viernes, 10 de mayo de 2013

No disparen al apuntador




“Las sociedades levantan monumentos
a los caídos en combate para eliminar el miedo
a la muerte de los futuros combatientes”.

Decir guerra, o lo que es lo mismo muerte y barbarie, es decir Historia de la Humanidad.
No existe una sola etapa de la existencia humana que no esté salpicada con la sangre de los inocentes. Las guerras las programan los poderosos para defender sus espurios intereses y siempre son los más desfavorecidos los que tienen que empuñar las armas para matarse entre ellos.  Todos son excusas para camuflar las ansias de poder. Se han utilizado las cruzadas para defender o atacar cualquier religión (nación). Otras veces un patriotismo bananero de himnos y banderas. Las más por nacionalismos invasores que subyugan las ansias de libertad y justicia de los pueblos. Sin duda -y de ello España es un trágico ejemplo- son las guerras civiles las más cruentas y las más difíciles de digerir a lo largo del tiempo. Nuestra infausta y sangrienta “contienda” terminó en 1939 y todavía en la actualidad colean sus humeantes rescoldos. El Cine ha elaborado infinidad de películas para tratar el belicismo. Unas para entrar en el terreno de la apología y otras para denunciar sin fisuras sus consecuencias. Valgan como excelsos ejemplos tres películas: “La Chaqueta metálica” (Stanley Kubrick), “Nacido el 4 de Julio” (Oliver Stone) y “Johnny cogió su fusil” (Dalton Trumbo).  El antibelicismo llevado a los altares del “Séptimo Arte” para mostrarnos en imágenes lo absurdo e irracional de todas las guerras. Desde que se tiene conocimiento histórico no ha existido un solo día donde los humanos no se hayan matados unos a otros. Solo ha variado la creación de artilugios para matarse de la manera más certera y devastadora. Hicimos caso omiso del mandato divino de “No matarás” y lo sustituimos por: “Matad, matad, malditos”.  Las noticias “de fuera” que nos llegan a través de los informativos son malas, muy malas, o terroríficas.  Todo es manifiestamente empeorable y las armas duermen el sueño de los injustos prestas para ser utilizadas. El “Negocio de las Armas” se configura como el mayor del siglo XX y en el XXI parece ser que las cosas no mejorarán. Todos los países en un supremo ejercicio de hipocresía política venden las armas que fabrican al mejor postor y todos, sin excepción, se declaran pacíficos y antibelicistas. Parecer ser que las armas nucleares (las que nunca lograron encontrar en Irak) ya están en manos de países proclives al fanatismo.  Veremos como acaba esta “Fiesta” y las funestas consecuencias que pueden traernos a todos. Lo dice claramente la letra de un Cante por Alegrías: “Yo pegué un tiro al aire / cayó en la arena / confianza en el hombre / no hay quien la tenga”.

No hay comentarios: