miércoles, 23 de abril de 2014

Todo pasa y todo queda….





“Y el hombre daba vueltas y suspiros
sobre la rama móvil del compás”
- Antonio Núñez de Herrera -

Pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.  Otra Semana Santa, y ya van muchas sobre nuestros gastados corazones, que pasó enraizada en los sentimientos del pasado y las realidades del presente. ¡Por fin! el Martes Santo se desarrolló con absoluta normalidad y pude ver a la Candelaria cruzar la Alfalfa.  Cuando Ella pasa buscando las raíces de la memoria sentimental vuelve a ponerse de nuevo en marcha el reloj de las horas y los momentos. El paso del tiempo a ciertas edades se nos muestra implacable y nuestra Semana Santa es en síntesis tiempo fugaz que como la arena de los mares se nos diluye entre las manos. Con los nuevos tiempos se nos aparecen nuevos modismos en nuestra Semana Santa que le aportan poco y le quitan mucho. La banalidad que sustenta nuestra vida cotidiana no podía hacer una excepción con nuestra Fiesta más importante y de mayor calado sentimental. En una Ciudad donde el figuroneo siempre tomó carta de naturaleza no podemos pretender que su Semana Santa se sustraiga de esta patina de superficialidad.  Mi reconocida y patente incompetencia en temas cofrades y semana-santeros me aconsejan ser prudente y cauteloso en mis apreciaciones.  Gracias a Dios llegué al Jueves Santo en perfecto estado de revista y pude acompañar un año más al Señor de Pasión por las calles sevillanas.  Mantengo en estos menesteres de gozoso penitente la ilusión y la nerviosera de la primera vez y esto es algo que me llena de satisfacción. Hace unos días leí una entrevista con un señor de ¡noventa y un años de edad! que, a esa edad, sigue saliendo de maniguetero en el paso de la Esperanza Trianera. Toda una vida acompañando a la Reina del arrabal trianero justifican con creces una plena existencia sevillana y trianera.  Nos cuesta trabajo entender que Sevilla es algo más que su Semana Santa, su Feria o su Corpus. Es una Ciudad diseñada para vivirla enmarañado en los placeres cotidianos del día a día.  Lamentarnos de manera permanente  por los paraísos perdidos nos sustrae de la posibilidad de descubrir otros nuevos. Todo nace y todo muere para que a Dios no lo mande esta plebe también al Paro.  Todo pasa y todo queda pero…..lo nuestro es pasar.

“Ya la sombra se hizo luz
y el tronco seco semilla
el Señor tomó su Cruz
… ¡Semana Santa en Sevilla!”

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