domingo, 10 de febrero de 2013

En busca del Arca (la Fe) perdida



“Los intelectuales son los primeros
 que llaman al cambio social
 y los últimos en aceptarlo”
  -Arthur Miller -

Dentro justamente de una semana tendrá lugar en nuestra Ciudad el llamado “Magno Vía Crucis de la Fe”. Catorce imágenes de entre las más emblemáticas de nuestra Semana Mayor para cubrir los rezos y prerrogativas de las Catorce Estaciones del Vía Crucis. Todo sea en aras de recuperar la -parece ser- perdida Fe heredada de nuestros mayores. Estamos con sobradas razones instalados en el descreimiento más absoluto. Dudamos de los políticos, los jueces, los banqueros y, como no podía ser menos, de la cúpula eclesiástica. Más que perder la Fe, que también, tenemos la triste sensación de haber sido despojados de la misma. No creemos en nada ni en nadie y, lo que es peor, tampoco en nosotros mismos. En Sevilla, y dado sus duros avatares históricos, lo social a través de la Fe siempre fue moneda de cambio. En la posguerra cambiamos un bocadillo de mortadela, una manta o un trozo de queso americano por dos padrenuestros y tres avemarías. Ahora seríamos capaces de vender nuestra alma al diablo por conseguir un puesto de trabajo (o por mantener el que tenemos). Aquí lo que verdaderamente ha permanecido inalterable a lo largo del tiempo ha sido la Esperanza.  Esperamos siempre que lo por llegar nos libere de manera espontánea de nuestra dura realidad.  Desde el Arzobispado hispalense se aboga, el próximo día 17, por una armoniosa saturación de imágenes en la Avenida para recuperar la perdida Fe. Una especie de “Macro Vía Crucis” que nos demuestre que no todo está perdido. Sinceramente, siempre he creído que la Fe forma parte de nuestro universo interior y que al exteriorizarla de “puertas afuera” pierde sus intrínsicos valores sentimentales-espirituales. La Política, que a la postre, es la única posibilidad que tenemos los humanos de racionalizar nuestras vidas y haciendas, no es cuestión de Fe sino de proyectos y realizaciones. El Paro no se termina repartiendo estampitas del “Sagrado Corazón de Jesús” en las colas del INEM, sino tomando medidas políticas y sociales para paliarlo. ¿Es la Fe por tanto una cuestión baladí en la vida de no pocas personas? Para nada. Sin ella para muchos –entre los que me incluyo- la vida no tendría sentido. La pierdes y pierdes a la vez el norte que guía tu existencia.  En este sufrido país nuestro, y de manera interesada, siempre se tendió a mezclar las cosas y, lo que es peor, a confundir los conceptos. Cuando interesa nos mueven a la reflexión interior y cuando no a manifestarnos exteriormente. Confundimos –o así lo pretenden- el alma con la razón y así nos luce el pelo. Las soluciones a nuestros graves problemas sociales deben llegarnos desde el Palacio de San Telmo, la Casa Grande o el Palacio de la Moncloa.  Desde la Plaza Virgen de los Reyes nos debe llegar la palabra y la obra del “Hijo del Carpintero”.  Todo, absolutamente todo, está hoy inmerso en clave de confusión y observamos como los políticos nos dan sermones y no pocos sacerdotes nos dan mítines.

Lamentablemente, la gente ya no necesita a Dios para vivir (los jóvenes ni les cuento) pues observan, en el día a día, la brecha existente entre sus problemas y los que la Jerarquía Eclesiástica quiere que tengan.

Lamentarse de esta situación poniendo “paños calientes” a la misma es como intentar matar moscas a cañonazos. Las Iglesias se despueblan cada día un poco más y el Hijo de Dios observa compungido como su soledad es ya la soledad del mundo. Ahora, en la Tierra de María Santísima, se va a “montar” un “Magno Vía Crucis” para que las ovejas vuelvan al redil.  Todo en clave de marketing diocesano: un Año dedicada a la Fe como si se tratara de la “Semana Fantástica del Corte Inglés”. Cuando pase este evento, ¿que sedimento nos habrá dejado? ¿Habrán recuperado la Fe aquellos que un día la perdieron?  ¿Habrá nuevas incorporaciones al mundo de los creyentes? ¿Bajará el número de parados? Espero de todo corazón que el “Magno Vía Crucis sevillano” cumpla con creces todas las expectativas generadas. Me temo que, al día siguiente, en el complejo “mundo cofrade” las cuestiones a debatir serán que imagen lució más, o cual de ellas hizo el camino de ida y vuelta más brillante. La Fe habrá pasado a un segundo plano aunque todos los organizadores coincidirán en que ha resultado un éxito apabullante. El hombre sustenta su Fe buscando a Dios en la reflexión y la desarrolla siguiendo los pasos de su Hijo. “Obras son amores y no buenas…procesiones”, que diría el Mesías. 

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