domingo, 2 de junio de 2013

Donde las espigas doradas



“Mal te perdonan a ti las horas,
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años”
- Luis de Góngora -

Quedamos en vernos allí donde mar y cielo se funden en el horizonte. Donde las amapolas se encienden al conjuro del sol de la amanecida. Allí donde los cobardes se arman de valor y los valientes se arman de paciencia. Donde el canto se hace cante y el cante se transforma en quejío de luna llena. Allí donde la pena se hace gozo y las lágrimas de mar salada ni están ni se les espera. Donde se permite que los viejos puedan ejercer de viejos; los maduros de maduros y los niños de niños.  Allí donde tan solo se mata el tiempo en brazos de la Cultura. Donde en las “Oficinas del Paro” pone un cartel que dice: “Cerrado por Liquidación”. Donde las mujeres enseñan a los hombres el camino de la verdad y los músicos a las mujeres el de la fantasía. Allí donde los trenes, con su carga de ilusiones, siempre terminan llegando puntuales. Donde todos le ponen el cascabel al gato. Allí donde ni todas las brujas son malas ni todas las princesas son buenas. Donde, para variar, el pez chico se termina comiendo al grande. Allí donde los poetas no padecen la ingrata soledad de las noches invernales. Donde el viento se hace brisa y la brisa caricia soñada. Allí donde se le da una segunda oportunidad a los besos nunca dados ni recibidos. Donde las armas duermen el sueño eterno en las cerradas armerías. Allí donde no existen más Bancos que los de alimento. Donde las puertas se abren hacia adentro y las ventanas hacia afuera. Allí donde se secan tendidos en el romero los pañuelos de encajes de las Dolorosas. Donde los clavos de Cristo sirven para clavar en las tabernas los carteles de la Semana Santa sevillana. Allí donde siempre se quedan suspendidas las nubes de algodón.  Donde, ¡por fin!, los controladores son definitivamente ellos los controlados. Allí donde los hombres ganan el pan con el sudor de sus frentes. Donde, en junio, se muestran esplendorosas las espigas doradas. Allí donde Dios pasa lista por los caídos en la batalla del amor, la amistad y la vida. Donde nosotros, compañeros del alma, hemos quedado para vernos.

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