domingo, 9 de marzo de 2014

Pasábamos por allí




Caminamos entre las sombras buscando la luz como los locos buscan la cordura y los cuerdos la locura.  Deambulamos por las calles de la Ciudad portando cirios y cruces para que Dios no se olvidara de nosotros. Nos paramos brevemente a beber en la fuente de la eterna juventud. Amamos y sufrimos a partes iguales. Apuramos las noches interminables de los flamencos de antaño. Nos pegamos al oído las caracolas de la mar para poder escuchar la sinfonía del canto de las sirenas. Para ver el horizonte nos subimos en las copas de las palmeras en las islas desiertas.  Ofrecimos pan al hambriento y agua al sediento. Ebrios de pena y dicha dimos dolorosos pésames y gozosos parabienes. Nos emocionamos con la poesía del alma y sentimos escalofríos con las bombas de racimo. Nos dormimos con una canción de cuna materna y nos despertamos revueltos entre sabanas de seda. Nos emborrachamos con el vino de la amistad y despejamos presurosos los balones que amenazaban nuestra portería. Ayudamos a tender la ropa limpia a nuestras madres y hermanas. Aguantamos estoicos la embestida del toro de la vida y bailamos enamorados al son que marcaban “The Beatles”. Enroscamos los tapones de los botes de Kanfor para dejar descansar a zapatos y paredes.  Dijimos un “Si quiero” cuando lo que procedía era un “Me lo pensaré más despacio”.  Pasábamos por allí y, visto lo visto, decidimos marcharnos para siempre. Nadie se acordará de nosotros cuando hayamos vuelto. Sombras fugaces e ilusionadas reflejadas en las paredes de la Ciudad.  Receptores de un cante por Soleá grabado a sangre y fuego en las paredes del alma.  Efímeras quimeras borradas por el paso del tiempo.

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