miércoles, 17 de julio de 2013

Benditas tabernas



La Compañía Coca-Cola no hace anuncios publicitarios: realiza obras de artes audiovisuales de dos minutos de duración. Una de las últimas dedicada a reivindicar los bares se nos muestra realmente antológica. ¿Puede alguien imaginarse esta Ciudad sin sus tabernas y bares? De niño recuerdo que había muchas tabernas y pocos bares. Ahora ocurre lo contrario con una nueva modalidad contemporánea llamada Mesón. Mi padre repartió su tiempo entre el trabajo y las tabernas (vivir hacinados en un cuarto de un Corral de Vecinos ayudaba poco a la vida hogareña). La Taberna de Viña-Sol en la calle Águilas y Casa Pedro (“La Alegría de San Nicolás”) eran sus centros operativos. Las mujeres de entonces no pasaban ni por las puertas de las tabernas y éramos los niños los encargados de llevar y traer recados. Excepcionalmente te obsequiaban con una “Pesicola” y, eso si, nos daban avellanas a discreción (con tanto fruto seco no es de extrañar que a algunos nos quisieran contratar de extras para “El Planeta de los Simios”). Por los bares y tabernas entran y salen la filosofía popular, la sociología de cartucho de pescao frito, el Cante de nudillos en el mostrador, el toreo de salón, el “furbo” verde o granate y la política de arreglarlo todo para que no cambie nada. Había –y hay todavía- parroquianos de pensión completa y otros que entraban y salían con rapidez después de pegarse dos o tres “lingotazos”.  Algo se muere en el alma cuando una taberna se cierra. Cada barrio tenía al menos una taberna que destacaba sobre las demás. Sevilla, afortunadamente, todavía conserva un ramillete de buenas y antiguas tabernas donde nosotros mandamos sobre el tiempo y no al revés. Van quedando pocas y su supervivencia siempre dependerá de que las visitemos cuanto podamos. El lenguaje tabernero (no me gusta lo de tabernario) en Sevilla es de una riqueza lingüística impresionante. Por ejemplo: hay una reunión de nueve personas y una de ellas dice: “Curro, echa una copita”. El tabernero responderá invariablemente: “¿Lo mismo? O cuando alguien mira el reloj y al darse cuenta de la hora dice: “Ea, uno que se va”. Tengo anotadas no menos de cien expresiones que solo se producen en bares y tabernas. Reconozco que los tiempos están cambiando y con las “nuevas tecnologías” desaparecerá una manera de relacionarnos muy sevillana. A pesar de las carencias de la época, estoy cada día más convencido que mi padre fue más feliz en su madurez que hoy lo soy yo en la mía. ¡Ojala mi nieto nos gane el tirón a los dos! Cada día tienes la extraña sensación de que, lentamente, va desapareciendo un mundo intimo que era tan tuyo como el aire que respirabas. Enhorabuena a la Coca-Cola por acordarse y enaltecer a los bares en su genial anuncio. Reconozco que me dio el presente “Toma de Horas” casi hecho.

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