viernes, 30 de noviembre de 2012

El balanceo de la ramas


El mar abre su cremallera de siglos de orfandad para mostrarnos en sus tripas las contradicciones de los seres humanos: restos de galeones repletos de tesoros y tablones de pateras astillados por la extrema miseria. Las ramas de los árboles se balancean gozosas cuando los jilgueros, posados en ellas, cantan al amanecer por tierras aljarafeñas. Dios siempre nos dio una de cal y otra de arena. Noviembre apura su último rescoldo de vida y se nos va tan sigiloso como nos había llegado. Nos deja, eso si, un reguero sentimental de Santos, Difuntos y Tenorios. Suena al atardecer un Cante de Trilla por la Sierra cordobesa y Andalucía intenta, una vez más, renacer de sus cenizas. Quien canta su mal espanta. Los cielos ya alternan los tonos azules con los grises y negros. Comprobamos gozosos como crecen nuestros nietos a la par que, pesarosos, decrecemos sus abuelos. “Ea la ea la ea, que mi niña Lola duerme / en sabanitas de sea”. Dios siempre nos da una de cal y otra de arena. Lo canta por Soleá Enrique Morente y ya está dicho casi todo: “Los pájaros son clarines entre los cañaverales / que le dan los buenos días / al divino sol que sale”. Se apaga Noviembre y nos encendemos nosotros. Las barricas de roble del Aljarafe guardan placenteras en sus vientres el mosto que pronto degustaremos para saborear la vida. Llega Diciembre que es principio y final de casi todas las cosas: se mueren los días e intentan renacer las ilusiones. Las jardineras de los balcones cubren su orfandad con flores de plástico mientras, nosotros, nos cubrimos cuanto podemos para seguir pasando de largo por los ambulatorios. A ciertas edades si puedes decir un día más ¡Presente!, te puedes dar con un canto en los dientes. Solo en la Ciudad donde la desmesura tomó cuerpo y forma es posible sacar para un Vía Crucis ¡catorce! imágenes a la calle. Si sirven para recuperar la –perdida- fe bienvenidas sean. Monseñor confunde pasos con andas y nosotros confundimos los cirios con las velas. Silba el viento entre las ramas y estas se balancean soñando tiempos mejores. “Que pájaro será aquel / que canta en la verde oliva / anda ve y dile que calle / que su canto me lastima”. Empezamos Noviembre instalados en la zozobra y lo despedimos inmersos en el desosiego. Los “palmeros” de Zoido en el Corpus andan comprando silbatos en las tiendas de los chinos. Aparte de la de “Riesgo” prima la desconfianza: “La noche del aguacero / donde anduviste metía / que no te mojaste el pelo”. Para que seguir escribiendo si, definitivamente, Dios siempre nos da una de cal y otra de arena.

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