viernes, 10 de octubre de 2014

Los años en la despensa






A pesar de que actualmente mi estado físico y mental es más que aceptable no dejo de reconocer que esto de ir cumpliendo ya muchos años es una jodienda.  Es ley de vida nos decimos y no queda más remedio que aceptarlo. Aparte de que la impagable satisfacción de conocer y ver crecer a tus nietos solo es posible cumpliendo años y años. Dicen que lo que se pierde en facultades se gana en sabiduría. Pero ¿para que sirve hoy ser sabio? ¿Quién está interesado en aprender de la experiencia de los “viejos”? ¿Interesan hoy en verdad los referentes culturales, artísticos, sociales y/o políticos del ayer? Siempre suponiendo que se haya sabido aprovechar el ejercicio de vivir para intentar desentrañar cuantas peculiaridades y contradicciones arrastramos los humanos. “Entregar la cuchara” no me da miedo en absoluto (prisa en verdad tampoco tengo ninguna) pero que  un día alguien me ayude a metérmela en la boca para poder comer me produce pavor.  Entro, puede que por un ejercicio de masoquismo encubierto, de vez en cuando en Internet para comprobar como están actualmente personas o personajes que en su día fueron de especial relevancia.  De todo hay en la “Viña del Señor”. Unos están francamente deteriorados y pendientes de ser estelas difusas en el recuerdo de la gente. Nadie se acuerda ya de ellos y cuanto representaron en su día. Otros en cambio se mantienen en una forma excelente e incluso algunos todavía se mantienen en activo. Todo dependerá de las circunstancias personales de cada uno y el trato que ellos les han dado a sus vidas o la vida a ellos.  Llevarlos a la televisión para que nos muestren su decadencia (negándoles las posibilidades del momento presente para contextualizarlos en el pasado) me parece ciertamente mezquino. Pero es lo que vende: pasear “momias” por las pasarelas de la tele-basura.  La decrepitud expuesta sin pudor para “hacer caja” y seguir manteniendo la audiencia.  La humanidad se ennoblece en la tierna sonrisa de un niño y en la noble y cansadas mirada de un anciano.  No hay más pero tampoco menos. Duele comprobar en amigos y seres queridos las demoledoras secuelas de achaques padecidos y años consumidos.  No es fácil asimilar cuanto te rodea y saber en el plano personal que esa será tu ruta en un incierto mañana. Quedan todavía amaneceres por disfrutar y en ello debemos poner todo nuestro empeño.  Los años en la despensa pendiente de vivir y ser consumidos.

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