domingo, 6 de febrero de 2011

Las hojas del rábano



Dada la dificilísima situación actual y las pocas posibilidades que tenemos en España de que nuestros políticos la aborden con garantías, creo que ya es hora de asumir que nuestros problemas son propios porque otros no los han creado y, por lógica, no serán los causantes de los mismos los generadores de posible soluciones. Aquí ya no se trata de distinguir entre social-demócratas o conservadores, pensando que con la necesaria salida de Zapatero los problemas entrarán en una dinámica positiva (independiente de que la salida de don José Luís se hace cada día más urgente). ¿Creemos de verdad que con Rajoy and company por fin veremos la luz en el largo y tenebroso túnel de la Crisis? Alguien dijo, y dijo mal, que de “ilusión también se vive”. Se vive de realidades transformadoras ante situaciones tan pesimistas como las actuales. Dejémosle a la ilusión su justo contexto entre los sueños que se le escapan a la razón. Mala cosa es cuando nos conformamos con que los políticos –de todo signo- nos vendan el humo con que los magos hacen desaparecer tras una cortina a la muchacha de las lentejuelas. Bien está la utopía, pues con ella seremos capaces de encuadrar lo imposible dentro de las lindes de lo posible. Pero no entremos en el juego de los políticos manipuladores, que siempre intentan oscurecer una penosa realidad con la abundancia que nos traerá el futuro (el mismo que nunca acaba de llegar). Dos políticos tan distintos y de tanto peso en la vida política española, como José María Aznar y Felipe González, lo han dejado claro: toca sin más demora una profunda transformación de las estructuras políticas de nuestro país. Aparte de ser verdaderos “Cementerios de elefantes políticos”, ¿para que sirven el Senado y las Diputaciones Provinciales? ¿Puede mantener un país los cuantiosos gastos que originan 17 mini-Estados configurados en comunidades autonómicas? En nuestro caso particular de andaluces inmersos en el secular sub-desarrollo, ¿ha conseguido la Junta después de ¡30 años! de autonomía que abandonemos el farolillo rojo del Paro? ¿Está equiparado nuestro sistema educativo al del resto de España y no digamos de Europa? ¿Se ha conseguido vertebrar a Andalucía en torno a un proyecto común, tanto en lo político como en lo social y cultural? Muchas preguntas que la gente ya sabe que las respuestas son desviadas por políticos demagogos, oportunistas y, que encuentran en la política su “natural” medio de vida. Nos vendieron la “moto” de que había que terminar con el Estado-Centralista y nunca hemos padecido como hoy más centralismo ni más burocracia. Antes solicitaba algo a través de un solo impreso y te lo negaban, ahora utilizas tres impresos en tus peticiones y te siguen dando la negativa por respuesta. Pero, eso si, se han creado muchos puestos de trabajo detrás de las ventanillas. Nuestro deporte nacional en Andalucía no es la siesta: es el enchufismo vía Papá-Partido.
La Crisis ha tenido de positiva el aclararnos sin tapujos en manos de quien estamos. Unos, desde el Poder perdidos en los senderos donde transitan los incompetentes mediocres de la “cosa publica”. Otros, intentando pescar en el río revuelto de la Crisis para tener acceso al Poder. Mientras, cerca de 4.800.000 de trabajadores en paro se encuentran al borde de la pobreza y la desesperación. Nuestra juventud solo encuentra nubarrones negros en el horizonte que se les dibuja en el desosegante día a día. Los políticos van a la que van: a vendernos su diaria ración de demagogia. Entretanto, una parte no desdeñable de nuestro país anda inmersa en las andanzas de Belén Esteban. Pero, a que engañarse, las cosas no ocurren de manera espontánea, sino programadas para que el rebaño siga manteniéndose agrupado y, nunca mejor dicho, teledirigido.
Cuando se escucha, que la alternativa de “futuro” de los socialistas es un político - Alfredo Pérez Rubalcaba- que ya era ministro ¡con Felipe González!, es como para arañarse el “careto”. Lo dicho y sin animo de ser tremendistas o, cogemos el rábano pasando de las hojas, o nos dejan sin rábano y sin hojas.

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