domingo, 29 de enero de 2012

Congresistas del mundo unios

Como se decía en las tiendas antiguas de comestible, un “cominito” más de tiempo y este desosegante Enero será pasto de las llamas de las cosas vividas. Los días pasan a una velocidad vertiginosa y, lamentablemente, vivimos más pendientes del mañana que del presente. El lunes es, prioritariamente, la antesala del martes y así sucesivamente. Dentro de muy pocos días empezará a arrancar en las hojas del almanaque “febrerillo el loco”. Este año vendrá marcado en las calendas sevillanas por sendos Congresos del PP y del PSOE. Existe una lucha sin cuartel para la conquista o defensa del fortín andaluz. Para los “de la gaviota” representa la ultima –y posiblemente más importante- conquista en territorio español. Para “los del puño y la rosa” seguir instalados en el Castillo donde ondea la bandera blanca y verde de la desesperanza y las promesas incumplidas. La importancia que ambas formaciones políticas le dan a esta sufrida tierra de cal, olivos y mares queda patente con la celebración en Sevilla de sus respectivos Congresos. Los socialistas, para intentar encontrar una vía de verdadera renovación socialdemócrata, que les haga más llevadera lo que presumen como una “larga travesía del desierto” (saben que Andalucía se les ha ido de las manos). Los populares para intentar aupar a don Javier Arenas al olimpo de la victoria electoral (si Arenas consigue ganar alguna vez en Andalucía ya nada será imposible en la política española). La Democracia, con todo su cúmulo de imperfecciones, es lo menos malo que existe para relacionarnos políticamente. Los grandes partidos –y posiblemente también los menos grandes- preparan sus Congresos con las cartas previamente marcadas: los resultados de los mismos ya están determinados de antemano. Salvo algunas excepciones no existe la más mínima posibilidad de sorpresa (ya saben los socialistas como les ha ido con la sorprendente designación de ZP como Secretario General en su último -¿o fue el penúltimo?- Congreso). Los españolitos de a pie se dividen hoy día en cuatro grupos: los pesimistas; los indignados; los conformistas y los escépticos. Pensar que de alguno de estos dos Congresos van a salir mejoras para el conjunto de la ciudadanía es un vano ejercicio de bucólico optimismo. Vendrán en tropel, “debatirán” y, elaboraran una serie de propuestas, para que nuestras vidas sean menos complicadas y más placenteras. Todo dentro de los límites de la teatralidad que rodea en la actualidad el mundo de la política española y/o mundial. Eso si, Sevilla estará presente en todos los informativos, y a la Ciudad de la Gracia le tocará –una vez más- ser la anfitriona perfecta para el deleite de los foráneos de todo signo y condición. Es nuestro destino y, lamentablemente, podemos constatar que poco hemos hecho los sevillanos para cambiar el papel de comparsa que siempre se nos ha asignado. Sevilla, la Ciudad de las Personas; la del Talento y, en definitiva, el animoso jugador número 12 de una Selección que ya ni siquiera cruza las hermosas lindes del Aljarafe para visitarnos.

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