miércoles, 8 de enero de 2014

Camarillas culturales





Existen en la actualidad escritores sevillanos que escriben un nuevo libro cada   dos meses. Son los “Depositarios de las esencias” de la Ciudad y pertenecientes a una “Camarilla cultural” donde funciona a discreción el hoy por ti y mañana por mí. Tú me prologas mi libro y yo te presento el tuyo. Solo se necesita un público sediento de conocimientos sevillanos (para fardar en bares y eventos de todo tipo), unos avispados escritores y unos Editores locales que hagan el resto (editar y sacar el libro al mercado). Son escritores enormemente conocidos en los cerrados y obsoletos “Ambientes cultos” de la Ciudad (fundamentalmente en aquellos más cercanos a la Hermandades) pero totalmente desconocidos allende nuestras fronteras más cercanas.  Por ejemplo,  hasta las personas cultas de Castilleja de la Cuesta ignoran su existencia, así que no hablemos de Andalucía, España o el Universo literario. Esto parece importarles poco. Son stajanovistas locales de la letra impresa (y presa) que terminan produciendo –escribiendo- libros a una velocidad de vértigo. El rigor intelectual ni está ni se le espera.  Sevilla siempre queda presente en sus escritos y, a no dudarlo, algunos son hasta medianamente interesantes. Funcionan agrupados en los brazos del corporativismo y los tenemos hasta en la sopa (boba).  Dicho todo esto debo aclarar que al final lo que escriben a ellos les resultará de gran utilidad y, posiblemente, también a no pocos sevillanos. Por tanto no tengo nada que objetar y que cada uno se lo monte como quiera y/o pueda. Siempre he considerado la creación artística (en cualquiera de sus vertientes) como algo que se gesta en la soledad más creativa y que, a la postre, debe volar libre como las palomas. Por estas tierras de tantos contrastes o eres andaluz universal en activo (llámese Paco de Lucía, Antonio Banderas o Antonio Muñoz Molina) o serás devorado por el implacable círculo pueblerino que siempre ha rodeado y rodea Andalucía. Conozco casos de sevillanos universales que han triunfado plenamente en el extranjero en cualquier faceta científica, artística o cultural y que aquí son unos perfectos desconocidos. Valga como botón de muestra el caso de un sevillano de la calle Vírgenes y que responde al nombre de Luis Rojas-Marcos de la Viesca.  Psiquiatra afincado en EEUU y con una docena de libros publicados imprescindibles para conocer los entresijos mentales y/o conductivos de las sociedades contemporáneas. Desde 1982 hasta 1992 fue responsable máximo de los Servicios de Salud Mental, Alcoholismo y Drogodependencias de la Ciudad de Nueva York. Fue nombrado Presidente del Sistema de Hospitales Públicos de “la Gran Manzana”. Tenía plena competencia y responsabilidad sobre 16 hospitales públicos y de toda la red de ambulatorios de  la Ciudad neoyorkina (dicho con todos los respetos: no era precisamente un celador del Ambulatorio de Marqués de Paradas).  Pues bien si preguntamos por este ilustre sevillano en algunos ambientes “culturales” de la Ciudad seguro que algunos nos dirán: ¡Si hombre uno que es “loquero”, hermano de Alejandro el que fue Alcalde durante la Expo!  Se me ocurre una docena larga de sevillanos, verdaderamente ilustres, que como en el caso de Luis Rojas-Marcos triunfan plenamente en sus actividades fuera de nuestro país.  Llevan a Sevilla en el corazón y exportaron con ellos lo mejor de su Ciudad.  Viajeros sin retorno que dejaron atrás una tierra donde los componentes de las “Camarillas culturales” siempre se están mirando en el mismo espejo… ¡Espejito, espejito, dime quien es en Sevilla el más listito!  Nuestros “exiliados” más eximios le dieron a Sevilla su necesario e imprescindible barniz de universalidad. Solo se muestran corporativos con el talento y la voluntad de hacer bien las cosas.
Ilustres, verdaderos y desconocidos sevillanos ilustres.

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