado a una cierta dosis de nostalgia. Sin pasado no hay presente y sin presente nunca habrá futuro. Recordar a nuestros ancestros por estos señalados días siempre será un síntoma inequívoco de que parte de lo vivido ha merecido la pena. Antes la Navidad significaba solidaridad, afecto y tradición. Ahora las cosas son como son o como queremos que algunas veces sean. Suenan los campanilleros y todo renace de nuevo. Suben y bajan las empinadas cuestas de los pueblos de Andalucía dejándonos su soniquete depositado en los recovecos del alma. “En los pueblos de mi Andalucía / los campañilleros por la madrugá / me despiertan con sus campanillas y con las guitarras me hacen llorá”.  Los mares bordan sus espumas de encajes en las orillas de las playas andaluzas y el rocío mañanero refresca los pétalos de las flores en la campiña. Pasan los campañilleros y con ellos pasa nuestra vida atada a los momentos del ayer. Llegan como las cigüeñas a los campanarios. Su canto siempre será un canto a la esperanza. Lo dejó escrito don Antonio Machado: “Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar / pasar haciendo caminos / caminos sobre la mar”. Melancolía de campanilleros frente a una fuente de pestiños, una mesa camilla y una botella de aguardiente.  La vida atrapada siempre por la vida. Sones de campañilleros atados a la niñez.

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