lunes, 22 de septiembre de 2014

Tiempo vacuo





“El poema quiere engañar al tiempo
y el sufrimiento lo derrota”
- Juan Gelman –

A pesar de nuestra denodada lucha por conseguir de todas las formas posibles la trascendencia siempre, absolutamente siempre, termina ganándonos la batalla el tiempo vacuo. Lo intrascendente, banal y superficial acechándonos de manera pertinaz por todas las esquinas. A nuestro pesar nadie habla ya de nosotros ni incluso estando vivos todavía. Todo se relativiza a través de las circunstancias y sus secuelas.  El Mercadillo del Jueves, al que acudo puntualmente cada semana, se me representa como un ejemplo paradigmático de lo efímero de la existencia humana. Puedes conseguir por un solo euro una medalla civil o militar que premió la ejemplaridad de toda una vida.  O bien un libro en cuya primera página figura una emotiva dedicatoria. Una foto enmarcada de una feliz pareja el día que contrajeron matrimonio. Una vieja plancha donde posiblemente una abuela planchó con esmero el traje de Primera Comunión de su ilusionada nieta.  Todo, como la misma vida,  por los suelos y a precios de auténtico saldo.  Actualmente nada tiene  más valor que aquello que determina la inmediatez del momento presente.  Recuerdo hace unos meses que con motivo del cambio de Rey en nuestro país todos los medios de comunicación y los cientos de tertulianos alabaron las bondades de la modélica Transición Española. Pero cuantos se refirieron a los hombres que la hicieron posible. ¿Quiénes nombraron a Francisco Fernández Ordóñez, Luis Gómez Llorente, Fernando Abril Martorell, Jordi Solé Tura, Gregorio Peces-Barba, Santiago Carrillo, Alfonso Guerra, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, Gabriel Cisneros….?  Ninguna referencia sobre los mismos como si la Transición nos hubiera caído del cielo.  El tiempo es implacable y solo permanecen las gestas históricas y las obras de Arte que alcanzaron con el tiempo la condición de sublimes. Las personas que realizaron las mismas fueron reconducidas a la condición de personajes y sus vidas ya forman parte del acerbo cultural de las almas inquietas y curiosas. ¿Se hizo sola la Catedral y la Giralda  de Sevilla?  ¿Quiénes fueron los jardineros que crearon los jardines de la Alhambra? ¿Quién se acuerda hoy que el Taj Mahal fue el resultado de una bella y trágica historia de amor? Los seres humanos siempre tendemos a olvidar. Unas veces por desmemoria, otras por desagradecimiento y, las más, por una tendencia natural a la amortización de tiempos y personas.  El tiempo vacuo imponiéndonos su férrea dictadura.  Posiblemente sea verdad aquello de…”y mañana Dios dirá”.

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