lunes, 30 de junio de 2014

Julio entre dos aguas





“Se llena el blanco zaguán de frescura
El toldo del patio nos da la sombra
Un búcaro de Lebrija asoma en la ventana.
Mi padre laborea sudoroso a pecho descubierto
Mi madre cose cantando  envuelta en su bata fresquita.
Mi hermano se va buscando libertades callejeras
Yo sueño y  acaricio la cabeza de mi cansada gata:
¡Julio se nos aparece entre dos aguas!”

Como quien no quiere la cosa el 2014 echa la persiana a su primer semestre. Junio se nos marcha para dejar paso a los meses más flamígeros de la Ciudad.  Las calles a ciertas horas del día se nos muestran con un calor abrasador y algunas noches se nos harán  eternas antes de ser liquidadas por los radiantes amaneceres. Los fines de semana aquellos que puedan y quieran emigrarán buscando temperaturas más placenteras. Lejos va quedando cada día una primavera que siempre se nos muestra tan efímera como hermosa y sentimental. No solo es que nos parezca que fue ayer es que en realidad ya forma parte del ayer.  Pasó la Feria de Abril (perdón de Mayo) sin que los aficionados taurinos pudieran ver en la Maestranza a Morante, el Juli, Manzanares, Perera o Talavante. Tampoco parece ser que a José Tomás le interese mucho Sevilla. En la Bienal de Flamenco estarán ausentes Eva Yerbabuena, Vicente Amigo y José Mercé. Ciudad esta nuestra de grandes y sentidas ausencias y de prescindibles presencias.  Los días siempre nacen con el firme propósito de morir y nos enredan en el vértigo del carrusel de la vida. Los seres humanos siempre intentamos inútilmente atrapar y, sobre todo, frenar el paso del tiempo sobre mentes y cuerpos. Todo, absolutamente todo, transcurre entre dos aguas. Que duda cabe que para miles de familias sevillanas y andaluzas decir “Vacaciones” es un ejercicio tan inútil como cruel.  Nuestros políticos y financieros han propiciado que las posibilidades de trabajar para millones personas en este sufrido y hermoso país nuestro se convierta en una misión imposible. Estamos inmersos en una larga farsa provincial, regional, nacional e internacional donde los responsables políticos solo nos cuentan mentiras disfrazadas de verdades prefabricadas.  Nadie dice lo que piensa y la Sociedad camina a la deriva sin más rumbo que el marcado por los vientos de lo “políticamente correcto” y la usura.  Pero ahora toca, que no es poco,  intentar exprimirle al verano su hermoso jugo de exultante vida. No dejes para mañana lo que puedas vivir hoy. Los que pertrechamos los Toma de Horas vamos a descansar unos días para emprender nuevos proyectos creativos y poder así romper, al menos de manera transitoria, la parcela más asfixiante de la vida cotidiana. Vamos a intentar poner orden entre las palomas dispersas por nuestras azoteas.  Quedamos emplazados, si allá por San Lorenzo no piensan lo contrario, para el mes de Septiembre.  Feliz verano y a vivir los gozos de los amaneceres luminosos y las noches estrelladas que la vida son tres días mal –o bien- contados. Por cierto, hablando de cuentos, cada jueves de julio colgaremos un relato breve de los “Cuentos de azotea”.   Un abrazo.

domingo, 29 de junio de 2014

CSI-Tomares





Todas las cosas en la vida tienen un origen y, no pocas veces, este llega de la manera más insospechada. Fue hace ya algunos años cuando a nuestro “Investigador” le sobrevino un problema hepático que le obligó a guardar reposo absoluto durante seis largos meses. En ese pesaroso periodo de tiempo una mañana vio por casualidad en la televisión un capitulo de la serie norteamericana CSI-Las Vegas. Ya se quedaría irremediablemente atrapado para siempre. Poco a poco su interés por este grupo televisivo de investigadores iba creciendo y fue adquiriendo los capítulos de las tres modalidades de los CSI (Las Vegas, Miami, y Nueva York). Completó integra todas las temporadas de la Serie y se  tragaba cada día un capítulo tras otro. Consideraba ya a los personajes como si fueran de su propia familia. Compañeros de trabajo en definitiva. Todo el tiempo libre que disponía lo pasaba encerrado en su cuarto dilucidando casos con Horatio Cane o Gil Grisom. Pero mala cosa es cuando una afición se transforma en obsesión. Su familia empezó a preocuparse seriamente (sobre todo cuando montó un “laboratorio” en el sótano de su casa adosada en Tomares) y veía que aquella manía tendría funestas consecuencias.  Algunas veces se paseaba por la casa revestido con un mono blanco y provisto de unos guantes antisépticos cubriéndoles las manos. Las primeras horas de la mañana salía a la calle y buscaba en los contenedores de basura objetos a los que él consideraba pruebas. La mañana del martes 24 de junio (Día de San Juan) fue cualquier cosa menos una mañana cualquiera. Una mala combinación de varios productos químicos provocó una gran deflagración que afortunadamente, aparte del tremendo susto en la casa, solo le causó una quemadura de segundo grado en el brazo derecho y la coronilla chamuscada.  Él llamaba a este accidente gajes del oficio y la familia ha conseguido -¡por fin!- que vaya a ver a su primo Manolo un psiquiatra de bastante fama en Sevilla.  La primera vez que fue a visitarlo a la consulta  le dijo el galeno cuando intentó sentarse en el sofá: “No te sientes ahí Paco que puedes comprometer las pruebas”.  Empieza tomar forma el grupo del CSI-Tomares.

viernes, 27 de junio de 2014

El dilema de Casimiro






Cuando Casimiro Gómez Acevedo le comunicó a sus amigos que definitivamente a su muerte quería ser incinerado estos, a que negarlo, no cogieron la noticia de muy buen agrado. Sabían que dada la afición “mollatosa” del futuro finado las cenizas se llevarían varios días chisporreteando. Casimiro es un singular personaje y su vida la reparte entre su trabajo de fino tapicero, su familia, sus amigos, su beticismo, su siempre indesmayable sevillanía, su condición de flamenco cabal y sus largas estancias en las tabernas. Hace tiempo que se nos ha vuelto filosófico y nos habla de la muerte (¡lagarto, lagarto!) con más frecuencia de lo que era menester. Se llevó una temporada que quería ser enterrado para resarcirse en parte de los gastos de una Póliza de Deceso que suscribió hace más de cuarenta años. Pero, salvo nueva orientación mortuoria, ha decidido que al final y sin más dilaciones “cerilla” al canto. A sus ya largos ochenta años de edad sigue confeccionando sofás y butacones para las casas más señoriales de Sevilla. El taller lo llevan en la actualidad sus dos hijos y su nieto pero él aparece de cuando en cuando por allí para demostrarse –y demostrarnos- que es verdad que quien tuvo retuvo. Sabe de Flamenco más que Silverio Franconetti y cuando nos vemos siempre me cuenta algo que yo desconocía.  Entra en las tabernas como lo que estas son: Capillas Sixtinas de la buena “conbebencia”.  Ayer me lo encontré en “La Goleta” delante de un copazo de fresca manzanilla y me dio la ¿buena? nueva: “Niño, ta enterao que ar finá me voy a incinerá”. Me hago el nuevo y, sinceramente, no se si darle la enhorabuena o el pésame. Tampoco entiendo como puede uno, después de muerto, incinerarse a si mismo.  Intento, eso si, cambiar de tema por la vía rápida pues a ciertas edades existen cosas que mejor ni nombrarlas.  Casimiro entre sofás, disgustos de su Betis, Fandangos del “Niño de la Calzá” y visitas tabernarias ha resuelto el dilema que lo transportará al más allá. En su esquela mortuoria que esperamos tardé mucho tiempo habrá que poner: “Dudó hasta el final y, en los tiempos que corren, la duda siempre es buena compañera de viaje”. El dilema, el eterno dilema, del bueno de Casimiro.

miércoles, 25 de junio de 2014

Tiempo de Incertumbre





Dijeron luz y descorrieron
las persianas del Aljarafe.
Dijeron fe y se fueron todos
a rezar a San Lorenzo. 
Fundieron el ayer con el mañana
dándole una chicuelina al presente.
Rieron por no llorar y lloraron
emocionados entre un Arco y un Puente.

Los Hijos de la claridad envueltos
pesarosos entre tinieblas.
Palomas de la paz
buscando los arcabuces en los
arcones de sus abuelos.
Soñaban con la Soleá pero el velo
de la noche les trajo la Siguiriya.
Ellas buscaban novios formales
y ellos amantes informales.

Una tarde se fueron de copas
y volvieron al amanecer
ebrios de cante, amistad y vino.
Buscaron la sombra
bajo la Torre alta
y escucharon a lo lejos
la guitarra de Paco.

Se cogieron todos de las manos
y cerraron los ojos emocionados.
El toro de la incertidumbre
mugía inquieto en los corrales.
Alguien dijo pensando en las murallas:
¡Que sea lo que Ella quiera!

                                             (de “Tiempo de Incertidumbre” -2013)

lunes, 23 de junio de 2014

El Restaurador de Versos





Era un hombre que debía rondar los setenta años de edad. Más que huraño era retraído y más que serio era formal. Enjuto, bajito de cuerpo y siempre peinado hacía atrás con brillantina. Desde la accesoria de una casa en la calle Bustos Tavera sevillana regentaba un negocio de compra, venta y alquiler de novelas y tebeos. Allí tenía apilados desde novelas del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía a otras de “El Coyote” de José Mallorquí. Desde novelas rosa de Corín Tellado a tebeos de “El Capitán Trueno” o “El Jabato”.  Allí, con frecuencia, acudíamos los niños de la zona a cambiar, alquilar o comprar tebeos usados. Nuestro hombre siempre estaba sentado en un taburete en la puerta de su negocio. Independiente de la época del año siempre tenía la camisa arremangada y en su brazo derecho lucía tatuado el escudo de la Legión.  Tenía casi siempre un cigarro apagado entre la comisura de los labios y, al lado del taburete, una botella de vino blanco con una caña adaptada en su cogote para beber a morro. Pero en realidad su gran afición y de la que se sentía enormemente orgulloso era la de restaurador de poemas. Estaba convencido de que todos los versos eran manifiestamente mejorables y decía que a tal menester pensaba dedicar todo su tiempo libre. Cogía un libro de poemas de cualquier poeta y cambiaba aquellos versos que no terminaban de convencerle del todo. Por ejemplo donde Machado escribió… “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla….él corregía y quedaba lo siguiente…”Mi niñez se quedó flotando en un patio sevillano….Se mostraba orgulloso con estos cambios y estaba seguro de que los mismos poetas se lo hubieran agradecido. Tenía apiladas en una estantería un gran número de carpetas azules de gomilla donde, en folios perfectamente ordenados, tenía anotados sus “restauraciones de versos”. Todo dispuesto por riguroso orden alfabético y allí estaban mutilados desde Becquer a Verlaine y desde Rubén Darío a Whitman.  Cogía un máximo de diez poemas por poeta y los cambiaba a su criterio. Con enorme orgullo les mostraba el resultado de sus “restauraciones” a aquellas personas que él consideraba cultivadas. Una vez “restaurado” el poema ponía debajo su nombre junto al del poeta y marcaba la fecha del “cambio”.  Murió triste y solo en el antiguo Psiquiátrico de Miraflores. Las carpetas azules testigo de su tarea “sanadora” de poemas mal concluidos serían tiradas a cualquier contenedor. Seguro que alguien comentaría al ver su contenido: “Cosas de majareta”. Lo imagino en sus últimos días sevillanos recitando en voz baja por el patio del Manicomio…. “Clamé al cielo y no me oyó / más si sus puertas me cierra / de mi locura en la tierra / responda “El Coyote” y no yo”.  ¡Cuántos personajes nos ha dado esta mágica Ciudad!