sábado, 21 de junio de 2014

Que nos –les- quiten lo ganao





Cayó la Roja en el Mundial de Brasil de una manera tan sorprendente como cruel. Todos los analistas coinciden que esta irrepetible generación de grandísimos futbolistas y egregios deportistas no se merecían este final.  Dos partidos perdidos ante Holanda y Chile.  Siete goles encajados y tan solo uno conseguido y de penalti. 
Una autentica debacle y un verdadero bochorno nacional e internacional.  La prensa deportiva (sobre todo foránea) se ha cebado con nuestros jugadores y, evidentemente, con don Vicente del Bosque. Esto no debe extrañarnos pues esta prensa vive de los estentóreos titulares y pasa en cuestión de horas del cero al infinito. Luis Suárez, jugador de la Selección chilena, era cuestionado fuertemente por la prensa y los aficionados de su país (todo por haberse operado un mes antes del Mundial) ahora, y después de sus dos golazos a la Selección inglesa, es un ídolo venerado por todos los chilenos. Algunos tipejos a los que todavía siguen venerando y dando cancha los mercaderes de turno se han dedicado a lanzar mofas y descalificaciones contra los nuestros (lo eran cuando ganaban y lo son ahora que ha llegado el momento de las derrotas).  Pero, nunca debemos olvidar, que no ofende quien quiere sino quien puede. Estos días y dada mi inveterada afición al futbol me he tragado tertulias de todos los colores. Fin de ciclo y cambios drásticos de jugadores y hasta de entrenador han sido los argumentos más socorridos. Este país siempre necesita en momentos puntuales buscarse la correspondiente cabeza de turco y en esta ocasión le ha tocado al bueno de Iker Casillas (sin duda uno de los mejores porteros de toda la Historia del futbol).  Me agrada sobremanera que esta generación irrepetible de futbolistas supiera ganar con deportividad y ahora, ha demostrado, saber perder sin esconderse. Como no puede ser de otra manera cada uno de nosotros tendrá su propio análisis de esta debacle. Creo, sin querer emular a Jorge Valdano, que se han dado una serie de situaciones concatenadas que han propiciado la pronta vuelta a casa. Cansancio físico por una sobrecarga brutal de partidos. Una columna vertebral (la del Barcelona) que desmotivada por un entrenador argentino (perdido ante el juego exquisito) llegó a Brasil anímicamente tocada. Los jugadores del Barcelona no fueron capaces de ganar (cosa que hacia años no ocurría) ninguna de las competiciones en las que participaron. Un portero desnortado por las manías persecutorias personales de un entrenador portugués al que don Florentino no supo poner en su sitio.  Muchas variantes que más que servir de excusas –o críticas destructivas- deben de servir para comprender que tenemos muy buena Selección para unos cuantos años más. Ya no estarán Pujol, Xavi Hernández, Villa, posiblemente Casillas y puede que algunos más.  Nos quedarán algunos que todavía son jóvenes y están considerados como de los mejorcitos del mundo en sus demarcaciones (¿les suena un tal Andrés Iniesta?).  En lista de espera están los Thiago Alcántara, Jesé, Isco, Carvajal, Alberto Moreno, de Gea, Bartra….y algunos más. Que duda cabe que en tiempos de desánimos como los que padecemos las alegrías futboleras suelen ser un eficaz antídoto contra la depresión colectiva. Aparte de que las cifras que se barajan en cuanto a pérdidas monetarias sobrepasarán los seiscientos millones de euros. La verdad es que no están los tiempos para dejar de ganar un solo euro. Ahora, eso si, comprobarán nuestros futbolistas a su triste retorno que no habrá políticos en el aeropuerto y ya no se pegarán codazos para hacerse fotos con ellos.  Tiremos de Historia futbolera para encontrar consuelo en los males ajenos y compartidos: igual que nos ha pasado a nosotros les pasó  a Italia, Francia y al mismísimo Brasil.
Nada nuevo sobre el césped.  No escuchemos a los agoreros de turno ni a las aves de mal agüero que siempre llevan sus mochilas repletas de pesimismo. Se buscarán soluciones y, a que dudarlo, de nuevo un árbitro pitará y empezará de nuevo a rodar el balón.  Mientras, que nos –les- quiten lo ganao.


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