miércoles, 7 de marzo de 2012

Entre dudas y certezas



(El ser humano nunca logró asimilar que los triunfos son efímeros y las derrotas eternas)


No tengo reparos en reconocer que con el paso de los años crecen mis dudas y disminuyen mis certezas. Esto no es ni bueno ni malo, sino que está inmerso en la capacidad de pensar y reflexionar (a través de lo vivido y de todo cuanto te rodea). Suelo leer mis primeros “Toma de Horas”, y no tengo reparos en admitir que los mismos, al día de hoy, los escribiría con algunas variantes. Cuando luchas denodadamente para que el ejercicio de vivir no lleve implícito el de vegetar, casi siempre suelen ocurrir estas cosas. Sinceramente, con el paso de los años, no soy muy aficionado a la relectura de libros que al leerlos –hace años- me dejaron una profunda huella. Algunos los releo al poco tiempo de haberlos leídos la primera vez, para exprimirles algo más sus palpitantes corazones. Luego ya serán almas dormidas placidamente en los anaqueles de mi biblioteca. Curiosamente con el Cine y el Flamenco me ocurre todo lo contrario. Visiono películas y escucho Cante Flamenco del ayer con la avidez y curiosidad de la primera vez. Hay películas para mí imprescindibles. Como por ejemplo: “El Tercer Hombre”; “Ciudadano Kane”; “Solo ante el peligro” o, la I y II parte de “El Padrino”, las cuales debo haber vistos a lo largo de mi vida en no menos de cincuenta ocasiones. Contar las veces que he escuchado los mismos cantes de Pastora, Tomás, Caracol, Vallejo, Marchena, Mairena, Camarón….., se me antoja una tarea absolutamente imposible (preparando un monográfico de Manolo Caracol para el Programa flamenco de Radio Giralda me lleve escuchándolo toda una noche entera). He llegado a la conclusión –posiblemente errónea- que las dudas y las certezas van cogidas de la mano. El poco hábito actual de la reflexión sobre cuanto lees, visionas, escuchas o vives, debe –o debía- llenar tu mundo interior de afirmaciones y/o negaciones: dudas en definitiva. La existencia de Dios; los tortuosos laberintos de la Política; las relaciones humanas; la finalidad última de la Cultura; la belleza de la estética intemporal confrontada a la racionalidad de la ética más efímera. Todo difuso y contradictorio. En la misma concepción de los seres humanos ya se nos plantea una duda existencial: ¿Qué será, niño o niña? La Educación ha fracasado estrepitosamente en nuestro país por haberle dado una importancia capital a lo memorístico en detrimento de lo analítico. Si somos capaces de que nuestra mente genere dudas y certezas, es síntoma inequívoco que la sometemos al noble ejercicio del pensamiento. No se trata de vivir atormentados a la busca y captura de la “verdad absoluta”. Posiblemente esta no exista o al menos no podamos encontrarla en una sola dirección. Se trata, en definitiva, de buscar no la felicidad bucólica de los almendros en flor, sino aquella que dimana de la libertad, la sensibilidad y el conocimiento. Si la existencia terrenal de Jesús estuvo plagada de interrogantes hacia su Padre celestial, ¿vamos nosotros, pobres mortales, a enmendarle la plana?

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