viernes, 30 de julio de 2010

Juan Luis

Este Toma de horas no lo escribe mi gran amigo Juan Luis, lo escribe el albacea de sus escritos, el custodio de sus memorias. El que sube sus artículos a este blog.
Y aprovechando que descansa para retomar nuevos temas a la vuelta del verano, os quiero hablar de él.

Con Juan Luis y sus “Tomas de Horas”, me he sentido alumno en la banca de madera atento a las explicaciones en la pizarra del maestro, de ese chico de los recados con pantalón corto y presto a ser el más rápido y eficiente en la entrega, de ese chico aprendiz de oficio de imprenta que siempre tiene lista las tintas y las hojas para su impresión.

Con Juan Luis, me ha paseado por Sevilla con los sentidos..
Me ha hecho ver de nuevo, tiendas abiertas, negocios funcionando, carretillas de mano, canastas de mimbres, así como los finales fronterizos de la ciudad, que mas allá de los puentes eran descampados, huertas, caminos, charcas. …

Me ha hecho escuchar de nuevo, las voces del vendedor de moñas de jazmines, el eco de las palmadas llamando al sereno, los chorros de las fuentes, las campanas, los gorriones al atardecer...
Me ha hecho oler de nuevo, la tienda de galletas de la Plaza del Pan, del caramelo en calle Francos, del pimentón en Regina, del pescaíto en la Puerta la Carne, del alcanfor en las túnicas blancas un Martes Santo, de las gambas a la plancha en la Plaza de San Francisco, del perfumador de los cines ..
Me ha hecho saborear de nuevo, el agua fresca de un puesto en la Plaza Nueva, de altramuces del Góngora, de volver a tomarme un “tubito” de cerveza ..
Me ha hecho volver a tocar de nuevo la piedra de las paredes de la Catedral, el albero de los parques, el papelón de pescao, el balón áspero remendado, las naranjas aún verdes…
Con Juan Luis me ha paseado por las tabernas con mostrador de madera que huelen vino, como siempre, menos la de San Lorenzo que era vermut. Me ha llevado a ver correr las velas en la calle Puente y Pellón, a comer camarones en la Bodega de San Eloy.
Juan Luis me ha vuelto a recordar el Flamenco, como siempre le digo, el de antes no el de ahora. Pues me ha hecho revivir los sonidos del vendedor de cassetes de flamenco, que ponía en el mercadillo del jueves en la calle feria delante de Pueyo, debajo del balcón donde yo vivía.
Y así podría llevarme muchísimo tiempo hablando de Juan Luis, pues no tengo otras palabras, que no sean de agradecimiento a él. La primera impresión dicen es la que vale, y ese momento que nuestro gran amigo en común “Santi” nos presentó, fue para mí la apertura del telón a una gran obra, que espero seguir disfrutando por muchísimos años y seguir siendo el alumno con su babi y en la banca de madera aprendiendo de un maestro como Juan Luis.

Salvador Gavira

miércoles, 28 de julio de 2010

Vamonos que nos vamos




Los Toma de Horas se toman un paréntesis agosteño. Que los días hasta septiembre los determine un reloj con arena de Matalascañas, Rota, el Portil, Sanlúcar o Chipiona. Es tiempo de descanso o desmadre. De reflexión serena o despelote compulsivo. De lentos atardeceres campestres con el soniquete de fondo del canto de las cigarras o del “chinpanchun” en chiringuitos playeros. Cada uno y cada una que configure su esperado periodo vacacional como lo estime oportuno. Algunos –posiblemente con la crisis serán más que otros años- se quedarán en una Ciudad sin pulso, aflatada con los golpes de “la caló”y, escuchando de fondo, el latiguillo agosteño de: “vuelva –o volvemos- en septiembre”. La Ciudad se volverá fantasmagórica y desierta los fines de semana. Volverá a recuperar algo de pulso conforme la envuelva el manto negro y reparador de sus ya frescas noches. El meridiano y el comienzo de la cuenta atrás quedarán establecidos –como pasó siempre- cuando la Reina de la Catedral traspase el umbral de la Puerta de Palos. Entonces ya vislumbraremos a lo lejos al dios de septiembre, que nos espera con un membrillo en una mano y una tarjeta de crédito en la otra. Mientras, y si me permiten la osadía de hacerles algunas sugerencias, intenten pausada e ilusionadamente ser felices. Si van al campo o la playa traten con cariño y respeto a la Madre Naturaleza. Como una madre no hay nada. Si se quedan en la Ciudad aprovechen para pasearla tranquilamente en las primeras horas del día. El Alcázar, la Catedral, el Archivo de Indias, el Museo de Bellas Artes o los conventos de clausuras visitables nos están esperando con los brazos abiertos. Volver a pisar el escenario de las calles de nuestra infancia. Allí donde un día fuimos felices e inocentes. Triana, Santa Cruz, la Puerta de la Carne, la Macarena (desde el Arco hasta San Marcos) o San Lorenzo nos esperan amorosos para ofrecernos el dulce néctar de lo genuinamente sevillano.

Las expectativas –ciertamente eran muy pocas- que me propuse al crear (más bien me lo creó mi amigo del alma Salva Gavira) este blog llamado Toma de Horas, han sido cubiertas con creces. Aquí la importancia la tienen los amigos que cariñosamente las leen más que la torpeza de quien intenta darles contenido. Pretendía –y siempre pretenderé- mostrar mis sentimientos, sensaciones y emociones. En mis más nobles sentires siempre estará la Ciudad ocupando un espacio preferencial. Lo conceptual muchas veces fue derrotado por el romanticismo y me alegro que así ocurriera. Nunca me pareció oportuno instalar en el blog un contador de visitas. ¿Para que? Siempre preferiré a dos reflexionando en silencio que a quinientos pegando voces al unísono. No conozco más Contador que uno que va en bicicleta y al que los franceses le pitan por no esperar al que se le salió la cadena (más tiempo llevamos nosotros esperando que nos devuelvan las obras de arte que nos robaron cuando nos invadieron. Con la excusa de pedirnos “un poco de sal” les dijimos: “pasad y tomadla vosotros mismos” y, se llevaron los cuadros del salón. Menos mal que al final los gaditanos le echaron toda la sal de San Fernando por encima).

Como dicen los modernos “me abro”. Me quedo deambulando por estos lares. Intentaré de manera prioritaria adelantar la enorme lectura que tengo pendiente. Mi madre y mi nieto son la excusa perfecta para no moverme en agosto de la Tierra de María Santisima.

Desconectaré el ordenador e intentaré ver un solo noticiario al día. Cine, flamenco, gazpacho, Cruz Campo y lectura serán mis compañeros agosteños.

Sed felices a vuestra manera que seguro es la mejor forma de serlo. No toméis una copa de más –ni de menos- si vais a conducir y no dejéis de dar ninguno de los besos que os brotaron del alma. Comprobaremos un año más lo placentera que resulta la vida sin la inoperancia de los jerarcas de la política y sus estériles peleas. Estarán de vacaciones recargando pilas para seguir “jodiendo” al personal.

Como cantaba Bobby Darin en una hermosa película dirigida por Robert Mulligan en 1961: “Cuando llegue septiembre todo será maravilloso”. O puede que no tanto. Lo que espero y deseo es que modestamente en los Toma de Horas os lo pueda seguir contando. Dios, la Candelaria y el que habita en San Lorenzo así lo quieran. Nos vemos. Un cariñoso y fraternal abrazo.

lunes, 26 de julio de 2010

Hasta que el veraneo nos separe




Psicólogos y sociólogos coinciden que cada verano, y dentro del periodo vacacional, aumenta de manera vertiginosa el número de parejas que se separan. Juntos de “por vida” hasta que el Nivea factor de protección 20, los espetos de sardinas, las tortillitas de camarones y los tintos de verano nos separen. Tú a Boston y yo a California. Como cantaban los Payos: la playa estaba desierta/ el mar bañaba tu piel/ cantando con mi guitarra para ti María Isabel/ Coge tu sombrero y póntelo y…..en septiembre nos vemos en el despacho de Enrique (el amigo común abogado). Por lo visto aguantarse cuatro o cinco horas al día durante el año es medianamente pasajero, pero veinticuatro horas diarias ya es harina de otro costal. Vernos un ratito cuando las tardes pierden su fulgor y estamos exhaustos de la batalla diaria tiene un pase (en algunos casos una faena completa), pero no dejar de vernos desde el amanecer hasta el anochecer ya resulta demasiado empalagoso. Ayer, de novios, veíamos las puestas de sol cogidos de la mano y soñando con las rimas de Bécquer. Hoy, ya con algunos años de casados a las espaldas no vemos casi nada. Ciegos de tintos de verano, colorados como salmonetes y, escuchando en los auriculares -mientras nos sustraemos de la vida y la naturaleza- a Joaquín Sabina (“tardé, en aprender a olvidarla, diecinueve días y quinientas noches”). Todo sin excepción funciona en la vida por ciclos. Ella misma –la vida- así lo determina: nacer y morir forman parte del mismo guión. Nadie, cuando ilusionado comienza una relación de pareja, pone fecha de caducidad a la misma. Lo paradójico es que buscamos similitudes en las relaciones de los demás, cuando las mismas son personales e intransferibles. Prestar oídos y atenciones a comentarios como: “eso mismo que le pasa a vosotros le pasó a mi cuñado y lo resolvieron acudiendo a un asesor matrimonial”; “una vecina mía pasó por una situación similar a la vuestra y todavía está lamentando el no haberse separado” o bien: “yo que tu intentaba arreglar las cosas antes de separarme”. Al final todo caerá en saco roto y cada cual tomará las decisiones que considere pertinente. ¿Qué puede uno/a equivocarse o acertar? Posiblemente, pero en definitiva vivir consiste en arriesgar a la hora de tomar decisiones. Lo importante es salir –si así lo demandan las circunstancias- de una relación de pareja con el alma libre de rencores y, pensando que la experiencia ha merecido la pena. La pregunta que surge es: ¿tanto han cambiado los tiempos que antes el verano era época de enamoramiento y ahora de alejamiento? Posiblemente sea el peaje que cada época nos demanda. La gente antigua dicen –creo que erróneamente- que “hoy los matrimonios no aguantan nada”. Muchas de estas sufridas mujeres de posguerra aguantaron cincuenta y sesenta años de matrimonio sufriendo en sus carnes –y en sus almas- el machismo más inmisericorde. No tenían alternativas, puesto que carecían de medios de vida propios al margen de sus maridos y, sobre todo, aguantaron por el bienestar de sus hijos. Ya hoy –afortunadamente- la María Isabel de Los Payos se pone el sombrero cuando le sale del……y, si la playa estaba desierta, es porque la gente había ido a coger cita a los despachos de los abogados matrimonialistas. Lo importante, lo verdaderamente importante, es que si tenemos que dar este paso cuando todavía tenemos arena hasta en los…..lo hagamos de manera civilizada y asumiendo lo que decía Kennedy: “la victoria tiene un centenar de padres, pero la derrota es huérfana”. Más que de ganar o perder se trata de vivir sin engañarte ni engañar a tus sentimientos.

Los besos perdidos siempre se los lleva el aire de la nostalgia y los estampados de corazón permanecerán siempre indelebles. Cada uno -o cada una- dentro de su incuestionable libertad, debe elegir el camino a seguir y con quien desea compartir en cada momento este viaje por la vida y las cosas. Como dice una letra de Moreno Galván con el eco milenario mairenista de José Menese:


Si a beata te has metío/
te vía a rezá un pare nuestro/
pa que vayas blanqueando
las paeres del convento.



Nota preocupada y solidaria. Leo con estupor que en el presente mes de Julio se ha superado el triste y canallesco récord de mujeres asesinadas por sus “parejas”. Terrible, tremendamente terrible, que no consigamos dar con la tecla que afine este perverso piano que suena a sangre y a lagrimas negras. Denunciemos, ayudemos y colaboremos con las mujeres maltratadas que son victimas de la barbarie y la sinrazón más canallesca. Si miramos para otro lado, cuando un día llevemos un ataúd sobre nuestros hombros ya será demasiado tarde para lamentaciones.

viernes, 23 de julio de 2010

Lola, el Francés y Santa Genma

Lola es una joven muchacha natural de Las Cabezas de San Juan. Posee una belleza deslumbrante de mujer a la italiana. La cima más alta de la guapura femenina siempre estuvo y estará en la tierra de Sofía, Claudia y Gina. Dolores, Lolita, Lola, llega a Sevilla todos los días procedente del terruño de Carlos Marchena y Fernando el Herrero. Allí donde Rafael del Riego el día 1 de enero de 1820 restauró la abolida Constitución de 1812. Creándose el primer periodo de monarquía constitucional en España. Empezaba lo que fue conocido como el Trienio Liberal (1820-1823). Cuando Lola deja atrás Bellavista da igual que el día sea nublado y gris. Ella lo encandila y le da luz con su andaluza hermosura. Resulta extraño que Sevilla no la reciba cada día a la altura del Campo del Betis con una banda de música. Quede claro que estas apreciaciones las hago desde mi atalaya de abuelo recién estrenado. La veo y la admiro como podría hacerlo con cualquiera de mis hijas.

Juan (Jean Baptiste) es un muchacho francés que se encuentra en Sevilla intentando cogerle el aire al idioma de Cervantes. Anda como los pingüinos: lentamente y bamboleando su cuerpo hacia los lados. Es pura bondad y demuestra una educación exquisita. Nació en la Normandía francesa. Allí donde un 6 de junio de 1944 desembarcaron las tropas aliadas para comenzar la liberación de Europa (terminó el día 25 de agosto con la entrada en Paris) del yugo del nazismo. Dentro de muy pocos días se vuelve a su tierra francesa. Tuvo serias dificultades para entendernos. Se encontraba desconcertado dada la velocidad que le imprimimos a nuestra peculiar –y hermosa- manera de hablar el castellano. Vamos a notar su ausencia tanto como él –a no dudar- notará la nuestra. Sabe que es uno más de los rendidos a los pies de la Giralda. Las flechas de las callejas del barrio de Santa Cruz se le han quedado clavadas en el fondo de sus sentimientos. Es joven, muy joven, y seguro que volverá a visitarnos de nuevo. Ya no lo hará como su primera vez imbuido en su condición de “guiri”, ahora cuando vuelva sabe que él ya no está en tierra extraña. En definitiva Juan “el Francés” es por derecho propio: uno de los nuestros.


Santa Genma es una Residencia de Mayores ubicada en la calle Brasil del Barrio del Porvenir. Se encuentra a escasos metros de la Parroquia de San Sebastián, sede de la Hermandad de la Paz, la misma que se impregna de primavera cada Domingo de Ramos a su paso por el Parque. Emotivo, tremendamente emotivo, resulta cuando a la ida pasa la cofradía por la puerta de la Residencia. Allí donde las miradas cansadas de años y vida se cubren del brillo de la fe y el fulgor de la esperanza. Aquí en esta casa (la considero más una casa que una residencia) pasa mi santa madre sus últimos días terrenales. Aquí, en este chalé reducto de la Exposición Iberoamericana del 29 (como todo el Barrio en su conjunto), trabaja Lola de asistenta y, Juan “el joven gabacho”, colabora eficaz y cariñosamente en tareas de acercamiento a los ancianos mientras aprende nuestro idioma. Aquí, desde donde se huele y se palpa con la mano el Parque de María Luisa, Lola y Juan, Juan y Lola, han establecido una sana amistad que nace de la nobleza de la juventud y el verdadero aprecio.


Todavía Juan tiene algunas dificultades para entendernos, sobre todo cuando Lola le dice: “cucha Juan, dale una miraita a Ana que yo le voy a dá un manguerazo ar patio”. Juan se rasca la cabeza y seguro que pensará para sus adentros como puñetas pudo empezar don Miguel de Cervantes el Quijote en la calle Sierpes sevillana.

La vida configura extraños compañeros de viaje con un recorrido vivencial relativamente corto. Las Cabezas de San Juan y Normandía, unidas amigable y bondadosamente en torno a personas jóvenes y, a aquellas que se encuentran ya en el embarcadero de los que no han de tornar.

Se hace verdad, una vez más, que en definitiva el ejercicio de madurar consiste en saber valorar en positivo los encuentros y desencuentros que la vida nos reserva. Luces y sombras; gozos y penas; idas y venidas; venturas e infortunios, todo, absolutamente todo, queda enmarcado dentro del mágico círculo del que entramos y salimos los humanos. Experimentamos al vivir y, la vida a su vez experimenta con todos nosotros.

miércoles, 21 de julio de 2010

¿Existe vida después de Lopera?


La pregunta que da titulo a este Toma de Horas cuajada de sentimiento verdiblanco entiendo que está mal planteada por mi parte, debíamos mejor preguntarnos: ¿estuvo el Betis alguna vez vivo y libre durante el largo mandato “del Lopera”? Sinceramente lo dudo y los acontecimientos conocidos (y los muchos que quedan por conocerse) así lo confirman. Doña Mercedes Alaya y Rodríguez, juez (¿o se dice jueza?) del Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla es la que nos ha devuelto la vida al beticismo. Ha dado lo que ya se conoce en Sevilla como el “alayatazo”. Puso a “donmanué” en sus sitio a través de una serie de medidas cautelares de sobras conocidas por todos. Que este señor, que tanto quería a las “criaturitas” béticas, utilice su derecho a recurrir dichas medidas cautelares me parece absolutamente legítimo. Faltaría más. Pero, lo que resulta evidente, es que la reja del beticismo ya está abierta y, cerrarla de nuevo será bastante complicado. Que vendrán tiempos difíciles, muy difíciles, es algo más que previsible. Pero: ¿a los beticos no van a asustar con tiempos dificultosos? Con los años estoy convencido que el Betis más que un sentimiento es un sufrimiento. Muy de tarde en tarde nos dan un alegrón gordo para ir tirando. Seguro que tienen que llegar tiempos mejores. Poco a poco iremos borrando todas las huellas de la larga andadura por el Betis de don Manuel Ruiz de Lopera (la primera devolver el nombre del Campo a su legítimo dueño: don Benito Villamarín, o en su defecto ponerle el nombre de la jueza Alaya), y de que los “mamporreros” ocupen su triste y patético lugar en la Historia del Equipo de las trece barras.
Los que han quedado del actual “Consejo de Administración” tenían una oportunidad de oro de resarcirse ante el beticismo. Podían, “cogiendo el toro por los cuernos”, demostrarle a la afición betica que cuando los denominaban “los cucharas” (que ni pinchaban ni cortaban nada) no era del todo cierto. Ahora tocaba remangarse y remar fuerte para llevar al Betis a buen puerto. Para nada. Intentan poner al frente de la nave verdiblanca a don Luís Oliver al que “donmanué” le “vendió” su paquete accionarial, y seguir ellos pendientes de las instrucciones que dimanen del “teléfono rojo” (en este caso verde). El señor Oliver recién aterrizado en nuestra Ciudad muestra una pasión por los colores verdiblancos digna de alabanza. ¡Pedazo de betico don Luís Oliver! Para él “su Betis” –y sus problemas- ya están incluso por encima de los suyos personales o profesionales. Todo este sainete en versión fontanalesca está inmerso en una maraña de intereses que el tiempo –siempre juez inapelable- se encargará de desentrañar. No se si terminaremos jugando en Segunda B, pero entretenidos por los acontecimientos que se avecinan que nadie dude que estaremos a tope. Miedo ninguno. Incertidumbre menos. El Betis dispone de media docena de cabezas pensantes, que no han podido hasta la fecha liberar al Betis porque sencillamente el Betis no se quería –o no se podía- vender. Lo dicho, Dios le guarde muchos años doña Mercedes Alaya y Rodríguez. Creo que sería de recibo que a partir de ahora y, en atención a su Juzgado, el número 6 no debía de figurar en ninguna camiseta verdiblanca. Ha conseguido Vuestra Señoría que muchos beticos veamos al final de este largo y tortuoso túnel algo de luz. Se merece que la camiseta con el 6 le pertenezca a perpetuidad. Sabemos que este proceso todavía será largo en el tiempo y con algunas sorpresas por depararnos. Pero, que nos quiten lo bailao (digo lo gozao).


Nota mamporrera: Resulta patético comprobar en la web del ya afortunadamente ex vocero de Radio Betis una crónica de un partido amistoso que el Sevilla disputó en Rota. ¿Se nos habrá vuelto imparcial? Eso si, allí se siguen difundiendo los comunicados de Lopera. Dentro de poco veremos abandonar el barco del loperismo y comentar: “¿yo?, si yo era tan antiloperista como el primero”. Tiempo al tiempo.

lunes, 19 de julio de 2010

Banderita roja y gualda





Bien cierto es que los caminos del Señor son inescrutables, pero los del fútbol ya ni les cuento. Si hubiéramos podido contemplar días atrás una visión de nuestro país a través de la panorámica de un satélite, habríamos observado sobre nuestra piel de toro una inmensa –y hermosa- mancha roja y gualda. Coches, motos, bicicletas, ventanas, balcones, terrazas y azoteas adornados/as con nuestra insignia nacional. Gentes de todas las edades vistiendo la camiseta de la Selección española. Gorras y bufandas a discreción. Tiendas de chinos haciendo su agosto en julio. El partido de la Final contra la violenta Holanda (ayer la naranja mecánica y hoy el hacha mecánica) ha sido lo más visto en toda la historia de las televisiones españolas. Cuando Andrés Iniesta pinchó la pelota que le sirvió Cesc Fábregas para posteriormente clavarla en las redes holandesas, España fue un solo clamor cantando un gol que consiguió llenar el firmamento de polvo de estrellas. Las gentes se abrazaban alborozadas y los pocos que vieron el partido en soledad se abrazaron a si mismos. Fue un acto de sana histeria colectiva que ya los sociólogos determinan como un antes y un después en el sentir patrio. Durante la ya larga Transición, cualquier signo externo con nuestros colores patrios era inequívocamente sospechoso del facherío más casposo. Los franceses, italianos o alemanes, independiente de sus ideologías, ven como un hecho normal llevar en sus coches un distintivo con los colores de sus países. Aquí no ocurría lo mismo. Afortunadamente y, dado que somos los reyes del mambo y de la novelería, lo raro será ver ahora un coche español sin su correspondiente banderita. Tiempo al tiempo. Pero, que puñetas, eso está bien. Cada uno nace donde Dios o la Madre Naturaleza determina y bien está sentirse orgulloso de ello. Nunca me gustaron las banderas que se llenan de sangre. Ni por defenderla ni por atacarla. Un país lo configuran sus tierras y sus gentes y, lo demás –himnos y banderas-, son signos complementarios y externas señas de identidad. Pero, dicho esto, para lo lúdico y lo colectivo nos agarramos a su mástil y la soplamos con nuestro aliento para que nunca deje de ondear. No somos ni mejores ni peores que nadie pero, eso si, muchos –muchísimos- estamos tremendamente orgullosos de sentirnos españoles. Ya toca superar una mala conciencia histórica izquierdista que unía inevitablemente lo genuinamente español con el superado espíritu franquista. En España, como en cualquier país democrático, solo sobran los extremistas y aquellos que a través del oportunismo político se llenan los zurrones. Cabemos todos, cada uno con sus peculiaridades más cercanas y sentimentales, en este inacabado proyecto al que todavía –y espero que por muchos siglos- llamamos España. Grandes personajes españoles del siglo XX nunca renegaron de su origen patriótico. Valga como ejemplo el del malagueño Pablo Ruiz Picasso -¿les suena, verdad?-, al que distintos gobiernos franceses intentaron convencer para que adoptara la nacionalidad francesa. Nunca lo consiguieron. Picasso era tan español como Rafael Alberti y Miguel de Molina. Por circunstancias históricas tuvieron que soñar a España desde la distancia, pero con Ella siempre en el pincel, la pluma o los labios. Siempre temblando de emoción cuando la nombraban. En ellos, y en muchísimos más, estaba el alma de lo genuinamente español. Gracias, denostado y alineante fútbol del ayer, por meternos por nuestras ventanas y balcones esta bocanada de aire patrio. Gracias a todos los que vestidos de corto o tras un banquillo nos habéis devuelto la dignidad patria.

La espera ha sido larga pero ha merecido la pena. Sois grandes por buenos y buenos por grandes. Configuráis nuestra mejor generación de deportistas y un ejemplo a seguir para las generaciones venideras.

Es una pena que unido a esta generación de grandísimos y excelsos deportistas, nuestro país no nos haya proporcionado una cosecha de buenos políticos. En eso desgraciadamente andamos cortitos. Pero, confiemos que terminen aprendiendo de este enorme ejercicio de talento, honradez y sacrificio de los de “la Roja”. Que aprendan ellos, nuestros gestores de lo publico y, lo más importante, que algún día terminemos de aprender nosotros que, a la postre, somos quienes en definitiva tenemos la llave del cofre donde se guarda la bandera roja y gualda.

viernes, 16 de julio de 2010

La Herencia envenenada




Leo no sin cierto estupor el titular de cabecera en el “Diario de Sevilla” del pasado sábado día 10 de julio. Decía lo siguiente: “El alcalde gasta en cinco años todas las reservas financieras del PGOU”. “Ingresos millonarios: Los convenios suscritos con los propietarios permitieron recaudar 172,1 millones”. “La construcción en la Plaza de la Encarnación del proyecto Metropol Parasol se ha “tragado” de los fondos del PGOU por encima de las 65 millones de euros”. Estos son a grosso modo algunas de las conclusiones de un más que interesante informe que el citado periódico publicó bajo la docta pluma de Carlos Mármol. Atroz y significativo documento periodístico de por donde navegan los dineros de nuestro “querido” Ayuntamiento. Ante la esperada y excelente noticia de que el actual alcalde (sigo en mis treces de no nombrarlo) no se presentará a la reelección, se abre una incierta interrogante ante lo que le espera al que le suceda en el cargo. No se si será el señor Zoido o el señor Espadas (otras posibilidades no creo que existan y además producen escalofríos). Lo que queda meridianamente claro es que van a tener que gestionar una herencia envenenada. La misma que ha estado motivada por una gestión inoperante y algunos casos que recordar no quiero. No deben –o debían- de perder un solo minuto en lamentarse del “regalito” de Ciudad que van a encontrarse. Se debería llevar a rajatabla aquello de: “A rey muerto (políticamente claro está) rey puesto”. Será una ingente tarea la que tendrán que desarrollar para sacar a esta maltratada Ciudad de la UVI política, social y cultural. Insistir una vez más que debía gobernarla quien más votos consiga, es predicar en el desierto y por añadidura un sano ejercicio democrático llamado a caer en saco roto. Lo cierto, lo lamentablemente cierto, es que una vez “pulido” los fondos financieros del PGOU, no existen posibilidades de acometer nuevas obras que demanda con urgencia la Ciudad y, lo más grave, es la tremenda repercusión que esto tendrá en la –no- creación de puestos de trabajo. Soy de los muchos convencidos (habrá quien legítimamente piense lo contrario) que nunca Sevilla estuvo peor gestionada desde la entrada de la anhelada democracia. Se hicieron las cosas de manera poco –o nada- concensuadas con los ciudadanos y, se les olvidó a los creadores del Pacto de Progreso, quien estaba haciendo autostop y quien era el dueño legítimo del coche. Se ha permitido utilizar a la Casa Grande de todos los sevillanos como una sucursal casposa y cutre del Kremlin. Ser pusilánime en política es un grave defecto que se termina pagando en las urnas. Cuando todavía no se han iniciado siquiera las prospecciones para la línea 2 del Metro, ya se ha abierto un debate sobre el número de estaciones que deben construirse en el centro. Que si dos, o tres e incluso cuatro. ¿Quiénes de los que ahora somos sesentones conoceremos una nueva línea del metro sevillano? Poco importa que se nos tache de pesimistas y catastrofistas puesto que ya llueve sobre mojado. Gastan el dinero de los contribuyentes sin tener que rendirle cuentas a nadie y nosotros, en honor a la verdad, tampoco se las pedimos. ¿Para que cojones necesita Sevilla un mamotreto como las “Setas” de la Encarnación con las carencias que tiene la Ciudad?

Intentar pasar a la posteridad por la construcción de obras faraónicas y que, como ha quedado de manifiesto solo sirven para vaciar las arcas municipales, es síntoma inequívoco de lo que han hecho algunos políticos “socialistas” con el espíritu de la socialdemocracia. Nos quedan años difíciles, muy difíciles, hasta que la Ciudad levante al vuelo hacia cimas mejores.
Despojarnos de nuestro pertinaz individualismo y preocuparnos por retomar el necesario y noble sentimiento de lo colectivo será fundamental. Hemos acostumbrado a los políticos a pensar por nuestra cuenta –nunca mejor dicho- y así nos va.

martes, 13 de julio de 2010

Sobre angeles futboleros y arcángeles flamencos


Era un sábado día 3 de julio. Un buen día para dejar de fumar. Eran las diez y media de la noche y España acababa de mandar al correoso equipo paraguayo para Sudamérica. Esa tarde-noche aparecieron dos ángeles futboleros en la que llaman “la Roja” (aunque ese día vestía de azul). Uno, al que apodan “el guaje Villa” consiguió no sin grandes dificultades perforar la meta de Paraguay. El otro, al que apodan “San Iker”, consiguió con dos paradas excepcionales que su puerta y el casillero sudamericano estuvieran a cero. Quien definió a este excelente cancerbero madrileño como el mejor del mundo no iba desencaminado. El portero madridista ha tenido que soportar en este Mundial una presión añadida. Se hizo novio de un bellezón deportivo que responde al nombre de Sara Carbonero y le han culpado hasta de la eliminación de Ghana. La prensa deportiva de media Europa (se libró “por los pelos” del fantasma de Tele-5, ya que esta tenía adquiridos –junto al Canal Plus- los derechos televisivos de los partidos de la Selección española y no era plan de “hacer sangre” con uno de sus componentes) achacaba al influjo amoroso ejercido sobre Casillas por esta bella muchacha, como la causa y el origen de que España jugara por debajo de su nivel. “San Iker”, que tiene la cabeza tan bien amueblada como sus seguras manos, ha pasado olímpicamente de esta legión de cotillas que solo buscan titulares a costa de lo que sea. Para que nos demos cuenta que el cotilleo no conoce fronteras ni es un producto típicamente hispano.

Salgo najando esa mágica noche nada más dar el árbitro el pitido final. He quedado citado en la Puerta de la Carne con mi amigo del alma, Eduardo Pérez López (de clara ascendencia rumana como su nombre indica). Vamos a asistir en el Patio de la Diputación –asómate y verás como está el patio- a un recital del cantaor Arcángel. Con cantaores tan esplendorosos como este jilguero onubense los aficionados podemos dormir –y soñar- tranquilos: el futuro del Cante Flamenco está más que asegurado. Arcángel al igual que Miguel Poveda, Guillermo Cano, Estrella Morente, Marina Heredia, Miguel de Tena, Argentina, Esperanza Fernández, Mayte Martín o Sonia Miranda, entre otros/as, configuran una más que excelente hornada de jóvenes cantaores/as que hubieran sido figuras en cualquier época del Flamenco. Evidentemente todas las artes tienen una Edad de Oro y la del Cante Jondo viene marcada por una donde coincidieron en el tiempo las egregias voces de: Marchena, Vallejo, Pastora, Tomás, Caracol, Mairena, Pepe Pinto, Porrinas, Carbonerillo, el Sevillano……un autentico aluvión de arte flamenco diversificado en voces y estilos diferentes, pero complementarios a la vez. Eran distintos en su manera de interpretar y concebir el Cante, pero estaban unidos por una desmesurada afición y siempre con la creatividad a flor de piel. Todos en las lindes de los dos caminos trazados en el Cante Flamenco por Manuel Torre y don Antonio Chacón. Empezó Arcángel su recital en el Patio de la Diputación pasadas las once de la noche y lo hizo con un cante por Toná. Luego con la magnifica sonanta de Miguel Ángel Cortés hizo un recorrido por distintos estilos, que como todo lo bueno nos supo a poco. Le he escuchado en noches mejores, pero lo que es rotundamente cierto, es que este cantaor onubense nunca defrauda. Su entrega y los extraordinarios matices flamencos de su voz así lo determinan. Esta generación que les comento hace cosas nuevas sobre los pilares del Cante flamenco más ancestral. Los artistas de cualquier género son consecuencia y resultado de la época que les ha tocado vivir.

Ni todo lo antiguo es bueno por añejo, ni todo lo nuevo es malo por el simple hecho de ser moderno. Cada cosa en su sitio y cada sitio en su cosa. Se canta como se vive o mejor: se vive como se canta.

El devenir de nuestra Selección de fútbol ya es de sobras conocido. Ganamos un Mundial con un juego deslumbrante y acobardando a los adversarios. Fuimos de menos a más y se consolidó una generación de futbolistas irrepetible en la Historia del fútbol español. El juego del balón elevado a su enésima potencia. Donde se pongan los claveles que se quiten los tulipanes. Hace muy poco el simple hecho de llevar un distintivo con la bandera de tu país tanto en el coche como en la correa del reloj, eran signos inequívocos de militancia en el facherío más casposo. Ahora con los éxitos de “la Roja” ya la bandera nacional está presente hasta en los rollos de papel higiénico. Es la fuerza sociológica del fútbol que consigue–transitoriamente- que la gente encuentre la felicidad diluida en el mundo de la “pelota”. Los políticos –sobre todo en épocas de crisis- se frotan las manos con esta dispersión colectiva de sentimientos patrios. Dirán:“mejor es tenerlos entretenidos y gozosos con los éxitos deportivos que dándonos el “coñazo” todo el día”. Pero no nos elevemos a través de falsas poses intelectuales. ¿Quién no salta de contento con los goles de Villa o las paradas de Casillas? Un servidor si lo hace, sin tener que rezarle cada noche un padrenuestro al “Dios” de la cordura y la racionalidad. Un poco de sana locura colectiva nunca viene mal. Por benditas circunstancias uno ha tenido la suerte de nacer sevillano, andaluz y español que, desde cualquiera de sus variantes más sentimentales, viene a ser lo mismo. Por tanto valorar y celebrar como propios los éxitos deportivos de tus compatriotas, tiene y cobra sentido. La algarabía que se produce con las victorias de nuestras selecciones de fútbol y baloncesto y, con los triunfos conseguidos individualmente, por Pau Gasol, Fernando Alonso o Alberto Contador, está más que justificada. Mención aparte la imparable carrera de un joven mallorquín ejemplo de superación y deportividad, al que conocerán los tiempos con el nombre de: Rafa Nadal. Que todos ganan un “pastón” bien cierto es. ¿Pero cuantos hay que se lo llevan “calentito” y por la cara sin dar satisfacciones a cambio? Las gentes de mi generación nos criamos convencidos que todo lo bueno venía de fuera y, que aquí, solo había sitio para la mediocridad y la chapuza. Craso error. Si de algo ha servido la apertura de fronteras y mentes es para comprobar que lo bueno, y sobre todo lo malo, están muy repartido por el ancho mundo. Spain is different (España es diferente) y también lo son a su manera: EEUU, Alemania, Francia, Italia, Rusia, Bélgica, Colombia, Costa Rica……. Por el momento gritemos gol y digamos ole. Fútbol y Cante unidos por la pasión de sentirnos vivos. Vivos y españoles que no es poco.

lunes, 12 de julio de 2010

¡Ojú que caló!



Fiel a su ineludible cita con Sevilla ya está aquí el calor, o como la llamamos por estos lares: “la caló”. Algo gordo debimos hacer en la Vieja Híspalis que disgustó profundamente a Dios, ya que desde entonces nos castiga los meses de julio y agosto con una ración de fuego inmisericorde. Por esta Tierra a la que los metereólogos llaman “el Valle del Guadalquivir”, pasa cada verano un invisible dragón que expande el fuego de su boca por avenidas, calles y plazuelas. Solo se encuentran a salvo capillas, casas señoriales de mármol y esteros en sus balcones, el río y los estanques y fuentes de parques y jardines. Todos los demás habitáculos de la Ciudad, viviendas, oficinas y establecimientos, estarán sometidos al artificial frío panasoninesco. Deambularemos de los cuarenta (grados) a los veinte. Unos “pescanovas” en versión sevillana. Somos posiblemente los únicos habitantes terrenales que huimos del calor apretando el paso por las calles. Andamos a paso ligero como si pudiéramos cubrirnos y refrescarnos con nuestra propia sombra. Cuando por fin arribamos sudorosos y exhaustos a un oasis de aire acondicionado exclamamos aliviados: “joé, la caló que hace ahí fuera”. Funcionamos estos pegajosos días como en el juego de la oca. De la casa al bar. Del bar a la oficina. De la oficina al banco. Del banco a la oficina. De la oficina al bar. Del bar a la casa. De la casa al velador (aquí ya en compañía de santa esposa, niños, cuñados y suegra). Siempre con el calor esperándonos agazapado tras las esquinas de acero. Los que trabajan esos días agarrados a un palaustre encaramados en un andamio, salen directamente de sus casas sin más destino que el mismísimo infierno. Vuelven rendidos cada día a sus hogares después de ganarle una dura y épica batalla diaria al astro sol. Luego, los fines de semana, la mayoría de sevillanos emprenderá un corto exilio de unas horas en las costas onubenses o gaditanas y, últimamente, también por el bello litoral malagueño. Serán pocos los que permanezcan en las tripas de la Ciudad guarecidos en sus frescas y aprovisionadas cuevas. Sevilla está aflatada en esos calurosos días y carente de pulso. No está para nada y casi para nadie. Solo permanece en guardia para atender a esos heroicos forasteros, que la visitan estoicos en días interminables, donde impone su dictadura la canícula más rigurosa. Llegan provistos de agua en abundancia, planos y una vestimenta que parece sacada del Camino de Santiago. Aguantan impertérritos los insufribles cuarenta grados metiendo los pies en el agua de las fuentes y mojándose la cabeza de continuo como pollos en celo. Son en esos días los auténticos sevillanos de la Ciudad. Mucho hay que quererla y admirarla para pasar por esta amorosa prueba de fuego. ¿Qué sevillano iría de vacaciones en enero a la fría estepa siberiana? Pues algo así pero al revés hacen estos entrañables “guiris”.


Todavía nos queda un largo y caluroso trecho para arribar a la frontera de la canícula sevillana, aquella que establecida queda tras la salida de la Virgen de los Reyes. A partir de entonces ya comenzará la cuenta atrás y, la Ciudad, empezará a desperezarse lentamente como un oso tras invernar en su madriguera. De nuevo todo tendrá una fecha que se visualizará en el horizonte. Poco a poco todo volverá a rodar en el mágico círculo de la Ciudad y ya soñaremos con escuchar la primera pandereta. La misma que al reclamo de San Lorenzo nos anunciará que de nuevo lo eterno y lo bellamente efímero toman cuerpo amoroso en el Señor de Sevilla.

Mientras, paciencia y aconsejables visitas a Casa Coronado, el Bar Jota, el Tremendo o el Tendido Once. Mientras esperamos retomar la cruz de nuestra fe y de nuestras esperanzas, no pasa nada por agarrarnos transitoriamente a la de la Cruz del Campo.

viernes, 9 de julio de 2010

El Orgullo de ser Gay todos los días

A Alfonso “La Esmeralda de Sevilla”, que siempre lo fue sin que tener que presumir de serlo.

La pasada semana se celebraron en distintas ciudades española –y entiendo que del mundo mundial- una serie de actos festivos y lúdicos para celebrar el “Día del Orgullo Gay”. Los mismos culminaron con cabalgatas que los políticos actuales de izquierda apoyan de manera entusiasta en un ejercicio supremo de oportunismo y, que sinceramente, le hacen un flaco favor a la seriedad y el rigor que deben acompañar las justa reivindicaciones de este colectivo. Una cabalgata llena de colorido, zapatos de plataformas, vestimentas a lo Barbarela, pelucas multicolores y culos y tetas al aire. Todo encuadrado en un vano intento de provocar en una España donde, el centro de la provocación, lo ostenta el Gobierno con su política inmisericorde hacia las clases más desfavorecidas. Afortunadamente existen colectivos serios de homosexuales y lesbianas (versus Colega), que entienden que este desmadre de lujuria en poco o nada ayudan a sus justas demandas políticas y sociales. Más bien entienden que todo lo contrario. Evidentemente, al asumir esta postura seria y razonada, son tachados de reaccionarios y fachas y, acusados de ser en definitiva utilizados por el PP. En vez de colgar en el mástil del Ayuntamiento la bandera del Arcos Iris, debían de colgar las facturas de algunos restaurantes, para que los ciudadanos comprueben como “afrontan” la crisis algunos de nuestros políticos. Viven continua y cómodamente instalados en las formas obviando el fondo de las cuestiones. Les resulta más útil y mucho más rentable electoralmente desviar nuestra atención de los verdaderos problemas. La razón genera monstruos y la política ya ni les cuento.

Los homosexuales han padecido -y padecen- a lo largo de la historia una feroz represión. De manera prioritaria en regimenes fundamentalistas y dictatoriales tanto de derechas como de izquierdas (la libertad de pensar y sentir es un serio peligro ante el pensamiento único y la política del “ordeno y mando”). Durante el franquismo se les aplicaba la “Ley de Vagos y Maleantes” y fueron represaliados hasta límites que hoy se nos antojarían increíbles (trabajando de chaval en la calle San Luís, conocí un caso de un muchacho homosexual al que machacaron a palos los “guapos” del Pumarejo. No les había hecho absolutamente nada. Le pegaron por puro divertimento. Cuando la familia intentó poner una denuncia le dijeron en comisaría:” que si no fuera maricón no le pasarían estas cosas”. Lógicamente no consideraron el hecho como punitivo).

Cuando era un niño (hace ya demasiados años) recuerdo que junto con un grupo de cafres rompíamos pelotas de trapos a pelotazos en plazuelas adoquinadas. Jugábamos a la lima, el trompo o a las bolas. Nos subíamos en árboles y palmeras emulando a Tarzán de los monos. Nos escondíamos en los huecos de las escaleras para verles las “cachas” a las muchachas que subían a tender la ropa. Mientras, alguno en solitario se emancipaba lentamente del grupo, y se dedicaba a bailar el diávolo en la soledad del patio de vecinos. Otras veces jugaba con su hermana en la puerta de la habitación a vestir muñecas. Nosotros desde nuestra inocente edad no entendíamos nada y menos el cotilleo entre dientes que sobre él se traían algunas vecinas. Tarde o temprano alguno de nosotros nos traía la respuesta a nuestra extrañeza: “es que dicen que el niño de “la planchadora” es mariquita. Las madres (¡benditas sean!) en aquella época cubrieron con un sacrificado y amoroso manto protector las “rarezas” de sus niños, destinados a ser carne de cañón en una sociedad machista y beligerante.

Hubo “padres” energúmenos que machacaron a palos a sus hijos pensando que de esta forma los reciclarían en “machotes”. Cuando crecieron tuvieron que vivir su sexualidad de manera clandestina. Era corriente en aquella triste etapa española que cuando se valoraban las virtudes personales o profesionales de una persona se terminara con el irracional latiguillo: ¡parece mentira que sea maricón! A lo que la otra parte replicaba: “que verdad es que nadie es perfecto”.

Curiosamente el lesbianismo era más llevadero, pues en una sociedad machista hasta la medula lo que se consideraba una autentica perversión era, que a un “tío” no le gustaran las mujeres, y que encima se encandilara con los de su mismo sexo.

Homosexuales hubo, hay y habrá entre los jueces, los políticos, los artistas, los fontaneros, los campesinos, los parados, los bomberos, los futbolistas, los toreros o los sexadores de pollos. Exactamente igual que ocurre con los heterosexuales. La única variante es que los primeros se sienten inclinados con toda naturalidad, tanto afectiva como sexualmente, hacia personas de su mismo sexo. No son bichos raros, sino más bien la rareza parte de unos hábitos sociales que afortunadamente hoy están caducos y trasnochados. Existen dos cuestiones que se cimientan y toman forma en lo más hondo de nuestros sentimientos: las creencias religiosas y la sexualidad. Ambas ayudan al ser humano a crecer como personas y a buscar de manera legitima su felicidad personal. Lo político, lo social e inclusive lo cultural solo cobra sentido a través del corporativismo, pero el sexo y la fe son personales e intransferibles, y por tanto inseparables de la persona en su infinita soledad. Ya está bien de tantas “salidas de armario”, tanta cabalgata y tanto cuento chino. Los que tienen que salir son algunos políticos de la Cueva de Alí Babá.

miércoles, 7 de julio de 2010

Machu-Pichu y el Monte Gurugú



Pedro, don Pedro de la Santa Concordia, es un ilustre y bondadoso vecino que ya ha sobrepasado la barrera de los 90 años de edad. Su estado físico y mental es excelente y vive solo, sin más compañía que una gata de angora gorda y arisca. Franquista converso y confeso estuvo en su juventud combatiendo con la División Azul por las frías estepas siberianas. Fue amigo intimo del General Muñoz Grandes y está en posesión de una cruz laureada de no se que concepto. Me cuenta, que los pocos tiros que tuvo que dar los pegó al aire, pero que nunca le dio a nadie un tiro de gracia. Persona este Pedro de exquisita educación, comportamiento solidario y bondadoso y, de una enorme y amplia cultura. Nació y se crió en el Barrio de la “Carzá” y se marchó muy joven a los madriles. Volvió ya casado y con una hija a Sevilla, donde trabajó hasta su jubilación como administrativo en el Puerto. Allí le fueron bien las cosas ocupando cargos de máxima responsabilidad portuaria. Miraba cada mañana el horizonte a ver si veía aparecer “el barco del arroz” que nunca llegó a nuestra Ciudad. El único barco que veía llegar cada día era el de la pena negra, que movía sus velas al compás del viento de la amargura y que se arrastraba por la corriente de la hambruna inmisericorde. Rescoldos de una Guerra de sangre y sombras de la que él siempre renegó. Sevilla del estraperlo donde se generaron muchas fortunas a costa de las apremiantes necesidades de las clases más humildes. Siempre nos hemos profesado un profundo respeto y un sincero afecto. Él sostiene impertérrito que el pluripartidismo es una ruina para este País, y yo que siempre combatiré con todas mis fuerzas cualquier tipo de dictadura. Esta profunda diferencia ideológica no ha sido óbice para que a lo largo de los años hayamos mantenido una relación fluida y afectuosa. De vestir siempre impoluto, la cabeza siempre cubierta, con su apolíneo bastón, modales aristocráticos y, cada mañana caminando con su ABC bajo el brazo y su talega (no quiere bolsas de plástico) del pan bamboleándose en una mano (tengo dudas de si es la izquierda o la derecha. Pero en definitiva el pan es el pan).

Lo cuida una hija –de tal palo tal astilla- con esmero y, que dada su vivienda cercana lo visita a diario y lo atiende en sus necesidades más primarias. Aparte de que en nuestro bloque es sumamente querido y respetado. No es para menos. Os cuento una anécdota: Pedro se enteró que un vecino con dos niños pequeños se había quedado parado y le estuvo pagando la comunidad todo un año. Le puso como condición que no se lo dijera a nadie. Que a estas cosas no hay que darles publicidad. Nos hemos enterado del asunto de manera casual muy recientemente. Lo triste es que el vecino al que le pagó la comunidad se ha mudado y parece ser que ni siquiera le ha dado las gracias. ¿Sería por no deberle nada a un franquista?

En los últimos meses ha tenido algunos problemillas de salud llegando a sufrir un par de “jamacucos” callejeros. Esto condicionó que la hija me pidiera que la ayudara a convencerlo de contratar a una persona para cuidarlo. No nos resultó fácil pero al final cedió a nuestras pretensiones. Se encarga de sacarlo a pasear un peruano tan pequeño de estatura como grande de corazón. Verlos venir juntos por la calle es un canto a la excepcionalidad de la vida a la hora de configurar parejas. Pedro camino agarrado del brazo del peruano que lo lleva con el mismo celo que un padrino a la novia.

Pedro en sus años mozos debió rondar el metro noventa. “Chicharito”, como me dijo el peruano que le llamaban sus amigos, no debe exceder mucho del metro cincuenta. Son una versión sevillana-peruana del Dúo Sacapuntas. Una especie al revés de Machu-Pichu y el Monte Gurugú. Ambos están encantados de haberse conocidos. Un día Pedro preocupado por la posibilidad de que “Chicharito” buscara acople en otra olla, me confesó lo que le pagaba semanalmente y si me parecía correcto. Le dije que con esa cantidad existen “progres” que pagan sus necesidades domesticas de todo un mes. Pero, eso si, consideran al servicio domestico como “de la familia”. Ya se quedó más tranquilo. No se cuales serán sus temas de conversación en sus mañanas de paseo y desayunos compartidos. Puede que Pedro le cuente sus aventuras y desventuras por tierras rusas y el “Chicharito” (por cierto así apodan a un jugador de la selección de fútbol mejicana) le hable de su vida en tierras peruanas. Quiera el Dios de los cielos que esta relación dure algún tiempo. Será difícil. Pedro esta apuntado en la lista de embarque de la nave de los que nunca han de tornar y, “Chicharito”, tendrá que seguir peleando por buscarse de manera honrada su supervivencia.

lunes, 5 de julio de 2010

El sevillano, lo sevillano y los sevillanos




Sevilla es suficientemente compleja
para que quepan muchas verdades.
- José Ramón Sierra –


Virginia Cowley, Directora del Instituto Británico, en una más que excelente entrevista que le hace Juan Miguel Vega en el Diario “El Mundo”, no relata una interesante anécdota de la Reina de Inglaterra. Era el año de 1986 y la Reina Isabel II se encontraba en Sevilla. Pernoctó –sabia elección- en los Reales Alcázares. Cuenta la señora Cowley que cuando la comitiva británica se dirigía a la Catedral y justo al pasar por la Plaza del Triunfo escuchó comentar a la monarca inglesa: “This must be the most beautiful square in the worl” (Esta tiene que ser la plaza más hermosa del mundo). Lo dijo impresionada por lo que se abría a sus ojos y en un íntimo ejercicio de absoluta sinceridad. No intentaba agradar a nadie, solamente reflexionó en voz alta sobre tan mágico escenario y, lógicamente, la exclamación le brotó de manera espontánea. Por desgracia, cuantos sevillanos pasan –pasamos- por estos inigualables escenarios, y vamos más pendientes de ver las llamadas perdidas del móvil que de lo que la Ciudad nos ofrece. Solemos mirar, pero en realidad, ¿vemos lo que miramos? Un amigo me dice sobre el particular, que a muchos sevillanos con Sevilla le pasa como el que tiene una mujer guapísima, que los demás valoran su belleza más que él mismo. ¡La tiene tan cerca que ni se molesta en mirarla! A estas alturas de la película de mi vida no tengo nada claro en que consiste ser un buen sevillano. ¿En ser un buen cofrade¿ ¿En asistir regularmente al Corpus y a la procesión de la Virgen de los Reyes? ¿Sentir con pasión los colores del Betis o del Sevilla? ¿Compartir teoría con aquellos a los que siempre les parece que la Feria es corta? ¿Hacer el camino del Rocío? ¿Emocionarse una tarde de Toros en la Maestranza? ¿En la suma equilibrada de todos esos factores? Sinceramente no lo se. Porque, ¿quien expide los carnés de “buen sevillano”? Muchas veces, posiblemente demasiadas, el tópico y lo típico caminan de la mano, y se sueltan o se vuelven a coger según épocas, modismos o poses para la galería. Conozco a sevillanos muy profundos que se sienten incómodos dentro del bullicio de nuestras Fiestas Mayores, pero que sin embargo, sacan con frecuencia a pasear su alma por las arterias de la Ciudad. Hacen verdad aquello que decía Machado: “Sevilla, sin sevillanos”. Yo esta afirmación machadiana no la comparto (aunque pertinazmente la hacemos verdad) y, solo entiendo la Ciudad, repleta de sevillanos que llenen de vida sus calles y plazuelas.


Por tanto los tres conceptos que dan titulo a este Toma de Horas, “el sevillano, lo sevillano y los sevillanos”, son en muchos casos divergentes y en otros convergen solo en ocasiones puntuales. “Lo sevillano” hay que encuadrarlo inevitablemente dentro de lo andaluz y la quintaesencia del tópico de lo secularmente español. En lo negativo –y falso entre comillas- se dirá que “lo sevillano” es una forma de ser indolente, oficialmente graciosa, fullera, jaranera y con un sentido de la religión que definía el Juan de Mairena machadiano como: “una mezcla de fanatismo y superstición milagrera”. En definitiva: buena gente para “pasar un buen rato”, pero nunca para relacionarse con ellos en el campo de la formalidad.

Cuanto de “verdad” pueda haber en estas sesgadas interpretaciones de “lo sevillano” es responsabilidad nuestra, por no haber sido capaces de defender nuestras reales señas de identidad. Sevilla es romana hasta las trancas y así, un día celebramos jubilosos la llegada de un Julio Cesar que viene de conquistar las Galias y, al poco tiempo, pedimos su cese por no haber colocado a nuestro cuñado de portero en el Senado de Roma.

Encuadrar a “los sevillanos” es tan complejo como difícil. Creo que somos irredentos individualistas camuflados tras el ropaje del corporativismo. Pasamos de la tesis a la antitesis sin entrar casi nunca en el racional terreno de la síntesis. Nos crecemos más con los errores del “contrario” que con los aciertos propios. El alma de esta Ciudad solo se encuentra paseándola en soledad sin más compañía que nuestros recuerdos. O bien en las excelsas escrituras de Luís Cernuda, José María Izquierdo, Joaquín Romero Murube, Juan Sierra, Manuel Chaves Nogales o Rafael Montesinos. Asumo lo que alguien dejó dicho: “Sevilla es una ciudad que se disfruta en los sueños y se padece en las realidades”. Curiosamente, los sevillanos que mejor han sabido desentrañar los vericuetos sentimentales de la Ciudad son foráneos. Pero, a esos, ¿verdad Peter?, les tengo endeudado un Toma de Horas especifico. Pronto te –os- pagaré esa hermosa deuda.

viernes, 2 de julio de 2010

Divorcio a la española



El martillo de la crisis golpea implacable el yunque de nuestras vidas echando chispas por todas partes. Nada se escapa a esta situación de “vacas flacas” (flacas por que le han vaciado las ubres unos cuantos mamones, dicho sea con total animo peyorativo) y todo, y casi todos, está/mos cogido/s con alfileres. El tema de las separaciones matrimoniales que se había incrementado espectacularmente en los últimos años, ha sufrido un parón importante. Ya la gente y, a menos que el deterioro en la relación de pareja sea grave, aguanta la convivencia como buenamente puede. No hay dinero para las tramites del “hasta luego Lucas”. Como dirían por tierras catalanas “la pela es la pela”, a lo que añadirían la gente del color bronce que: “andamo cortito de jurdele”. Conozco el caso de matrimonios que “conviven” hablándose solamente lo sucinto y, durmiendo en habitaciones separadas. Tienen claro que en cuanto la economía presente un ligero repunte tirarán cada uno por su lado. Esto me presumo que desgraciadamente va para largo. Como ya han decidido no acostarse, al menos que se sienten. Primero se creó el Divorcio Express para agilizar los farragosos trámites burocráticos y, en la actualidad, han creado el Parón Express dado que la cosa anda cortita.


Hoy día hay conceptos que sinceramente no me gustan nada. Cuando te preguntan: ¿estado civil?, y contestas: separado, tienes la sensación o bien que te miran con envidia, o si acaso te escudriñan como si fueras un bicho raro. Es verdad que el término de separado tiene buena o mala prensa pero no deja a nadie indiferente. Te dicen: “¿qué te has separado?, vaya hombre pues lo lamento”. Otros no se cortan ni un pelo y te comentan: “eso mismo tendría que haber yo hace tiempo”. Creo que el estado civil es equiparable a la situación de los taxis. Puedes estar libre, ocupado o fuera de servicio (me temo que esto último es lo que mejor me cuadra actualmente). Sinceramente no sabría decir cuando he sido más feliz. Lo era cuando estaba soltero, lo fui cuando estaba casado y lo soy ahora que me encuentro separado. Eso si, asumiendo que la felicidad es legítimamente deseable, pero difícilmente alcanzable. Depende de momentos, circunstancias y avatares varios que la vida te proporciona en cada situación. Es como una paloma que cuando le estás acariciando el lomo levanta el vuelo y se te escapa por los aires. Estos últimos años el incremento de separaciones ha sido impresionante. Recién casados o tardo casados, han decidido terminar una relación que entienden que estaba varada en el puerto del desamor. Lógicamente, me estoy refiriendo en este Toma de Horas a las separaciones pacificas, cívicas y razonadas jurídicamente que son la mayoría. No es cuestión de frivolizar con aquellas donde impera el salvajismo, los malos tratos, la calumnia, el engaño y los crímenes más pérfidos. Dios me libre de elucubrar con esta malévola lacra social. Estamos posiblemente en una sociedad labrada sobre la libertad –mas real en las formas que en el fondo- y, donde en muchos casos afortunadamente, nadie tiene que sacrificar su personalidad en aras de no se que concepto caduco de familia estructurada. Conocí casos en mi infancia corralera de extremo y sádico machismo, asumido por mujeres que por defender la supervivencia de sus hijos, aguantaron lo que no hay en los escritos. Hoy hemos pasado, parece ser, del estar “calvo a tener siete pelucas”.

Os refiero un caso que viví de cerca y que lamentablemente no es excepcional. El hijo de un amigo mío se casó en julio del año pasado. Pues bien, en ¡septiembre! decidieron separarse pues habían llegado a la conclusión de que no había “feeling” entre ellos. Lo extraño es que en los ¡9años! que estuvieron de novios no detectaran estas incompatibilidades.

Las secuelas de esta separación la padecerán los padres de ambos. Facilitaron los avales correspondientes para que sus hijos formaran su “nido de amor” y ahora han quedado hipotecados para muchos años. Alguien dijo, creo que acertadamente, que una relación de parejas es cosa de dos y que tres son multitud. Hoy es cuestión de dos más el plus que proporcionan suegras, cuñadas, vecinos, hermanos, amigos, compañeros de trabajos, abogados, procuradores y jueces. Hemos cambiado radicalmente y donde antes nos decían: “hasta que la muerte os separe”; ahora te dicen: “apechugad con lo que la suerte os depare”.