viernes, 29 de julio de 2011

Las bicicletas son para el verano

Unas pocas horas más y empezarán a correr los días del Agosto sevillano. Mes tan ligado a mi existencia como que nací a la vida y a luz de Sevilla el Día de San Lorenzo. Mi madre siempre me contó que me parió sobre las cinco de la tarde (hora muy taurina por cierto). Según me decía me tuvo en nuestro modesto “cuarto” del Corral de Vecinos y hacia un calor terrible. La parteo Pepita, una matrona de la calle Doncellas y, la ayudaron a parir mi abuela Teresa y Lola Montes, la recordada madre del Poeta sevillano, Antonio Fernández Montes. Mi padre estaba trabajando y cuando llegó le contaron la buena nueva: “Rafael, ha tenido usted un bético, pero eso si algo aflamencado”. Un día después (11 de Agosto) pero algunos años atrás, fue vilmente asesinado en la Carretera de Carmona sevillana el Padre de la Patria Andaluza, don Blas Infante Pérez de Vargas. Agosto en el calendario sevillano ya no es lo que era: antes los establecimientos cerraban por vacaciones y ahora lo hacen por venta a traspaso. Esa diáspora que se producía en la Ciudad estos días agosteños, dejándola los fines de semanas con un aspecto fantasmal, la ha borrado la Crisis. La gente va y vuelve a la playa en el mismo día. Cada domingo los veo aparecer desde mi terraza cuando ya la tarde muere. Vienen en fila india con aspecto cansado y cargados con todos los bártulos playeros. Un domingo en la playa es el camino más corto para ir reventao el lunes al trabajo (quien todavía lo tenga). Agosto y Febrero son los dos meses más insustanciales del calendario sevillano. Se nutren siempre de la espera y, avanzan lentamente inmersos en la simplicidad de las cosas inocuas. Sevilla se mueve a golpes de su calendario sentimental. Agosto se salva en su ecuador con la salida de la Virgen de los Reyes. Breve paréntesis agosteño para recordarnos que en pocos días todo volverá a renacer. En Septiembre es cuando los cambios municipales deben tomar cuerpo y forma. Ya tocará saber, en su capítulo de intenciones, cuanto de positivo ha tenido el “Zoidazo”. Ahora toca esperar y no entrar en críticas oportunistas que hoy carecerían de fundamento. Tiempo habrá de analizar y criticar sin ambigüedades, aquello con lo que mostramos nuestra disconformidad. De todas formas que nadie espere recetas milagrosas para los numerosos problemas que aquejan a la Ciudad. Austeridad, transparencia, honradez y eficacia en la gestión deben –o debían- ser suficientes para constatar que las cosas han cambiado para bien. Si Dios lo quiere por aquí andaremos dando nuestro modesto testimonio. Nos vamos y esperamos volver el 5 de Septiembre. Estos Toma de Horas se reciclan en Relojes de Arena para soñar Sevilla desde la distancia. Sed felices en vuestros distintos destinos agosteños. Que nadie nos robe –aparte de nuestro presente y el futuro de nuestros hijos- también la alegría de sentirnos vivos. Vivos y palpitando bajo el manto amoroso de la Ciudad. Gracias a los que os molestáis en visitarnos y gracias, como no, a quien pone en marcha cada día el engranaje de este Reloj sevillano: Salva Gavira. Un abrazo y hasta Septiembre. Sed felices o al menos poned cuanto podáis de vuestra parte.

miércoles, 27 de julio de 2011

Batracio o rana, he ahí la cuestión



Si alguien se refiere a un varón caucásico con una casuística laboral hipertrófica, nos sumirá en un mar de dudas. Si por el contrario nos aclara que se trata de un jornalero de Trebujena en paro ya es otra cuestión. Un Concejal de nuestro Ayuntamiento de infausta memoria, creó en la Casa Grande un pretendido discurso político culto y, demostrativo de haber leído muchos, muchísimos libros. Ahora que lo han subido los sevillanos al “Palomar” ignoro si se les habrán aplacado sus ínfulas de grandeza dialéctica. Nunca es tarde para corregirnos en aquello susceptible de ser corregido. De todas formas allá cada uno con “su película”. Nuestro hombre, de todas formas, no es una excepción en este Circo en que hemos convertido cualquier forma de relación humana. En las relaciones de pareja de la gente del “famoseo” se actúa con unas claves hartamente repetitivas. Cuando inician la relación dicen: “De momento solo somos amigos y nos estamos conociendo”. Es decir: que ya conocen uno del otro cada lunar oculto en sus hermosos y cuidados cuerpos. Después vendrá la separación. Dirán: “Ha sido el hombre (o la mujer) más importante de mi vida y hemos quedado como grandes amigos, además tenemos una hija en común que es lo más importante”. O sea: “Ya puedes irte a tom….., que estoy harta de tantos “cuernos”. Ya tendrás noticias de mis abogados (siempre los mientan en plural. Como si les llevara el “caso” el Bufete de don Antonio Garrigues) y, olvídate de ver a la niña”. Es que esto carece de lógica: Es el hombre de tu vida; tu mejor amigo y, el padre de tu hija y, ¿lo dejas escapar? Por último tenemos la reconciliación: “Nos echábamos mucho de menos y vamos a darnos una segunda oportunidad”. Es decir: “Dado que no conseguimos un contrato profesional ni por casualidad, vamos a estirar nuestra relación amorosa en los “Programas Rosa” para poder hacer caja”. Luego aparecen dando –previo cobro de sus intervenciones - sus opiniones una cohorte de familiares, amigos, vecinos… ¿Qué existen muchas y honrosas excepciones¿ Dudarlo sería una tontería (perdón, quise decir sutil necedad, para no desentonar). Los analistas descubrieron, hace mucho tiempo, que para captar los mensajes de los políticos había que leerlos entre líneas. Entre lo que dicen, lo que callan y lo que han querido decir, se encuentra la remota posibilidad de interpretarlos. Esto ha trascendido al mundo del fútbol y, ante un desmentido rotundo de un dirigente en relación a un fichaje determinado, le precede pocos días después la presentación oficial del jugador en cuestión. El caudal, significa muchas veces la velocidad de la corriente y no necesariamente la profundidad del río. Hoy, se estila, decir mucho para no decir nada. No ser esclavo, en definitiva, de tus afirmaciones y negaciones. Comprometerse representa tomar partido ante algo o ante alguien y, no están los tiempos para gratuitas significaciones. Cuando entrevistan a un personaje -de los importantes de verdad - de cualquier actividad, y lo ves contestar con naturalidad y sencillez, te redimes de tanto “personajillo” suelto. Ser culto no es- o no debía ser- ir sembrando de erudición los caminos que recorremos. Más bien sería comprender que el conocimiento se adquiere aprendiendo y nunca enseñando para cultivar nuestra vanidad. Maestro o Alumno, al final era esa –y no otra- la cuestión.

lunes, 25 de julio de 2011

Los días señalaitos



Son ahora los días señalaitos de Santiago y Santa Ana. Fiesta grande en Triana abierta de par en par para el conjunto de los sevillanos. Triana nunca tuvo más frontera que aquella que siempre rechazó el fundamentalismo. Son ya muchos los años que no piso la Velá (y más todavía que no lo hago en la Feria de Sevilla). Este año estrenan Alcalde, don Curro Pérez, y posiblemente poco habrá podido hacer en tan corto periodo de tiempo para rescatar lo que otros han abandonado. Estoy plenamente informado, a través de mis amigos trianeros en Internet, de los problemas que aquejan a este Barrio tan singular. Cosas que se han hecho mal y cosas necesarias y urgentes que se han dejado de hacer. Posiblemente la clave esté en que tenemos los políticos que nos merecemos, como castigo a nuestro endémico pasotismo. Por nuestro “lao del río” Sevilla sangra por sus heridas como un toro en su agonía. La Iglesia de Santa Catalina, una de las joyas de la Ciudad, está sumida en un triste abandono. El Convento de San Leandro se nos cae a pedazos junto a su impresionante testimonio de Arte Barroco. Santa María la Blanca, (gran desconocida para muchos sevillanos), se arregla pero no se arregla, y sus cimientos se mueven al ritmo de la poca vergüenza de algunos. Pero hoy toca hablar de Triana y de su Velá. Tiempo de encuentros de viejos vecinos; de amigos fraternales y, de brindar al cielo por los ausentes. Tiempo de vida callejera que en Triana siempre supieron elevar al terreno de los afectos sublimes. La lentitud del tiempo cobra especial significado, cuando amigos del alma charlan de sus cosas, con sus lineales reflejos proyectados en los vasos de las tabernas. Triana de eso sabe mucho y así da testimonio el transcurrir de su Historia. Vayan –yo lo hago con frecuencia- una mañana de sábado a su Mercado y sin prisas observen como discurre la vida en toda su grandeza. Nadie se siente extraño y, lo más importante, nadie es más que nadie. Ahora estamos en tiempos de Velá y el calendario sevillano nos insta a cruzar el Puente. No solamente con el ánimo de pasarlo bien y “ponernos ciegos”, sino para abrir los ojos del alma de par en par y con la Esperanza de volver redimidos para la otra orilla. Bebernos a sorbos los resquicios de unos Cantes que en Triana tomaron cuerpo y alma. Adentrarnos lentamente por Pureza para constatar que Ella vela por nosotros desde dentro. Y luego, de madrugada, volver, volver, volver…. a los nidos donde habitan los pájaros heridos por el amor de las cosas que se nos fueron. Hoy es 25 de Julio. Hoy es día grande en el Arrabal, lo que equivale a decir: Fiesta Mayor de la Hija más excelsa de Sevilla. Pongamos que hablo de…. ¡Triana!

domingo, 24 de julio de 2011

La dulce melodía del castellano



El idioma castellano –vulgo español- lo hablamos un montón de millones de personas en el mundo. Todos unidos por una misma lengua y con riquísimas aportaciones a la lengua de nuestros ancestros. Cuando descubrí -¡bendita la hora!- a los grandes escritores latinoamericanos (García Márquez, Carlos Fuentes, Cortazar, Vargas Llosa, Juan Rulfo, Ernesto Sabato, Octavio Paz, Bryce Echenique…..), aparte de notar en mi piel la magia de la literatura en todo su esplendor, me di de bruces con una serie de palabras para mí desconocidas. Hermosas y rotundas y que, como ocurre con el andaluz, mas que cercenar enriquecen notablemente la lengua de Cervantes. El pasado 18 de junio el Instituto Cervantes para celebrar el Día E, donde se rinde homenaje a la lengua castellana en todo el mundo, realizó una encuesta vía Internet para concretar que palabra castellana gozaba de más respaldo popular. Con un balance de 33.000 participantes la palabra elegida fue “Querétaro”, la misma que fue presentada por el actor mejicano, Gael García. Significa en el México lindo y querido (siempre acribillado a balazos: ayer por las nobles huestes de Pancho Villa y hoy por los desalmados del narcotráfico) algo así como: “Isla de las salamandras azules”. Hermosa a más no poder tanto la palabra como su significado. Sobrepasamos los 30.000.000 millones de gente que hablamos el castellano (incluso en Brasil donde la lengua originaria es el portugués, 9 de cada 10 brasileños lo hablan). En el poderoso EEUU la colonia latina crece como la espuma y, los políticos de todo signo, saben que sus votos son fundamentales para conquistar o conservar el Poder. Alguna palabra en castellano hay que soltar en algún mitin o lo tendrán crudo con los votantes hispanos. Resulta enormemente placentero que a muchísimas muchachas nacidas en Sevilla, Madrid, Badajoz, Zamora, Buenos Aires, Lima o Bogotá los poemas de Bécquer o Lorca –leídos tal como fueron escritos- las envuelvan en un sueño compartido. Resulta alentador que Lope, Cervantes, Miguel Hernández, Alberti, García Márquez o Vargas Llosa conmuevan hasta los cimientos a castellanos parlantes huérfanos de luz y libertades.

Querétaro, Querétaro, Querétaro….que bien me suena tu nombre. La única referencia que tenía de ti era que dabas nombre a un Estado mejicano. Allí jugó España un Partido del Mundial de México contra Dinamarca. Ganamos por 5 a 1 y el “Buitre” marcó 4 goles. Hermosas palabras se quedaron en el tintero que también podían haber optado a la más hermosa. Posiblemente cada uno de nosotros tenga la suya y forme parte de su indisoluble patrimonio sentimental. Libertad, solidaridad, arrumaco, esperanza, flamenco, añoranza, duermevela, casapuerta, quejío, alborozo, figurante, alacena, soberao… ¡Cuantas y cuantas maneras de reclamar la atención de las cosas! Larga vida a nuestro idioma que es manantial de luz que dimana de nuestros mayores. Cuidarlo y hablarlo sin complejos, obviando la pertinaz invasión anglosajona, es tarea de todos. La tecnología nos ha llenado de palabras ajenas a nuestra idiosincrasia debilitando la esencia del castellano. Rodrigo de Triana, después de tan larga travesía, cuando vio algo sólido en el horizonte donde asentar los pies gritó emocionado: ¡Tierra a la vista! Si la aventura marinera de Colón hubiera ocurrido hoy seguramente el trianero Rodrigo diría: ¡Facebook en el horizonte, tomad las “redes” y conectad los Wifi!

viernes, 22 de julio de 2011

Los renglones torcidos de Dios




“Hay blasfemia que se calla
o se trueca en oración;
hay otra que escupe al cielo
y es la que perdona Dios”
-Juan de Mairena- (Antonio Machado)


A través de la ventana del bar los veo cada mañana mientras me tomo el primer e imprescindible café mañanero. Ella es una mujer que debe andar por los cuarenta y él es un niño parapléjico que rondará los doce años. Tiene siempre la cabeza inclinada hacia el lado izquierdo de su cuerpo. Seguro que nunca emitió ninguna palabra ni en su cara se dibujó ningún atisbo de sonrisa. Al poco tiempo llega una furgoneta a recogerlo. La trae un muchacho joven –noble oficio tiene usted querido desconocido- que nada más bajarse le acaricia la cabeza y le estampa un par de besos a la madre. Descuelga una rampa en la parte trasera e introduce la silla con su preciada carga en el interior de la furgoneta. Viene llena de criaturas a los que Dios les escribió su guión con faltas de ortografía. Se marcha arrancando el vehiculo con sumo cuidado para no lastimar –aún más- a los seres humanos que transporta. Su destino será un sitio habilitado por la Junta –la Comunidad Autónoma española donde mayores prestaciones se ofrecen a los más desfavorecidos- donde ayudarlos en lo posible y, posibilitar de paso que sus encadenadas familias -con sus madres a la cabeza- puedan recuperar el pulso de las tareas cotidianas. Ellas viven por y para ellos y, en su sacrificada labor, siempre estará presente lo mejor y más noble de la condición humana. Estas criaturas de Dios representan la cara y la cruz de la obra del Sumo Hacedor. Nacieron como si la vida no fuera con ellos, cuando representan todo lo que de humano la vida representa. Están indefensos ante todo y ante todos y, por ello consiguen que nos adentremos en las profundidades del alma, para sacar lo mejor que anida en nuestro interior. Se les quiere de una manera especial y, todos aquellos que militamos bajo la bandera de la solidaridad, los consideramos como algo nuestro. Nunca los dejaremos solos y todos nos veremos implicados en cuidarlos como se merecen. Bien cierto es que Dios algunas veces escribe con renglones torcidos. La imperfección de algunos trazos de su escritura condiciona que vivamos permanentemente entre dudas y certezas. Lícito es que alguna madre se pregunte: ¿Por qué a mí y porque a mi hijo? La Naturaleza Humana está condicionada por un cúmulo de circunstancias que, en no pocas ocasiones, se alían perversamente con lo irracional. Muertes prematuras; enfermedades dolorosas y nacimientos imperfectos como síntomas inequívocos de que el dolor y la pena conviven con nosotros. Atribuir lo bueno que nos pase a Dios y lo malo a las circunstancias es simplificar la obra divina. No podemos ser tan solo creyentes como poseedores de una póliza que nos salvaguardará de las desdichas. Las cosas son más complejas y están sujetas a accidentales circunstancias que escapan del campo del raciocinio. Mientras vivimos sumidos en un mar de interrogantes no nos queda otra que remar contracorriente. Solo creciendo como seres humanos podemos conseguir que la obra de Dios alcance la perfección. No se consigue solo la inmortalidad con golpes de pecho y pasando los dedos por las cuentas de un rosario, sino más bien siguiendo la senda de Aquel que se hizo humano para redimirnos a través de la bondad, la solidaridad y el sacrificio.
Buscarlo por los confines de San Lorenzo, cuando la desesperación llama a nuestra puerta es, en definitiva, buscar y encontrar a Dios.

miércoles, 20 de julio de 2011

Un Programa de Flamenco

“Dame un sorbito de agua
prima que vengo najando;
que media Guardia Civí
por Ronda me andan buscando”.

El Flamenco, en lo que a Radio o Televisión se refiere, no pasa por uno de sus mejores momentos. En los medios radiofónicos ya solo quedan nobles y hermosos residuos de una etapa lamentablemente sobrepasada por el tiempo. En Televisión el Flamenco ni está ni se le espera. Fundamentalmente, hoy día, la programación más interesante de Flamenco está en Internet, a través de Canalflamencoradio.com. Son 24 horas de Flamenco de todas las épocas sin estar sujeto a la servidumbre de la publicidad. Eso si, se llevará por delante los últimos rescoldos de supervivencia de las hoy debilitadas Compañías Discográficas. Para que comprar música cuando la Red te la proporciona gratis. Estuve durante tres hermosos años haciendo un Programa de Flamenco en Radio Giralda (“El Flamenco en la Onda”) y, siempre pude constatar que aquello era seguido por una docena de pacientes amigos. No es que uno pretendiera conseguir el “Premio Ondas”, sino más bien entretenerse-entreteniendo con lo más le gusta hacer: hablar de Flamenco. Como dice la Canción, “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida….” y por ahí andamos. Existe en la actualidad un Programa de Flamenco en la endeudada Giralda TV que, a mi entender, reúne cuantos requisitos necesita este Arte para ser difundido en toda su grandeza y esplendor. Se llama Com.Flamenco y esta dirigido y presentado por Antonio Ortega. ¡Magnifico en continente y contenido! Se tratan los temas con una gran delicadeza y con una saludable ausencia de sectarismo. Creo, con absoluta sinceridad, que después del recordado “Rito y Geografía del Cante” de José María Velásquez Gaztelu, estamos ante la mejor muestra histórica de flamenco en Televisión. Se mezcla lo añejo con lo más novedoso en un perfecto equilibrio entre tradición y evolución. Las críticas que se hacen nacen del aura de lo constructivo sin tener que hacer “sangre” de nada ni de nadie. La segunda parte del programa está íntegramente dedicada a una entrevista a variopintos personajes del Flamenco. Se le deja “carta abierta” para que desde su libertad pueda expresarse sin ataduras. Estábamos ya cansados de tantos entrevistadores estrellas, donde el entrevistado solo es una excusa para el lucimiento del primero. Antonio Ortega ha sabido conjugar pasión y conocimiento para que, estudiosos y aficionados en general, sepan -sepamos- por donde ha ido el Flamenco y por donde va en la actualidad. Este tipo de Programa, carente de acritud tan alineada con un localismo asfixiante, nos redime con nosotros mismos. Nos adentra en los vericuetos sentimentales del Arte Jondo y nos lleva de la mano al paraíso de los sonidos del alma. Enhorabuena pues a este Antonio Ortega, replica sevillana con apariencia de Joaquín Cortés, que nos ha demostrado que se puede conjugar formación con entretenimiento, sin dejar por ello caídos en las ya manidas “trincheras” del Flamenco. Ignoro cuanto durará esta hermosa aventura flamenca y deseo fervientemente –por el bien del Flamenco- que sea larga y duradera en el tiempo. Demostrado queda que no era tan difícil hacer un buen Programa de Flamenco en Televisión. Ahí esta Com.Flamenco para demostrarlo de manera fehaciente. Antonio Ortega más que el dedo en la llaga ha puesto su pulgar en la sonanta. Suena bien, pero que muy bien, esta melodía flamenca.
Disfrutémosla pues mientras podamos que ya sabemos que en esta Ciudad todo lo realmente bueno es efímero y manifiestamente empeorable. La mecha de la dinamita de los mediocres siempre está al acecho y presta para ser encendida.

Larga vida a Com.Flamenco y un abrazo fraternal a quien nos enseñó en un hermoso libro quien fue “El Bizco Ámate”. Pues nada, lo dicho. “Sean felices señores”…viendo este buen Programa de Flamenco.

lunes, 18 de julio de 2011

El Niño de Oro

Se ha muerto don Juan Arza Iñigo, un ilustre sevillano de adopción nacido en Estella (Navarra) a los 88 años de edad. Se nos ha muerto Juanito Arza, el mejor jugador de la Historia del Sevilla y, uno de los más grandes paridos en esta tierra llamada España. Llego al Sevilla con tan solo 20 años de edad procedente del Málaga. Su fichaje cifrado en 90.000 pesetas fue, con diferencia, el más caro de la época (con el añadido de la cesión de tres jugadores y la celebración de dos partidos amistosos). Su palmarés como jugador del Sevilla es sobradamente conocido: máximo goleador de su Historia con 182 goles; Campeón de Liga (Temporada 1944-45); Campeón de Copa (1947-48) y único “Pichichi” del Sevilla con 29 goles (Temporada 1954-55). Juanito Arza fue siempre adorado por la afición sevillista y, lo más importante, admirado y respetado por todos los béticos.

Curiosa e injustamente solo vistió en un par de ocasiones la elástica nacional. Su exclusión de la Selección Española para disputar el Campeonato del Mundo en Brasil (1950), fue motivo de una fuerte polémica nacional. Estaba en todo su esplendor futbolístico y nadie se explicaba el porque lo dejaron en “tierra”. Siempre se consideró un sevillano -en el más noble sentido del término- sin renunciar a los sones de su terruño navarro. Grande, muy grande, fue como futbolista y persona este menudo navarro nacido en Estella y adoptado por la Madre Sevilla. Después de “colgar las botas” desarrolló toda clase de funciones en el Sevilla de sus amores. Es ley de vida: se nos va el hombre y se eterniza el mito. No tengo reparos en reconocer que, a pesar de mi inveterada condición del “verde que te quiero verde”, siempre tuve a Arza dentro del triangulo de mis emociones futboleras. Me viven dos –y ojala que por mucho tiempo- y son: don Alfredo “el más Grande” y, don Luís Del Sol, el icono que siempre me devuelve a mi niñez por la Avenida de la Palmera. Queda en mi memoria sentimental los partidos que le vi jugar a Juanito Arza en el antiguo Nervión (extraño en el paraíso) y su cara menuda y vivaracha en las estampas intercambiadas de mi niñez. Descanse en paz don Juan y gracias por haber hecho soñar a los sevillistas con sus gestas y, a los béticos, con la utopía de verlo vestido de verdiblanco. A través de personas como usted se vertebró la columna sentimental de esta Ciudad. Lo imagino entrando en el Cielo con el balón cosido al pié; con una indumentaria blanca impoluta y un pañuelo rojo atada al cuello. Fue un placer conocerlo y verlo jugar. Una duda para terminar: ¿Tiene Juan Arza una calle en Sevilla? De no tenerla ahora sería el momento de cambiar de nombre una –que todos sabemos- y rendirle pleitesía de paso a los que de verdad nos hicieron soñar.

El velo negro de la Historia de España

Hoy es 18 de Julio de 2011. Hoy se cumplen 75 años de un nefasto 18 de Julio que sembró de luto los campos españoles. La cal de las paredes se vistieron del rojo de las amapola y las aves que volaban hacia el Parque de Doñana dieron un rodeo por Portugal (para no ver horrorizadas las tierras de España). Guerra fraticida entre hermanos que a la postre propició que en muy pocas casas las lágrimas no mojaran con su pena los Libros de Familia. La familia de mi madre de tendencia republicana las pasaron realmente canutas. Ella nunca permitió que nosotros –sus hijos- de ideas socialistas guardáramos en nuestros corazones ni un solo gramo de rencor. La Guerra In-Civil española es una terrible Historia fragmentada en cientos de miles de historias personales. Barbaridades, terribles barbaridades, se cometieron por ambos bandos. En toda contienda fraticida los vencedores siempre son los verdugos y los vencidos las victimas. Si hubiese vencido el Frente Popular la represión la hubieran ejercido los estalinistas y, repasemos la Historia allí donde gobernaron para saber como se las gastaban. Pero, dejemos en definitiva que sean los historiadores quienes se encarguen de la noble e ingente tarea de historiar. Primero la escribieron –la Historia de la contienda fraticida- los vencedores y después la han reescrito los vencidos. Aprendamos a que sean los historiadores rigurosos y objetivos quienes nos muestren el cúmulo de barbaridades que se cometieron. No hagamos de la Memoria Histórica una Ley sino más bien una Necesidad para no tropezar dos veces en la misma piedra. La Transición fue modélica porque se escogió el camino –difícil pero necesario camino- de la reconciliación nacional. Nadie puso sus muertos encima de la mesa y este sufrido país vivió –posiblemente- sus mejores años de sana convivencia democrática. Hoy se ha vuelto desgraciadamente a una virulencia que no conduce a ningún sitio bueno. Políticos de perfil bajo disimulando la torpeza de su gestión sacando a pasear los muertos de los cementerios. Andalucía fue de las regiones más duramente castigada por tirios y troyanos. Del verde de los olivos manaba sangre de rabia y pena. Las ramas más nobles del árbol genealógico de Salva Gavira –mentor de este blog- estaban impregnadas del yugo y la flecha; las mías se balancearon al aire de los sones republicanos. Estoy seguro, completamente seguro, de que ambas se apoyaban en las raíces terrenales de la nobleza. Las ideas son importantes para desarrollar nuestro intelecto; las acciones –las buenas y nobles- son fundamentales para configurarnos como personas decentes. Ser hoy de derechas, o ser de izquierda, cuando se respeta de verdad el noble ejercicio de la Democracia es una cuestión secundaria. Enterrar viejas hachas de guerra y aprender a respetar las ideas ajenas (exceptuando las fundamentalistas) es el mejor camino para una convivencia sana y pacifica. El ser humano necesita nutrirse del maná de su ideología para intentar transformar la Sociedad que le haya tocado en suerte (o en desgracia). Por eso nunca más otro 18 de Julio que llevarnos a la boca. Fueron muchos los que se vieron arrastrados a una u otra trinchera sin tener la posibilidad de dejar los fusiles abandonados en las armerías. El odio arrastra los sentimientos como un Tsunami que proviene de los mares de la intransigencia. Por eso hoy que es 18 de Julio del 2011 debemos recordar el pasado con la firme determinación de que no se repita. Que las palomas nunca más se avergüencen de sobrevolar el cielo de España.

El Conseguidor no tiene quien le escriba



Fueron ocho años al frente del Distrito. Para él, se le hicieron tremendamente cortos. Le parecía que fue ayer cuando lo llamaron a la sede provincial del Partido para comunicarle la buena nueva: lo ponían al frente del Distrito. Bien merecido lo tenía (pensó él) por la larga lucha clandestina mantenida a favor de las libertades. Ingresó en el Partido siendo aún muy joven y fue uno de los cincuenta –nunca hubo más- que de verdad corrieron delante de las porras y los caballos de los “grises”. Fue un aplicado alumno en la antigua Hispano Aviación y, entre ensamblajes de aviones y reuniones sindicales clandestinas, transcurrieron los mejores años de su vida. Se configuró como un obediente y disciplinado militante de base y siempre mostró poco –o ningún- interés por los cursillos de formación política y, aun menos, por las tediosas y largas reuniones teóricas. Lo suyo era la acción en el seno de la Fábrica o inmerso en la frenética actividad sindical. Pasaron los años y con la entrada en la Democracia pensó –y con razón- que su dura lucha bien había merecido la pena. Consiguió escalar puestos en el Sindicato y ya era un liberado que había conseguido colgar-definitivamente- su “mono” en la taquilla de su vestuario. Ahora había llegado el momento de cambiar el ensamblaje de aviones por el montaje de Secciones Sindicales en toda la Provincia. Todavía le quedaba por vivir el feliz e histórico momento en que su Partido llegara al Poder en España. No tardaría mucho en llegar ese ansiado día. Se llevó una cierta frustración cuando comprobó que a lo largo de los años se sucedían las elecciones –sobre todo municipales- y nunca contaban con él para formar parte de la lista electoral. Otros, pensaba, habían hecho menos méritos que él y hasta solían repetir. El Partido le decía incansablemente que lo suyo era la actividad sindical y, fundamentalmente, el “control político” de su Barriada. Al final se lo terminó creyendo y, sobre todo, cuando le dieron las riendas del Distrito. Era querido y respetado por vecinos, comerciantes y Asociaciones Vecinales. Él llegaba a los sitios como si el mundo descansara sobre sus espaldas. Sudoroso portando su maletín, con el nudo de la corbata suelto y su chaqueta colgada del brazo. Daba una y mil explicaciones de lo liado que estaba siempre, y se lamentaba de que los días tuvieran solo 24 horas. Todo pasaba por sus manos y su despacho era el centro neurálgico de las peticiones de la Barriada. Desde la configuración de la Velá, al nombramiento de los Tres Reyes de la Cabalgata del Barrio o las reformas en tal o cual Asociación y, hasta los trofeos para los Campeonatos de Dominó. Entraba en los bares envuelto en los saludos generalizados del “personal” y no le dejaban pagar nunca. Pensó y se equivocó, como la “Paloma de Alberti”, que era el Dueño y Señor de vidas y haciendas. Ahora pintan bastos y tiene ya los días contados al frente del “Cortijo”. Se le nota algo desorientado y con la mirada baja y melancólica. En el Partido –y el Sindicato- ya le han anunciado que “orgánicamente” es imposible reubicarlo con la que está cayendo. Se anuncian tempestades de cambio y van a ser muchos culos para muy pocos sillones. Tendrá que apuntarse al paro y apurar como pueda los pocos años que le quedan para jubilarse. Ahora ¡por fin! ha descubierto la verdadera Naturaleza Humana. Ya no le invitan en los bares ni le dejan presuroso un sitio para jugar al dominó. Algunos, que ayer se inclinaban para saludarlo, hoy cuando lo ven miran distraídos para los escaparates. Seguramente alguien habrá dentro del vecindario que lo valorará como persona y no en función de su perdido cargo.
Esos, solo esos, eran los suyos. Los otros no eran más que una cohorte de aduladores que, desde el principio de los tiempos, siempre se arrimaron de manera oportunista a los “ganadores”.

Descubrió, algo tarde, que el Partido y el Sindicato solo eran unos medios para conseguir unos fines. Ahora curiosamente ya no dice “mi” Partido; ahora suele decir “el” Partido. Algo es algo. Lo dejó escrito el gran Rafael Alberti: “Se equivocó la paloma / se equivocaba/….Creyó que el mar era el cielo / que la noche la mañana / se equivocaba…/. Te equivocaste, te equivocaron o te dejaste equivocar.

domingo, 17 de julio de 2011

La Tierra de la templanza

(La Templaza, Museo de Bellas Artes de Sevilla)


¿Qué fue antes Sevilla o la Templanza? ¿Creó Dios esta Ciudad para que tomara forma el temple o fue al revés? La vida es vertiginosa por su propia naturaleza y el temple se nos representa como la única posibilidad de atrapar la belleza efímera. Todo por medio de la moderación (no confundir efímero con insustancial: lo primero es fugaz sedimento de vida y lo segundo un inútil canto a lo inocuo y superficial). En Sevilla la Templanza adquirió –hoy solo localizada a ráfagas- múltiples formas y contenidos. Puede que sea en el hermoso Mundo del Toreo donde mejor tomó cuerpo la Templanza. Con Juan Belmonte quedó marcado a fuego las tres claves de la idiosincrasia taurina: Parar, templar y mandar. Se para primero la embestida del toro (la fiereza animal domesticada); se templa para crear el armazón que configuran toro y torero (ralentizando la relación espacio-tiempo) y, se manda a golpes de muñecas, logrando a través de la belleza de la estética, que el Arte salga victorioso (el triunfo de lo estético sobre la fuerza de la Naturaleza). Todo importante pero siempre con el temple como eje vertebrador de todo lo demás. Sin temple, pasará el toro, pero nunca se quedará el Arte que hace inmortal a la Fiesta. El Cante Flamenco se nutre fundamentalmente del temple. Su “palo” más jerárquico y sustancioso es la Soleá. Ahí, cuando se canta con conocimiento y sentimiento, el temple alcanza sus cotas más elevadas y sublimes. El Cante adquiere sus mayores cotas de grandeza, no cuando se acelera o se rompe fragmentado en mil pedazos sentimentales (que también), sino cuando se recoge hacia dentro, envuelto en tonos sutiles que buscan y sustituyen la estridencia del quejío por la templanza del sollozo. Cantar no es pegar voces (eso estaba bien para vender melones y búcaros por las calles). Cantar es arañar las paredes del alma sin despertar a las alondras dormidas. La futbolera Sevilla siempre tuvo entre sus jugadores más recordados peloteros adornados con el don de la Templanza. Juan Arza, Luís Del Sol, Ramoní, Quino, Montero, Rogelio, Francisco, León Lasa, Antonio Álvarez, Cardeñosa……todos magos del temple y, claros exponentes, de cómo en el Fútbol se debe acariciar a lo que Manolo Lama llama la “bola”. Ahí está la clave: esta gente no le pegaba patadas a un balón sino más bien: “tocaban la pelota”. El mismísimo Rafael Gordillo que era un vendaval imparable por la banda izquierda, se paraba unos segundos en su frenética carrera para medir el temple de sus centros (hoy, exactamente igual, lo hace Jesús Navas por la banda derecha). Tierra de Templanza esta nuestra hoy enmascarada por los vertiginosos tiempos que corren. El culmen del temple sevillano siempre estuvo y estará en su Semana Mayor. Ahí quedan expuestas magistralmente las mil y una formas que toma la Templanza. Por ello, para muchos sevillanos, es más hermosa en sus preámbulos (la Cuaresma) que en su literal desarrollo. La calle en efervescencia es proclive a la vorágine. Los momentos de temple se nos escapan de las manos. La lenta configuración de los pasos en los templos es un hermoso canto a las cosas bien hechas e imperecederas. En definitiva, un monumento a la Templanza. Las prisas en la vida y, fundamentalmente, en aquello donde se nutre nuestro espíritu nunca fueron buenas consejeras. Quien te aconseje correr junto a él, solo pretende combatir la “soledad del corredor de fondo”. Para detener el tiempo y, eternizarlo al amparo de la belleza, Dios inventó la Templanza y le encargó a Sevilla que fuera la depositaria de la misma.

Aclaración pertinente. Cuando tu suegra pide la leche templada en el café del desayuno no es que ande sobrada de temple, es que no quiere quemarse los labios. Cada cosa en su sitio.

viernes, 15 de julio de 2011

Viernes 13...digo 15



“Tu calle ya no es mi calle
Mi calle ya no es tu calle;
Tu calle y la mía son
Una calle en cualquier calle”

Seguimos avanzando, síntoma inequívoco de que seguimos vivos, sudorosos y con ganas de marcha. Atrás quedó el Corpus y en puertas tenemos a la Velá de Santa Ana. Fiesta grande la primera en Sevilla y la segunda en Triana. Las ciudades y los pueblos se vertebran por sus Fiestas Mayores, es decir aquellas que el pueblo toma como propias. Me temo que ambas y por diferentes motivos van perdiendo poco a poco sus orígenes primigenios. El Corpus se hace en la calle eterno y tedioso y cuando termina de pasar la Custodia de Arfe uno ya no sabe que le ha convocado allí. Una mañana de Corpus se nos está configurando para muchos como un ejercicio supremo de masoquismo. Todo se reduce a los males inmersos en la Feria de las Vanidades (ver y dejarse ver como en el perímetro de la Maestranza en las Corridas de Feria). Poco se puede hacer para que las cosas eternas de la Ciudad no terminen desnaturalizadas. Sobre la Velá, aparte de hacer años que no la frecuento, doctores tiene la Iglesia (de Santa Ana) para dictaminar las causas que la han llevado a su estado actual. Tenemos –perdón por considerarlo mío como trianero vocacional- desde hace unos días nuevo Alcalde de Triana, don Curro Pérez (disculpas por la confianza), y confiemos que sepa –no lo tendrá difícil- mejorar las gestión de sus antecesores en el cargo. Saber escuchar y mostrarse receptivos con los trianeros que conocen, sufren y aman a Triana, será –o debía ser- algo consustancial con su cargo. Luego que tome las decisiones que considere oportunas, pero siempre agarrado al mástil de la bandera de la racionalidad. Lo cierto es que ya estamos a Viernes 13…digo 15 y, el largo y calido verano, va llegando a su ecuador de soles asfixiantes. Se observa, posiblemente motivado por la Crisis, mayor abundancia de veraneantes sin veraneo y un mayor número de Rodríguez tan solo de apellidos. Incluso los fines de semana ya no son lo que eran. Ahora, curiosamente, la gente ha descubierto que la exposición a los rayos solares producen no pocos casos de cáncer de piel; que las carreteras se han vuelto muy peligrosas con tanto “niñato suelto” y que, en definitiva, como en la casa de uno en ninguna parte. Recuerdo cuando niño que el “veraneo” era cosa de gentes muy pudientes e, inclusive, se anunciaba en la prensa local su marcha y retorno: “Los Señores de Colmenero, don José Ignacio y doña Evangelina, acompañados de sus gentiles hijos, Gervasio y Dolorcita, se marchan al Puerto de Santa María para iniciar su periodo estival de vacaciones”. Nosotros, los niños del pan con azúcar, que sabíamos en mi barrio las casas señoriales que se quedaban desiertas, nos introducíamos en sus zaguanes de mármol –frescos a más no poder- para intercambiarnos cromos de futbolistas. Incluso le dejaban las llaves a alguna persona de confianza (la gente humilde siempre lo ha sido) para que les cuidara la mansión en su ausencia veraniega. Fue la primera vez que descubrí que, dentro de las casas adineradas, había capillas o salas de plancha mayores que el cuarto donde mi madre nos crió. Añorados veraneos de colas interminables los 18 de Julio en Piscinas Sevilla; de mujeres sentadas al fresco “pegando la hebra” en las puertas de las casas; de intrépidos niños camuflados en los pretiles de las azoteas para ver desnudarse a las vecinas de enfrente y de puestos callejeros de sandias y melones.
Noches estrelladas al amparo de los Cines de Verano donde poder aparcar la dura realidad aplaudiendo a Tarzán o al Séptimo de Caballería y, de búcaros siempre vacíos y proclives al exabrupto: “Los muerto der búcaro que nunca tiene agua”.

Por eso hoy que es Viernes 13…digo 15, me apetece rendirle pleitesía al que vendía los higos chumbos, adornados con trozos de nieve, en la puerta de los Cines de Verano. ¡Va por usted -y por mi niñez- Maestro¡

miércoles, 13 de julio de 2011

El espejo donde te miras


Cada cierto tiempo y, desde que tengo uso de razón, siempre he escuchado con relación al Río Grande que Sevilla vive de espaldas a él, siendo urgente y necesaria su pronta recuperación. Este Guadalquivir de grandes poetas, hermosas aventuras ultramarinas y eternos proyectos rehabilitadores, encierra en sus hoy contaminadas y sucias aguas la Historia de Sevilla y, fundamentalmente la de Triana. Si, que nadie se escandalice por esta afirmación donde separo a Sevilla de Triana. Posiblemente podrían citarme mis amigos del arrabal más razones, pero se me ocurren entre las dos orillas, tres elementos diferenciadores fundamentales: la Semana Santa, el Flamenco y el Río. Sevilla no tiene al río –la verdad os hará libres- como un referente cotidiano sentimental de su existencia. Sevilla siempre tuvo al río como Puerto de entrada y salida para el Comercio; ir y venir de barcos de recreo, nudo gordiano de lo accesorio y comercial que prioriza lo sustancial en detrimento de las cosas eternas. En este lado atracaron y desembarcaron cosas y gentes de arenales connotaciones históricas. Triana por el contrario aporta al río su ineludible cuota de historia y vida. Sevilla sin su río sería menos Sevilla. Triana sin él casi no tendría sentido en su existencia. La calle más importante adyacente al río se llama Betis y está – ¿donde si no?- en Triana. Allí se celebra la Fiesta más importante del arrabal –la Velá- y tiene al Guadalquivir como santo y seña de la misma. Triana es marinera por condición y devoción. Sevilla lo es, fundamentalmente, por mirarse en el espejo de Triana. Cuando los sevillanos cruzamos el Puente más que al río miramos en la lejanía al Puente de Los Remedios. Cuando lo cruzan los trianeros miran las zapatas y la cercanía del agua como si fueran a verla por última vez. La margen de Triana se nutre de vida artesana, cantaora y corporativa y, la de Sevilla, de tráfico y monumentos de hierro insustanciales. Sevilla duerme tranquila por saber que su río está en buenas manos. A los que vamos de Sevilla a Triana nos da la bienvenida una capillita y un faro marinero. Los que hacen el camino en sentido contrario son –eran- recibidos por una lonja de pescados y un puesto de calentitos. (Escuche Alcalde Mayor / que quien el Cante desgrana / nos dice por Solea / ¡Por Dios pasadme a Triana!). Allí empieza y termina el río y aquí nos alejamos de él, hasta perdernos en los laberintos sentimentales de la Ciudad. ¡Pobre Guadalquivir hoy abandonado a su suerte! Sucio, contaminado, con colores ocres de barro y donde sus peces emprendieron presurosos su aventura atlántica. Vuelves a ser moneda de cambio electoral de políticos oportunistas que todo lo prometen y nada hacen. Por tus aguas se quedó nadando un niño de la judería que, se llevó más de un correazo, por bañarse en tus dulces aguas. Sin tú pretenderlo llenaste de negro luto más de una humilde casa. Te domesticaron hace años para que con tus salidas de tono no llevaras la ruina a los más desfavorecidos. Te temían pero nunca renegaron de ti. Pero ahí sigues aguantando el paso de los años. Nadie lo cantó nunca como la “hija de Juan Montoya”: “Río de mi Sevilla no te entretengas / que te espera en Sanlúcar la mar inmensa / con que desgana dejarás las orillas de tu Triana”.

lunes, 11 de julio de 2011

Como el pan de cada día

“La poesía no es más que una capa de barniz
que el Arte y la Naturaleza le dan a la vida
para paliar la soledad en los hombres
y mitigar el desamor en las mujeres”.

Lo dejó escrito para la eternidad el gran Gabriel Celaya: “Poesía para el pobre / poesía necesaria como el pan de cada día / como el aire que exigimos trece veces por minuto / para ser y en tanto somos dar un si que glorifica”. Decir que corren malos tiempos para la lírica es decir poco. ¿Cuándo han corrido buenos tiempos para la música del alma? Lamentablemente existe hoy poco tiempo –o poco interés- para adentrarnos en los hermosos laberintos sentimentales de lo poético. Rafael, el Poeta del Puerto de Santa María, se preguntaba en su día: “¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? / ¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? / ¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora? /….. ….. / Cantan, y cuando cantan parecen que están solos / Miran, y cuando miran parecen que están solos / Sienten, y cuando sienten parecen que están solo”. Sevilla no solamente es la Tierra de los Poetas, que lo es, sino que además encierra en sus vericuetos sentimentales, de sombra y luz, el alma verdadera de la Poesía. ¿Nos interesa descubrirla y salir a su encuentro? Visto lo visto parece ser que no. En una Sociedad donde mandan y reinan los pragmáticos poco espacio queda para la ensoñación poética. Los que se consideran –o nos consideramos- ilustrados podrían recitar de memoria nombres y obras de poetas sevillanos del ayer (Bécquer, los Machado, Cernuda, Aleixandre, Villalón, Montesinos, Cansinos, Blanco White, Romero Murube….) y, difícilmente, citar a algunos de los que escriben poesía en la actualidad. En países realmente civilizados como Suecia, Francia o Dinamarca la poesía, al igual que el pan, es de consumo diario e imprescindible. Cuerpo y alma alimentados para que se conjuguen los latidos del corazón con los latidos del alma. Lo poético no solo se encuentra en un ripio que rime Cartagena con pena. La obra de Dios –la Naturaleza- cuando se muestra pacifica y respetada por los hombres es pura poesía. La Música cuando logra arañarte las paredes del alma es poesía en movimiento. El Cine, el Teatro, las Artes Plásticas y la Literatura cuando se despojan de artificios pueriles y comerciales, son un vivo ejemplo de noble sedimento poético. No debíamos de necesitar la Poesía solo para soñar, sino simplemente para vivir y dotar a nuestras vidas de trascendencia espiritual. No se trata de evadirse de la realidad cotidiana, se trata más bien de transformarla social y culturalmente. Gabriel Celaya tituló uno de sus poemas más celebres: “La Poesía es un arma cargada de futuro”. Hoy, lamentablemente, está ausente de nuestras vidas y arrinconada en el baúl de las cosas insustanciales. Ni está ni se le espera y, lo que es peor, nadie parece necesitarla. Las flechas del amor han terminado rotas a los pies de los cajeros automáticos. Es el signo de los tiempos y por ahí andamos dando tumbos y pegando palos de ciego. Está todo dicho y poco se puede añadir: “Poesía necesaria como el pan de cada día…..”

domingo, 10 de julio de 2011

Él nunca lo haría








Parecía que fue ayer y ya habían transcurrido más de trece años. Llegó a aquella casa cuando solo contaba dos meses de edad. Era una bolita de pelo blanco más parecida a un osito de peluche que a un cachorro canino. Fue por Navidad y formaba parte del regalo sorpresa a la “benjamina” de la casa. Aquella que llegaría a ser compañera infantil de juegos y caricias. Hubo una cierta polémica sobre que nombre ponerle a aquel nuevo miembro de la familia. Al fin decidieron llamarla “Blanquita” que le cuadraba con su blanco y espeso pelo. “Blanqui” era mimada y cuidada en todas su necesidades. Lo que menos le gustaba eran las periódicas visitas al veterinario con su interminable rosario de vacunas y sus medidas desparasitarías. Al principio, la dueña de la casa era quien más le reñía, por ir dejando pequeñas deposiciones y regueros de orín por todos lo rincones (todavía no podían sacarla de paseo a la calle). Luego estaba su inveterada costumbre de morder cojines y cortinas. Tuvo que cortarse un poco cuando seriamente escuchó comentar que: “O se va la perra o me voy yo”. Afortunadamente no llegó la sangre al río y se fue controlando para no complicarse su perruna vida (vida perruna es algo bien distinto). Odiaba las visitas pues cuando estas hacían acto de presencia la encerraban en un patinillo oscuro y lleno de chismes. Cuando recuperaba la libertad saltaba alborozada diciendo en clave de ladridos: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”. La educaron de forma que solo comía el pienso que el veterinario le tenía recomendado y nunca se subía en sillones, sofás, ni camas. Dormía en una enorme cesta arropada con una descolorida manta. Siempre con la inexcusable compañía de un pequeño peluche de oso que, a no dudar, le haría soñar con su espíritu maternal. Cuando más disfrutaba era cuando se montaba en el coche familiar y sacaba su cabeza por la ventanilla aspirando aires de libertad. La vecindad la quería y la consideraba como algo propio por su carácter juguetón y tremendamente cariñoso. Quien más se preocupaba de ella era precisamente aquella a la que un navideño día le llegó en forma de regalo. La bajaba a la calle tres veces al día y “Blanqui” terminó durmiendo a los pies de su cama. Había desarrollado su fidelidad hacia su “dueña” hasta unos extremos donde solo puede llegar la raza canina. Cuando sentía las llaves en la puerta y adivinaba que era ella que volvía de sus obligaciones escolares saltaba dando brincos de alegría. Los años fueron trascurriendo y aquella niña se convirtió en adolescente. Se marchó durante un año a Irlanda para desarrollar un master en el idioma de Shakespeare. “Blanquita” fue notando esta ausencia más que nadie y, empezó a observar, como al resto del “Libro de Familia” no le hacia mucha gracia tener que bajarla a la calle con los rigores del verano y el frío del invierno. Comprobó que su nombre aparecía en más de una discusión sin que ella llegase a comprender la causa y el motivo. Un día, un infausto día, se le despejaron todas sus dudas. El padre de su “dueña” le enseñó la correa, signo inequívoco de que habría paseo. Le dijo: “Vamos a la calle Blanquita”. Se mostró alborozada y no saltaba porque sus catorce años ya no se lo permitían. Luego todo sucedió de manera muy rápida. Un paseo en coche hacia una carretera lejana. Un simulacro de salida del vehículo y una invitación para que ella hiciera lo mismo. Luego un cierre de puertas rápido y una escapada veloz. Allí se quedó “Blanquita” sola, a pié de carretera y con la noche muriéndose en las lomas cercanas. Horas después vio acercarse a lo lejos unos potentes faros y pensó que todo había sido una broma que le había gastado su dueño. Se situó contenta y respirando aliviada en medio de la carretera.
Luego todo ocurrió a una velocidad vertiginosa: notó un fuerte impacto sobre su cuerpo y como volaba por los aires hasta caer en el arcén rota como una paloma malherida. Por curiosidades de la vida, a esa misma hora una muchacha sevillana estudiante en un Colegio Mayor de Dublín, elaboraba en la Biblioteca una redacción en inglés sobre la obra maestra de Vargas Llosa: “La ciudad y los perros”. Horas más tarde, un embaucador sevillano de serpientes, marcaba un número de teléfono de Irlanda. Tendría que contarle a su hija, con fingido eco lastimero, que a su “Blanqui” en un descuido la había pillado un coche. James Joyce y Luís Cernuda unidos, a su pesar, por una bondadosa muchacha y un canalla inmisericorde.

viernes, 8 de julio de 2011

El aleteo de las mariposas






“Las madres para los hombres
son muy importantes,
las llevan toda la vida puesta”
- Antonio Gamoneda –

Suena en mi ordenador “Double-O” de Count Basie, o lo que es lo mismo el buen Jazz elevado a su enésima potencia. Cada día que pasa estoy más convencido de que las aficiones o bien son inducidas o, por el contrario, se aparecen en tu vida de la manera más inesperada y sorprendente. En mi caso, el Flamenco y los Toros me llegaron por vía paterna. El Jazz por mi precoz afición al Cine y fundamentalmente al Cine Negro. Aquellos Club de Jazz con música de fondo entre vasos de bourbon; humo de cigarrillos y mujeres fatales pero deslumbrantes, podían con cualquiera. ¿Quien no ha soñado alguna vez con formar parte de esos escenarios donde la vida –mala o buena según se mire- caminaba cogida de la mano con el misterio? ¿Cómo va a ser lo mismo morir con las arterias reventadas por la comida basura, que hacerlo envenenado por Bette Davis con un vaso de wisky en la mano y escuchando de fondo a Louis Armstrong tocando la trompeta? No hay color. Mi afición por la lectura me nació gracias a mi abuelo Félix y a los tebeos del “Capitán Trueno”. La música clásica fue una apuesta personal por comprobar si era verdad aquello de que la música amansa a la fiera. Curiosamente en la figura de mi madre es donde con el paso de los años he comprobado que esta mi auténtica personalidad. Ocupando un segundo plano siempre alentaba mis aficiones como antídoto para evitar que aparecieran los vicios. ¡Lo que no sepa una madre! ¿Quién era la que me daba dinero para tebeos, revistas y libros? ¿Quién me decía que fuera a la “Esquina del Hotel Madrid” a comprarme algún disco? ¿Quién me llevaba a los cines de verano y escogía las películas que más eran de mi agrado? ¿Quién con la excusa de que mi padre no se cayera borracho por la calle, me mandaba a recogerlo a los “Templos” del mollate y el Cante sevillanos? ¿Cómo no va estar ella presente en todas mis aficiones? Es curiosa la capacidad que tienen para envolverte desde el cariño, posibilitando que desarrolles tu personalidad como si la cosa no fuera con ellas. Nunca han querido medallas que siempre terminan colgando del pecho vanidoso de los hombres. Quieren hijos bien terminados aunque sean ellas, valga la redundancia, quienes terminen apartadas por los mismos. Subrepticiamente, como el suave vuelo de la mariposa, velan tu sueño y tu vida olvidándose, muchas veces, de vivir la suya. Evidentemente, cuando hablo de madre no hablo solo de parir (que también), hablo de: sacrificio, entrega, dolor, pena, esfuerzo, ejemplo, desprendimiento…. Representan nuestro eslabón sentimental más sólido y duradero en el tiempo. El poemario del Flamenco las cita de manera pertinaz y continua: :






“Que Dios maldiga este sueño/ que tan profundo he dormio / que se han llevado a la mare mía y ni siquiera la he sentio”.

miércoles, 6 de julio de 2011

Los Arguiñanos vocacionales


Hace algunos años, no tantos, lo hombres trabajaban mucho fuera del hogar y, las mujeres trabajaban muchísimo en el interior del mismo. Luego los tiempos fueron cambiando y las mujeres se incorporaron al Mercado de Trabajo. Parecía que por fin alcanzábamos el equilibrio perfecto: el reparto racional de las tareas laborales y hogareñas. La igualdad en su máxima expresión. Después llegó la Crisis y lo puso todo patas arribas. Hoy día existen matrimonios donde trabajan los dos; otros donde solo lo hace el hombre; algunos donde solamente lo hace la mujer y, también hay casos donde no trabajan ninguno de los dos. Esto ha condicionado que las tareas domesticas sean asumidas, fundamentalmente, por aquellos que, desgraciadamente, disponen de más tiempo libre. Luego estaría la legión de separados; divorciados; viudos o solteros irredentos donde la soledad impone su implacable dominio de luces y sombras. Hoy día lavar, fregar o planchar no ofrece –o debía ofrecer- serios problemas, dado que existen artilugios mecánicos que facilitan enormemente las tareas domésticas. Quedaba pendiente la cocina y esta se ha convertido en el territorio preferido de los “Arguiñanos vocacionales”. Los veo guardando cola en los distintos puestos de la Plaza de Pino Montano (no me gusta lo de Mercado) prestos para adquirir el costo alimenticio. Cuando se encuentran con las “aves solitarias” ejercen con nosotros de manera inmisericorde su apostolado culinario. Se les ilumina la cara cuando te dicen: “Echas en la sartén un poquito de aceite. Luego cuando esté hirviendo le echas un poquito de cebolla bien cortadita. Le añades una pizca de nuez moscada y después echas las salchichas. Le añades un poco de vino blanco y lo dejas todo en la candela unos cuatro minutos”. Claro que cuando les comento que primero tendría que ir a la ferretería por la sartén; luego a la Plaza de la Encarnación por las cebollas; después a la calle José Gestoso a la Casa de las Especias por la nuez moscada; a Frankfurt por las salchichas y al Aljarafe por el vino blanco, se suelen cortar un poco. Agradezco sus buenas intenciones pero entre la cocina y yo existe una endémica mala relación. Al poco tiempo de vivir solo, empecé mi romance con “Litoral” y la cosa –nunca mejor dicho- va viento en popa. Peor resulta cuando en algunas de nuestras tertulias tabernarias coinciden dos “Arguiñanos vocacionales”. Se les ilumina el semblante hablando de refritos, salsas y condimentos. Pasan de la sangre encebollada a los calamares rellenos sin omitir y contrastar los ingredientes que utilizan. Cuando repletos de bolsas se tropiezan contigo a la salida de la Plaza y plenamente satisfechos del botín conseguido (verduras, frutas, pescados, carnes, huevos…) nunca dejan que te escapes vivo. Te explican minuciosamente lo que harán de comer ese día y lo programado para el siguiente. Luego los ves marcharse silbando complacidos su himno oficial: el “Cocinero, cocinero, enciende bien la candela” de Antonio Molina. Tienen sus moradas repletas de fichas, libros, dvd y programas de cocina grabados de las distintas televisiones. Se sienten plenamente realizados entre cacerolas y peroles y hacen bien que cojones. Posiblemente prefieran, puestos a elegir, el Purgatorio sobre la Gloria o el Infierno. Allí existe un fuego menos agresivo y donde podrán seguir preparando platos de lo más diverso. Si luego los trasladan a la Gloria seguro que se pasarán al campo de la Repostería. El caso es no parar de cocinar y comer a todas horas. No se trata de comer para vivir ni de vivir para comer, se trata simple y llanamente de…… ¡guisar!

lunes, 4 de julio de 2011

Afectos compartidos



Ella se llama Ana como la madre de la Virgen. Él Juan de Dios como el nombre del Hospital donde en Sevilla tomó cuerpo y forma la caridad mejor entendida: aquella que cubre las necesidades de los seres más desprotegidos. Ambos han compartido conmigo, durante más de treinta años, el espacio vivencial donde he criado a mis hijas y pasé de la juventud a la madurez sin solución de continuidad. Nos hicimos mayores saludándonos abriendo o cerrando la puerta del ascensor. Cuando la vida propicia que algunos de tus vecinos –o compañeros- formen parte además de tu círculo afectivo más íntimo, ya puedes pensar que eres afortunado y las cosas sentimentales empiezan a tomar su verdadera dimensión. Hace unos años la vida les pasó una tremenda factura dejando a Ana, de por vida, postrada en una silla de ruedas. No se amilanaron por este duro revés. Todo lo contrario. Empezaron a navegar conjuntamente contra viento y marea y son la lección más clara que yo conozco de superación ante la adversidad. Siempre sonrientes y atentos con todos y con todo. Criaron a su único hijo y hoy andan inmersos en su noble tarea de abuelos complacientes. Nadie como Juan de Dios lleva en Sevilla –y posiblemente en el resto del mundo- las camisas más limpias y mejor planchadas. Nadie como Ana, inmersa en la belleza eterna de las mujeres sevillanas, sonríe con tanta sinceridad. Él forma parte –su hijo Sergio también- del minúsculo grupo afectivo que todavía me dicen Juanlu. Ella me llama Juan Luís y, desde la J a la s nunca sonó mejor mi nombre. Te dice simplemente: “Hola Juan Luís”, y te salva el día. La estampa de Juan de Dios empujando el carrito de Ana forma parte indisoluble de la Barriada de Pino Montano. Cada cincuenta metros intercambian un saludo con alguien y son queridos y apreciados por todo el vecindario. Somos seres afortunados por tenerlos tan cercanos y tan nuestros. Si caes en desgracia sabes que siempre podrás contar con ellos. La familia la creó Dios para que fuéramos de cabeza al Infierno; los amigos para que tengamos alguna opción de alcanzar la Gloria. Los móviles nos han abierto las ventanas de par en par, y así poder escuchar los “Tambores de Guerra” del personal. De cada diez personas que van hablando por la calle con el móvil pegado a la oreja, al menos ocho lo hace discutiendo acaloradamente. Nadie se corta un pelo. “Kramer contra Kramer”, con el aditamento de cuñados, suegras, hermanos, hijos, compañeros, vecinos…. Por eso cobra una singular importancia tener cerca a personas como Juan de Dios y Ana. Posiblemente nunca valoraremos lo suficiente cuanto representan para nosotros. Sacan a pasear lo más noble que habita en nuestro interior y eso, dado los tiempos que corren, tiene una importancia extraordinaria. El tiempo dirá donde nos “aparcarán” cuando seamos material humano inservible y, solo Dios sabe cual será nuestro destino. La soledad es una invisible compañera de viaje que nos está esperando en algún recodo del camino para darnos la mano. De momento que le vayan dando. Mientras tanto a vivir que son dos días. Juan de Dios y Ana; Ana y Juan de Dios, como ejemplos paradigmáticos de que la vida es tremendamente hermosa. No tengo motivos para quejarme: mi madre presente; mi nieto creciendo por día; mi salud aguantando los efectos de la Cruz del Campo; mi economía titiritando pero resistiendo; mis amigos aguantando las embestidas de mis enemigos y mi Betis en Primera. ¿Qué más puedo pedirle a la vida? ¡Ah sí! Que nunca me falten amigos como Ana y Juan de Dios.

domingo, 3 de julio de 2011

Legítimas, acreditadas y eternas




Así queda acreditado en su original envoltorio de papel parafinado y que siempre leemos antes de hacerlo un “ovillito”:“Las legítimas y acreditadas Tortas de Aceite de Inés Rosales (marca registrada) Calle Real, 102 – Castilleja de la Cuesta – Teléfono 30”. Gracias a la encomiable labor de Juan Moreno Tocino (hoy ya definitivamente entronado como el “Rey de las tortas”. Antes lo fue Cassius Clay) las tortas de aceite del ayer siguen vigentes y más pujantes que nunca en la actualidad. Forman parte inseparable de nuestro más noble legado sentimental-culinario. Ya incluso son materia alimenticia exportable a todos los confines del mundo. Dicen los cronistas británicos de la “Casa Real” que, su augusta y dignísima Majestad, ha cambiado las insustanciales pastas del “Té de las cinco” por un par de Tortas de Aceite de Inés Rosales. Le garantizamos que con tales costumbres alimenticias puede durar –Dios así lo quiera- más que su Real Madre (a la que Dios tenga en su Santa Gloria Anglicana). Dos elementos accesorios sentimentales me acompañan impertérritos desde mi ya lejana infancia: la colonia del señor Álvarez Gómez y las Tortas de Aceite de doña Inés Rosales. Nunca entendí como cuando tus travesuras infantiles sobrepasaban las lindes de lo permitido, te amenazaran con darte “una buena torta” para quitarte las tonterías. Igualmente servía para comentar un accidente de circulación con serias connotaciones: “Dicen que iba lanzao y se pegó una buena torta”. Castilleja de la Cuesta tiene tres elementos que la vertebran en la eternidad de las cosas intemporales. A saber: el Colegio de las Irlandesas; los Hermanos Reyes y, las Tortas de Inés Rosales. Si en vez de pillar al “Comandante” ante una suculenta fuente de mariscos, lo hubieran pillado con una Torta de Inés Rosales en su mano (en la izquierda por supuesto) hubiera duplicado su número de votos. Pero es que no se enteran o por lo visto no quieren enterarse de cómo ganarse al pueblo: siendo simplemente parte integrante del mismo. Debo admitir que hubo una etapa reciente, ya felizmente superada, donde podíamos dar fe de que a “las legitimas y acreditadas” había que añadirle…”y también quemadas”. Comerse una torta equivalía a estropear tres. Pero afortunadamente ya todo está resuelto y hoy ya puedes saboreas desde el primer al último bocado de tu torta mañanera. Bajaron un par de puntos el horno y aquí paz y después tortas. Eso si, rechacen imitaciones que solo conducen a la busca y captura del “Mabogastrol”. Sean consecuentes con la Historia de las cosas bien hechas y por tanto intemporales. Un café con leche bien caliente; el tintineo de la cucharilla diluyendo el azúcar y, las “acreditadas y legítimas” prestas para ser troceadas a mano (el colmo de la cursilería debe ser intentar comerse una torta de aceite con cuchillo y tenedor). Aconsejo que el escenario, en estos días de verano, sea la terraza del hogar, dulce hogar. El soniquete de la mañana parecerá hecho a nuestra medida y, un gorrioncillo, esperará pacientemente apoyado en la barandilla, con la noble intención de poder picotear algún resto de este rico manjar. Subamos pues la Cuesta del Caracol a paso de “mudá” y, recibamos como premio, el poder visitar y rendir pleitesía allí donde nacen para el mundo las “legítimas y acreditadas”. Digámoslo para concluir en clave pregoneril: “Tortas de Aceite habrá pero como tú…. ¡Ninguna!

viernes, 1 de julio de 2011

El retorno de la cigüeña




La tarde se moría lentamente a lo lejos como si se resistiera a dejarle paso a las sombras de la noche. Sentado en la terraza miraba por encima de una maraña de bloques pespunteados de antenas de todo tipo y condición. Su gato dormía placidamente sobre su regazo mientras él se entretenía en acariciarle suavemente la cabeza (la mejor y más segura manera de acariciar a un gato es hacerlo mientras duerme). En la mesa de la terraza estaba depositado un vaso rectangular con un trozo de limón ennegrecido por los restos de una “Coca-Cola Light”. Cuatro periódicos cuidadosamente doblados. Una reciente novela de María Dueñas (“El tiempo entre costuras”). Un par de folios a medio rellenar y dos bolígrafos BIC Cristal, uno azul y otro rojo. Estaba en ese momento del día donde reflexión, pensamiento y ensoñación forman un hermoso triangulo existencial. Era consciente de que formaba parte de aquellos que tienen mucho más cerca la Llegada que la Salida. Atrás quedó su tibio pasado antifranquista que él, de vez en cuando, se encargaba de magnificar en sus columnas. Su deambular por la Ciudad no estuvo exento de vaivenes políticos, pasando de la bandera blanca y verde a la roja y gualda (que al final vienen a representar una misma cosa). Ahora, quizás demasiado tarde, comprendió que dilapidó su hermoso capital literario en aras de convertirse en una especie de “martillo de herejes socialistas”. Pudo haber sido el escritor contemporáneo más importante de la Ciudad, y no pasó de ser un “esperpéntico gacetillero”. Hizo verdad aquello de: “A rey muerto o reina muerta; biografía escrita, biografía puesta (en el mercado)” Le pudo el rencor y, al final, terminó siendo un inapreciable “Compañero de viaje” de una determinada fuerza política. Los “guasa” de la Villa y Corte (de manga) lo llamaban “Manolito Gaviota”. Era habitual verlo asistir a todo acto de enjundia en compañía de la Señora Duquesa y el genial Torero. El centro neurálgico de sus emociones más sentidas era un “puesto de calentitos” y, decían sus “discípulos”, que mientras no exaltará las Glorias y Pasiones de la Ciudad el círculo mágico de la misma no estaría cerrado. Él, cuando escribía sobre estos Siete Días, lo hacia para abordar, fundamentalmente, el aspecto folclórico de los mismos. Pero cuando sonó el último toque de tambor se subió al atril, pregonó, se marchó y la Ciudad seguía siendo la misma. Como algunos ingenuos esperaban no sonó el Aleluya de Handel por jardines, callejas y plazoletas. Eso si, un amplio repaso si que les dio a los que últimamente consideraba sus “ancestrales enemigos”. Ahora empiezan a llamarlo el “amigodelpadredefernandito” y ya esto empieza a mosquearlo. Si las urnas le quitan la “diana” a la que dirigía sus dardos, ¿de que escribirá y vivirá? Puede que esta sea su última oportunidad para recuperar al gran escritor que pudo haber sido y no fue. No está exento para nada de talento y puede dejar testimonio del mismo a las generaciones venideras. Tendrá que sacudirse, a manotazo limpio, el humo de tanto “botafumeiro” que le rodea y, lo más triste, le nubla los ojos. Sería una pena que al final solo sea recordado por lo que nunca tenía que haber sido: un creador de “gracietas” y “motes”. Dios me libre de darle consejos a nadie, pero después de bajar el gato al suelo de la terraza y, emprender las tareas cotidianas, no estaría de más que busque en los cajones de su casa al gran escritor que todavía puede llegar a ser. Será algo, a no dudar, por lo que la Ciudad le estará eternamente agradecida. ¿Lo hará?; ¿No lo hará? Solo la que habita al lado de la “Calentería” lo sabe.