lunes, 19 de abril de 2010

Primavera tiene nombre de mujer




Escribía, hace justo una semana, que en nuestra Ciudad las contradicciones tomaron –y toman- forma en cuerpo y alma. Nuestra mayor expresión de eclosión primaveral, la Feria de Abril, no podía ser una excepción. La Fiesta sevillana más universal (nuestra Semana Santa supera con creces el concepto de lo festivo) y donde la Ciudad cambia su ancestral eternidad por una efímera de siete días (el año que viene parece ser que algunos más). Explosión de luz y de color, donde lo lúdico toma un principalísimo protagonismo y, se expanden los sentidos en aras de una diversión basada en la amistad, la fiesta y el concepto de vida que dimana de la primavera sevillana. A vivir que son dos días, y que mejor hacerlo en buena compañía bebiendo, comiendo, bailando y cantando. Pues bien, dentro del cúmulo de contradicciones inherentes a la Ciudad de la gracia, a esta Fiesta tan típicamente sevillana la configuran y le dan forma, un vasco, José María de Ibarra, y un catalán, Narciso Bonaplata. Esto ocurrió un 25 de agosto de 1846. Ambos consiguieron que el Cabildo municipal aprobase que con carácter anual los días 19, 20 y 21 de cada mes de abril fueran días oficiales de festejos. Venía a sustituir a la Feria de ganado que se celebraba en el Prado de San Sebastián, tomando como referencia la que se celebraba en Mairena del Alcor (la más antigua de Andalucía, pues data nada menos que de 1441. Desde entonces la de los Alcores es la primera feria en celebrarse, concretamente una semana antes que la de Sevilla. Vayan a verla y no se arrepentirán).

Esto fue posible no sin antes sortear numerosos dificultades y no pocas reticencias por parte de los jerarcas de la Ciudad, principalmente por el entonces alcalde Conde de Montelirio. Más de lo mismo. Es el sino histórico de Sevilla: se cuestionan las autorizaciones de nuevos eventos que a la postre son enormemente positivos para la Ciudad. ¿Les suenan las enormes dificultades que encontraron en su día los promotores e impulsores de la Exposiciones del 29 y del 92? Un somero repaso por nuestra historia más reciente no nos deja ninguna sombra de duda. Basta recordar que don Luís Rodríguez Caso propuso en 1909 la celebración de una Exposición Internacional Hispano-Ultramarina en Sevilla. Es decir: el proyecto tardó ¡20 años! en hacerse realidad. Algo parecido al Metro. El proceso de consolidación de la Exposición Universal de 1992 es de sobras conocido. Lo que ambas exposiciones representaron para la Ciudad y su posterior desarrollo es más que elocuente. Sin ellas, Sevilla seguiría durmiendo el sueño del atraso más pertinaz y anquilosado.
A pesar de que la Semana Santa y la Feria se encuadran (fundamentalmente a efectos turísticos) como fiestas primaverales conjuntas, son divergente y contradictorias entre si como la misma Ciudad que las engendra y les da sentido y forma. La Semana Santa se desarrolla y se dinamiza en círculos concéntricos que van directos al epicentro de nuestros sentimientos. Es cualquier cosa menos efímera. Todo se encuadra de manera sincronizada en un escenario perfecto y eterno: las arterias de la Ciudad. Se articula por medio de rituales callejeros perfectamente sincronizados donde todo tiene y cobra sentido. Macarena: Arco y Parras; Gran Poder: San Lorenzo y Molviedro; Esperanza: Pureza y Puente; Pasión: Salvador y Francos; Buena Muerte: Contratación y Universidad; Candelaria: Alfalfa y Jardines; Cachorro: cielo de Sevilla y Castilla; Estrella: luz de Domingo y Reyes Católicos…. Así hasta el infinito. Todo armonizado por el tamiz del tiempo que sincroniza y armoniza lo nuevo con lo eterno.

La Feria de Abril es otra cosa bien distinta. Aquí lo efímero toma cartas de naturaleza desde su configuración estructural hasta su mismo desarrollo social y afectivo. La Ciudad eterna ni está ni se le espera. Es lúdica por su propia naturaleza e insustancial dentro de los parámetros históricos de la Ciudad. Es una fiesta de los sentidos que no dejará más huella –que no es poca por cierto- que aquella que produce el placer de los momentos vividos. Pero, a diferencia de la Semana Santa, no podremos nunca contextualizar esos momentos, pues con los fuegos artificiales se empieza a desmontar esta ciudad tan mágica como artificial. Donde hace muy pocos días existía una explosión de vida y color difícilmente igualables en el mundo, ya solo quedarán esqueletos metálicos y postes desnudos. Aparecerá una inmensa explanada desierta y abatida por el olvido, donde ya solo deambulará algún chamarilero. Estas calles toreras de luminosos farolillos multicolores y casetas engalanadas desde la gracia y el arte más sevillanos, pasarán en pocas horas a dormir el sueño de lo hermosamente fugaz que se no evapora al despertarnos. Donde hubo jolgorio y la vida reventaba por todos sus poros, solo quedará el silencio y la nostalgia de la resaca de vino y vida.

Pero para eso quedan todavía muchos días. Ahora toca divertirse al sevillano modo. Es decir: desde el afecto, la sinceridad y el cariño de ida y vuelta. Beberse Bajo de Guía a sorbos pausados, rodeado de tu gente, mientras escuchamos – si quedan- alguna sevillana corralera es realmente hermoso y gratificante. Vivir es en definitiva saber atrapar los bellos momentos que la vida te proporciona, y de esos seguro que la Feria los facilita en demasía. No hagan mucho caso a los “esaboríos poco feriantes” como el que estos folios emborrona. Llenen sus sentidos, hasta donde puedan y les dejen, de claveles, manzanilla, caballos enjaezados, albero, cariño, amistad, caseta, cante y lunares. Aguantar a parientas, niños, suegras, cuñados o “amigos de Feria” ya va implícito en el peaje de la vida del recinto ferial.

De todo corazón: disfrutad y sed felices dentro de esta Ciudad efímera que nace y muere en Los Remedios. Quedamos emplazados para cuando la Feria del 2010 ya sea solo historia y una nueva se vislumbre en la lejanía.

1 comentario:

A. Vela dijo...

Amigo Juan Luis: Tengo entendido que los "inventores" de la Feria sevillana eran nativos de esta ciudad, sólo que, eso si, hijos de forasteros, de un vasco y de un catalán. Bueno, es lo que se me ha ocurrido escribir para que sepas que estoy aquí... Mi abrazo.