miércoles, 30 de noviembre de 2011

Vísteme despacio que……..



“Hay que hacer rápido lo que no nos corre ninguna prisa y así poder hacer lentamente lo que urge” - Proverbio chino –

Si algo distingue a esto que hemos dado en llamar la Sociedad moderna es por tener una clara tendencia a lo compulsivo. Todos tenemos siempre prisas y todo lo hacemos a “marcha forzada”. Parece ser que nada ni nadie escapa a esta forma actual de vida compulsiva. Incluso nuestro imprescindible tiempo de ocio queda enmarañado en la esclavitud de las agujas del reloj. Posiblemente descubramos demasiado tarde que no disponemos de mayor tesoro que la porción de tiempo concedido para vivir y, que por mucho correr, nunca conseguiremos que las horas tengan más de sesenta minutos. Tampoco, evidentemente, podremos ampliar en un solo segundo el tiempo que Dios o el Destino nos haya otorgado. Aparte de por claras connotaciones sentimentales y espirituales, me gusta hacer la Estación de Penitencia con mi Hermandad de Pasión por recuperar el placer del discurrir del tiempo sin la dictadura de los relojes. Sales, caminas sin prisa y con pausa por una Ciudad en todo su esplendor, y te recoges gozoso en paz con Dios, los hombres y, lo más importante, contigo mismo. No miras el reloj, porque aparte de no llevarlo encima, tampoco necesitas en ese tiempo de reflexión espiritual que los minutos se antepongan a los momentos. Todo queda eternizado por la belleza del temple de las cosas eternas e intemporales. Así debía desarrollarse la existencia humana: sales cuando tienes que salir; entras cuando tienes que entrar y, el intervalo que transcurre, lo rellenas de amor, pasión, solidaridad, bondad y temple. Uno, que por suerte o por desgracia ya tiene sus añitos, recuerda una Sevilla donde mandaba el hambre y reinaba la quietud. Hombres “mollatosos” de Tabernas y Colmaos. Mujeres hablando de “sus cosas” mientras lavaban en los lavaderos o “tomaban el fresco” a la puerta de las casas. Siempre, eso si, bajo un manto de estrellas en noches de verano y con olores a “Dama de noche”. Niños, jugando simple y llanamente a ser niños. Sin hacer apología de la miseria, demostrado queda, que un frigorífico repleto, un coche en la puerta y unas vacaciones en el extranjero no te garantizan la felicidad. Corremos como posesos en lo profesional, lo social, lo personal y lo cultural. Terminamos por creernos que somos importantes por no disponer de tiempo para dedicárselo a familiares, amigos e incluso hacia nosotros mismos. Hemos cambiado el “orteguiano” “Yo soy yo y mis circunstancias” por: “Yo soy yo y mi maldita agenda”. “A ver si me quedo más tranquilo y nos vemos un rato”; “Perdona que no me entretenga pero tengo mucha prisa”; “Oye te llamo y nos vemos para tomar una copa”……Todo enmarcado en una vida frenética que, desgraciadamente, muchas veces termina en la consulta del Psiquiatra o del Cardiólogo. Mientras, nuestros mayores viven la pena de sentirse solos y abandonados en lejanas Residencias; los niños los crían profesionales de la Educación; nuestras esposas quieren ser nuestras amantes y, nuestras amantes quieren ser nuestras esposas.

El sol y la luna salen cada día sin que nadie se digne siquiera contemplarlos. Nos vestimos ligeros y nos desnudamos despacio, y la vida se nos escapa de las manos sin sentirla siquiera. Somos, en definitiva, un implacable “Festina” unido a un cuerpo compulsivo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Tiempo de silencio



Sin ningún género de dudas mi madre y mi abuela paterna han sido las dos mujeres que más han influido en mi configuración –todavía, afortunadamente, en ciernes- como hombre y, lo que es más importante, en la elaboración de mi actual credo personal. Eran vitalistas y socarronas, pero ambas, pienso que por distintos motivos, desprendían un dejillo que presagiaba un cierto pozo de amargura. La familia de mi Abuela Teresa (según investigaciones de mi primo Víctor Franco de Baux y Fernández, Asesor Histórico de Sotheby´s) desde 1757 siempre vivieron en los aledaños del Sagrario; el Salvador; San Isidoro; San Bartolomé o San Nicolás. Partidas bautismales, de casamientos o de defunciones así lo certifican sin ambages. Mi madre nació en Pilas y sus padres procedían de Carmona. Eran por tanto mujeres de diferentes generaciones; diferentes contextos urbanos y/o sociales y, aparte de una muy buena relación suegra-nuera, estaban unidas por la terrible resaca de la Guerra Civil española. Siempre de niño me pareció que ambas guardaban –por separado- un terrible secreto que las hacia vivir atrapadas por el miedo a la resurrección de la barbarie. Posiblemente mi febril imaginación infantil fuera más allá en mis apreciaciones, confundiendo en el horizonte el mar con el cielo. Las cosas pasadas siempre están –o estuvieron- en parte filtradas por la ensoñación de la niñez, y al desvirtuarlas no hacemos más que darle sentido a la Literatura. Ambas quedan, eso si, configuradas en mi memoria sentimental como dos grandísimas luchadoras por la supervivencia. Mi abuela Teresa se quedó viuda con siete hijos y cuando falleció rondando los noventa años de edad solo le vivían tres: mi tío Víctor; mi tía Carmela y mi padre. Las pasó canutas para solventar con esta “tropa” la supervivencia de cada nuevo día que el alba le “regalaba”. Mi madre, cuando pasé de la niñez a la adolescencia, me aclaró los estragos que causaron en su familia la terrible Guerra Civil. Todo, justo es reconocerlo, sin insuflarme ni un centímetro de acritud hacia nada ni hacia nadie. Llegó a Sevilla sola y con veinte años de edad. No traía más compañía que una maleta de cartón asida en la mano derecha y, a su hermana –mi tía Pepa- de catorce años cogida con la izquierda. Venía a “servir” a una Casa-Bien de la calle Conde de Ybarra (allí conoció a mi padre y se hicieron novios). Ella, que era hija de un Maestro con Escuela propia y nieta de un Médico. ¡Por Dios que nadie ose decir que con la Crisis estamos pasando los peores momentos de nuestra Historia! Me vienen todas estas elucubraciones de “majareta” sentimental después de leer una vez más “Tiempo de Silencio” de Luís Martín Santos. La primera vez que leí esta novela tenía veinte años y me la prestó un Alférez de Complemento en Ceuta (entonces la versión que circulaba tenía varias páginas censuradas). Desde entonces la leo cada cierto tiempo, y tengo la impresión de que esta excelente obra siempre formará parte de mi memoria sentimental. En este país hubo una época –no debíamos olvidarlo- donde los sonidos del silencio estaban compuestos del miedo y la pena de nuestras sacrificadas abuelas y madres. “Tiempo de silencio” alterado muchas veces por el chirriar de los cerrojos carcelarios. ¿Hoy peor que nunca? Vosotros mismos.

domingo, 27 de noviembre de 2011

El mundo, que no parado ni un momento




“Puede que, en definitiva, la función intelectual consista en introducir incógnitas en el estático mundo de los dogmas” - Eduardo Punset -

En un cuidado jardín de un pequeño pueblo de Ohio una señora del Tea Party, junto a un selecto grupo de vecinas de las mismas afinidades ideológicas, hace preservativos de croché para su sufrido y patriota marido. Mientras, los niños se pasean en columpios impolutos y mudos de molestos chirridos y una criada negra termina de prepararles el té. En una orilla del Guadalquivir, a su paso por Coria del Río, un jubilado blasfema al “coriano modo” e intenta –inútilmente- pescar algo en unas aguas tan poco cristalinas como la honradez de algunos políticos. Un vecino de un barrio periférico de Montreal recibe una llamada telefónica donde le anuncian que su larga espera de receptor de un riñón ha terminado. Ya hay donante; una nueva viuda; un alma solidaria; un riñón y, lo mas importante, una nueva esperanza de vida. En el centro de Moscú un estudiante de Primero de Piano ha encontrado, rebuscando en el antiguo baúl de su abuelo, una foto enmarcada de Lenin dando un mitin en la Plaza Roja. Tiene ambas manos apoyadas en la barandilla de una pequeña e improvisada tribuna. Con la mano derecha sujeta su clásica gorra y a su izquierda -a ras de suelo- aparece Leon Trotsky (posteriormente la feroz y sanguinaria represión estalinista eliminó de esta foto –y de todas las demás- a Trostky. Fueron los siniestros preámbulos del photoshop). Un Jefe de informativos de la RAI acaba de recibir un fax donde le anuncian que la “Prima de Riesgo” ha superado con creces el límite de los 400, y tendrá que anunciar en pocos minutos como el país mas hermoso de la Tierra puede irse al ca…. Una muchacha, licenciada en paro y componente del 15-M, acompaña a su casi centenario abuelo -ex miembro de la División Azul- a pasar el día en la UED (Unidad de Estancias Diurnas). Una madre en Somalia observa entristecida como su niño muere en sus brazos por la cornada terrible de la hambruna del “Cuerno de África”. Sus lágrimas de sal y pena inundan los mares del Dios Padre horrorizado para vergüenza de todo y de todos. Un cincuentón en un pueblo de Valladolid se mira detenidamente y con preocupación las incipientes “entradas” de su, en otra hora, hermoso pelo. Un Profesor de Literatura de una Universidad de Praga les explica a sus alumnos la enorme importancia de la obra literaria de Franz Kafka. “La Metamorfosis” como ejemplo paradigmático de cómo un relato escrito en 1915 está hoy en plena vigencia y de palpitante actualidad. Son millones de formas de como ensamblar la cotidianidad con la aventura de vivir. Mundos unipersonales e intransferibles para dejarnos meridianamente claro que nuestro espacio interior es difícilmente extrapolable. Para uno es una tragedia que su yate no termine de arrancar; para otro lo es no poder darle de comer a sus hijos. Que un multimillonaria norteamericano le haya tenido que pedir a Obama que le suba los impuestos (no le parecía lógico que su Secretaria pagara más que él) es un claro síntoma de la Sociedad que hemos –o mejor nos han- “fabricado”. Somos complejos por nuestra propia naturaleza y, a que negarlo, por una inteligente predisposición del Creador. Nos hizo imperfectos para que alcanzáramos la perfección a través de nuestras actividades cotidianas.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Sostiene Noviembre



Te reclama el alba con su lento y cansino despertar /

La mañana abre paso al transcurrir de un tiempo sin medida /

El rumor de las olas es tan lejano que parece de otro mundo /

La vida se mueve en círculos concéntricos a ritmo de Soleá /

Los días ya no los mides por minutos sino por momentos /

Ya huele a mosto nuevo y a viña vieja /

Al calor de la lumbre naces al amor y a la vida.


Y todo lo sostiene Noviembre.

Octubre fue el mes donde estrenaste orfandad absoluta /

Noviembre aquel donde empezaste a vivir por los que ya no pueden.

Llevas encima un pasaje donde prevalece la ida sobre la vuelta /

Los gañafones de la vida marcan sus surcos en tu alma adormecida /

Te reclaman y acudes más a misas de difuntos que a bautizos /

Los relojes de arena duermen el silencio nocturno de los desiertos /

Te agachas de continuo para esquivar las balas del desconsuelo /

¡Por fin!, aprendiste a distinguir las voces de los ecos /

Nunca sabrás quien pasó de quien: si Dios de ti o tú de Él.


Y todo lo sostiene Noviembre.


Cuando cumplir primaveras es ya tan solo una quimera /

Y la pasión un camuflaje de amoríos de pureta clandestino:


Ya no eres tú,

Sino tu alma reflejada en los espejos de los escaparates.
Ya no es tu voz,

Sino el susurro del eco de los ausentes.


Ya no meditas,

Sino que lo hace por ti las hojas vencidas por el viento.


Ya no rezas,

Sino que musitas oraciones pidiendo lo imposible.


Ya no esperas,

Sino que son los recuerdos del pasado los que te esperan a ti.


Ya no sueñas,

Sino que vives atrapado por la maraña de lo vivido.


Y todo, absolutamente todo, lo sostiene Noviembre.

La soledad del César destronado

Los acontecimientos históricos en su doble y complementaria vertiente de situaciones y/o personajes necesitan el paso del tiempo para ser analizados con objetividad. Digamos que nunca se puede analizar una batalla –en sentido figurado- hasta que se entierren a los muertos; se curen a los heridos; se consuelen a viudas y huérfanos y desaparezca completamente el olor a sangre y pólvora. Luego se sabrá si sirvió para algo, y si en verdad los vencidos y los vencedores los son en realidad o, si por el contrario, tienen los “papeles” cambiados. Insisto: donde escribo “batalla” siempre lo hago en sentido figurado. Hace muy pocos días se celebraron en nuestro país Elecciones Generales y se dieron dos elementos complementarios: la tremenda y prevista derrota del PSOE y la clara y no menos esperada victoria del PP (entiendo claramente que por ese orden). Después de ocho años al frente del Gobierno, y algunos más como parlamentario, se marcha de la política activa don José Luís Rodríguez Zapatero. Para no desentonar con sus antecesores lo hace literalmente por “la gatera”. Suárez, Felipe González y Aznar (la brevedad de Leopoldo Calvo Sotelo lo dejaría fuera de cualquier análisis) se fueron en “horas bajas” y cuestionados por “tirios y troyanos” (sin premio). Curiosamente con el paso de los años la Historia a través de sus analistas más cualificados les han dado un considerable repunte: Adolfo Suárez se nos presenta hoy día como el auténtico eje vertebrador de una modélica Transición; Felipe González como el mayor impulsor de la modernización, normalización e internacionalización de nuestro país y, José María Aznar, como el eje fundamental de unas coordenadas económicas que llevaron a España a sus mayores cotas de bienestar social. Evidentemente desde el pantanoso terreno de las afinidades ideológicas todos estos análisis serán cuestionados y rebatidos. Cabríamos preguntarnos al día de hoy, ¿qué dirán los analistas -pasado unos años- de la gestión de José Luís Rodríguez Zapatero? Hoy se nos antoja como algo a todas luces imprevisible. Si cuesta trabajo con los datos que disponemos analizar el presente, bastante más complicado es meterse a Nostradamus. Creo, sinceramente, que estamos ante un político de perfil muy bajo y tremendamente dubitativo (como la mayoría de los dirigentes europeos actuales) que le tocó “lidiar” una tremebunda Crisis a la que no supo, ni él ni su Equipo, por donde “meterle el capote”. Llegó con la bandera del Talante y eso nadie se lo podrá cuestionar nunca (evidentemente, al remover innecesariamente las tranquilas aguas de nuestro pasado más triste, cambió su talante por un “izquierdismo de salón”). Justo es reconocerle que ha sido tremendamente respetuoso con sus adversarios –en el fondo y sobre todo en las formas- a pesar de haber tenido que soportar “andanadas” rastreras -mediáticas y políticas- de corto y largo alcance. Esto, en nuestra España, es algo –lamentablemente- normal y va implícito en el sueldo de Mandatario. . En un país, donde hoy prevalece la descalificación más soez y la grosería más “barriobajera”, es de agradecer que un Presidente del Gobierno se nos muestre educado y respetuoso en sus quehaceres políticos. Pero, evidentemente, no solo de “buen rollito” vive el hombre y se necesitaban otras cualidades de las que, a mi modesto entender, el señor Rodríguez Zapatero andaba “cortito”.




Ahora, seguro que algunos articulistas que lo “majaron a palos” le descubren algunas virtudes ocultas. España es como es o mejor como hemos querido que sea. Creo que se nos marcha un pésimo Presidente y una buena persona.

Suerte para este “César destronado” y dejemos que sea la Historia (la de todos y no solo la de una parte) quien definitivamente lo ponga en su sitio. Zapatero es responsable de lo que es pero, no siendo poco, tampoco podemos culparle de todos los males que nos aquejan. A pesar de los intentos desesperados por parte del PSOE de separar a Rubalcaba de Rodríguez Zapatero en la nefasta gestión de la Crisis, la jugada no coló en el electorado. Cinco millones de parados son muchos argumentos como para que la gente se creyera lo que carecía de credibilidad. Lo dijo Julio César (¿o fue Napoleón?) y ahora don José Luis lo apreciará de cerca: “Las victorias tienen muchos padres, pero las derrotas son siempre huérfanas”. Suerte, don José Luis, tanto en lo personal como en lo profesional, permítame que le diga con total sinceridad, que cuando decidió dedicarse a la política escogió usted el camino equivocado. Evidentemente, fueron una serie de circunstancias las que le llevaron a la Moncloa y, han sido otras de muy diversa consideración las que han terminado de desalojarle.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La verdina en la azotea

De niño, cada vez que subía con mi madre para ayudarla a tender la ropa, me llamaba poderosamente la atención la cantidad, la enorme cantidad, de verdina que había tanto en el pretil de la azotea como en las tejas por donde al agua buscaba deslizarse suavemente hasta morir en el patio. La caída libre de la lluvia terminaba en aquello que se conocía en mi “Corral de vecinos” como el “Primer Patio”. La verdina en los lluviosos días del Otoño alcanzaba unas proporciones desmesuradas. Una replica del Amazonas en plena calle “Condibarra”. Los gatos las pasaban canutas en sus sigilosos deslizamientos nocturnos y más de uno agotó las siete vidas con que le dotó la Madre Naturaleza. Como me empinaba para ver aquella maleza verde y espesa, mi madre me lo recriminaba con un contradictorio: “Hasta que no te caigas no vas a pará”. Evidentemente si me caía seguro que ya paraba (al menos el tiempo que estuviera escayolado). A pesar de los años, los ya muchos años transcurridos, recuerdo la azotea y sus aledaños con una absoluta nitidez. Su pórtico era una vieja puerta de madera que se atrancaba los días de viento y lluvia para que no diera portazos. Detrás de la misma mi “colega” de entonces, Federico Liaño, puso un póster del “Dúo Dinámico”. La azotea para nosotros –los niños de las “sandalias de goma”- significaba la libertad y el poder “fabricarnos” un mundo intimo de pequeñas transgresiones (tan “duras” como darle la primera calada a un “Bisonte”). La panorámica que se divisaba desde allí era lo que hoy llamaríamos “en tres dimensiones”. El frontal daba al Patio donde en el centro figuraba un pilón rodeado de latas viejas con pequeñas e incipientes flores de todos los colores. Una piletilla a la derecha y una serie de mujeres lavando en enormes lebrillos, sin más ayuda que un refregaor de madera y un trozo de jabón verde. La parte derecha de la azotea daba a la calle con su enorme trasiego de viandantes y el trajín de “Rocinantes” de bajo pedigrí transportando y vendiendo toda clase de mercancías (los coches entonces dormían el sueño de los….ricos). Afilaores de cuchillos y tijeras tocando su flauta para, cual “Flautista de Hamelín”, atraer a las mujeres del vecindario. En la izquierda había una alta pared para que soñaramos que detrás de la misma nos esperaba un ilusionante futuro…”Ahí está la pared que separa tu vida y la mía”. Lo realmente curioso es que con lo que representaba para nosotros la azotea –fundamentalmente en las estrelladas noches veraniegas- cada vez que la recuerdo siempre veo a mi madre tendiendo con una canasta de mimbre llena de ropas, y con varios alfileres de palo en la boca. Mientras, yo me entretenía en comprobar cuanto había aumentado de tamaño la verdina de las tejas (síntoma inequívoco de que lo verde lo traía ya en la masa de la sangre). Ayudar a mi madre a tender consistía en ayudarla a subir la canasta con la ropa recién lavada que, por cierto, pesaba más que una cuñada soltera en un Cotillón de Fin de Año. Mi recuerdo se engrandece con la voz de mi madre –se cantiñeaba bastante bien- cantando coplas por lo bajini….”Madrina, por fuera jardín de rosa, por dentro zarza de espina, Madrina…”. Al final todo cobra sentido en la rima:


Mi madre, mientras tendía,
Siempre cantaba “Madrina”;
Mi niñez, se entretenía,
Viendo crecer la verdina.

Marinerito sin brea
Ropa blanca sin soleo
¡Y niño sin azotea!

lunes, 21 de noviembre de 2011

El rasante vuelo de la Gaviota



Se cumplieron a rajatabla lo que los cursis que nos rodean llamarían las “expectativas electorales”. Victoria aplastante del PP y descalabro de consideraciones históricas del PSOE. Todas las encuestas presagiaban este resultado que viene originado no –como dicen algunos dirigentes socialistas- tan solo por la Crisis, sino por la forma en que la han gestionado. 1) Se perdieron unos meses fundamentales en reconocerla, asumirla e intentar paliarla. 2) Se toma como primera medida inyectarle dinero a uno de los causantes fundamentales de la misma: los Bancos. 3) Se le recortan los ingresos a los más indefensos: los pensionistas. Luego, hemos asistido atónitos a un “carrusel” de medidas improvisadas ante el regocijo del PP que veía como les estaban poniendo el Poder “a huevo”. Era la “Crónica de una derrota anunciada” y, diríamos más, ampliamente asumida. De nada le ha servido al PSOE la profunda “renovación generacional” de sus listas electorales (Guerra, Rubalcaba, Chaves, Viera…) ni el sempiterno “asusta niños” del ya manido “que viene la derechona”. Absolutamente patético los codazos para figurar en los puestos de las listas socialistas con posibilidades de salir elegidos. Tampoco es plan de preguntar –y preguntarse- a que se dedicaban algunos antes de “meterse” en política. Aquellos que nunca consideraron la actividad pública como “una forma de vida” han retornado a sus quehaceres profesionales sin ningún tipo de trauma. La Crisis y sus trágicas consecuencias colaterales ha puesto de manifiesto -de manera rotunda- en manos de quienes estamos (Gobierno y Oposición). Cada uno ha defendido prioritariamente sus intereses, dejando a los ciudadanos varados en el puerto del desosiego y la desesperanza. Cuando les contemos a nuestros nietos al calor de la lumbre (caso de que para entonces nos quede algo de leña) que hubo una vez que los sevillanos tuvimos –coincidiendo en el tiempo- a don José Luís como Presidente del Gobierno; a don Manuel como Presidente de la Junta y, a don Alfredo, como Regidor Mayor de la Ciudad, y todo enmarcado en una brutal Crisis global, a no dudar se abrazarán con nosotros llorando. Creo firmemente que la alternancia en Política no solo es buena sino incluso necesaria. Desconfío del “Político profesional” por entender que la Política o es vocacional o no es nada. Ocho años, dos legislaturas y, desde el Concejal del pueblo más pequeño de España hasta el Presidente del Gobierno todos, absolutamente todos, a retornar a sus ocupaciones profesionales. Les toca el turno a los de “la Gaviota” y posiblemente nos queden meses donde la palabra más en uso sea la “ruinosa herencia recibida”. Pongo de nuevo mi reloj de demócrata converso y confeso para que su tic-tac me lleve una vez más a los cien primeros días de cortesía. Lamento constatar que ya hace bastante tiempo que pertenezco al volátil mundo de los escépticos. Desconfío con razones argumentadas de nuestra clase política en general. Pero como a nadie se le puede negar el beneficio de la duda, pues a esperar a ver donde nos lleva el “rasante vuelo de la Gaviota”. Empeorar a los que han sido desalojados del Poder es difícilmente realizable. Tiempo al tiempo.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Personas con talento



En la anterior y felizmente superada etapa municipal sus dirigentes decían que querían convertir a Sevilla en la “Ciudad de las Personas”. Luego, cuando Zoido tomó posesión de nuevo Alcalde dijo en su discurso que pretendía para Sevilla que la moviera fundamentalmente el “Talento”. Uniendo los dos conceptos nos saldría algo que no estaría nada mal que ocurriera: Sevilla, la Ciudad de las Personas con Talento. Sevilla…Ciudad….Personas….Talento…..y, con el añadido de una dosis de decencia y trabajo, tendríamos la fórmula perfecta para salir adelante. Pasado mañana es 20-N y estamos convocados a algo que realmente le da sentido a la Democracia: el poder votar y elegir a quienes nos representen. Atrás quedaron las largas e inútiles charlas de café “arregla mundos”. Ahora toca cargarnos de razones democráticas y dirigirnos a cumplir con nuestro deber de ciudadanos libres y responsables. Evidentemente, cada uno que vote a la opción que considere más oportuna y que más convenga a sus intereses. Dios me libre de interferir en tan sano, noble y democrático ejercicio. Como se supone que somos personas pues nos personamos en las urnas. Como además se nos presupone una buena dosis de talento votemos pues en consecuencia: de manera talentosa. No son buenos tiempos para el escaqueo ni para insuflar de pesimismo los ambientes por donde nos desenvolvemos. Nadie debe –o debía- de sustraerse de la posibilidad de votar y cambiar con su voto el significado de las cosas. Indignarse es legítimo; votar es imprescindible. No hacerlo en empezar a darle “Carta de naturaleza” a los que, de forma interesada, cuestionan a la Democracia en su conjunto. Caso de no estar conforme con nada ni con nadie –lamentablemente es mi caso- pues para eso se creó el voto en blanco. La Democracia es frágil por las fechorías que cometen actualmente no pocos dirigentes “demócratas” contra ella. Pero no podemos culpar al paraguas de la lluvia. Insisto, como decía un anuncio de hace ya algunos años: “Pase, pruebe, compare y si encuentra algo mejor cómprelo”. Mañana será “Jornada de Reflexión” y bien está que reflexionemos sobre lo que nos pasa y que podemos hacer para remediar este estado de cosas. Nuestra ausencia ante las urnas no nos quepa ningún género de dudas que siempre beneficiará a alguien que se siente cómodo propiciando el abstencionismo. Traer la Democracia a este sufrido y hermoso país costó sangre, sudor y lagrimas (más el añadido de muchos años de cárcel y destierro). Renunciar ahora a ella –la Democracia- cuando más falta hace que la apoyemos, es tirar en saco roto la durísima lucha de tantos demócratas. Sintámonos vivos y participes de las riendas de nuestro destino y del futuro de nuestros hijos y nietos. ¿Qué posiblemente vuelvan a defraudarnos los que salgan? No sería de extrañar, pero como decía al principio reivindicamos nuestra condición de personas y además con talento. Demostrémosle que no somos marionetas de salón a los que resulta fácil manipular. Guiñoles donde otros mueven los hilos sentimentales del pasado, para de esta forma poder “robarnos” nuestro presente más inmediato. ¡Votad, Votad, malditos! Que Dios reparta suerte y que sean las tripas saciadas de las urnas quien dicté la última –por ahora- sentencia democrática. Como escribió Rafael Alberti: “Galopa, jinete del pueblo caballo de espuma / ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Rencor no pases las horas



“Un hombre solo, piensa; con otro, dialoga; con dos, debate; con tres, polemiza; con cuatro, discute y, con cinco, se va a la guerra”.

No es la primera vez que escribo sobre los “comentarios” que se emiten a pie de artículos en la prensa digital. Sinceramente debo reconocer que logran inquietarme y, no digamos, a los articulistas que abordan. La mayoría de estos “comentarios” salen del tenebroso mundo del anonimato y, no pocos, destilan dosis de rencor altamente preocupantes. Se pude discrepar con un artículo en parte o en todo, o se puede uno manifestar acorde con su contenido. Pero muchos comentarios son una excusa –a través de los artículos- para atacar al articulista. En la prensa sevillana la mayoría de estos “bombardeos” se centralizan en la figura de Carlos Colón. Sinceramente, creo que no faltaríamos a la tan necesaria libertad de expresión si eliminásemos el mal gusto y la descalificación de nuestras ya incomodas vidas. “Diario de Sevilla” abre “comentarios” en todos sus artículos de opinión y esto que debía ser un necesario ejercicio democrático se configura como todo lo contrario. Tratando de desarrollar el noble ejercicio de la discrepancia se consigue darle cabida a la cerrazón y al fundamentalismo más torticero. Carlos Colón tiene hasta algunos “comentaristas de cámara” que le dan replica todos los días (sin despojarse, eso si, del antifaz del anonimato). En mi modesto blog existe –imagino que en todos- una ventana abierta a los “comentarios”. Se utiliza en contadísimas ocasiones y siempre por nobles amigos, los cuales terminan por convencernos sobre la utilidad de lo que elaboramos entre Salva Gavira y un servidor. Lógicamente el campo de las opiniones y, no digamos el de las emociones, siempre estará abierto a la sana y necesaria discrepancia y a la no menos concordancia. Eso es tan bueno como necesario. Sentir sin pensar no es existir es vegetar. Cada época genera sus propios y peculiares “personajes”. De unos años a esta parte se ha configurado una especie de “polemista” que trata con sus comentarios de ir siempre a contracorriente de todo y con todos (dicen con otras palabras lo mismo que tú pero, eso si, dejando claro su “distinto punto de vista”). Afortunadamente hace tiempo que desistí de polemizar con nada ni con nadie. Vivo cómodamente instalado en “mi cueva” y solo sacó el hocico para disfrutar de mi gente, del vino acompañado de buenos amigos, del “palmito” de las hermosas cuarentonas sevillanas y de la magia de mi Ciudad. Escribo por una necesidad vital de compromiso conmigo mismo. No descalifico a nadie a nivel personal (por una mera y simple cuestión de principios). Me interesa del político el resultado de su gestión; del artista su arte; del torero su toreo y de los seres humanos su bondad, su solidaridad, su decencia y su talento (siempre por ese orden). Reconozco que cada día me aburren más los “culturetas” de tres al cuarto que tienen todo el día el “yo” en los labios. Amo la vida ya que como decía Miguel Hernández: “aún la tengo”. Soy abuelo; estoy razonablemente sano; la mayoría de mis amigos incluso hablan bien de mí; mis “enemigos” me han perdido la pista; he visto a Jacinto pagar en las tabernas, y ya solo me queda ver al Betis jugando una final –y si no es mucho pedir ganándola- de la “Champions League”. Afortunadamente, el rencor nunca tuvo parada y fonda en mi corazón.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Muleteando



No tengo muy claro si las palabras se crearon para darle sentido y significado a las cosas o si por el contrario fue al revés. Lo cierto es que gracias a ellas –o mejor por su mal uso- podemos los humanos desde el principio de los tiempos matarnos de todas las formas posibles. El honor en tiempos honorables se tenía o se perdía en función del uso dado a tu palabra. “Te doy mi palabra de honor” decían, y aquello salvo error u omisión (como se establecía en las facturas antiguas) era el mejor y mayor aval de las personas. Hoy ya no tenemos honor ni sabríamos encontrarlo (caso de estar interesados en saber donde lo perdimos algún día). Hoy todo gira en torno a los “muletazos”. Te los dan en el plano personal; profesional; familiar; laboral; corporativo o en cualquier ámbito donde desarrolles alguna de las facetas de tu existencia. Nadie parece percatarse que coloquialmente todo gira en torno al lenguaje taurino: “A….le han puesto un par de banderillas”; “Es que ya estaba harto de que me dieran tantos muletazos”; “Le han dado una larga cambiada para quitárselo de encima”; “Valiente estocada –vulgo sablazo- nos han metio en la cuenta”. Incluso, desde tiempo inmemorial, a los cónyuges despistados de por donde andaban “sus parientas” lo tachaban literalmente de “cornudos”. Una simple palabra puede variar el contexto y significado de una frase. Digamos por ejemplo que no es lo mismo coger que tomar la muleta. La muleta se coge o bien ante una imposibilidad física transitoria para ayudarnos a caminar o, cuando el reloj de los años nos dice “hasta aquí llegaste por tu cuenta” y ya la necesitas para poder seguir andando en busca de la tierra prometida. Accidentados, inválidos o mayores apoyando su lento y difícil caminar sostenidos en un soporte metálico al que llaman muleta (bastón es otra cosa y se puede llevar también –sin necesitarlo para caminar- como un complemento cargado de exquisitez). Tomar la muleta es otra cosa. Esta la toman los toreros al concluir la faena de capa de manos de sus mozos de espadas. Es el incierto preámbulo que los puede llevar del cero al infinito. Cuando el torero toma la muleta sabe que, a partir de ese momento, la gloria puede ser tan gratificante o esquiva como la vida misma. Por eso la toma y no la coge. Quienes la cogen lo hacen para avanzar y no permanecer estáticos ante un mundo del que quieren seguir formando parte. Quienes la toman proceden a enhebrar, a través del arte y la magia, la posibilidad de crear mundos etéreos a los que definía Machado, don Antonio, como: “…..mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”. Las cosas adquieren su verdadero significado no cuando las nombramos sino cuando las sentimos intrínsicamente nuestras. Puedes decir cien veces seguidas Candelaria y te quedarás sin saber que significa realmente. Posa tus labios dulcemente en un dedo de su mano y sabrás entender en un gesto silencioso cuanto representa para ti. Existen las palabras para comunicarnos, engañarnos, amarnos, pelearnos o comprender, en definitiva, cuanto nos mienten los políticos. Existen los gestos para a través del roce y el arrullo poder escuchar el aleteo del vuelo de las mariposas y el acompasado tic-tac de los corazones. Palabra que no desemboca en gesto es palabrería hueca. La misma que hoy nos invade y nos ha convertido en meros portadores de mensajes vacíos y estériles. Hablamos mucho sin decir nada, pues nunca supimos callar a tiempo y, siempre fuimos especialistas en hablar a destiempo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La complejidad de lo cotidiano



Curiosamente lo complejo y lo cotidiano se hermanan con una pertinaz frecuencia tanto en el fondo como en la forma. En teoría no debía ser así pero Dios inventó la práctica para desmitificar los conceptos teóricos. Cuando los arquitectos enrollan los planos los albañiles cogen los palaustres. Los aspectos cotidianos debían estar desprovistos del ropaje –encorsetado ropaje- de la complejidad. La cotidianidad debía estar implícita en el quehacer de cada día. El trabajo, los estudios, la familia, los amigos, los vecinos, los compañeros, los/as amantes y las aficiones. Los demás complementos que acompañan al ser humano deben –o debían- ser accidentales (complejos). Nacer, crecer (por fuera y sobre todo por dentro), sufrir, gozar, amar, crear, enfermar o morir forman parte de lo imprevisto y, en estos avatares, se pondrá a prueba nuestra capacidad real como seres humanos. Todo queda siempre relativizado por la ecuación espacio-tiempo. Donde se vive lleva implícito necesariamente el como se vive. Una madre europea de situación social desahogada puede tener como principal problema que su niño pone mucho peso últimamente. Una madre africana el comprobar amargamente como el suyo se le muere en los brazos victima de la terrible hambruna. ¿Podemos decir que, en función de sus contextos, sus vidas no son cotidianas? Los habitantes del Caribe conviven sin despeinarse con tormentas, maremotos y tifones. Los japoneses con constantes temblores de tierra que convierten la Escala Richter en una Sinfonía. Todo, por pura lógica, está dentro de la “cotidianidad” de la vida de estos pueblos. Una de las mayores obsesiones que tenía el franquismo era convencer a la gente que no se metiera en política. No nos equivoquemos: de aquello barros vienen estos lodos. Hoy lo políticos enmascarados en una versión de “Zorros democráticos” pretenden lo mismo. Craso error, pues al final hemos conseguido que sea la política quien se meta con nosotros y consiga alterar gravemente nuestra cotidianidad. La política está inmersa en todos los ordenes de la vida, y ya vemos los que no está pasando por creernos aquello de: “yo de política no entiendo ni quiero entender”. Hay casos de alteración de la cotidianidad verdaderamente interesantes de analizar. En los países nórdicos gozan de unos parámetros sociales y económicos muy altos y difícilmente alcanzables para otros pueblos. Pero, curiosamente, están presos por el aburrimiento de lo cotidiano y, esto determina, que las consultas de los Psiquiatras estén siempre abarrotadas y dándose un alto porcentaje de casos de suicidios (lamentablemente un “majareta” en Noruega les ha robado de forma cruel y criminal –esperemos que de forma temporal- su equilibrada manera de aburrirse). La contrapartida estaría en el Sahara con un subdesarrollo ancestral y con escasísimos recursos y, cosa lógica por cierto, prefieren antes que antidepresivos galletas de chocolate de Fontaneda. Podemos por tanto asumir la complejidad de lo cotidiano. Las circunstancias políticas, sociales o personales como determinantes del auténtico valor de nuestra vida cotidiana. No hay más ni tampoco menos. Todo está relativizado y condicionado por una serie de factores –actuales- que haríamos mal en no tratar de alterar. No disponemos de más vida que la que nuestro tiempo nos ofrece y, debemos luchar denodadamente contra aquellos que pretenden que solo seamos meros espectadores. Vale que al mal tiempo buena cara, pero sin obviar que tampoco estaría de más –de vez en cuando- sacar a la dignidad de paseo aunque caigan “chuzos de punta”.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Alma de papeles perdidos (y III)


Concluyo, por el momento, con mi busca y rebusca en este batiburrillo sentimental de papeles y cosas al que yo llamo “mi Archivo”. Me aparece un poema fechado en Febrero del 82 como Homenaje a Manuel Vallejo. Se lo envié A Paco Herrera para que le diera lectura en el Programa de Flamenco que entonces tenía (creo que en la COPE). Sinceramente cuando Paco le dio lectura logró emocionarme como si el poema hubiera caído como llovido del cielo. Manuel Jiménez y Martínez de Pinillo, Manuel Vallejo, nació en 1891 en el número 1 de la calle Padilla. Falleció en 1960 en el Hospital de las Cinco Llagas. II Llave del Cante (la única que posee un cantaor nacido en Sevilla) simboliza uno de los grandes, grandísimos, cantaores de toda la Historia del Flamenco. El ninguneo del que ha sido objeto Manuel Vallejo a la largo de la Historia sevillana por parte de autoridades, mentores culturales y “flamencólogos” de tres al cuarto ha sido indignante. Son muchas las veces en las que, un grupo de aficionados, hemos clamado en el desierto contra la incomprensión y la inquina contra Vallejo. Siempre nos dieron “capotazos” de todos los colores. Al final su Cante, su único e imperecedero Cante, ha ganado una y mil batallas después de su muerte. Hace unos años participé, como un pardillo, en una fallida “Biografía” sobre la “Vida y Obra” de este Mozart flamenco de la Collación de San Marcos. Una y no más Santo Tomás. Como evidentemente estamos instalados en la irracionalidad a aquel –para mí- bodrio le dieron el “Primer Premio de Investigación del Festival de Flamenco de las Minas de la Unión” (lo relaciono dentro del “currículo” en mi blog solo a título anecdótico). En fin corramos un tupido velo sobre aquellos episodios de nuestra vida de los que no nos sentimos especialmente orgullosos. Manuel Vallejo tiene pendiente su magna Biografía y, el autor de la misma, tiene desde hace tiempo nombre y apellidos: Manuel Bohórquez Casado. Esto fue lo que escribí aquel lejano Febrero de 1982:


Homenaje a Manuel Vallejo

Guarde la noche silencio
Y el río navegue en calma;
Que en Sevilla se oye un cante
Capaz de romperte el alma.

¿Quién canta de esta manera
Que el aire llena de aromas?
¿De donde sale esta voz
Que es de terciopelo toda?

Y se escuchan Malagueñas
Y Siguiriyas gitanas;
Fandangos y bulerías
Con sabores de Triana.

¿Que te pasa prima? dice,
Cantando por Siguiriya,
Y lloraron las gitanas
Por las calles de Sevilla.
Y después la Granaina
¡Que melodía! ¡Que pureza!
¡Como la lleva y la trae!
¡Con que majestad y grandeza!


Que la luna se emborrache
De aromas de cante viejo;
Que los ruiseñores callen
¡Que está cantando Vallejo!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Alma de papeles perdidos (II)



Otro amarillento folio me aparece en este rebusco por entre las viejas carpetas de mi Archivo. De este sinceramente ya ni me acordaba. Está dedicado a mi prima María Luisa. También es un poema póstumo sin que esto lleve implícito que uno tenga vocación de empleado de Funeraria “La Nueva” (nunca entendí que era lo nuevo aquí, quizás el estrenarse como difunto). Mi tía Pepa, hermana de mi madre, tuvo dos hijos de diferentes hombres (lo de padres es otra cosa). Fue una madre soltera victima de la terrible miseria de la posguerra. Era dos años menor que mi madre y, cosa frecuente entre hermanos, diametralmente opuesta a la que tuvo a bien parirme en Sevilla. Mi tía Pepa, para entendernos, era “una cabeza de chorlito” en un mundo de buitres. Tanto a ella como a mis primos la verdad es que lo tratamos muy poco y a lo largo de los años los vimos en contadas ocasiones. Me consta, eso si, que mi madre los visitaba donde vivían en el Cerro del Águila con cierta frecuencia, y siempre los surtía de comida para unos pocos de días. Cuando aún no había cumplido los cuatro meses de edad mi prima María Luisa fue entregada para su crianza a las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas) de Ecija. Allí creció y se hizo una eficiente Maestra de Escuela. Nadie iba nunca a verla y si lo hacían -su madre o su hermano- obviaré los motivos de las visitas por respeto a los muertos. Cuando de mayor comprendí la dura vida que había llevado, sintiendo en sus entrañas el duro estigma de la orfandad, me relacionaba con ella en la medida de mis posibilidades juveniles (lamento constatar que muy pocas veces fui a verla). Sabía que andaba delicada de salud y con serios problemas coronarios. Sabía que era la Maestra más eficaz del “Colegio María Auxiliadora” de Ecija. Sabía que colaboraba activamente con algunas ONGs de la zona. Lo que no sabía, hasta quince días después de ocurrir, es que falleció de un ataque al corazón mientras descargaba alimentos de un camión. Murió ayudando a paliar el hambre de los más necesitados. Fue la bondadosa Sor Encarnación Hidalgo quien me comunicó la mala nueva. Su entierro en Ecija dicen que fue multitudinario, asistiendo desde el Alcalde y todos los Concejales hasta los pedigüeños y drogadictos del lugar (cuenta un periódico de la localidad que uno de ellos le dejó un ramito de claveles en un gesto cargado de emotividad). Esto fue lo que le escribí entonces para justificarme ante lo injustificable:


Te debo una de afecto (A Mi prima María Luisa) Frágil fruto del árbol de la vida Que engendraron los buitres carroñeros; Pajarillo sin tiempo ni medida Que unas manos cuidaron con esmero. Tú, flor silvestre que rechaza el jardinero, Como el que entrega su barca a la tormenta Fuiste salvada de tempestades y aguaceros Por santas madres en que el parir no cuenta. Aromas de orfandad llevan los vientos Desde Sevilla a Córdoba la llana; Y en Ecija se paran un momento Para cubrir de luto las ventanas. Solo puede morir quién vivió muerto Y tú eras calidoscopio luminoso Que llenaste de oasis los desiertos. Te debo una de afecto, prima mía, Y si aquí no pudo ser… ¡triste destino!, Espérame en la Santa Sacristía: Que tenemos que hablar por los caminos. (Sevilla – Agosto del Año del Señor de 1997)

martes, 8 de noviembre de 2011

Señor se escribe con S de Salud




Las noticias cuando son buenas tienen tres variantes que, en no pocas ocasiones, se nos tornan complementarias. Unas, que te alegran el día; otras, que te alegran la vida y, las más acariciadas, aquellas que te alegran el alma. Hoy martes –no podría ser otro día de la semana- día 8 de noviembre del 2011 cuando España anda enfrascada en quien ganó el “Debate” y, cual puede ser peor gobernante de los dos, me despierta el alba de la judería con una excelente noticia: el Señor de la Salud presidirá el Vía Crucis del 2012. El día amanece luminoso y tímido pero inexorablemente el frío empieza a arrinconarnos en el dulce calor hogareño. Cuando escucho en la “arradio” que esta imagen que tanto representa para mí saldrá a la calle en el Vía Crucis sevillano mi alma revoletea gozosa. La arribada del Señor de la Salud a San Nicolás de Bari para cubrir el hueco devocional de Quién anda por Sevilla a compás de Siguiriya gitana es historia largamente conocida. La autoría de esta imagen tan querida como valorada es algo sentimentalmente insustancial. No sabemos si fue Pedro Roldán o Francisco de Ocampo, o alguien cercano a su círculo, quien nos hizo el regalo, maravilloso regalo, de su presencia. Los niños de la generación del “pan con aceite y azúcar” llamábamos cariñosa y popularmente al Señor de la Salud como “el Pija”. No había un solo gramo de irreverencia en nuestra manera de llamarlo y convocarlo. Era un ejemplo, un rotundo ejemplo, de la cercanía que mostrábamos hacia imagen tan querida. “Era uno de los nuestros” y, buen cuidado debían tener los de los barrios periféricos (versus el querido San Bernardo) con llamarlo como lo hacíamos nosotros. Hoy, es un gran día para los candelarios. Me acuerdo especialmente de aquellos que sostuvieron la Hermandad contra viento y marea en tiempos extremadamente difíciles. De José Martínez Raposo, de Fali Fernández, de Martín Carlos Palomo, de…..tantos candelarios que dejaron su tiempo existencial en darle el esplendor del que hoy goza la Hermandad. Uno, que al final, no es más que un alma en pena que deambula por San Nicolás buscando el paraíso perdido de la niñez, poco ayudó en las tareas cotidianas de la Hermandad. Pero, si el Señor de la Salud así lo quiere, allí estaré cuando empiece a caminar por las queridas calles de mi infancia. Este año, por motivos obvios, no será para mí un Vía Crucis más. Sale quien sale y, queridos amigos, si algo adquiere importancia con los años son las tradiciones sentimentales. El Señor de la Salud llevará a Sevilla una verdad incuestionable: lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. No hay más pero tampoco menos. ¡Enhorabuena candelarios!

lunes, 7 de noviembre de 2011

Alma de papeles perdidos


Ordenando por enésima vez mí ya copioso e ignorado –gracias a Internet- Archivo, me tropiezo con un folio de un poema que escribí a la muerte de mi padre. Era Mayo del 95 y utilicé para escribirlo el reverso de un impreso médico con membrete del Hospital de San Juan de Dios. Allí murió Rafael Franco Fernández,”Niño de San Nicolás”, colmado de atenciones en sus últimos días terrenales. Todo gracias al empeño de gente joven, noble, solidaria y generosa. Recuerdo que era de madrugada y mientras escribía este poema, este triste poema de pena, veía en la acera de enfrente el Campo de -valga la redundancia- “los de la acera de enfrente”: el Sevilla FC. Decía así:

Yo vi….
A la muerte reflejada
En el enjuto rostro de mi padre;
Y un vuelo de palomas negras
Ensombrecer las luces de la tarde.

Yo vi….
Entre un trajín de batas blancas
Y el goteo de botes que terminan,
Un trasiego de camillas de metal
Con olores de orfandad por las esquinas.

Yo vi….
Soplar la juventud con su pureza
El inapagable fuego de la muerte;
Y vi al ser humano en su grandeza
Sembrar de primavera un cuerpo inerte.

Yo vi….
Rondar a la que porta la guadaña
En noches que reinaba el desconsuelo,
Esperando romperte las entrañas
Y arrojar sobre ti su negro velo.

Yo vi….
Y pude comprobar ¡que triste suerte!
Que la batalla en la vida
La gana siempre la muerte.


Fue en Mayo del 95, ¡que lejos y que cerca a la vez! Mayo, el mes de las flores…..”No se que tienen las flores llorona / las flores del Camposanto / que cuando las mueve el viento parece que están llorando”. Hoy, es lunes 7 de Noviembre, y ya estarán marchitas las flores que dejamos hace un par de días en memoria de los ausentes. Hoy, es ayer y es mañana. Hoy, la rueda de la vida, sigue girando y girando en una Ciudad donde el tiempo se midió siempre por el caudal de sus emociones. Hoy, ya queda menos para la…. ¡Primavera!

domingo, 6 de noviembre de 2011

Mañanita de Noviembre



El día nacía a luz y a la vida enhebrado en los alamares que pespunteaban el alba de la mañana. El rocío cubría de frescura los pétalos de las flores y las ramas de los árboles. Los pájaros se libraban del oscuro silencio de la noche para, tímidamente, iniciar su trinar anunciando un nuevo día. El aire del Aljarafe olía a mosto nuevo, serrín de bodega y a Cante de Trilla. Los hombres del campo andaluz se encasquetaban las gorras como último complemento de su vestimenta dominguera. Se escuchaba desde Bajo de Guía los sones de Sal Marina cantando “Pasajero en tus labios”. Un anciano abre los ojos en la cama de una Residencia agradeciéndole a Dios la posibilidad de disponer de un día más. Una madre se levanta para paliar el destape mantero de su niño en la cuna. Un hombre la reclama levantando un brazo para que vuelva pronto al lecho, y poder acurrucarse un ratito más en el calor de su cuerpo. Los hombres siempre buscan paliar la orfandad de las madres en el regazo de sus mujeres. Las mujeres bastante tienen con buscarse ellas mismas para encontrar la senda del amor. El desamparo siempre como “leitmotiv” de nuestras vidas. Huele desde alguna ventana de la calle a café recién hecho. Canta el gallo su eterno y ancestral kikirikí para comunicarnos que todo renace de nuevo. Una adolescente busca descalza el camino de vuelta a su casa herida por los excesos de la noche. Un cincuentón hace footing para presentarle batalla a la edad y a los kilos. El aceite de los puestos de calentitos empieza a hervir a borbotones. Las persianas de los bares chirrían en su destape mañanero. Los cazadores provistos de zurrones y escopetas avanzan por los montes imantados buscando sus presas. Los cálices de las iglesias esperan impacientes el mágico ritual de la misa de doce. “Tomad y bebed que esta es mi sangre; tomad y comed que este es mi cuerpo”. Los pueblos andaluces se desperezan abriéndose hacia la luz y hacia la vida. Esta tierra no se hizo para las sombras de la noche. Será por eso que aquí la luna brilla con un fulgor especial. Lo cantaba el hoy tristemente olvidado, Romero Sanjuán: “Dios hizo el mundo en seis días, y al séptimo descansó, y descansando soñó que le faltaba alegría y del sueño creó Andalucía”. Hoy es una hermosa mañanita de un domingo de Noviembre. Hoy la vida renace de nuevo asomada a la cornisa del Aljarafe. Hoy, como diría Serrat, puede ser un gran día: date una oportunidad.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Abusando que es gerundio



Asumo que el colectivo que compone el Empresariado español será igual de variopinto que cualquier otro. Habrá buenos y malos empresarios. Gente emprendedora y decente, junto a otros más proclives a la usura y la explotación. No aportamos nada nuevo con esta peregrina afirmación sino fuera por las connotaciones colaterales que nos ha traído la Crisis. Ahora, de repente, todas la Empresas españolas –grandes y pequeñas- sin excepción están perdiendo dinero. Viven instaladas en un lloriqueo permanente y consiguen –previa estrategia programada- que los trabajadores de sus plantillas vivan sobrecogidos. Siempre planeando sobre sus cabezas el fantasma del finiquito o la no ampliación de un contrato que se terminará en breve. La picaresca tan ancestralmente española ha vuelto a reaparecer en nuestras vidas (caso de que se fuera alguna vez). Podríamos preguntarnos: ¿Todas las Empresas españolas han visto mermados seriamente sus beneficios? ¿Sobran trabajadores en todas ellas? ¿Ya nadie gana dinero en el campo empresarial? ¿Todas las actividades productivas son hoy deficitarias? En muy pocas ocasiones los conceptos -en el terreno laboral- se nos ofrecen con un mayor grado de simpleza. Hay una táctica empresarial preconcebida tendente a crear una cierta psicosis entre los trabajadores. Estos viven traumatizados ante la eventualidad de desembocar en la cola del Paro. Todos los “currantes” están dispuestos a cualquier claudicación laboral, aunque esta incumpla seriamente las normativas laborales vigentes. Todo antes que perder sus puestos de trabajo. Se están sustituyendo a trabajadores “mayores” por otros muchos más jóvenes y con más posibilidades de ser manipulados (vulgo explotados). Se cambian puestos de trabajo fijo por otros condicionados por los contratos temporales (nuestro Gobierno alienta y bonifica estas prácticas). Los trabajadores se enfrentan a la crisis completamente desprotegidos por nuestro actual Gobierno (¿) y, no digamos, por los Sindicatos. Los primeros no saben ya que inventar para salir del atolladero y, los segundos, se han llevado muchos años configurados como “funcionarios estatales” (sin funciones concretas) y, ahora, no saben hacia donde dirigir pancartas y megáfonos. Evidentemente, no existe regla sin excepción ni puerto marino sin malecón. Pero basta con tomarle el pulso a la calle para saber en que situación se encuentra eso que eufemísticamente conocemos como las “relaciones laborales”. No se trata de que nos instalemos en la apología del catastrofismo, pero, le pese a quien le pese, las numerosas victimas de la Crisis (5.000.000 de parados) están sobreviviendo, fundamentalmente, gracias al esfuerzo colectivo de familiares y amigos. ¿De que viven las numerosas familias con todos sus miembros en paro y sin percibir ninguna prestación? ¿Cuántas comidas –más ropas- llevan repartidas en Caritas desde el comienzo de este desplome social, económico y político? Aunque resulte cansino y repetitivo no podemos dejar de comentar estos temas colaterales a la Crisis. La Historia de la Humanidad está configurada a sangre y fuego por la explotación del hombre por el hombre. La Izquierda no inventó el Comunismo para saciar de poder a los aparatos de los Partidos y que estos masacraran a los mejores –pero contestarios- hijo de la Revolución. Tampoco el Socialismo democrático se creó para –enterrando a la socialdemocracia- hacer más rico al rico y más pobre al pobre. La Derecha –democrática- no puede vivir instalada en un pasado reaccionario, y dándose continuos “golpes de pecho” en los interiores de rancias sacristías. Y los Sindicatos… ¿los Sindicatos?, mejor los dejamos para otro día.

viernes, 4 de noviembre de 2011

El dulce placer de la tertulia


En mi gozosos y nostálgicos paseos mañaneros por el Casco Antiguo de la Ciudad (el “Centro” como le llamaban los antiguos) los veo desarrollar su fructífera dosis diaria de sana convivencia. Son los veteranos tertulianos de Sevilla que reivindican la amistad sin trampas ni cortapisas. No venden nada ni tampoco compran nada que no les haga falta o interese. No pontifican ni pretenden convencer a nadie a través del, hoy tan en boga, falso auto-convencimiento. Tengo tres tertulias localizadas y/o centralizadas (nunca mejor dicho) en tres sitios claves de la Ciudad: Plaza de la Alfalfa; calle General Polavieja y Plaza de San Lorenzo. La componen gente ya mayor y con un porte impoluto en sus vestimentas. Se sientan en torno a una mesa donde reposan cafés prestos a ser degustados lenta y placenteramente o, ya bien avanzada la mañana, unos catavinos de fino cristal donde el Dios Baco deposita lagrimas de oloroso o manzanilla sanluqueña. Los observo al pasar y envidio como afrontan la vida en sus últimos capítulos. Charlan de manera distendida y rara vez elevan el tono de sus dialogantes sinfonías. Su tema de conversación los configura una especie de misceláneo donde están omnipresentes el Fútbol, los Toros, la Semana Santa, los dimes y diretes de la Ciudad y algún que otro exabrupto “Zapateril”. Llegan puntuales como los toques de corneta de las “Lágrimas de San Pedro” y se marchan envueltos en la dulce y triste despedida del manto de la Soledad de San Lorenzo. Sus encuentros son generadores de un puro ejercicio de sevillanía. Son, en definitiva, sevillanos que lo han visto todo sin que Sevilla nunca los viera a ellos. Suelen pagar “cada uno lo suyo” salvo que en alguna ocasión excepcional uno entienda que “hoy le toca a él pagar lo de todos”. Aprovechan, fundamentalmente, las primeras horas de las mañanas veraniegas; las previas a los mediodías primaverales y, cuando el Otoño calienta sus mañanas con las doradas luces del astro Sol. No viven los bares hacia dentro sino hacia fuera. Se resisten a sustraerse del contexto urbano del que forman parte de pleno derecho. Cuando llueve se refugian en sus guaridas hogareñas viendo la calle con mirada melancólica tras los visillos de las ventanas. Soñando con el próximo encuentro mañanero -siempre que Dios, la Autoridad y el Tiempo lo permitan- para seguir apurando los últimos sorbos de amistad que les proporciona la vida. Vivimos una época donde la acritud se ha apoderado de vidas y haciendas. La gente no habla por los móviles, más bien se pelean sin cortarse lo más mínimo. Todos intentamos que nos escuchen en una Sociedad donde ya nadie escucha a nadie. La televisión “familiar” ha conseguido que en las casas siempre estemos mandándonos a callar unos a otros. El fútbol de papá; los “Programas rosa” de mamá; las series o conciertos juveniles de la “niña” y los “Culebrones” de la abuela. Uno/a mira embelezado/a aquello que le interesa mientras los demás callan esperando su ración catódica. Pero, ¿y el abuelo?; ¿el abuelo?, el abuelo está sentado en la Plaza de la Alfalfa compartiendo velador con tres colegas, y saboreando amistad bajo los dulces efluvios de una copita de “Canasta”.

jueves, 3 de noviembre de 2011

La soledad del portero ante el penalti


El deporte del fútbol también llamado balompié ya, afortunadamente, no tiene la mala consideración de antaño. Nunca, salvo honrosas excepciones, tuvo una buena acogida por la intelectualidad, y los espectadores del mismo siempre fueron incluidos en el complejo segmento de los descerebrados. Inclusive se consideraba a aquellos que no se consideraban futboleros, ni mostraban ningún interés por este Deporte, poseedores de un plus añadido de exquisitez. La Izquierda española renegó siempre del “Juego de la Pelota” por considerarlo un elemento de alienación franquista. Siempre, decían, con la clara intención de desviar la atención del personal de la problemática política y social que padecíamos. Ahora raro es quien no sabe y habla de fútbol en nuestro país y, empecinadamente, difícil es el día de la semana que no hay un partido. En la actualidad el fútbol forma parte inseparable de nuestras vidas tanto en el plano social como en el sentimental y, he ahí lo más interesante, cubriendo facetas intelectuales. Este Deporte es complejo por su propia configuración. Se dan cita de manera un tanto desordenada los sentimientos, lo sociológico, lo comercial, lo empresarial y, lamentablemente, la violencia extradeportiva. Pero contienen dos elementos que a mí me subyugan: su faceta logística (guerrera) y literaria (narrativa). La primera se construye a través de unas sesudas estrategias y tácticas que nacen de laboriosos entrenamientos y del profundo estudio de las cualidades / defectos del adversario. La segunda sin dejar de estar enlazada con la primera tiene unas connotaciones específicas. Excelentes escritores sudamericanos y españoles como el recordado, Manuel Vázquez Montalbán, elevaron el fútbol al Olimpo de la sensibilidad literaria. Sin olvidar, lógicamente, a Jorge Valdano que llenó su mensaje futbolero de fina sensibilidad expositiva. El lenguaje narrativo de un partido de fútbol está lleno de connotaciones eróticas. Se dice que el balón pasó “lamiendo el palo” y que no “entró” de milagro. O bien que la pelota “besó” el travesaño. La culminación se produce cuando el delantero logra “penetrar” la portería contraria. El orgasmo corporativo que se produce en las gradas en el primer y segundo caso es un “gatillazo” y solo pudieron gritar, ¡Uy!, mientras que en el tercero la realización fue plena y gritaron entusiasmados, ¡Goool! El pasado 22 de Octubre se jugó un Barcelona-Sevilla pletórico de sensaciones épicas y literarias. El Equipo azulgrana –a la sazón el mejor de toda la Historia del Fútbol- atacó a las huestes sevillistas con su Séptimo de Caballería. Disponen de cien armas diferentes para “matar” los partidos y las emplearon todas. El Sevilla se defendió como “gato panza arriba” y el Pinomontanero, Javi Varas, se convirtió en el verdadero héroe de la noche. Pareció conjurarse para defender a los niños andaluces ofendidos por un primate de CIU y decirse para sus adentros: “Le vais a meter un gol a vuestra pu………..”. Pero llegó el fatídico, y a la postre glorioso, minuto 93 de partido. El árbitro se sacó un penalti de la manga, a pesar de que el juez de línea, tras previa consulta, aclaró que él no había visto nada. Y ahí apareció la grandeza, la enorme grandeza, de este Deporte de masas. Un muchacho de Pino Montano, Javi Varas, frente al mejor jugador del mundo, Leo Messi, que iba a chutar arropado nada menos que por 100.000 culés.

Lo que ocurrió ya forma parte de la Historia del Fútbol. ¡Lo paró, ya lo creo que lo paró! Consiguió que sevillistas y béticos saltaran de sus sofás impulsados por la palanca de la dignidad en esta maltratada tierra. Enmudeció el Camp Nou y sonaron a gloria las campanas de los pueblos andaluces. El Fútbol se hizo Épica y Literatura y la noche se cerró al “sevillano modo”. El Sevilla no consiguió la victoria pero salio ileso del fortín azulgrana. No se si será por el “Espíritu de Antonio Puerta” o por colgar en los percheros el ropaje del sectarismo, lo cierto es que estas cosas vertebran en positivo a sevillistas y béticos. No está nada mal que en una Ciudad tan “cainita” como esta el Fútbol se convierta en sedimento sentimental. No señor, no está nada mal que así sea.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Música maestro



“Si no hay voces, aunque haya música, una casa está en silencio”
(Antonio Muñoz Molina)


Con la pantalla del ordenador en blanco me dispongo a escribir alguno de los Toma de Horas que más me gustan: los que se producen a través de una improvisada reflexión sobre la vida y sus cosas. No tengo previsto como desarrollarlo de antemano, y serán en definitiva mis elucubraciones de “majareta” sentimental sevillano quienes sean capaces de darle contenido y continente. El ejercicio de vivir tiene tantos elementos colaterales que resulta imposible tener la mente en blanco ni un solo segundo (solo el terrible Alzheimer proporciona a las personas que lo padecen su incapacidad para reconocerse y reconocernos. La mente en blanco en definitiva). Suena en mi ordenador la Sinfonía nº 33 de Mozart, nada menos que bajo la genial batuta de Von Karajan. ¡Que difícil resulta no creer en Dios escuchando la música de Mozart! Cierras los ojos y te dejas transportar por sus acordes sinfónicos y navegas placidamente por los mares de los sueños. El Flamenco y el Jazz te atrapan en días de gozo y pena para dejarte hermosas cicatrices –señal inequívoca de que estás vivo- en las paredes del alma. Mozart con su música te traslada flotando sobre la volátil evanescencia de las hermosas praderas de la existencia. Lo bucólico cuando se racionaliza en un pentagrama deja de ser cursi para convertirse en sentimental. Manuel Vallejo, te atrapa con su cante y te hace sentir, con los pies en la Tierra, que el ser humano es sin remisión un compendio de risas y lágrimas. No nos engañemos: no existe música aburrida existen seres humanos aburridos. No vamos en busca de la música es ella la que nos busca a nosotros. Una misma melodía o un mismo cante sonarán distintos en función de nuestro coyuntural estado anímico. La música siempre es la misma nosotros ya pocas veces lo somos. Cuando los seres humanos buscamos la música en particular -y la cultural en general- con la única finalidad de entretenernos y “pasar el rato”, alteramos sustancialmente el sentido de las cosas. La noche del pasado viernes 19 de agosto, la 2 de RTVE emitió un más que excelente documental sobre un verdadero genio musical contemporáneo: Paco de Lucía. Se contrastó la opinión de varios de sus compañeros de profesión, resaltando por su clarividencia –como suele ser habitual- las opiniones de Manolo Sanlúcar. Dijo que la extraordinaria grandeza de Paco consistía en haber conseguido maravillar a personas ajenas al mundo del flamenco, sin dejar de asombrar al conjunto de todos los buenos aficionados. Dijo más cosas este sanluqueño universal: “Lo importante en la música es la armonía. No solo a la hora de componer sino la que debe existir entre quien la crea e interpreta y los receptores de la misma. El problema es que mientras el músico trabaja denodadamente para avanzar, los aficionados –en no pocas ocasiones- se anquilosan y no avanzan en sus conceptos musicales. Así es difícil –muy difícil- que perviva la necesaria armonía entre todas las partes”. Dicho queda y solo podríamos añadir: Amén. Mozart, Paco de Lucía o Count Basie son músicos geniales con procedencias y conceptos armónicos diametralmente opuestos –o quizás no tanto-, pero en ellos confluye un denominador común: la capacidad de conmover profundamente a través de su música. La Sinfonía nº 33 de Mozart; la Rondeña de Montoya en versión del “Niño de la Portuguesa” o, el “Kid from Red Bank” del músico de Nueva Jersey (Red Bank), son ejemplos imperecederos de esa imprescindible armonía que nos comentaba el Maestro Manolo Sanlúcar.
Puede que no sea verdad que la música amanse a las fieras (los dirigentes del Tercer Reich eran sesudos melómanos), pero posiblemente mientras la escuchan dejen transitoriamente de serlas.

Dios creó el Mundo imperfecto para que el hombre, bajo el influjo de su soplo divino, tuviera la oportunidad de hacerlo perfecto. Le dio trozos de piedras para que las esculpiera. Papeles en blanco para que los rellenara contando las venturas y desventuras del alma humana. Le proporcionó amaneceres radiantes y noches estrelladas para que los poetas pudieran soñar y, conseguir de paso, que soñáramos nosotros. Hizo que silbara el viento en la montaña; el trinar de los pájaros; el agua de la lluvia al caer y el rumor de las olas marinas para que supiera donde buscar los orígenes de la música. Racionalizar, en definitiva, los complejos sonidos de la Naturaleza hasta convertirlos en… ¡Armonía!