lunes, 13 de mayo de 2013

Treinta y cuatro primaveras





Un Blog es algo personal e intransferible. Es una especie de ventanita donde lanzamos al aire cada mañana nuestras inquietudes, desvelos y emociones. Puede que en no pocas ocasiones seamos reiterativos, consiguiendo que quienes amablemente nos lean terminen aburriéndose de nuestras “batallitas”.  Pero en definitiva uno escribe desde –y sobre- su mundo interior intentando que otros compartan contigo tus luces y sombras. Hoy es 13 de mayo del 2013. Hoy mi hija Alicia cumple treinta y cuatro hermosas primaveras. Hoy, prioritariamente, solo me apetece escribir sobre ella y en el hermoso proyecto de mujer en que se ha convertido. Tiene dos hijos que dan plena sentido a nuestras vidas: la suya y la mía. Mis nietos configuran el eslabón que le faltaba a mi cadena sentimental. Recuerdo como si fuera ayer aquel trece de mayo del 79 cuando nació mi hija Alicia. Hay sensaciones y emociones que el día que ya no recordemos estaremos irremediablemente perdidos. Se nos cuelgan imperecederos en las paredes del alma como testimonios irrefutables de que ha merecido la pena vivir. Cuando padre y madre ejercen de padres en el fondo y en la forma, no tienen mayor aspiración que sentirse orgullosos de cómo son sus hijos. Posiblemente nos cueste trabajo entender que son aves que tienen derecho a emprender su propio vuelo. Bien está que hereden nuestros principios, pero sin que esto sea óbice para que la vida y sus circunstancias terminen configurando su personalidad. Son nuestros queridos hijos pero no apéndices de nuestro propio cuerpo. Mi hija Alicia se me configura como una persona solidaria, educada, culta, trabajadora y guapa al sevillano modo con el añadido de ser esposa y madre ejemplar. Cuando, cada semana, visito a mis nietos compruebo gozoso como están de bien atendidos y el hogar, dulce hogar, que han creado su marido y ella. Por eso tiene un sólido fundamento que hoy, 13 de mayo, no sea para mí un día más en el calendario. Ellos, nuestros hijos, tomarán un día nuestro relevo como salvaguardas de una Ciudad que es el escenario perfecto para desarrollar el duro y noble ejercicio de la vida. Creo sinceramente que no es casualidad que mi hija y mi nieta nacieran ambas en el mes de mayo. Mayo es a Sevilla lo que julio a Pamplona.  Un encuentro donde coinciden espacio y tiempo para conjugar la belleza con las emociones.  En Mayo siempre manda la luz y esta Ciudad nunca se encontró cómoda enmarañada en la sombras.  Debía estar rigurosamente prohibido morirse en Sevilla en mayo. Pero está demostrado que hasta Dios hay veces que se equivoca. Mayo para nacer y mayo para vivir. Las ventanas abiertas de par en par para que los gorriones encuentren su camino de ida y vuelta. Avanzan los días de mayo y avanzamos nosotros sin remisión hacia el largo y calido verano.

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