viernes, 22 de marzo de 2013

Poesía en movimiento



“No se porqué preguntas
Que viento corre
Siendo tú la veleta
Y yo la torre”

Nos llegará lo que siempre termina por llegarnos. Lo hará, como siempre, de una manera diáfana, transparente, pura y luminosa. Parsimoniosa y lentamente el amanecer nos mostrará sin reservas que la luz siempre termina por vencer a las sombras. Se abre el día a la esperanza y la Esperanza terminará por abrirnos a nosotros los días venideros. Un compendio de rituales que desembocan, irremediable y gozosamente, en un solo ritual: el de nuestra nobleza.  Los pentagramas del alma componen una melodía donde se conjugan Fe, Tradición y Belleza.  Dicen que un día alguien le preguntó al Dios Padre que era la Poesía en movimiento y señaló con su dedo índice hacia la vieja Híspalis. Después añadió sin reservas: “La Ciudad y ellos; ellos y la Ciudad simbolizan, en ese señalado día, cuanto la poesía tiene de verdad, autenticidad y belleza. En ningún lugar del mundo se le puede llamar Amor a la muerte y Amargura a la belleza más sublime”. Las Trompetas de Jericó tocarán a diana para que las murallas de la inquina y lo insustancial sean derribadas en la Ciudad. Toca armarse de amor para sacar a pasear cuanto de bueno y noble anida en nuestro interior. Como la vida misma todo nace y todo muere para que sepamos apreciar y valorar lo efímero de la existencia humana. Niños con prisas por ser hombres y hombres ilusionados con volver a ser niños. Todos, en definitiva, girando en el carrusel de la vida que nos transporta siempre al punto de partida: la niñez.  Estrenaremos ropa e ilusiones haciendo felizmente soportable la levedad del ser. El primer nazareno, la primera trompeta y el primer tambor y ya todo estará escrito. Un año más, el dulce reencuentro con lo mejor de nosotros.  Alzarán su esbelto cuello las cigüeñas de los campanarios para ver que está pasando “ahí abajo”. En la ilusionada sonrisa de un niño estará reflejada la mejor de las letanías. Ese día empezaremos el Padrenuestro por el final diciendo…”y libramos del mal” (y a ser posible de la lluvia).  Abriremos nervioso una ventana para comprobar si se han cumplido los buenos o malos presagios de los “del puntero en el mapa”.  Llega, nos llega, una vez más este inacabado y eterno poema de amor con nuestra Ciudad y lo recitaremos de memoria con los cinco sentidos: Fe, Tradición, Hermandad, Belleza y… ¡Esperanza!  En definitiva: Poesía en movimiento. En resumen: otro Domingo de Ramos.

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