lunes, 4 de noviembre de 2013

Las Hojas caídas





“El balcón, los cristales,
Unos libros, la mesa…
¿Nada más esto? Si,
Maravillas concretas”
- Jorge Guillén –

Crujían los tablones del soberao presagiando la noche tormentosa. La luna se revestía de un cerco negro mostrándonos su cara de orfandad de siglos. Las empinadas calles del pueblo estaban más solas que la una. Las jóvenes madres tapaban amorosamente a sus hijos en cunas de madera donde soñar era gratuito. Los hombres querían amantes pasajeras donde poder refugiarse del miedo a la soledad de la noche. Los viejos soñaban con tiempos pasados donde desplazarse no significaba un suplicio. Los adolescentes estudiaban entre luces de flexos y amagos de suspiros. Los perros maullaban y los gatos ladraban. El vino ensolerado dormía placidamente en el vientre de viejas barricas de roble. Los olivos, huérfanos de vareadores, se movían acompasados al ritmo de Tangos. Los cordeles de las azoteas bamboleaban la ropa tendida bajo los reflejos de la luna. Asomados levemente a las ventanas veíamos las hojas caídas por los suelos. Sale un lamento por entre los pasillos del Hospital de la Santa Caridad: “Nadie se arrima a mi cama / que mi  enfermedad se pega / quien se muere de mi mal / hasta la  ropa le queman”.  El pregonero leerá mañana un bando del Alcalde haciéndonos saber la llegada del tiempo de las hojas caídas.  Crujirán bajo nuestros pies como los rescoldos quemados de los troncos en las chimeneas.  Nos subiremos los cuellos de los abrigos y beberemos el primer café mañanero cogiendo el vaso con ambas manos.  Tiempo sin tiempo ni medida. Paréntesis proclives al calor de la lumbre del hogar, dulce hogar. Fantasmas callejeros embozados cruzando presurosos el pueblo sin ni siquiera mirarse en los cristales de los escaparates. Hojas caídas por los suelos a golpes de viento y lluvia. Las hojas muertas como una rotunda afirmación de que todo volverá a renacer de nuevo.  Mientras, a disfrutar de las “Maravillas concretas” que nos dice poéticamente Jorge Guillén.  “La noche del aguacero / donde estuviste metía / que no te mojaste el pelo”.

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