miércoles, 1 de octubre de 2014

Lágrimas furtivas




El elixir de amor, una furtiva lágrima.  Canta Chavela Vargas en el ordenador y puede que no exista una manera mejor de empezar el mes de Octubre en Sevilla.  Octubre es el mes que sirve de preámbulo a las lágrimas vertidas por los presentes para honrar la memoria de los ausentes. Pronto nos llegará Noviembre y eso ya son penas mayores. La vida siempre gira en torno a las lágrimas derramadas: unas de dicha y otras de dolor. Lloran los niños recién nacidos como síntoma inequívoco de que el parto ha resultado satisfactorio. Dicen los médicos: donde hay llanto hay vida. Lloramos de felicidad o de pena según las circunstancias de cada momento.  Haremos llorar a otros y otros nos harán llorar a nosotros. Nadie se libra de sentir sus pupilas mojadas.  Lloró Jesús pidiéndole al Padre Celestial que pusiera fin de una vez a tanto tormento. Lloró su madre conmovida ante el escarnio cometido contra su hijo. Todos lloraron y todos, a lo largo de los siglos, nos hicieron llorar a todos nosotros. Quien no llora no mama y quien mucho llora será tachado despectivamente de llorón. Lloramos ante las despedidas y también con las bienvenidas. También cuando algo empieza o termina.  El llanto –o más bien las lágrimas furtivas- como válvula de escape para el desahogo de nuestros sentimientos.  Una risa estentórea siempre termina haciendo aflorar las lágrimas escondidas.  Si nos dan una buena noticias se nos saltaran las lágrimas y si es mala seremos nosotros quienes saltaremos buscando el llanto liberador.  El mundo es un valle de lágrimas y Dios suele poner pañuelos por todas las esquinas. Bien es verdad que en no pocas ocasiones no logramos encontrarlos.  Quien este libre de lágrimas que tire la primera pena. Cinco lágrimas de cristal tiene la Esperanza Macarena en su divino rostro. Tres en el lado izquierdo y dos en el derecho. Las mariquillas –verde que te quiero verde- de su pecho nos indican donde terminan depositadas en Sevilla las lágrimas de la Esperanza. Quedan amorosamente apresadas en su palpitante pecho epicentro de los sentimientos sevillanos.  Fue en 1913 cuando Joselito “el Gallo” se las trajo desde Paris  para que se notara cuando la Macarena respira por los que ya no pueden hacerlo.  Algún iluso dijo alguna vez que los hombres no lloran como si existiera gesto más humano y liberador que el llanto.  Elixir de amor, una furtiva lágrima.  El mundo gira y gira sin dejar de derramar por todos sus poros lágrimas de sal y miel. Cuando las abuelas de antaño cosían el ajuar de boda para sus nietas siempre rezaban para que los pañuelos de encaje durmieran eternamente en los cajones de la peinadora. Lágrimas furtivas pidiéndonos una oportunidad para salir. Elixir de amor, una  furtiva lágrima.

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