sábado, 19 de mayo de 2012

La segunda muerte de Artemio Cruz


El pasado martes 15 de mayo falleció en México a los 83 años de edad, Carlos Fuentes, uno de lo grandes, muy grandes, escritores latinoamericanos. Nada ni nadie hacía presagiar tan fatal desenlace pues se encontraba, pese a su edad, en plena ebullición creativa y vivencial. Padeció la crudeza del dolor en su máxima expresión con las muertes de sus hijos, Carlos y Natasha. Se creció ante el castigo de lo humanamente insoportable sin más ayuda que su compañera del alma, Silvia Lemus, y su inquebrantable inquietud intelectual. Premio Cervantes (1987) y Príncipe de Asturias (1994) pertenece ya por pleno derecho al selecto grupo de grandes escritores a los que nunca les dieron el Nobel. Escritor en su triple faceta de novelista, ensayista y articulista. Grandes e imperecederas sus novelas (“La región más transparente”; “Gringo viejo”; “La Muerte de Artemio Cruz”; “La voluntad y la fortuna”; “Terra Nostra”....). Genial y clarividente en sus numerosos ensayos destacando sobremanera títulos como “Cervantes o la critica de la lectura” (1976) y “La gran novela latinoamericana” (2011). Demoledores sus artículos en prensa, tanto por su claridad expositiva como por sus continuas denuncias dirigidas fundamentalmente a los políticos que, en su país, habían secuestrado y desnaturalizado la Democracia. El insoportable clima de violencia actual de su querido México nunca le resultó ajeno, dedicando numerosos escritos a denunciar a sus verdaderos responsables, sin miedo a poner en peligro su propia integridad física. Los escritores, los grandes escritores, nunca se nos terminan de morir, pues en su legado intelectual -siempre que lo volvamos a recuperar- permanecerán indelebles al paso del tiempo. Carlos Fuentes fue –y lo seguirá siendo- un referente intelectual y moral para las conciencias adormecidas. Lamentablemente, parece ser que en la sociedad actual, y en aras de rendirle pleitesía a un idolatrado ”becerro de oro”, cada vez necesitamos menos referentes como el que dimanaba de este mexicano universal. Se nos ha ido una persona cultísima, exquisita sin envaramiento, bondadosa, solidaria e inteligente, enormemente inteligente. Nos queda, que no es poco, un monumental escritor plasmado en una obra inmortal, y un pensador de los más lucidos del pasado siglo XX. En una Sociedad tan a la deriva como la actual, donde los corruptos y los mediocres sin escrúpulos hace tiempo que se apoderaron de las esferas del Poder, voces –y plumas- como la de don Carlos Fuentes nos son absolutamente imprescindibles. No solamente nos hacen pensar y meditar sobre nuestra existencia sino, lo más importante, nos aclaran de manera rotunda que, si queremos, otro mundo es posible. Descanse usted en paz Maestro. Leerlo y reflexionar sobre cuanto nos dice fue y será siempre un placer.

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