domingo, 3 de febrero de 2013

Cansados pero no derrotados



Hacia tiempo, bastante tiempo, que no le veía. Puede que meses o quizás fuera un año. No lo sabría concretar y puede que esto sea lo menos importante. Es un amigo del alma oriundo de la Puerta de la Carne, versión “Callejón Dos Hermanas”. Otro paseante matutino de mi –nuestro- entorno sentimental: Alfalfa, San Nicolás, Puerta de la Carne, Plaza del Salvador…. Sabía, eso si, que llevaba un par de años plantándole batalla a un cáncer galopante que pretendía poner el punto y final a su existencia.  Me lo tropecé -¿dónde si no?- por la calle Candilejos y verlo me produjo una cierta sensación agridulce. Estaba extremadamente desmejorado y, eso si, con su irrenunciable porte aristocrático. Quien tuvo retuvo. Llevaba la cabeza cubierta con un sombrero marrón para enmascarar la calvicie provocada por las sesiones de “quimio”.  Nos fuimos cogidos del brazo como dos viejos amigos a celebrar nuestro encuentro a “La Mina”. Una copa de Manzanilla y un “Canasta” sirvieron para que habláramos pausadamente de lo que un día fuimos y, por razones obvias, menos de lo que ahora somos.  Era el “guaperas” de nuestro grupo juvenil y nuestros ligues siempre provenían de sus previos descartes.  Dios le proporcionó belleza, talento, carisma y saber-estar y con ese bagaje resultaba prácticamente imposible competir con él en cuestión de amoríos.  Nunca alardeó de sus numerosas conquistas y, curiosamente, nunca nosotros le tuvimos algún atisbo de envidia. José Mari era mucho José Mari y asumirlo así nos evitaba innecesarias confrontaciones. Respetaba, eso si, a nuestras hermanas y eso siempre era digno de agradecer. Se terminó casando con una hermosa hembra del Barrio del Arenal y se de buena tinta que han sido muy felices.  Ahora me dice que se encuentra cansado, muy cansado, de sostener una lucha tan dura. Me dijo textualmente: “Juanlu, esto es durísimo y me temo que no acabe en un final feliz”.  Me aclara que a pesar de todo lo padecido no se encuentra en absoluto derrotado.  Baja (así  decimos los que somos de la Judería y vivimos exiliados en la periferia: bajar) poco al Centro pues sus fuerzas no se lo permiten. Acaba de terminar un periodo de sesiones y podrá recuperarse de la tremenda paliza que las mismas le provocan.  Soy dos semana mayor que él y dada su profesión de Marino Mercante durante algunos años no veíamos muy poco. A los pocos meses de jubilarse le diagnosticaron un cáncer y tuvo que reciclarse en una especie de “Guerrero del Antifaz”.  Nazareno, como su difunto padre, de San Bernardo se encomienda a la “del Refugio” para que las fuerzas no le abandonen.  Nos despedimos con un fuerte abrazo, y con mis mejores deseos de que por mucho tiempo pueda –podamos- decir ¡Presente! cuando   cada 15 de Agosto pase Lista la que sale muy de mañana por la “Puerta de Palos”.  Vendrá al Centro siempre que sus fuerzas se lo permitan y ojala que sean muchas las veces que los árboles de La Alfalfa lo vean pasar. Tener fecha de caducidad a corto o medio plazo debe ser algo verdaderamente deprimente.  Sinceramente, y posiblemente sea motivado por los años, estas situaciones me dejan muy tocados sentimentalmente. Se me argumentará que es “Ley de vida” y que a ciertas edades todos llevamos más de una “papeleta” en nuestro bolsillo.  Lo dijo como nadie el Poeta de Orihuela: ¡Cuánto penar para morirse uno!

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