miércoles, 29 de diciembre de 2010

Fin de una decada



(A los añorados ausentes por lo que nos dieron y a los presentes por lo que nos pueden dar).

Pocas horas le quedan ya a este difícil y desosegado año 2010. Cuando embarque en el muelle de los días perdidos se llevará también consigo la primera década del siglo XXI. Década convulsa y confusa a más no poder. Ahora será el momento, en los distintos medios de comunicación, de establecer balance de los años vividos. Todo pasado por el tamiz de lo que nunca volverá. Se nos mostrarán los acontecimientos de mayor relieve acaecidos y, las sensibles bajas de algunos que nos dejaron huella indeleble en nuestros sentimientos humanos y flamencos (Luís García Berlanga, Luís Caballero, Terremoto y, el doloroso por inesperado Enrique Morente, entre otros). Parece que fue ayer cuando este siglo se desperezó y arrancó a caminar y ya ha pasado una década. Ha discurrido a una velocidad vertiginosa y ha marcado –para lo bueno y lo malo- una considerable distancia con el último tramo del siglo XX. Hemos entrado de lleno en un mundo donde prima de manera absoluta la técnica y el individualismo. Hemos pasado de decir: “yo soy yo y mis circunstancias” a, “yo soy yo y mis artilugios”. Lo que nos parecía moderno y revolucionario en el siglo pasado, hoy se nos muestra como piezas de museo.


Entre Salva Gavira y un servidor hemos “parido” 146 Toma de Horas en este ya casi finiquitado 2010. 29 más que en el 2009. Siempre buscando como eje vertebrador la Ciudad de Sevilla y sus aconteceres cotidianos. Sinceramente no me parecen muchos ni pocos, sino los justos y necesarios para descargar nuestra sevillana adrenalina sentimental. Intentamos aportar nuestro modesto granito de arena a esta playa donde reina –demasiadas veces- la incompetencia y el desosiego. Buscamos el perfume de la rosa sin obviar el denunciar el aire fétido de algunos arriates. Por ahí andamos y –si Dios así lo quiere- por ahí seguiremos dando la “vara”. Todo, eso si, portando la bandera del respeto y la tolerancia.


En lo personal para mí ha sido un año inolvidable. El 31 de enero me nació mi nieto Rafael. El 16 de noviembre mi madre cumplió 98 años con la mente lucida y en un estado físico más que aceptable. El capítulo de bajas personales –salvo una dolorosísima excepción- lo he terminado en blanco. Se configuró una más que excelente Bienal de Flamenco y se declaro al mismo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La lista de mis amigos no se ha visto incrementada pero tampoco ninguno se ha borrado de la misma. El Señor de Sevilla sufrió una violenta agresión de la que afortunadamente Él –y nosotros- conseguimos salir ilesos. La Ciudad, eso si, sigue “gobernada” por unos impresentables que cada día tienen más cerca su fecha de caducidad. La feroz lacra del paro golpeó especialmente a Sevilla llevando el desosiego a miles de familia. El Betis recuperó su libertad provisional hasta que la Audiencia le conceda la definitiva y, se pueda enterrar para siempre la etapa más tenebrosa del beticismo. Suerte, mucha suerte “Gordo”. Vivimos tiempos convulsos y debemos implicarnos en ser parte activa de la solución de los problemas.
Brindemos pues por los nuestros y por los que comparten con nosotros la noble y difícil aventura de vivir. Esta Ciudad, que se mira a través de los ojos de un Puente, siempre será la excusa perfecta para que nuestra vida tenga sentido. Quererla, cuidarla y defenderla es algo inherente a nuestra noble condición de sevillanos.

Despidamos pues a este duro 2010 brindando por el afecto, la solidaridad y la amistad y, levantemos la copa al cielo en memoria de los que un día nos dejaron. En ellos y por ellos estaremos eternamente inmersos en el mágico círculo sentimental de la Ciudad. De todo corazón: ¡Suerte, salud y trabajo!

lunes, 27 de diciembre de 2010

Los Santos Inocentes



Mañana es 28 de diciembre, día que celebra la Cristiandad para conmemorar a los Santos Inocentes. Mañana quedarán solo 72 horas para sacarle el pañuelo de la despedida al infausto 2010. Se recuerda este día un hecho histórico, confuso en forma y fecha, sobre la matanza de niños por Herodes el Grande. Algunos historiadores lo sitúan como un acontecimiento hagiográfico y otros dan una fecha más cercana al 8 de enero. Herodes, que entre decreto y decreto, tuvo tiempo de casarse diez veces y tener catorce hijos, dicen que mandó matar a todos los niños de dos años para asegurarse de que el Mesías estuviera entre ellos. Le salió el tiro –el cuchillo- por la culata, y no pudo dejarnos huérfanos de divino consuelo, ni tampoco –afortunadamente- sin nuestra Semana Santa. Lo que parece incuestionable es que este singular personaje histórico solucionaba los problemas de Estado pasando por la piedra a todo bicho viviente.

De todas formas, e independiente de la constatación de la veracidad histórica de esta matanza de inocentes, pocas dudas existen de que las masacres padecidas desde el reinado de Herodes hasta nuestros días, justifican con creces que tengamos un día en el calendario para reivindicar la memoria de los Santos Inocentes. No ha habido época pasada, presente ¿y futura? donde los niños, en definitiva los Santos Inocentes, no hayan padecido los horrores de guerras cruentas y fraticidas.

Son los surcos sangrantes de este planeta de sombra y luz llamado Tierra. Ayer por compartir edad con Jesús de Nazaret y, hoy por habitar en zonas donde el día a día se compromete con la hambruna, el horror, la sangre y la miseria. Criaturas indefensas quemadas vivas en los hornos crematorios de los campos de exterminio nazis, o pasadas a cuchillo por bandas tribales del Continente africano. Niñas violadas ante las miradas horrorizadas de sus madres, y niños secuestrados en las favelas para el repugnante negocio del comercio de trasplantes de órganos.


Huérfanos, de padres y cariño, deambulando solitarios por ciudades de lujosos rascacielos. Secuestrados y sometidos al criminal negocio de la prostitución infantil y a la mendicidad más terrible. Se lo preguntaba Miguel, el Poeta de Orihuela, (¿Quién salvará a este chiquillo menor que un grano de avena?) y, todavía no hemos encontrado los humanos la respuesta. Son Inocentes por su temprana y frágil edad. Santos, por ser inmolados continuamente en la piedra del sacrificio por el único delito de existir. Los vemos continuamente en los informativos y sus tristes y acusadoras miradas parecen decirnos: ¿Por qué no viene Dios a nuestro rescate? ¿Por qué pagamos tan duramente el simple hecho de ser niños? Ellos no conocen a Papá Noel ni depositan cartas en el buzón del Cartero Real para los Magos de Oriente. Viven inmersos en su tragedia cotidiana y esperando tan solo una mano amiga que los libere del yugo inherente a los Santos Inocentes. Llevan dos mil años temiendo que llegue la noche y se les presente el Herodes de turno. Pararlos en el camino antes de que consumen sus sangrientas tropelías es cosa de todos. Por eso, y por miles de motivos más, es bueno que mañana día 28 sea el día de los Santos Inocentes. Mejor esto que celebrar días que, no los marca el calendario de la Cristiandad, sino el espíritu comercial de los grandes almacenes.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Navidad o la dulce melancolía


Canta Frank Sinatra a través del ordenador su canción “Call Me”. ¡Santo Dios, como canta este italo-americano! Como los buenos vinos gana y gana con el paso de los años. Hoy se juega la Lotería. Espero y deseo que la Diosa Fortuna deje caer sus polvos mágicos donde de verdad se necesiten. Incluso hasta con los ojos cerrados acertará en el blanco de las necesidades. Son ya millones de familias españolas las que viven instaladas en la zozobra más inquietante. Que Dios reparta suerte y, en caso contrario, buscaremos como siempre el socorrido antídoto de la salud.

Ya, y de manera inminente, se hará verdad aquello que llevamos escuchando toda la vida: “La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más”. Pero mientras, disfrutemos de aquellos rescoldos de felicidad que la vida nos proporciona. Vivimos instalados de manera permanente en los resbaladizos territorios del masoquismo, y así no hay manera de atrapar cuanto de bueno la vida nos ofrece. Añoramos el pasado y planificamos el futuro y, mientras, al presente que le vayan dando. Si algo caracteriza al ser humano es su capacidad de empeorar lo manifiestamente placentero. El latiguillo del “pero” planeando sobre los escasos momentos de dicha. Dicen: “es verdad que estamos pasando un buen rato pero…….”. Siempre los agoreros recordándonos implacables que después del domingo siempre vendrá el lunes. Por tanto, si llega la Nochebuena, atrapemos los rescoldos de verdad que aún le quedan, y cuando se vaya, la despedimos con el pañuelo blanco de la nostalgia. Vivamos por los que ya no pueden hacerlo. Desearnos felicidad aunque sea bajo la dictadura del calendario nunca viene mal. La hipocresía que encierren estos bucólicos deseos navideños dependerá del interior de cada uno. No culpemos a la Navidad de que anden sueltos tantos fariseos.

Mi amigo Sebastián dice que estos días sueña con que se cumplan sus tres deseos más íntimos: 1) Poner a su vecina mirando “pa Brenes”. 2) Jugar al pin-pong con un japonés y, 3) Ver a su Betis en las semifinales de la “Champiónlí”. Soñar, además de gratis, es placentero y da sentido a nuestra existencia.

Dentro de muy pocos días el Señor de Sevilla nos abrirá el pórtico de una presentida y soñada Cuaresma. Ya queda menos para lo que un postulante a pregonero llamaría: “Los preámbulos del gozo”. La vida –sevillana- atrapada en los felices momentos del reloj que marca las cosas intemporales. Pero mientras todo eso llega, capturemos el momento que ahora marca el calendario de las emociones compartidas. Tiempo habrá de envolvernos con el halo de la melancolía. Ahora toca zamarrear la nube de las tradiciones para que caiga sobre nosotros la lluvia de la vida y las cosas inmateriales.

Sigo pues esta mañana a lo mío: escuchando a Frank Sinatra y mirando de reojo el televisor, por si la Diosa Fortuna apunta su flecha de “jurdeles” hacia este atribulado sevillano. Sed felices que es de verdad para lo que Dios nos dio el aliento de la vida. Bebed, comed y disfrutad con los vuestros que, si somos pocos, no seamos encima mal avenidos. Dejad los coches, la crisis y las prisas aparcadas. Va a nacer el Mesías y esto –para los cristianos- siempre es un grato motivo de felicidad. Un afectuoso, sincero y navideño abrazo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Soledades compartidas

Nunca las ciudades y pueblos estuvieron más poblados como ahora y, nunca sus habitantes cataron más el sabor amargo de la soledad. Estar solo no consiste en vivir sin más compañía que tu figura reflejada en los espejos. Es más bien un estado anímico provocado por no encontrar ninguna montaña sentimental que se haga eco de tus voces. Conozco casos sangrantes de personas que tienen “overbooking” en sus hogares y se sienten solas. No se les consulta para ninguna cuestión y, lo más triste, tienen la sensación de que sus opiniones ni siquiera son tomadas en consideración (con prioridad -pero no exclusivamente- personas mayores). Para mí la soledad es, en ocasiones puntuales, necesaria para saborear en plenitud el hermoso ejercicio introspectivo de la lectura o la música. Siempre, eso si, con la posibilidad manifiesta y latente de romperla cuando necesite compañía afectiva. La gente confunde estar solo con vivir solo y nada más lejos de la realidad. Todas las grandes aportaciones técnicas, científicas o artísticas de la Humanidad se hicieron desde la solitaria atalaya de la reflexión y el estudio: el ser humano inmerso en definitiva ante la disyuntiva de su transitoria separación de la Tribu.

Los biógrafos de JFK coinciden en que el brillante dirigente de EE.UU. vivió su mandato instalado en la soledad más absoluta. Solamente intercambiaba confidencias íntimas con su hermano Bobby. Tuvo que tomar decisiones fundamentales que no solo afectaban a su país, sino a la estabilidad y al desarrollo de este planeta llamado Tierra y lo hizo desde “la soledad del corredor de fondo”. Fue un niño enfermizo que arrastró toda su vida terribles dolores de espalda (parece ser que debido a un accidente de coche en Harvard en 1938, aunque otras versiones se lo achacan al consumo de los esteroides que tomaba para combatir una colitis crónica) y tuvo además que convivir con una dolorosa úlcera duodenal. Su padre lo “programó” desde niño para dirigir los destinos de la Nación norteamericana, mostrándose inflexible con sus debilidades de niño frágil y enfermo. Como tantos personajes históricos Kennedy tuvo que convivir con el fantasma de la soledad planeando sobre su existencia. Pura contradicción: siempre rodeado de mucha gente y padeciendo el síndrome de Robinsón Crusoe. Solo tenía un hombro donde descansar y una persona amiga donde descargar sus inquietudes: su hermano Bob (eran tan afines en todo que hasta compartían amantes).

Sevilla, que a cada interrogante siempre ofrece una respuesta, dejó siempre muy claro su concepto de la soledad. Su Semana Mayor que es, en definitiva, quien mejor la simboliza en todo su esplendor la termina una Soledad: la de San Lorenzo. Cuando lentamente se cierran las puertas de su Templo, muchos sevillanos notan sobre sus cuerpos el latigazo del escalofrío de la orfandad (todavía llevadera mientras la Trinidad continúe por las calles sevillanas. Pero ya se vislumbrará muy cercano el fin de un nuevo ciclo sentimental). No es casual que sea la Soledad quien nos reciba, a través de su hermoso azulejo, en el Cementerio de San Fernando. Allí se depositan las coronas de las tristes despedidas y lo más importante: la pena y la orfandad de los que acompañan a los ya eternamente solos. Como diría el poeta de la calle Conde de Barajas:

……. ……… ……. ……..

….. que pensé un momento:

¡Dios mío que solo

se quedan los muertos ¡

Solo los creyentes asumen –asumimos- que en la bondad y la misericordia de Dios no tiene cabida la soledad. En la medida que aumenta el número de habitantes de una población, crece también el índice de sus almas solitarias. Solamente en pueblos pequeños es posible todavía que las personas se sientan coparticipes de un proyecto común de convivencia. Soledad no impuesta por las circunstancias, sino buscada y asumida en aras del crecimiento espiritual. La misma que para que sea productiva, debe estar íntimamente ligada al espacio de libertad que todo ser humano necesita (independiente de su estado civil, o de su compromiso social, político o espiritual) para desarrollarse. Dios no creó nunca colectivos: crea personas individuales e intransferibles.

La familia y los amigos son los bienes más preciados que Dios –o la Madre Naturaleza- te proporciona para hacerte más llevadera la aventura de vivir. Pero con nuestro mundo interior solo cabe aplicar la formula existencial que nos enseñó el Poeta del Palacio de las Dueñas:

Converso con el hombre que siempre va conmigo

-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;

mi soliloquio es plática con este buen amigo

que me enseño el secreto de la filantropía.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Sobre el conocimiento y la causa




(A Santi, Salva y Eduardo, hermosa y gratificante cima de mis grandes amigos)


El duro ejercicio de vivir lleva implícito su carga de afectos y desafectos. En definitiva, la aventura de la vida siempre sujeta al prisma de lo objetivo y lo subjetivo. Todo siempre relativizado por la relación causa / efecto. Seremos –o somos- queridos u odiados en función, fundamentalmente, de nuestros aconteceres pasados. El presente por su inmediatez y, el futuro por su incertidumbre, todavía están pendientes de su cocción correspondiente en la cocina de la vida y las cosas. Lo que resulte y, el posterior análisis que hagan los demás, quedará a la espera de la implacable patina del tiempo.


Recuerdo una torpe determinación que tomé hace pocos días, elevando a público lo que nunca debió salir de lo estrictamente privado. Recibí en el blog de un orondo, talentoso y bondadoso candelario un comentario que, reconozco, me hizo pensar sobre que tipo de Sociedad estamos generando. Este “buen amigo” cuestionaba mis dotes de pregonero (¿) con dos sutiles argumentos: 1) Que él me conocía de “verdad” y se alegraba de que los folios de mi atril permanecieran eternamente en blanco y, 2) Que dado el profundo conocimiento que tenía de mí, me achacaba un tenebroso pasado de ateísmo militante y, por consiguiente (que diría Felipe), no apto para hablarle al personal de cofradías y cofrades. Venía a concluir, más o menos, que él si conocía en profundidad a este pájaro marxista, y no los que habían cometido la torpeza de invitarle a dar el Pregón. Todo evidentemente “argumentado” desde la cobarde trinchera del anonimato. Dentro de la libertad de expresarse de cada uno y, a la que yo siempre defenderé, nada que objetar al mensaje y si criticar el oscurantismo del mensajero. Dio su opinión, la razonó y hasta, posiblemente, tuviera parte de razón en su sectario comentario. Todo correcto en aras de la libertad de expresión de cada uno, salvo el camuflaje bajo el anonimato. Eso de tirar la piedra y esconder la mano tiene nombre en el argot popular.


Mi larga, y entiendo que fecunda labor como productor de Flamenco, me ha hecho ser respetuoso con la critica vertida hacia algunos de mis trabajos. Reconozco que más de una vez no he estado de acuerdo con los planteamientos del crítico, llegando a la conclusión de que lo importante era trabajar de acuerdo con mis irrenunciables códigos estéticos y éticos y, procurando por añadidura, que el producto fuera rentable comercialmente (las Compañías Discográficas son empresas sujetas, como otra cualquiera, a las leyes del mercado capitalista). Luego la critica, ante cualquier trabajo, que diga lo que piense y quiera. Están en su pleno derecho. Nunca, salvo en una ocasión, entré al trapo sobre alguna critica –afortunadamente muy pocas- desfavorable. La excepción a la que me refiero fue con Alberto García Reyes, critico de ABC, y no me duelen prendas en reconocer que no estuve especialmente afortunado en mis apreciaciones. Rocé el pantanoso terreno de las descalificaciones y me pasé “un par de pueblos”. Pedí disculpas y aquí paz y después gloria.

Pero, con el comentario de marras, me ocurrió algo excepcional: no se me criticaba por algo que había hecho, sino más bien por algo que no debería nunca hacer. Nunca me había pasado nada parecido y, deja en evidencia, que la persona en cuestión estaba presta detrás de la mata con la escopeta al hombro. ¿Qué la liebre se hubiera quedado tranquilamente en su madriguera?, daba igual, ya que tenía cargada el arma tocaba disparar.

Históricamente pocas dudas caben de que el estalinismo ha representado la época más sangrienta y siniestra de la Humanidad. Se mataron a millones de personas tachándolos de revisionistas. Es decir: no solo por lo que hicieron, sino más bien por lo que dejaron de hacer (imprescindible la trilogía de Isaac Deutscher sobre Trotsky o, la más reciente, “Vida y destino” de Vasili Grossman).

Salvando las diferencias (aquí afortunadamente no hay sangre ni Archipiélago Gulag) a mí, sempiterno antiestalinista, se me aplicaba el descrédito por algo que ni había hecho ni estaba dispuesto a hacer. Más o menos venía a decir: “no dejarle dar el Pregón a este rojo de mierda, que igual se arrepiente de su negativa y lo termina dando”. Es una de las mil formas que toman los inquisidores para suplir la dialéctica por la descalificación. Son pobres en recursos dialécticos y ricos en inquina acumulada. Evidentemente, insisto, apoyando en las sombras su manido discurso.

A lo largo de mi vida en todas las partes donde instalé mi tienda de campaña existencial siempre, pero siempre, volvió a crecer la hierba. Todo, en definitiva, gira en torno al conocimiento y la causa. A través de las experiencias acumuladas actuamos y esto produce buenas o malas sensaciones. Queden pues tranquilos los inquisidores de la vieja Híspalis que nunca me subiré a un atril para hablar de nuestra (¿o es pertenencia exclusiva de ellos?) Semana Santa. Solo una pregunta y concluyo: ¿De Flamenco si podré seguir dando alguna charla que otra, verdad? He dicho.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cuesta abajo y sin frenos.




Poco le queda ya a este exhausto 2010. Una pequeña porción de quince días y a hacer puñetas otro “annus horribilis” (que diría la incombustible monarca británica). Cuando despedíamos el 2009 ya presumíamos que lo malo estaba por llegar. Desgraciadamente no estábamos muy desencaminados. Llegó y, lo más preocupante, es que ha sido para quedarse entre nosotros una larga temporada. Cuando algunos analistas independientes presagiaban que la tan cacareada UE (Unión Europea) había desembocado en un consorcio insaciable de mercaderes y politiquillos oportunistas, fueron tachados de lunáticos. Europa al día de hoy es una gran farsa empresarial y comercial que, con la implantación de la “falsa monea” de la copla (el Euro), ha llevado a la ruina y la desesperación a millones de familias europeas. ¿En eso consistía la tan cacareada vertebración europea? Para tan infausto viaje no hacia falta que les llenemos las alforjas con nuestros impuestos. Bastaría repasar el “nivelito” de algunos de los políticos españoles que hemos mandado a Europa para defender nuestros intereses y, te entra una temblaera que ni duchándote con tila la puedes mitigar. Un Continente unido por la Justicia, la Solidaridad, la Libertad, la Cultura y la Tolerancia, es lo menos parecido a lo que hoy representa Europa. Todo en manos de los especuladores que, después de propiciar este descalabro con el beneplácito de los dirigentes políticos, ahora son los encargados –mediante usureros prestamos- de sacar a flote la economía de los países hundidos en la miseria. Como dice mi amigo Eusebio: “esto es como si una Jura de nuevos Guardias Civiles la presidiera un dirigente de HB o, que en una Corrida de Toros el Presidente fuera dirigente, a su vez, de una organización antitaurina”. Mundo de locos que se las saben todas.


¿Y nuestra querida y maltratada España? Pues a la vista está como nos va la cosa. Cada vez que el ínclito ZP toma una nueva medida para afrontar la crisis se remueve en su tumba don Pablo Iglesias. ¿A que llamamos en el Siglo XXI ser socialista? Da vértigo pensar que este “Dirigente de Izquierda” pueda terminar la legislatura. Los pesos pesados del Socialismo español son plenamente conscientes de que el descalabro electoral va a ser de los que hacen época. Tiempo al tiempo.


La gran bomba informativa, con diferencia, de estos últimos años ha sido la propiciada en Internet por Wikileaks, con la filtración de documentos internos de la diplomacia de EE.UU., a la postre “Gran Vigía” de nuestras vidas y –pobres- haciendas. Fuera antifaces y ya sabemos con certeza lo que se cocinaba allí, donde de verdad, están en ebullición las verdaderas intenciones de la Política. Las altas esferas norteamericanas no han podido negar la veracidad de lo filtrado, sino el que se hayan conseguido de manera ilegal. Por cierto, ¿quién marca la frontera de lo legal y lo ilegal en este sufrido Planeta? Ya, afortunadamente, y gracias a Internet, no puede permanecer cerrada ninguna vereda que conduzca a la democrática necesidad de informar y ser informado. En el pasado más remoto los cristianos en las catacumbas romanas clamando justicia y libertad. Hoy, con las conciencias y los ordenadores encendidos, millones de personas intercambiando información y dejando a los césares actuales con el “culo al aire”.

Cualquier tropelía, individual o colectiva, es susceptible de ser expuesta a los cuatro vientos (el comportamiento –conocido ahora- de nuestras autoridades ante el asesinato del cámara de televisión, José Couso, fue denigrante. Se trataba en definitiva de no complicarle la vida al “Gran Vigía” de Occidente. La doble moral llevada hasta sus últimas consecuencias).

Nadie habla de las bondades de Internet y si de sus perversidades. ¡Chica tarea tiene Dios para sanear este fétido tinglado en que han convertido la Tierra!

Hagamos una pausa estos días y respiremos Sevilla en sus fríos y dulces atardeceres. Vamos pues a pasearnos estos días por la Ciudad y disfrutemos lo que la misma nos ofrece: la posibilidad de recuperar al niño que un día soltamos de la mano. Tendremos las calles a medio iluminar, pero no así nuestros corazones. Enervemos nuestros sentimientos más nobles al son de campanilleros, dulces conventuales y belenes. Nadie pone en duda ya que los años venideros serán tremendamente complicados. Pero alegrémonos de que dentro de pocos días volverá a nacer el Mesías. Nos traerá algo de lo que hoy andamos muy necesitados: Fe y Esperanza. Fe –la del Alcoyano- para que nuestros hijos y allegados encuentren trabajo y, Esperanza, de que sea verdad aquello de: “no hay ZP que dure cien años ni español que lo resista”.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El tiempo que nos queda




José Manuel Caballero Bonald, al que hay que situar entre los grandes, grandísimos, escritores en lengua castellana publicó (me gusta más “sacó a la calle”) en el 2007 un libro con su poesía completa. El titulo de esta impagable obra poética resume la sabiduría de los que han exprimido todo el jugo de la naranja y el limón de la vida: “Somos el tiempo que nos queda” (Edit. Seix Barral). La biografía de este maestro jerezano de las Letras es absolutamente apasionante. Una existencia plenamente fecunda entregada a sus tres grandes pasiones: la Literatura, el Flamenco y la arriesgada y hermosa aventura de vivir. Sus memorias están recogidas en dos obras magistrales: “Tiempo de guerras perdidas” (1997) y, “La costumbre de vivir” (2001). Otro andaluz universal para llenar de orgullo nuestra bandera blanca y verde. Ya, parece ser que definitivamente, tiene su Cuartel de invierno (y de verano, primavera y otoño) en el bello rincón de Montijo en la soñada Sanlucar de Barrameda. Pocos sitios mejores para saborear los últimos tragos vivénciales. Sol, lectura y manzanilla para calentarnos cuerpo y espíritu. Sentarse una soleada mañana otoñal en una barca boca abajo en Bajo de Guía, mientras se contempla el Coto de Doñana, es rozar el Cielo con la mano.

Cuando ya empiezas a comprobar que lo vivido es, en muchas ocasiones, una rémora que determina tu palpitante presente, puede que haya llegado el momento de prepararse para pegarle a la vida el último arreón. Compruebas desosegado que algunos seres queridos soltaron su mano de tu hombro y, se agarraron, antes de tiempo, a la que Dios les ofrecía desde el limbo donde siguen soñando los ausentes. En definitiva, sensibles bajas en el Ejército donde libramos la batalla contra los imponderables de la vida y, del que formas parte activa y sentimentalmente. Se nos va llenando nuestra existencia de notables ausencias y, las sombras empiezan a ganarle la batalla a las luces. “Pero el invierno llega”, que cantaba la añorada Roció Jurado. Es ley de vida te dicen y asumes de mala gana que posiblemente estén en lo cierto. Con los adelantos de la Ciencia, se ha conseguido aumentar casi en una decena de años, el promedio estipulado para “entregar la cuchara”. Que algunos rompan esta estadística son accidentes del camino que nos lleva a la reflexión, la pena y el desosiego. Dice una hermosa letra flamenca:

Yo no le temo a la muerte
que morirse es naturá;
le temo a una mala lengua
y a una cruel enfermeá.

Posiblemente el ser humano está condenado a querer siempre cambiar su edad generacional: unas veces para adelante y otras hacia atrás. Cuando eres niño sueñas con ser joven como tu hermano. Cuando eres joven quieres ya ser hombre maduro y así poder fumar delante de tu padre (¡que antiguo soy joé!). Luego quieres que el tiempo se detenga en la madurez y, es cuando precisamente más corre. Vuela que se las pela. Después cuando aparecen los achaques y empiezas a hablar en pasado, quisieras darle al reloj del Tiempo una pátina para que retroceda hacia los ardores juveniles. Todo enmarcado en la perenne desubicación del ser humano antes su destino.

Lo verdaderamente patético es el intento costosísimo y baldío de instalarse, a lo Peter Pan, en la arboleda de la eterna juventud. ¡Si seremos ingenuos que hasta nos creemos lo que nos dicen los políticos!

La clave consiste, fundamentalmente, en buscar en todas las etapas existenciales la felicidad o, al menos, los momentos felices. Las circunstancias y tu estado anímico como elementos condicionantes de glorias o infiernos en la Tierra. Difuminadas muchas, muchísimas veces, en estériles batallas para conseguir efímeros “Dorados” que, a la postre, se nos escapan de las manos como el agua de la lluvia por la verdina de las azoteas. Aprovechar al máximo ese “Tiempo que nos queda” del que nos habla el Maestro Caballero Bonald y, procurando que la noble y dura aventura de vivir haya merecido la pena: para nosotros y para los que nos quisieron de verdad.

lunes, 13 de diciembre de 2010

La Estrella de Morente



¡Que faena Enrique, que faena! Llegaste y te vas de entre nosotros como las olas del mar bravío. Radiantes a su llegada y tristes en su lento retroceso de encajes blancos. El próximo día 25 hubieras cumplido los 68 años de edad. En lo humano eras inmensamente feliz con tu nueva condición de abuelo y, en lo Flamenco ya habías terminado, entre vítores y clamores unánimes, tu larga travesía en el desierto. Aquella que padecen los elegidos por la gloria del Arte y, esquivando de continuo los tiros de los francotiradores del purismo flamenco. Te adentraste hace unos días por las lindes de las revisiones rutinarias de la medicina y, los médicos detectaron que aquello iba bastante en serio. Te operaron de urgencia en una intervención que se antojaba interminable. Las cosas se complicaron en el postoperatorio y te tuvieron que volver a intervenir. Después entraste en el limbo de los preámbulos de la muerte y, a lo que los médicos llaman “estado de coma irreversible”. Al final, la vela de tu existencia se fue apagando, hasta perder definitivamente su tenue luz ante el reino definitivo de las sombras. Ya eres Historia del Flamenco y de la Vida. Pero, ¡que Historia y que Vida la tuya Enrique! Llegaste a Madrid procedente de tu Granada natal siendo muy joven (creo que tenias 15 años). Te supiste rodear del afecto y la sabiduría de viejos patriarcas del Flamenco. Tales como Pepe de la Matrona; Aurelio el de Cai; Bernardo el de los Lobitos; Rafael Romero “El Gallina” o Félix de Utrera. En los ambientes flamencos de la Villa y Corte eras conocido como Enrique “el Granaino”. Tus inquietudes te llevaron, junto a la mágica guitarra de Manolo Sanlúcar, a expandir el Flamenco dando recitales en círculos universitarios. Ilustraste con tu Cante conferencias del gran flamencólogo Pepe Blas Vega. Tablaos, recitales, actuaciones, grabaciones….no parabas ni un momento en tu frenética actividad flamenca. Tu legado discográfico cantaor es de los más hermosos de toda la Historia del Arte Jondo. Nunca nos dejaste indiferente ante lo que nos ofrecías. Desde tus primeras grabaciones cortando nuestro aliento cuando te acordabas de tu maestro de referencia, don Antonio Chacón, hasta las más recientes inmerso ya en la vorágine del vanguardismo más exquisito. Siempre polémico, siempre creativo y siempre… ¡Artista! Ninguna de las distinciones habidas y por haber en esta España de camisa blanca pasó de largo por tu puerta. Todo parecía poco para rendir homenaje a quien- junto a Camarón- ha marcado el devenir de los próximos años del Cante Flamenco. García Lorca, Miguel Hernández, San Juan de la Cruz y cuantos poetas llevaste a través de tu garganta al terreno de lo Jondo, nunca se nos ofrecieron más auténticos y populares.

No podías ser de otro sitio que de Granada la bella. La Ciudad más hermosa del globo terráqueo. Solo tiene un defecto: el del acaparamiento. Ella lo deja bien claro. ¿Qué queréis una flor?, pues ahí tenéis las Jardines del Generalife. ¿Un recinto donde se confundan los sueños, el arte y la belleza?, pasearos por mi Alhambra. ¿Un sitio donde convivir en paz y armonía?, iros de madrugá al Barrio del Albaicín. ¿Un Poeta para haceros la vida más llevadera y ensoñadora?, llevaos a mi hijo Federico (García Lorca) y, no traerlo hasta que cesen los ruidos de los cerrojos de los mosquetones. ¿Un Guitarrista de Flamenco me decís?, os presto para la gloria flamenca a Juan Carmona (Habichuela). ¿Un bailaor que funda el hielo de la sierra con el fuego de la fragua?, os presto a mi Mario (Maya), pero tratármelo con esmero que para él no tengo sustituto.
¿Un cantaor equiparable en esplendor al Niño de Marchena y que os haga soñar desde el quejío?, Enrique (Morente) mi hijo cantaor más deslumbrante es tan vuestro como la bandera blanca y verde. ¡Se puede dar más Arte condensado en menos gente!


Hace ya algunos años Enrique puso de moda un tema flamenco cuya letra empezaba diciendo:

Si yo encontrara la estrella que me
guiara
Yo la metería muy dentro de mí
pecho
y la venerara, si yo encontrara la
estrella
que en el camino me alumbrara.

La encontraste Enrique, ya lo creo que la encontraste. En esa hermosa criatura flamenca que distes al Arte Jondo y a la que pusiste, no podía ser de otra forma, Estrella. La misma que a no dudar hará que con su deslumbrante presencia de artista y cantaora te sigamos viendo vivo. Tu otra estrella, la de insigne cantaor, ya hace tiempo que estaba armoniosamente anclada en el firmamento donde brillan eternamente los grandes, muy grandes, del Flamenco.

Adiós lastimero de sol y luna del Albaicín para despedir al impagable ciudadano del mundo don Enrique Morente Cotelo. Pañuelo de despedida para este andaluz universal, sangre de nuestra sangre de hombres comprometidos con la Libertad y la Cultura, llamado Enrique Morente. Pésame solidario para Aurora Carbonell, tu compañera, y para toda tu gente. Bienvenido seas al páramo por donde pululan aquellos que llenaron nuestras vidas de emociones y sentimientos.

Llora Granada y, cuando Ella gime, el mundo deja de girar para que el sol no rompa la magia de la noche. Federico sentado placidamente en su Huerta de San Vicente escribe su soneto de amor y pena. Mario baila en el cielo proyectando su sombra sobre las lindes de los olivos (como cuando soñaba Granada desde el barrio sevillano de la Florida). Juan estremece al alba tocando por Soleá en eternas madrugás de cante y vino y, Enrique el Grande canta aquello de:

Pañuelo que me lleva
Y en el cuello tan florío
Que bien saben los flamencos
Que en algún tiempo ha sio mío.

El Rey Melchor





A pesar de las inminentes fiestas navideñas este Toma de Horas no va dedicado a aquel que encabeza el mágico Trío de Oriente. Creo, si no me falla la memoria, que era de los tres el que portaba el oro para rendir pleitesía a quien estaba destinado a ser Rey de Reyes. No, este Rey Melchor nació en la incomparable localidad de Marchena en 1907 (allí donde el Arte sale a tu encuentro sin necesidad de buscarlo en templos y palacios), y falleció en la Villa y Corte de este inmenso terruño de mares y sierras llamado España en 1980. En los papeles civiles quedó registrado como Melchor Jiménez Torres y en los anales del alma de los flamencos puros como: Melchor de Marchena. Hermano del Bizco y de Chico Melchor. Padre del insigne Enrique de Melchor (del que otro día hablaremos largo –de compás- y tendido –en la playa donde arriban los sueños de los grandes flamencos-) y abuelo de Melchor Chico, ultima y sabrosa incorporación a la Bejazz marchenera, que ata armoniosamente en el pentagrama del alma los aires musicales sureños de Andalucía y Nueva Orleáns.


Guitarrista preferido de los tres “monstruos” del Cante Jondo como fueron, Pastora “la de los Peines; el genio de la Alameda, Manolo Caracol y, el insigne Maestro de los Alcores, Antonio Mairena. Desarrolló este genio marchenero de la sonanta su vida artística en los Madriles. Fue principalísimo guitarrista del Tablao “Los Canasteros” y recorrió España y América con las Compañías de Manolo Caracol y doña Concha Piquer. Grabó con los más exquisitos del Cante y siempre gozó del respeto y la admiración de sus compañeros de profesión.


No tengo reparos en afirmar que posiblemente estemos ante el Tocaor flamenco que mejor ha sabido acompañar el Cante. Lo mecía y la cuidaba como una madre balancea suavemente la cuna de su hijo. Hago mía pues las palabras que sobre él dijo Ricardo Molina: “A la cabeza de esa media docena de primera fila estimamos que está el maestro Melchor de Marchena. Su lenguaje es la guitarra. Su idioma son esos toque de siguiriyas, de bulerías, de tangos, de soléa, de alegrías, de Levante, que él sabe interpretar magistralmente”.

Comparto plenamente con algunos estudiosos que su valía flamenca no ha sido considerada en toda su magnitud. Tampoco debe resultarnos extraño, cuando todavía en esta tierra se le sigue negando el pan y la sal a Manuel Vallejo. A Melchor se le concedió en vida la máxima distinción que la Cátedra de Flamencología de Jerez le concede a un guitarrista (1966). Poco más estimaron oportuno premiarle para enriquecer su currículo artístico y su hermoso legado flamenco.


El querido y hermosísimo pueblo de Marchena ha tenido la suerte de parir al mejor Artista de la Historia del Flamenco, don José Tejada Martín “Niño de Marchena”, y a la guitarra cumbre del toque de acompañamiento, don Melchor Jiménez Torres “Melchor de Marchena”. Debería pues cuidar con esmero el hermoso legado cultural y sentimental de estos dos baluartes del Arte Jondo.

Vivimos inmersos en una tormenta que no cesa propiciada por mercaderes, políticos corruptos y usureros inmisericordes. Hoy más que nunca necesitamos nuestra diaria ración de alimento espiritual. Para identificarnos nos han convertido en una letra que remata los ocho números de un control rutinario. En los dígitos escalonados de una cuenta corriente que siempre está padeciendo penurias y sinsabores. En una tarjeta que tiembla cada vez que la introducimos en la boca de un cajero automático. Menos zapateros y más zapatos. Menos Ibex 35 y más toques por Soleá de Melchor. Solo nuestra alma nos acompañará cuando emprendamos el viaje de los que nunca retornan. Portarla llena de sensaciones y emociones es cosa nuestra en vida. No sería mala cosa que la Gloria fuera un símil del pueblo de Marchena, y que su banda sonora fuera la Soleá de José Illanda en la voz de Pepe Marchena y acompañada por el toque de Melchor.

sábado, 11 de diciembre de 2010

La hoguera encendida



(A FJSA y a todos los que configuran el grupo del anonimato)

Dicen que equivocarse -¿o es rectificarse?- es de sabios, o de torpes según se mire. Reconozco que cuando me llamó el Hermano Mayor de mi Hermandad de la Candelaria, para ofrecerme dar el Pregón del Cofrade de la próxima Cuaresma y, al declinar tan honrosa invitación, se me planteó un dilema: si dejar el tema en el estricto y placentero campo de la privacidad o, para no parecer un petulante desagradecido, dar publicidad a este asunto en mi blog. Hice la segundo y, creo sinceramente, que elegí la opción incorrecta. Sorpresivamente me empezaron a llegar a mi correo electrónico una serie de mensajes en distinto sentido. Unos, de los que bien me quieren y aprecian, criticando –desde el afecto- que hubiera declinado tal ofrecimiento cofrade. Otros, afortunadamente los menos, para desde el anonimato recordarme que cojones pinta un antiguo marxista en un atril dando un Pregón (se nota que la gente no sabe que hacer con su tiempo libre).

Si algo me resulta pesado, y además estéril, es entrar en polémicas sobre temas personales que, lógicamente, a nadie importan ni interesan. Hablar, o mejor escribir, de uno en primera persona es un ejercicio insoportable de necedad y petulancia. Pero nunca me gustaron aquellos que tiran la piedra y esconden la mano. Cuando, además, ya me conozco de sobras la calidad –humana- de las piedras y la de sus lanzadores. Así que “una y no más Santo Tomás”.

Decíamos ayer……En mi juventud pasé –y no me arrepiento- una larga travesía en el desierto de los agnósticos. Entendía que durante el franquismo la Religión, y por ende las Hermandades, estaban impregnadas del falso espíritu cristiano del “Nacional-Catolicismo”. Un servidor, junto a algunos españoles más (pero no tantos como hoy se autoproclaman “rojos” de toda la vida), andábamos inmersos en recuperar para España un clima de libertades democráticas, siempre dentro del respeto y la tolerancia. Nunca tuve más carné que el del Real Betis Balompié, y mi actividad política y sindical solo me reportó riesgos y “picotazos” en mi siempre maltrecha economía. Arriesgábamos nuestra integridad, e invertíamos la dulce moneda de la juventud en pelear por las libertades. Que hubiera gente que se mostrara cómoda dentro de los estrechos límites políticos del franquismo era algo que resultaba más que evidente. Cada cual es cada cual y bien está que así sea. Quien perpetra estos Toma de Horas y, desde los 12 años, siempre vivió exclusivamente de su trabajo.
Un día, un histórico y hermoso día, este sufrido país se planteó seriamente que había que abrirle las puertas a la Democracia. Se hizo de una manera más que razonable y, obviando poner encima de la mesa los muertos de alguno de los bandos contendientes en la Guerra Civil. Fue una Transición modélica y así fue reconocida en todos los foros internacionales (que otros se la estén cargando hoy día es harina de otro costal).
Pues bien, por ahí andaba “el probre Juan Luís” planteando que hacer con su vida. Entendí que ya la política y el sindicalismo iban a caer en manos de “profesionales”, y que los románticos ya estábamos de más. Hice una “paraita” en el camino y mire para mis adentros a ver que era lo que encontraba. Noté varias habitaciones de mi alma vacías y, otras, llenas de elementos decorativos fácilmente prescindibles.
Reconozco que fueron unos años –pocos- realmente complicados a la hora de tomar decisiones y, tuve que utilizar de manera empecinada el sano ejercicio de la reflexión. Tiré del hermoso legado de la tradición de mis mayores y ya todo fue coser…..y rezar. La respuesta definitiva me la dio el Señor de Pasión un día que despistado lo visitaba en la Colegial del Salvador. Puede parecer una perogrullada pero su rostro parecía decirme: “Ven y sígueme”. Me hice hermano de Pasión y ya, sin solución de continuidad, de la Candelaria, el Gran Poder y Nazaret de Pino Montano. ¡Un antiguo marxista hermano de nada menos que cuatro Hermandades! Po sí, que diría el de Barbate.

Lo que tengo claro es que, ayer desde el marxismo y hoy desde el humanismo cristiano, siempre estuve al lado de los desfavorecidos y enfrente de los poderosos que abusan de su poder. Mi hoja de ruta está inmaculada y paso por los juzgados –otros no pueden hacerlo- sin tener que bajar la cabeza. Nunca hice nada en contra de mis principios y espero que los mismos me acompañen mientras viva. ¿Qué seré mañana¿ No lo se ni me importa. Nunca cambié de chaqueta (eso lo hacen los oportunistas buscando el sol que más calienta) y puedo decir a boca llena lo que le escuché un día a un viejo anarquista: “En mi hambre mando yo”.

Ni daré pregones ni ocupare cargos de relevancia en ninguna Hermandad. Carezco de aptitud y de actitud. Siempre estaré presto para lo que demanden de mí pero sin quemarme en la “Hoguera de las vanidades”. No tengo la culpa que otros intenten a golpes de incienso que les desaparezca el olor a mierda de sus manos. Misión imposible, pues siempre termina prevaleciendo la verdad sobre la mentira, ¿o no? Punto y FINAL.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cancer se escribe con C de carril y de….cocedero.



Sevilla tiene en su gestión pública y ciudadana un cáncer que tiene nombre, apellidos y barba. Así lo manifestó sin tapujos quien durante algunos años fue su mano derecha (¿o era la izquierda?). Sabíamos por propia experiencia que las dictaduras son perversas por sus orígenes pero, lo que ignorábamos, es que las democracias también pueden llegar a serlo por su desarrollo. La Republica de Platón reciclada en platón de gambas blancas de Huelva. Los pactos de gobiernos son, a que dudarlo, constitucionalmente legales, pero distorsionan gravemente la voluntad de las gentes expresadas a través del voto. Cabría preguntarse y dado que el Pacto de Progreso es enormemente beneficioso para la Ciudad, ¿si el PSOE consigue la mayoría absoluta llamaría a IU para configurar una nueva versión del mismo? La respuesta está en el viento que diría Bob Dylan.

Leo hace unos días en la prensa local una jugosa entrevista con Luis Pizarro que estuvo ¡16 años! en el grupo municipal de IU. Sensatez y tolerancia a raudales las que desprende este médico hoy adjunto al Defensor del Pueblo Andaluz. Doña Soledad Becerril y Bustamante siempre le profesó un gran afecto y ambos sintonizaron –como debe ser- desde las diferencias ideológicas en beneficio de la Ciudad. Eran otros tiempos y otras actitudes alejadas del rancio sectarismo que hoy impregna la Casa Grande. Entonces los juzgados estaban muy alejados del Ayuntamiento sevillano. Les movía una autentica voluntad de servicio y no el medrar desde posicionamientos dogmáticos para mantenerse en el poder a toda costa.

Sevilla ha padecido -con diferencia- en los últimos años al peor Alcalde desde la instauración de la anhelada Democracia. Resulta patético el entreguismo a que se ha sometido y, aun más si cabe, como reclama en los estertores de su mandato un “cargo político” a su Partido por los servicios prestados. Todo antes de descolgar de la percha la bata blanca. Su pasotismo ha propiciado dejarle el timón de la Ciudad a un personajillo que rinde culto permanentemente a su propia persona. La falsa espesura del verbo culto y florido desvelada, en toda su crudeza, por una sonrisa hortera ante una jugosa fuente de mariscos. Cada uno tiene la historia que se ha labrado, y la este personaje, ayer sindicalista sin trabajadores y hoy gestor municipal sin ciudadanos, no daría ni para una sola línea.
Cuando se retire de la actividad política, que, a no dudar, será dentro de muchos, muchísimos años, figurarán miles de hojas escritas sobre su persona. Todo debido a una dejación de funciones de quien si estaba legitimado para dirigir los destinos de la Ciudad. Cada cual deberá cargar con su responsabilidad política ante el inapelable juicio de la Historia. Doy fe que ante el veredicto de esta Dama no se escapa nadie.

Queda poco, afortunadamente, para el fin de esta farsa que tan cara le ha salido a Sevilla, ¡pobre Ciudad de mis amores y desvelos! Apuesten por Zoido o por Espadas. Por Espadas o por Zoido. Cada uno que actúe de acuerdo con sus criterios y convicciones. Esa es la grandeza de la Democracia. Parece ser que ambos reúnen las cualidades que Sevilla necesita para ser gobernada. ¡Pero por los clavos de Cristo (a ser posible el del Amor), no más Pactos de Progresos¡ Quien gane el plebiscito ciudadano que no tenga excusas para no aplicar su programa electoral.
Lamentablemente quien le da cuerda a los Toma de Horas ya forma parte del grupo de los escépticos que no se creen nada. Pero por muy a oscuras que este una casa siempre quedará un resquicio para que la luz se abra paso.

Habla pueblo, habla, decía un antiguo eslogan electoral. Pues eso: hablad y además votad, para que los sectarios ocupen el sitio que la Historia hace años les tiene asignado: minoría residual en vías de extinción.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

A golpes de lebrillos


Sinceramente, no tengo muy claro si los acontecimientos que recordamos de nuestra niñez ocurrieron tal cual o, por el contrario, están tamizados por el filtro de lo sutilmente idealizado. Formábamos parte de los santos inocentes que no teníamos todavía pasado y el futuro ni lo presentíamos siquiera. Nuestro presente era una moneda presta para ser gastada en juegos e ilusiones compartidas. Lo mejor que pudo pasarme fue vivir y crecer en un corral de vecinos de la judería sevillana. Éramos 60 familias, divididas en tres patios, hermanadas por la miseria y la solidaridad más verdadera. Estrenábamos cada amanecer con la misma ilusión que lo hacen los niños con sus zapatos nuevos un Domingo de Ramos. Ningún acontecimiento de cierto interés le resultaba ajeno al conjunto de los vecinos, y la rueda de la vida giraba y giraba en torno al eje de la supervivencia. Todo a golpes de lebrillos y anafes. Nunca reivindicaré una forma de vida llena de miserias –pero nunca miserable-, donde las privaciones eran tan omnipresentes como el alba de cada día. Reivindico y añoro una convivencia más humanitaria y solidaria que la actual, sin tantos cantos de sirena y sin esta pléyade de pavos reales sueltos. Con los años hemos cambiado en nuestras relaciones el plural por el singular y así nos va. Sentimientos aparcados en los arcenes del alma para dejar paso al rápido y efímero tren de los intereses.

Afortunadamente, y con la inestimable ayuda de mi madre, he conseguido reunir una copiosa información de los habitantes de mi “Corral de vecinos”. También me ha resultado fundamental la valiosísima colaboración del excelso poeta sevillano Antonio Fernández Montes (ilustre vecino del citado “Corralón”). Tengo un copioso fichero con casi la totalidad de los vecinos definidos en sus peculiaridades más diversas, y en la actualidad lo estoy ordenando para pasarlo a mi archivo informático. Me gustaría darle algún día forma de libro y hacérselo llegar a los herederos de aquellos que teniendo tan poco nos dieron tanto. Tiempo al tiempo.

En los “corrales” de manera preferente funcionaba el matriarcado, y todos éramos identificados por los apodos de nuestras santas madres. En muchos casos provenientes de las profesiones de los maridos (cuando hablábamos de Concha “la Tranviaria”, lógicamente no referíamos a la mujer de un tranviario de profesión). En mi caso mis señas identitarias eran la de: “Juan Luís el de “Encarna la del Zaguán”. Todo configurado por gente variopinta e inclasificable a efectos sociológicos integrales. A grosso modo, y a efectos de profesiones, recuerdo que en mi Casa había: funcionarios, sastres, ajustadores, oficinistas, bomberos, guardias municipales, policías armadas, toneleros, zapateros remendones, vendedores ambulantes de mariscos (Rafael “el de los Camarones”, hermano del popular Vicente “el del Canasto”), dependientes de comercio, empleados del gas, barberos y tranviarios, entre otros muchos.

Los espacios de libertad –y en muchos casos de riñas provocadas fundamentalmente por los niños y la ropa- eran los patios y las azoteas. Los hombres buscaban su particular emancipación por los senderos que conducían a las tabernas. Los niños a la caza de la suya en juegos infantiles callejeros provistos, en algunas ocasiones, de riesgos más que evidentes.

Las mujeres –Dios las tenga en sus justa Gloria- siempre de faena en faena, sin más preámbulos en sus menesteres que una sentada compartida en noches veraniegas. Charlas distendidas bajo las estrellas y con el eco monocorde de los grillos. Madres que rompían su productivo dialogo cada vez que llegaba algún miembro de la trupe reclamando alguna cosa.

Se formaban pequeños círculos afectivos concéntricos entre las familias de habitaciones (cuartos) colindantes. Un inciso para rendir un merecido homenaje al recientemente fallecido, don Francisco Morales Padrón, quien nos dejó una obra impagable sobre la vida “corralera” (“Los corrales de vecinos de Sevilla”. Ed. Servicio de Publicaciones de la Univ.de Sevilla). De obligada lectura.


Siempre llamaron poderosamente mi atención aquellas mujeres que en su condición de viudas o madres solteras necesitaban un plus añadido de afecto. El perverso sistema reaccionario imperante las tenía acomplejadas ante aquellas mujeres que disponían de flamantes maridos, aunque, doy fe de ello, fueran en algunos casos perversos maltratadores machistas. La vida expresada a golpes de libretas de diteros inmisericordes y en blanca ropa tendida al sol en cordeles metálicos. No se oreaba tan solo la ropa, también se buscaba el beso hermoso de los aires de justicia y libertad. La dureza de la vida golpeando a la gente humilde y, la blancura de la decencia impresa en la bandera de los herederos de la Tierra.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Azul y plata o la Historia interminable


Estoy convencido de que Tú no me lo habrás tenido en cuenta. Tú bien sabes que no ha sido un desaire ni un gesto de petulante soberbia. Simplemente que no me apetecía romper estos encuentros místicos y solitarios que mantenemos desde siempre. Solo hemos tenido un silencioso y divino Testigo a lo largo de estos sesenta años de encuentros luneros: tu Hijo. La primera vez que estuve cerca de Ti apenas llevaba un mes respirando el aire de la Judería sevillana. Dicen los asistentes que no lloré cuando procedente de una concha marina mojaron mi pelona cabeza. ¿Llorar yo estando tan cerca de Ti? ¡Vamos hombre! Me dijeron: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y, ataron a mi mano, un pañuelo blanco de encaje para secarte las lágrimas de tu Divino Rostro.

Luego empezaron a transcurrir los años y empecé a pegarle atracones al calendario de lo sentimentalmente importante. Pasé de la niñez a la juventud y allí estabas Tú dibujando esa media sonrisa en tu semblante, capaz de hacer que palidezca la rosa más hermosa. Tú eres el Faro de nuestras esperanzas y nosotros frágiles barquitas a merced de los revueltos mares de la vida y de las cosas. Seguí avanzando hacia la madurez dejando en el camino –afortunadamente- la volátil herencia de los agnósticos. Nunca, ni en mis momentos más descreídos, dejé de ir a verte. Eso bien lo sabemos los dos y nuestro Divino cómplice. Esta es una Historia a tres bandas que tiene a la Judería como testigo; a quien preside el Altar Mayor de tu Iglesia como vigía y, que terminará cuando Tú decidas que ya es hora de traspasar la frontera que marca tu cancela.


Déjame que me confiese solamente Contigo. Bien sabe El que mueve las piezas de este ajedrez llamado Tierra, que soy rotundamente sincero. ¿Cómo puedo hablarte yo a Ti por encima de tu majestuosa presencia? ¿Cómo puedo yo romper unilateralmente esta relación mantenida tantos años en las distancias cortas? ¿A que duende flamenco recurro para emborronar unos folios con falsos ripios, y esperando complacer al bondadoso batallón de tus hijos más preclaros? Al día siguiente, ¿quien me garantiza que no habré adulterado esta relación de tantos años de complicidad? No, sinceramente no podía correr el riesgo de alterar lo que Tú has representado y representas para mí.

Posiblemente haya errado al negarme a compartir mis vivencias con los demás. Puede ser, para que negar lo evidente. Tú bien sabes que formo parte de los neuróticos sevillanos ilustrados. Envejecemos, como fantasmas solitarios, buscando a Dios por las esquinas de calles y plazuelas. Irredentos anarquistas sentimentales que huyen de la colectividad y el bullicio. Solamente armados con sus almas solitarias y, predispuestos a temblar ante ojos como los tuyos. Ninguna Ciudad tuvo nunca más “llaneros solitarios”, ahítos de sombra y luz, como Sevilla.

Soy consciente, y bien que lo lamento, que algunos buenos amigos se hayan sentido decepcionados conmigo. Puede que fuera Si donde yo dije No. Al final agua –bendita- de borrajas. Nada que signifique siquiera un grano de arena derramado en el reloj del Tiempo de la Hermandad. Nada hay más patético que un ser humano tratando de justificar lo injustificable. Lo hecho hecho está y mejor comerse la perdiz que marearla.
Se podría decir para concluir:



Dejadme esta manera que delata
Una forma de entender vida y colores;
Enmarañado de amor azul y plata
Dulce testigo de gozo y sinsabores.

Acudo a Ti en frágil barca solitaria
Para atracar en tu muelle sin porfía;
En tus dorados barrotes Candelaria
Se quedará eternamente el alma mía.

Mejor que declamarte en un atril
Reinventado miles de fantasías;
Que hable para Ti el mes de Abril
Cuando Sevilla explota en sintonía.

Si hasta lo dijo Juncal,
Que toreaba a la hambruna;
Vírgenes guapas habrá:
¡Pero como Tú ninguna!

viernes, 3 de diciembre de 2010

La vida en dos dimensiones



La vida una gran mentira,
cuantos quisieran tené
pa comé lo que otros tiran
.

Siempre me gusta darle un último repaso a revistas y periódicos antes de depositarlos allí donde reposan olvidadas las hojas muertas: en el buzón azul hidráulico que lo mismo engulle noticias que folletos de “Carrefour”. Todo, incluyendo nuestras vidas, sujeto al implacable rodillo del reciclaje. Antes de tirarlo, me entretengo en hojear el suplemento dominical “Magazine” del pasado domingo día 14 de noviembre y, el contenido del mismo, me hace reflexionar sobre la complejidad de la sociedad que nos ha tocado vivir. En la portada se vislumbra un montón de casas en ruina en la cruelmente maltratada Haití. En la misma se ve a un muchacho haitiano golpeando con un mazo la techumbre de algo que alguna vez fue su casa. Tiene 18 años de edad y ha perdido a toda su familia (padres, abuelos, y 6 hermanos). Debajo un acertado titulo: “El lamento de Haití”. Como subtitulo se nos dice que: “Diez meses después del terremoto, el país antillano sigue sin levantar cabeza”. Avanzo lentamente por las páginas de este suplemento y me deja evidencias palpables de que la vida transcurre en dos direcciones. Justo en el reverso de tan trágica portada se nos aparece un pensativo Leonado DiCaprio, luciendo en su muñeca izquierda un soberbio reloj de la marca TAGheuer. Paso tan solo una página y veo a una hermosa muchacha -parece de porcelana- vestida de riguroso rojo, rodeada de una ingente cantidad de perfumes del mismo color rojizo y perteneciente a la firma CH (Carolina Herrera). Una hoja más adelante me encuentro con el piloto de Formula 1, Mark Webber, luciendo unas esplendidas gafas de sol de la marca Prada. Después unos personajes, que parecen sacados de la película Matrix, portando unas bolsas negras y cubiertos con unas gafas de sol (ignoro cual de las dos cosas se anuncia, bolsos o gafas, la marca es DIRK BIKKEMBERGSS). Prosigo esta lenta andadura comercial, hasta poder llegar al reportaje sobre Haití, y me tropiezo con un joven galán cómodamente despatarrado en un lujoso descapotable rojo. Nos anuncia que usa CH Men. Un poco más y aparece un pantallón enorme de televisión –disponible hasta en 46”-, llamado BAN&OLUFSEN. Después viene un “peluco” verdaderamente majestuoso y que cuesta 6.710 euros, se llama el bello artefacto BREITLING. Paso algunas páginas y me doy de bruces con un keniata flotando en el aire junto a un explorador al que le saca medio metro. Dos indígenas miran sonrientes desde el suelo este mágico proceso de levitación. Todo conlleva a que sepamos valorar las excelencias de una diminuta cámara de video llamada HANDYCAM. Como epilogo de esta aventura comercial me encuentro con la escritora Ángela Becerra que nos recomienda que cada atardecer, al finalizar el día, nos premiemos con una copa de CODORNIU. ¡Por fin! consigo llegar al reportaje que se nos anuncia en la portada. Sobrecogedores testimonios de gente que, de manera heroica, están luchando contra las terribles condiciones de un país que, paradojas de la vida, fue el primero en conseguir la independencia en Latinoamérica. De la ayuda prometida por representantes de 138 países, el FMI y el Banco Mundial, 9.900 millones de dólares, no les ha llegado ni el 20%.



Los datos que se nos ofrecen son terribles: 1.000.000 de personas viven bajo lonas en 1.200 campamentos. Los fatídicos 35 segundos que duró el terremoto provocaron 220.000 muertos; 300.000 heridos y 2,3 millones de desplazados en un país de algo más de 9.000.000 millones de habitantes (cuando se configuró este reportaje todavía no había hecho su aparición la epidemia de cólera que ya se ha cobrado, en una semana, más de 1.500 muertos. Me comenta un médico amigo que esta enfermedad tiene un tratamiento muy simple: mantener perfectamente hidratado al enfermo. ¿Pero como se puede hidratar a nadie en un país que carece de agua y sumido en la más profunda de las miserias?).

Cohabitamos con el horror y la injusticia más aterradora. Estamos inmersos en una Sociedad de Consumo donde la hora del Tercer Mundo la vemos reflejada en relojes de 6.700 euros. Unos esperando que den las cinco para el té y, otros, muriendo de cinco en cinco sin que les llegue ninguna clase de ayuda. Ricachones horteras que a través de programas de televisión (¿Quién vive aquí?) nos muestran sus lujosas mansiones y su excelso nivel de vida. Mujeres en su madurez intentado ganarle la batalla a los años, invirtiendo miles de euros para conseguir el inútil elixir de la juventud (“Mujeres ricas”, creo que se llama el programa). Se confunde la legítima aspiración de mejorar el nivel de vida de las personas con una inmoral ostentación de riqueza y poderío material. Gentes vacías que no tienen más valor que aquel que les proporciona su dinero. Nadie fue nunca admirado, ni afectuosamente recordado, por sus caudales sino por sus sentimientos. La dura y hermosa aventura de vivir se creó para dar y nunca para recaudar. Morirán con la duda de si quien le rozó la mano lo hizo por cariño, o para que la abriera y ver lo que tenía dentro. La vida en dos dimensiones: la que lleva a la gente noble y solidaria hasta Haití y, aquella, que dimana del lujo y el vacío existencial. Nada nuevo bajo el sol.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Santa Genma en el recuerdo



En la muy noble, leal y sufrida Ciudad de Sevilla a 1 de Diciembre del 2010

Residencia Santa Genma

C/ Brasil, 5

41013 – Sevilla

Apreciados y muy valorados amigos/as:

Alguien dijo –y dijo bien- que en la vida todo funciona por ciclos. Hasta la misma existencia está sujeta a este axioma: nacer y morir como las dos caras de una misma moneda. También dijo que es de bien nacido ser agradecido. Por estos dos caminos quiero que discurra esta carta que nace de lo más profundo de mis sentires.

Como bien sabéis mi madre terminó su ciclo en ese afectuoso Recinto el pasado día 25 del corriente. La han trasladado a Sanlúcar la Mayor. Fue una decisión que mis hermanos tomaron unilateralmente y, que como es público y notorio, yo no comparto. Pero en fin allá cada uno con su conciencia. Alguien dijo: “solo critico mis actos pues son los únicos con posibilidades de poder influir en ellos”. Tiempos de almas frías son los que nos han tocado vivir.

Posiblemente en su nuevo destino, mi madre, disponga de mejores comodidades pero difícil, muy difícil, será que encuentre un colectivo de personas con mayores dotes de humanidad y dedicación que la mostrada por vosotros en el difícil día a día. Tratáis con personas en los umbrales de sus existencias y con sus personalidades diluidas en un contexto donde, en muchos casos, se sienten incómodos alejados de sus hábitat naturales. El duro anochecer en definitiva de la existencia humana.

Valoro vuestro trabajo por ser plenamente consciente de la extraordinaria dificultad que el desarrollo del mismo lleva implícito. Doy fe de que en mis innumerables visitas a ese querido Recinto nunca escuché ninguna queja de alguno de los residentes. Curiosa paradoja de que exista una Residencia de Ancianos (no me gusta lo de la 3ª Edad) en el Barrio del Porvenir. El crepúsculo de los años insertado en un enclave urbano con nombre de futuro.

Gracias pues a todos/as por el afecto y dedicación que siempre habéis demostrado hacia mi santa madre. Mi amistad, mi respeto y mi gratitud siempre os acompañarán. No quiero que esto suene a despedida pues es mi deseo visitaros de cuando en cuando. El afecto no se archiva como un expediente administrativo. Un día escribí sobre la sana amistad de un afectuoso francés procedente de Normandía, y un torbellino de belleza de Las Cabezas de San Juan. Así veo yo a Santa Genma: los heridos por los años desembarcando solitarios en la playa de los recuerdos y, las hermosas muchachas andaluzas tendiéndoles sus bondadosas manos.

Nada define mejor los avatares de la vida que las olas marinas: nacen y mueren dejándonos su encaje de gozo y llanto sobre la arena.

Suerte, mucha suerte, en vuestra difícil tarea y, una vez más, reiteraros mi agradecimiento y mi amistad eterna. Siempre vuestro,

Nota adicional: A pesar de que en un principio esta carta estaba destinada a la privacidad, me place insertarla en mi blog como muestra de afecto y agradecimiento a mis “colegas” de la Residencia Santa Genma. Gracias eternas.

Amores de mercadillo



Arribó a Sevilla procedente de Turín el pasado 7 de septiembre. Venía con una beca Erasmus en la mochila para estudiar Filología Hispánica. Acababa de cumplir 20 años de edad y fue su padre, Director Artístico del Pabellón de Italia en la Expo del 92, quien le animó a que eligiera Sevilla como destino. Rechazó la Villa y Corte, la espléndida Barcelona y la perla castellana de Salamanca para decidirse, vía paterna, por la Ciudad que vive y sueña a la sombra de la Giralda. Se alojó junto con otros jóvenes europeos -dos ingleses y un francés- en un chalet del Barrio de Heliopolis situado en la calle Perú. Acudía cada mañana a la antigua Fábrica de Tabacos para ilustrarse y aprender sobre nuestra Lengua, y los caminos que llevan a la Literatura de Cervantes e ilustres colegas. A mediodía solía comer en compañía de un estudiante procedente de la Baeza machadiana en Casa Diego, con sede en la Plaza de los Curtidores, justo en el corazón de la Puerta de la Carne. La mejor comida casera de Sevilla con diferencia. Hagan la prueba pues merece la pena.

Le costó muy poco integrarse en la Ciudad y aplicó a rajatabla un consejo que le dio su padre, Paolo Ricci, al despedirlo en el aeropuerto turinés de Sandro Pertini: “en Sevilla primero observa y después escucha; luego, primero escucha y después observa. Sitúate a medio camino entre el halago y el critiqueo. No pretendas adentrarte en el alma de la Ciudad sin pagarle un peaje de cariño y fidelidad”. De lunes a viernes dedicaba todo su tiempo al estudio y la lectura. Los fines de semana se pateaba la Ciudad en mañana, tarde, noche y madrugada. Le gustaba especialmente perderse de noche por el arrabal trianero, y rematar la faena escuchando flamenco en La Carbonería del impagable Paco Lira. Dado su peculiar carisma no le costó en exceso adentrarse en los círculos más sanos de la juventud sevillana (aquellos que saben combinar estudio, trabajo-los poquitos que lo tienen- y diversión sin molestar ni quemarse en el camino). Era apreciado en los distintos ámbitos donde se movía –fundamentalmente, y dada su joven apostura de galán italiano, por las féminas- y conocido entre los ambientes juveniles sevillanos como, “Roberto el Italiano” (nombre que le puso su padre como homenaje al genial Roberto Rossellini). Se adentró con facilidad en los vericuetos sentimentales de una Ciudad que, a los que bien la aman y valoran, nunca les pide el carné de identidad. Mantenía cada tarde una larga conversación con sus progenitores italianos, donde se dejaba aconsejar ante la eventualidad de cambiar su hoja de ruta sevillana.

Se estaba planteando en la actualidad el agenciarse una bicicleta para trasladarse del barrio de Heliópolis a la Universidad. La Ciudad disponía de muchos kilómetros de carriles bicis y le pareció que era conveniente utilizarlos. Le comentaron que se pasara una mañana de domingo por el Mercadillo que instalaban en el Charco de la Pava. Había uno que vendía bicicletas usadas y a un precio más que asequible. Lo que no sabía este digno heredero del gran Marcelo que allí le acechaba, para atraparlo, la dulce enredadera de los enamorados.

Un domingo que el almanaque marcó como 7 de noviembre del 2010, aterrizó Roberto en compañía de dos colegas de Facultad en aquel enjambre de efímeras calles donde todo, absolutamente todo, estaba sujeto a la gitana ley de la oferta y la demanda de la venta ambulante.
Venía de Italia, tierra de los mercadillos por antonomasia (Roma de picaros “vendo de todo” callejeros en la memoria de la Historia), pero aquel ambiente le pareció de peculiaridades bien distintas a las de su tierra. Se perdieron entre gritos y leves empujones por una maraña de ropas, frutas, zapatos y objetos de lo más variopinto. Le llamó la atención un puesto preparado con un exquisito esmero. Al fondo estaba situada “de culo” una enorme furgoneta blanca con dos enormes pósteres. En uno se veía a un Camarón barbudo, lleno de anillos, con una media luna tatuada en su mano derecha y la mirada perdida. El otro era con la figura de Jesús, blandiendo en su pecho un corazón luminoso y sangrante. Debajo un lema que decía: “Jesús te ama”. Dos jóvenes muchachas morenas de bronce lorquiano atendían la venta, mientras no paraban de anunciar a voces su mercancía: “María, comprarme que lo doy tó mu baratico”; “no pasar de largo sentrañas mías que estamos que lo tiramos”. Cuando Roberto se acercó para comprobar la mercancía ya fue tarde para casi todo (menos para el amor). ¡Vendían ropa interior femenina! Las había de todos los colores y tamaños y, allí estaba él, un pasmado italiano, sin saber como salir del espinoso trance. La más joven de las gitanas se volvió hacia él y le clavó como dos puñales sus hermosos ojos verdes: “primo, ¿a que quieres hacerle un regalito a tu novia?”. Se miraron de frente unos segundos que a ambos les parecieron una eternidad. Un choque de trenes. Una tormenta rompiendo sus olas en la vertiente cantábrica. Un crepitar de lluvia en las ventanas del alma. Ojos de miel italiana perdidos, ya para siempre, entre los del verde que te quiere verde de la gitanería. Se ruborizaron los dos a la par que bajaban sus miradas. Ella se retocó el hermoso moño de su pelo negro como la endrina. Se estiró su blanco delantal donde guardaba las monedas de los jurdeles para el cambio. Él se subió su pantalón vaquero y se colocó sus gafas de sol. Acudió a la llamada de sus amigos mientras que, hasta en tres ocasiones, se volvió para intercambiar con ella una cómplice sonrisa. Ambos tenían el firme convencimiento de que aquello era el comienzo de algo tremendamente hermoso. Para el próximo domingo quedaba pendiente y anhelante el segundo capítulo. La semana sería larga y le costaría trabajo concentrarse en el estudio de Luís de Góngora y Lope de Vega. No pudo disimular una sonrisa cuando se acordó que unos días antes preparó un trabajo sobre “La Gitanilla” de Cervantes”. Amores, amores de mercadillo.

Gitana pa no quererte
tengo que ve dos señale;
que se apague el firmamento
y que se sequen los mare.