jueves, 24 de octubre de 2013

El amargo sabor de la ignominia






La Historia de España está plagada de días donde las palomas dieron un rodeo por sentir vergüenza de volar los cielos españoles. El pasado martes día 22 de Octubre del 2013 fue uno de ellos. Una etarra que responde al nombre de Inés del Río y en cuyo currículo criminal figuran veinticuatro victimas inocentes fue excarcelada. A la misma hora fue excarcelado en Londres un etarra llamado Antton Troitiño y causante de la muerte –entre otras- de doce guardias civiles en un salvaje atentado en Madrid. En los próximos días veremos salir de las cárceles a un reguero de criminales a los que en algunos sectores del País Vasco llaman “Patriotas vascos luchadores por la Independencia”. Serán recibidos a que dudarlo como auténticos héroes de la “causa vasca”.  Todo está motivado por una sentencia del Tribunal de Estrasburgo que anula la “Doctrina Parot”. La misma que posibilitó en su día que los terroristas y criminales más perversos pagaran con años de cárcel sus viles asesinatos. Junto a los terroristas saldrán de las cárceles algunos de los violadores y criminales más perversos. Ningún terrorista excarcelado pedirá perdón y sus voceros, hoy cómodamente instalados en el Poder, lo cifran todo a daños colaterales de la Guerra por la Liberación del País Vasco. Una desigual batalla donde los verdugos han puesto las pistolas y las bombas y otros, las victimas, han puesto las nucas y los cuerpos destrozados. Debemos asumir sin complejos que en un Estado de Derecho las leyes hay que cumplirlas y las sentencias que emanan de Tribunales Internaciones han de ser aplicadas.  Pero lo que la gente decente percibe, una vez más, es que lo legal y lo justo pocas veces caminan de la mano.  Nuestro Presidente del Gobierno, que con el fantasma de Barcenas ha terminado huyendo hasta de su propia sombra, ha perdido una ocasión de oro para dirigirse a los ciudadanos. Todos nuestros mandatarios políticos coinciden que es una sentencia abominable pero de obligado cumplimiento.  De todas formas causa extrañeza la celeridad con la que nuestros jueces la han aplicado en detrimento de otras que se eternizan en el tiempo.  Poco más que añadir desde esta modesta tribuna sevillana.  Mi –nuestro- mayor grado de solidaridad con las victimas del terrorismo que estarán pasando estos días un verdadero calvario.  Por enésima vez queda demostrado que los buenos solo ganan en el Cine y en la Literatura.  Toca sentir en la boca el amargo sabor de la ignominia.

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