jueves, 11 de octubre de 2012

Pan con aceite y azúcar



 “El 1% de la Población tiene lo que el 99% necesita”
 Joseph Stigutz - (Premio Nobel de Economía del 2001) 

Pan con aceite y azúcar, ese era uno de los principales soportes alimenticio de los niños pobres –la mayoría- de mi Generación. Medio bollo con un agujero en el centro que se rellenaba con aceite de oliva y azúcar de la Azucarera de San José de la Rinconada. Te lo ibas comiendo camino del “Mesón del Moro” intentando apurarlo antes de entrar en el mismo. Procurando, eso si, que todas las manchas cayeran de boca “pa dentro”. La mancha del aceite y la de la honra de las mocitas casaderas eran las más difíciles de quitar. La Historia, sobre todo en sus aspectos más negativos, se empecina en volver a aparecer de nuevo por los recodos de las esquinas. En la actualidad estamos mal, muy mal, motivado por el expolio a que políticos y banqueros -cogidos de la mano- han sometido al erario público. Decir que el ayer fue mucho más penoso es una obviedad que en nada disminuye ni palia la ruina que tenemos encima. ¿Al final debemos reducirlo todo a concretar cuando éramos más pobres: si en el pasado o en el presente? Sacar de contexto una época tan sumamente dura como los años de la posguerra y compararla con la actual es tarea tan estéril como anacrónica. Es imposible comparar ambas épocas de la vida española, andaluza y, sobre todo, sevillana. Lo cierto es que la pobreza alcanza ya a muchas familias sevillanas, con el agravante de que, muchas de ellas, no hace mucho tiempo estaban perfectamente estructuradas en esta falsa Sociedad de Consumo. Comparar la situación actual con la vida que llevaron nuestros abuelos daría como resultado que todavía ganamos nosotros por goleada. ¿Por cuánto tiempo? Esa posiblemente sea la cuestión a debatir. Cada época registra unas coordenadas sociales que cuantifica el grado de Justicia Social comprobando los niveles de pobreza existentes. Hoy, afortunadamente, gozamos de Libertad y pertenecemos de pleno derecho a una Sociedad “moderna” basada en los parámetros de la Democracia. Podemos y debemos cambiar el rumbo de nuestras vidas y, lo más importante, la de nuestros hijos y nietos. Ha sido un largo y duro camino, plagado de toda clase de vicisitudes, hasta llegar exhaustos -pero ilesos- al Puerto de las Libertades. Nada nos ha sido regalado y fueron muchos los que dejaron su vida en el empeño. Conviene no dramatizar más de lo necesario, pero mucho menos frivolizar sobre lo que nos pasa. Vivimos inmersos en la desesperanza como si esta “Partida de Bandoleros” nos hubiera ganado definitivamente la partida. Tomemos con fuerza las armas de la decencia y el civismo para demostrarles –y demostrarnos a nosotros mismos- que nuestra razón tiene sus origines en un modesto –pero noble- pan con aceite y azúcar. Volver a los orígenes, cuando estos estaban inmersos de dignidad y nobleza, no tiene porque avergonzarnos. Todo lo contrario. Somos lo que otros lucharon para que fuéramos. Seremos lo que queramos ser. Hacer lo que nos recomienda el Señor Rajoy (ver pasar los problemas impasibles detrás de los cristales de nuestras casas) es perpetuarnos en la desesperanza. ¡Quien pudiera de nuevo sentir la niñez portando en la mano derecha medio bollo con aceite y azúcar camino del “Mesón del Moro”! Al menos entonces estábamos repletos de esperanza.

No hay comentarios: