viernes, 26 de febrero de 2010

Blanca y verde.



A Federico García Lorca, andaluz universal, al que haremos eterno leyendo su poesía y no buscando sus restos.


Pasado mañana es 28 de febrero, o lo que es lo mismo el Día de Andalucía. Volverá a sonar en los salones del Parlamento Andaluz aquello de: “La bandera blanca y verde vuelve tras siglos de guerra, a decir paz y esperanza, bajo el sol de nuestra tierra. ¡Andaluces levantaos!.....

Absurdo sería no reconocer los grandes avances experimentados por nuestra Comunidad en los últimos años (extrapolables al conjunto del Estado español), pero podríamos preguntarnos: ¿donde fueron a parar aquellas grandes expectativas e ilusiones, sustentadas por los andaluces en los preámbulos de su necesaria y legítima autonomía?. ¿Quién o quienes secuestraron y dilapidaron ese capital humano y sentimental de todo un pueblo?. Recordemos lo que escribió Rafael Alberti hace algunos años y que hoy cobra plena actualidad:


¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora?
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora?

Cantan con voz de hombre, ¿pero donde están los hombres?
con ojos de hombre miran, ¿pero donde los hombres?
con pecho de hombre sienten, ¿pero donde los hombres?

Cantan, y cuando cantan, parecen que están solos.
Miran, y cuando miran parecen que están solos.
Sienten, y cuando sienten parecen que están solos.
……………….. ………………………………..



Andalucía crisol de culturas y civilizaciones que cimenta su Historia en el llanto, el gozo y la pena. Todo aderezado con lo culto y lo bello como cielos protectores. Andalucía a la que caciques de espuelas de plata, corazones de hierros, y retratados como don Guidos por la excelsa pluma machadiana, condenaron a la extrema pobreza a sus pueblos. Con el beneplácito de políticos corruptos y curas complacientes con migajas de galletas en sus orondas barrigas, con los labios manchados de chocolate, y que dejaron solo y abandonado al Hijo de Dios crucificado, clamando en su amargura: ¡Padre porque nos has abandonado!.


Andalucía, dolorosa madre del paro, hermana mayor del analfabetismo y paraíso de corruptos y enchufados. Que escuchó entre lágrimas negras la descarga de los mosquetones en las tapias de sus cementerios. Que vió revoletear en sus estaciones de trenes pañuelos de tristeza, despidiendo a sus jornaleros que huyendo de la miseria buscaban nuevos horizontes en Cataluña, Bélgica o Alemania. Iban ligeros de equipaje sin más compaña que la incertumbre de lo que les esperaba atada con una cuerda en sus maletas de cartón.
Andalucía hoy instalada de nuevo en razonables dudas sobre su futuro. Pero eso si siempre de pie como sus excelsos monumentos. Andaluces atados por la cultura, los sentimientos y la historia a sus raíces milenarias. Los andaluces no somos mejores ni peores que los demás, somo simplemente eso…..!andaluces!.



Madrugá de sombra y cruz;
¡Dios mío que pesadilla!.
Soñé que no era andaluz,
ni tampoco de Sevilla.




De mares y sierras. De candiles mineros y sirenas de fabricas (hoy extinguidas por la crisis). De marineros y campesinos. De exiliados y emigrantes cautivos en las redes de la melancolía. De gozo y pena. Ocho trozos distintos en las formas pero nunca en el fondo. Tierra siempre conquistada y siempre a su vez conquistadora. De toreo al natural y copla de mancebía, madrugá y aguardiente. De lágrimas de cera y farolilllos multicolores. De religiosidad popular y excelsos agnósticos ilustrados. De cantes de fragua y panda de verdiales. De charanga y pandereta y conventos de clausuras. De la blancura de la espuma de sus mares y del verde de sus olivos. De Blanco White y de Lorca. De Velázquez y de Picasso. De Aníbal González y de Murillo. De Al-Mutamid y de Juan Ramón. De Falla y Paco de Lucía. De Pepe Luis y Manolete. De Ruiz Sosa y del Sol. De Machado y Montesinos. De Pemán y Alberti. De Blas Infante y Rafael Escuredo. De Francisco Ayala y Aleixandre. De Juanita Reina y Carlos Cano. De Curro y Camarón. De los tres Antonios del Arte: Ordóñez, Mairena y Ruiz Soler. De Cernuda y Domínguez Ortiz. De Antonio Muñoz Molina y Antonio Gala. De Manuel Clavero y Felipe González. De……..para que seguir.

Hoy de nuevo pariendo brillantes hijos en su Cultura y mediocres políticos que nunca la sacan de su abandono y postración. Andaluces despirgados por el mundo dando una lección permanente de talento y buen hacer, y añorando el gazpacho, el pescao frito, el sol, las playas y el calor de sus gentes. Andaluces universales que desde la tierra de la bandera blanca y verde aportan al exterior su discurso talentoso y andaluz. Ahí están como exquisita muestra el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, la bailaora María Pagés o los diseñadores de moda Vitorio y Lucchino.

Feliz Día de Andalucía, enhorabuena a los galardonados y ojala que podamos hacer realidad aquello de:



Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos,
hombres de luz que a los hombres
almas de hombres le dimos.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Patio de Cuadrillas.


(A Miguel Ángel Fernández que lleva albero maestrante en las venas).

De mi padre heredé una caja de herramientas que ni siquiera llegué a abrir (torperum habemus), la decencia, la laboriosidad y sus dos grandes pasiones: el Flamenco y los Toros.

Luego supe beber en otras jugosas fuentes y así me enamoré de Sevilla y su Semana Santa; de la Literatura y de los aconteceres históricos. Intenté –e intento- aprender de los sabios de verdad, de las buenas gentes, de los buenos libros, de los sonidos musicales con alma, del buen cine o teatro y de las experiencias de la vida cotidiana. Siempre somos un proyecto pendiente de realización y ahí radica la grandeza de nuestra andadura terrenal. Completamos una suma equilibrada entre lo sentimental, lo espiritual y lo cultural. Seres humanos en definitiva buscando a Dios y a la verdad de la existencia desde todos los posicionamientos ideológicos y formas de pensar y sentir. Hasta el ateo busca el no encontrarse con Dios (porque niega su existencia, pero siempre lo tiene en los labios), aunque a veces lo requiere cuando la sombría Dama de la Guadaña le pasa de refilón a él o a los suyos. Las tres preguntas de la filosofía clásica se empecinan en permanecer adheridas a las raíces del tiempo. Es decir: indagar el pasado, analizar el presente y prevenir el futuro. ¿De donde venimos?; ¿para que estamos aquí?; ¿que misterio nos espera cuando demos nuestro último suspiro?. Ahí está el quid de la cuestión. Mientras tanto nos montamos en el carrusel de la vida y crecemos, nos educamos, trabajamos, comemos, bebemos (algunos se pasan), amamos, sufrimos, gozamos, nos distraemos y rendimos culto a la vanidad y a la soberbia. Inútil especulación, pues solo nos recordaran por lo que fuimos y entregamos en alas de la solidaridad. Nunca por lo que acumulamos en bienes materiales.



El Flamenco fue, es y será la primera y gran pasión de mi vida. Me acompaña en el día a día, tanto en lo bueno como en la malo. Siempre encontré en una Soleá bien templá, una Siguiriya doliente o en una bulliciosa Bulería el antídoto contra mis alegrías y pesares. Sinceramente veo difícil, por no decir imposible, el poder vivir sin mi ración diaria de este dulce y jondo veneno parido y amamantado en Andalucía. ¿Y los Toros?. Me confieso profundamente enamorado de nuestra Fiesta Nacional (con perdón) y soy un aficionado que por distintas circunstancias personales no ha podido adentrarse en profundidad en el mundo, mágico mundo, de la Tauromaquia. En una corrida de Toros –a la que muchos le niegan el pan y la sal sin conocerla- está reflejada toda la grandeza del ser humano. Primero el enfrentamiento se produce de igual a igual. El hombre no utiliza su capacidad técnica para destruir a tan noble animal, y se enfrenta a él sin mas aditamentos que un capote y una muleta. Aparece durante la lidia el riesgo, la emoción, el Arte, el sacrificio, la quietud, el temple, el valor y la posibilidad cierta de pagar un tributo de sangre. ¿Dónde se puede dar una similitud mayor con la vida que en una corrida de toros?


Pero nos dicen, dentro de su legítimo derecho a discrepar: ¿cómo pueden llamar Cultura y Arte al sufrimiento y la tortura a la que someten a un pobre animal?. Especifiquemos. En el Toreo se dan todos los elementos escénicos del mejor Teatro. La jondura y el momento mágico que atrapa en el aire el Cante Flamenco. La policromía de la mejor Pintura. La Danza que hace que floten sobre la arena toro y torero envueltos en los pliegues de un capote al viento. La Música como complemento de las grandes faenas. La Escultura que hace que se asiente inamovible sobre el albero la figura de un torero toreando al natural con la muleta. La Alta Costura que toma forma en un vestido de torear donde la belleza en las formas alcanza lo sublime. ¿A todo esto no debemos llamar Cultura y Arte?.

¿Sufren los toros en el redondel?. Evidente. Y las gallinas a las que les dejan encendidas las luces toda la noche para que se estresen y pongan más huevos. Y las focas que son masacradas a palos limpios para aprovechar integramente sus pieles. También sufrió en su momento un pez de espada que sacaron del agua que era su hábitat natural . Luego dejaron que diera su último aliento en la cubierta de un barco, para que usted y yo nos comamos ese filete a la plancha con patatas. Y ese pollo que está viendo dorarse lentamente en una varilla mientras se le hace la boca agua ¿no creerá que nació sin plumas?. El Toro bravo nació para la pelea. Su principales señas de identidad son la bravura y la casta y las demuestra embistiendo. No tiene otra forma natural de desarrollar su bravura que peleando. La dehesa donde se cría es un entorno de gran pureza ecológica. No se siembra y por tanto no se remueve la tierra. Al toro de lidia se le cuida y se le cria con total esmero. Uno tiene pruebas irrefutables de que quien más ama al toro es el propio torero. Lo sueña y lo teme. Lo presiente y reza ante su embestida en la Capilla de la Plaza. Le hace gesticular nervioso en el Patio de Cuadrillas. Le sabe la boca a metal cuando lo ve aparecer por los toriles.

Todo forma parte de un ritual donde la última finalidad es crear retazos de belleza y plasticidad jugando con la muerte. La eterna cuestión en definitiva: vida y muerte. Arte efímero, pero perdurable en la memoria del pueblo que crea y destruye mitos desde el filtro de lo sentimental. El Toreo, el mismo que con sus lágrimas mojó la pluma de José Bergamín. El que alcanzó su cima universal en el pincel de un malagueño llamado Picasso. El que arranca un olé que nace de lo más profundo del alma. El que enamoró a Orson Welles y a Ernest Hemingway. El de tertulias encendidas de barberías de barrio. El que hacía soñar a los niños toreando a la miseria en plazuelas. El que hizo a la Real Maestranza la Catedral de la Tauromaquia. El que hizo cantar a tonadilleras y cantaores.

Capote de grana y oro. Patio de Cuadrillas. El Arte de Cúchares.

lunes, 22 de febrero de 2010

Lágrimas de cera


Con mi afecto para Nita que lleva lo mejor de Sevilla en sus genes.

Siempre visualizé a Sevilla dándole forma humana. La veía –y lo veo- como una hermosa, sabia y excelsa Dama, a la que los años y los desmanes no consiguen restarle un ápice de su espléndida belleza. Siempre maltratada (en dictadura y en democracia), pero siempre altiva e intacta. Se hace madre, hermana, novia o amante según las pautas que marque nuestro calendario sentimental. Nunca es esposa pues esto llevaría implícito ataduras formales, y no esta Ella por la labor de dejarse atrapar. Nunca podremos decirle:”hasta que la muerte nos separe”, pues ni la que anida entre el frío mármol y la frontera con San Jerónimo conseguiría separarnos de Ella. El amor por esta Ciudad es pasional e irracional y sobrepasa las lindes naturales de la existencia terrenal. Quererla no es flor de un día, sino más bien jardín de paraísos infinitos.

Reconozco que en la actualidad pasear por sus arterias es un canto al desconsuelo, la rabia y la indignación. Ver el patético estado en que la han situado esta cohorte de desaprensivos, que no solo la maltratan, sino que además cobran –y bastante- por su pésima gestión política y administrativa, causan indignación y estupor. Para entendernos y no andarnos con rodeos, digamos que: esta uno hasta los huevos de tanto mentecato suelto, y tanto “pico de oro marcusiano” de pan pringao y pasados tenebrosos de Archipiélagos Gulag. Todo tiene un limite y aquí hace bastante tiempo que ya tocamos techo.


Sevilla, en sus aconteceres, siempre fue excesiva. Excesiva es su pertinaz y a veces inoportuna lluvia. Excesivo es su larguísimo y riguroso verano. Excesivo es el enorme interés que mostramos por sus Fiestas, y el desinterés por mejorar la Ciudad en el cotidiano día a día. Somos sevillanos de capirotes, tardes de toros, procesiones de Corpus y Virgen de los Reyes, discusiones futboleras y excelsos anfitriones en casetas de Feria y carretas rocieras. Somos excesivos en el fondo y en la forma, pero eso si: solo en cuestiones puntuales.


Como no podría ser de otra forma, Sevilla –siempre excesiva- no padece una crisis socio-económica sino que padece ¡cuatro!. Primero la que le llega desde la Aldea Global. Allí donde un Obama lleno de buenas intenciones se estrella una y otra vez contra los tiburones de las finanzas y la política (incluyendo la judicial). Luego la crisis“Made in Spain”, afrontada por un dirigente incoloro, insípido e inodoro. El mismo que cambia de criterio de lunes a martes, y que días atrás ha enviado a doña Elena Salgado con un Secretario de nosequecosa, a explicarle a los europeos que no somos tan nefastos como nos pintan, y que las cosas se están haciendo bastante bien por aquí. Luego la regional, donde todavía no hemos notado mejoría con el cambio de Presidente (cosa que no era demasiado difícil). Sabemos, eso si, que a don José Antonio Griñán le gusta que le llamen Pepe, que es un gran aficionado al Cine y a la Lectura y, que como buen socialdemócrata apuesta decididamente por la Educación. Pues bien, como todavía confío en las buenas cualidades políticas de este hombre, le diría desde el mayor de los respetos: ¡Pepe, espabila joé y tira de una vez del carro de Andalucía!.
Por último la guinda al pastel de esta mareante y pertinaz crisis la tenemos en Sevilla y sus gobernantes locales. Sinceramente aquí ya me pierdo en calificativos. Basta con visionar algunos de los videos de los plenos municipales que nos ofrecen en el “pograma” de SevillaTV (“Ojos que nos ven”), para caer en el más absoluto de los desánimos. ¡Vaya nivelito político y cultural que se gastan sus señorías!.

Lo lamentable, lo verdaderamente lamentable, es comprobar la inercia y el pasotismo de la Sociedad Civil sevillana para rearmarse democráticamente y decirle a los políticos ¡hasta aquí hemos llegado!. Pero no caerá esa breva. Estamos más cómodos instalados en nuestras batallitas personales, siempre esperando que las soluciones vengan como un maná caído del cielo.

Conozco amigos, sevillanos de pro, que dado que sus posibilidades se lo permitían, se han ido a vivir al Aljarafe para soñar a Sevilla desde su cornisa, y visitarla en momentos puntuales. Sevilla se sufre en las distancias cortas y se añora preso de la melancolía en las largas. Fue así en el ayer y lo será secular seculorum.

Lágrimas de cera que no solo caen desde los cirios de sus nazarenos, sino de los ojos de algunos de sus hijos que comprueban con desaliento, como a tan hermosa Dama la llenan continuamente de harapos. Para luego vendernos que no son trapos los que adornan su cuerpo, sino alta costura modernista. Argumentan que ellos no son responsables de nuestra cerrazón y el sentimiento ombliguista que nos invade.

Será eso, pues sí ellos cobran por pensar y actuar deben ser más inteligentes que nosotros. Lo seguro es que si alguna vez derraman sus lágrimas, no serán de cera precisamente sino de cocodrilos.

viernes, 19 de febrero de 2010

Ojos que nos ven…..con sueño.


SevillaTV tiene un programa, un excelente y más que recomendable programa, comandado por Paco Robles y felizmente bautizado como “Ojos que nos ven”. A pesar de ser emitido por una televisión local, me consta que el mismo es seguido por infinidad de sevillanos/as huérfanos de una información valiente, veraz y objetiva sobre nuestra querida y maltratada Ciudad.

Pero como en este santo y sufrido país nuestro todo lo bueno es susceptible de ser empeorado, por ahí andan en la actualidad con el horario de este necesario “pograma” (en versión popular) . El mismo que diría aquel…..”que cada noche te persigue”. En principio tenía un formato semanal con dos horas de duración y comenzando a una hora más que prudente, las diez de la noche. Ahora se nos da fragmentado en dos días a la semana (martes y miércoles con una hora de programación por día). Se ha retrasado su comienzo o bien a las once; o a las once y diez; once y veinte; once y treinta; once y treinta y cinco…. De locos. Lo peor es que en la espera te ponen unas películas muy raras o unos monólogos humorísticos, caducos y obsoletos.

Estoy convencido que estos cambios programáticos son ajenos a don Paco Robles and company. Serán consecuencia de la reestructuración televisiva motivada por la señal de la TDT de marras. Posiblemente en la llamada “teleliebre” esto no ocurra, pues se puede utilizar el dinero de los contribuyentes para su interesada y sectaria puesta en escena televisiva. Curiosa paradoja: tenemos acceso a veinte canales de videntes, que le dirán por que caminos deambulará el carro de su fortuna, y ninguno que le muestre con rigor los problemas de su Ciudad. “Cosas veredes, Sancho”, que diría el Caballero de la Triste Figura.

Soy un firme convencido de la importancia para los ciudadanos de las televisiones locales. No está de más estar informado de los asuntos nacionales o internacionales, pero no es menos importante conocer y valorar la problemática de tu Ciudad. Con la eliminación de la publicidad en TVE se ha dado un gran paso, y se debe conjugar con una programación de calidad, donde informar, formar y entretener no sea meter la boca en los estercoleros catódicos de algunas televisiones privadas. Es de esperar –y deseable- que nuestro maleado Canal Sur emprenda este deseado y positivo camino mediático. El proceso de saneamiento aquí será largo y laborioso, pero todo se reduce a la voluntad –buena voluntad- de los políticos de turno en el poder. Démosle al rigor, la objetividad y la cultura una nueva oportunidad. Cuando menos concedámosles el beneficio de la duda.

“Ojos que nos ven” va directo al meollo de los problemas. Cuenta con un dúo compuesto por Joaquin Moeckel y Pablo Ollero, que ha alcanzado justa fama en nuestra Ciudad. El primero, debatiendo con una sutil ironía sevillana (con guasa que decimos por estos lares); el segundo, con un sereno y calculado discurso dialéctico para nada impostado, sino más bien fruto de la reflexión y el análisis de los que tienen la cabeza bien amueblada. Son una especie de “Dúo Dinámico” en versión “islacartujera”. Con la salvedad de que cuando Manolo y Ramón dicen: “quince años tiene mi amor”; ellos dicen: “quince años tienen –o tendrán- las obras de la Encarnación”. Como todo lo bueno, sus debates siempre nos parecen cortos en el tiempo.
De Paco Robles poco puedo contarles que ya no se sepa. Si quieren una muestra gloriosa de por donde caminan los sentimientos más nobles de este escritor sevillano, lean su “Sevilla, ciudad eterna”. Aquí desgrana sus conocimientos y vierte, como la cera nazarena por calle Francos, sus sentimientos literarios y sevillanos. Los mismos que fueron amamantados en la cima de un puente que une San Bernardo con la Puerta de la Carne. Tengo grabado, y la veo con frecuencia, la charla televisiva que mantuvo con Víctor García Rayo sobre nuestra Semana Grande. ¡Que manera de atraparte desde la belleza dialéctica y la reflexión más sevillana y sentimental!.

Creo –sinceramente- que su cumbre como articulista la consiguió en el periódico “El Mundo” (memorable el “Trío de Capilla” con Javier Rubio y Juan Miguel Vega). Abundando en un ejercicio de sinceridad, en “ABC” lo noto menos suelto y más sujeto a una linea editorial (menos Paco Robles en definitiva).

Escribir un artículo diario y tratar de ser siempre original es sumamente complicado y Paco Robles lo consigue. Te atrapa y sin conocerlo en lo personal lo sientes cercano, y formando parte de tu entramado cultural, vivencial y sentimental.

Entronca amorosamente con los grandes –y olvidados- escritores de esta Ciudad de sangre, pena, gozo y luz. Sabe y conoce el pago –el mal pago- que la Ciudad de la Gracia le da a sus mejores hijos pero no le importa. Los que lo conocen bien me comentan que es un bonachón sentimental, de guasa fina y soterrada, amante de aquello que permanece anclado en nuestros sentimientos más nobles, y con una curiosidad intelectual sin limites.

Siga pues don Paco con sus “Ojos que nos ven”. A deshora, fragmentado, detrás de una película de serie “B” donde salen los “tíos” con pantalones de campana. No importa, lo seguiré esperando pacientemente en mi butacón, aunque tenga que alterar mis pautas y horarios de candidato a la Tercera Edad. Todo sea por Sevilla y sus verdades. Por cierto se me olvidaba hacerle una modesta sugerencia: cuando critique a alguien –o algo- del PP, no es necesario que utilize a modo de tic el siguiente latiguillo: “para que vean que aquí no nos casamos con nadie”. Es obvio que asi es. Yo he visto como usted nos mostraba –más de una vez- una silla vacia como consecuencia de que el invitado “del poder” había rehusado comparecer. También mostrarnos una franja con un número de teléfono, para que quien estimara oportuno ejerciera su legítimo derecho de replica, y nunca que yo sepa llamó nadie. Así que sobran las justificaciones. Somos conscientes de que usted solo esta casado con su santa esposa, con su verdad, con el rigor informativo y de perpetuo noviazgo con la Ciudad de Sevilla.

miércoles, 17 de febrero de 2010

“Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve”.


Es un sabado lluvioso de un invierno que avanza inexorable hasta exhalar su último suspiro. Dura –para mí especialmente dura- está resultando la vigente estación invernal. En lo físico suspendo, pero ¡ay, amigos!, en lo sentimental con la llegada de mi nieto alcanzo el sobresaliente. Mi artrosis se rebela y me pasa factura en este cuerpo cada día menos serrano. Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve. Terminé mi rutina de compras cotidianas y me siento en el ordenador para intentar exprimir un poco más el olvidado y gratificante zumo del espíritu. Interiorizar las emociones y sentimientos que nos harán crecer desde dentro hacia fuera. Como debe ser. Estoy escuchando a J.S.Bach en su Concierto de Brandemburgo núm.4-6. Oyendo a Bach: ¿quién dice que Dios no existe?. Me enfrasco en la lectura de “El Callejón de los Milagros” de Naguib Mahfuz. Pasaré por unas horas, posiblemente pocas, de noticias externas que casi siempre conducen al desosiego. Nada de prensa, radio o televisión. Tan solo una buena dosis de soledad, música y lectura o lo que es lo mismo el Triángulo de las Bermudas de la reflexión. Cuando escribo este “Toma de Horas” es sábado trece de febrero y el día amenaza frío, lluvia y no se cuantas cosas desagradables más. A las seis de la tarde dan el Betis con el Recre por el Canal Sur (espero que no nos llevemos los verdolagas una nueva decepción).

Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve. En esta semana que está a punto de concluir asistí a mi primer Cabildo como hermano del Gran Poder. Un nuevo ejercicio de sublime sevillanía que llevarme al zurrón de mi existencia. Se aprobaron por unanimidad las nuevas reglas que –entre otras cosas- equiparán a las mujeres y a los hombres en derechos y deberes. Modélico Cabildo acorde con las enseñanzas de Aquel que nos miraba compasivo, doliente y expectante desde el altar principal. Todo enmarañado en el mágico ritual que marca el compás del tiempo de la Ciudad.

¿Quién dijo que el invierno es proclive a la melancolía?. Craso error comete quien así lo crea. Es tiempo de introspección. De buscar en las paredes del alma aquellos hermosos cuadros que un día colgamos y hoy tenemos tan olvidados. Ilustrarse, crecer como personas y remar pausadamente en el lago de los sueños. Vivimos tiempos difíciles donde siempre estamos atrapados en la cárcel de lo cotidiano e inmediato. Todo lo hacemos en una carrera vertiginosa que la mayoría de las veces solo conduce a la nada. Dice una letra de una hermosa sevillana: ”una pará en el camino, una guitarra y un cante”. Muy cierto es. Se nos hace necesario, cada vez más, parar de vez en cuando y hacer balance de nuestra vida. Las metas son para luchar por ellas, lo de lograrlas siempre será cuestión baladí. Lo importante es tener la certeza de haber “puesto toda la carne en el asador”. Dice un viejo amigo que hoy día hasta para morirse hay que mirar la agenda o pedir cita. Seamos sinceros: ¿cuándo fue la última vez que manejamos una porción de nuestro tiempo a nuestra santa y real gana?. ¿Cuántas veces a lo largo de la semana decimos aquello de:”oye, llámame y quedamos para tomar una copa y charlar un rato?. Luego siempre surgirán imponderables, y dejaremos en suspenso el compartir una migaja de nuestra existencia con alguien con el que realmente nos sentimos queridos, libres y cómplices. Lo que se suele llamar un: ”compañero del alma, compañero”. Llueve, detrás de los cristales llueve y llueve.

Tiempo de espera antes los días del gozo que están por llegar. ¡Que poquito queda ya!. Un día alguien dirá: ”la Primavera ha venido nadie sabe como ha sido”. Ya todo será distinto. Saldremos a la calle y cortejaramos a esta bella Ciudad que como una mocita casadera se engalana y ruboriza con nuestra presencia. Pero para que llegue ese esperado y soñado momento todavía nos quedará un pequeño paréntesis invernal. Serán tiempos de lecturas sosegadas en mesas de camilla al calor de un brasero que nos retrotrae a épocas pasadas. El dulce y acogedor calor del hogar (no confundamos casa con hogar). De músicas digeridas desde lo más profundo del alma. De visitas a capillas, hoy semivacias y muy pronto abarrotadas, donde la serenidad de lo divino se hace patente. De humeantes cafés compartidos con el sabor de la amistad. De raciones diarias de paracetamoles e ibuprofenos. De copas de oloroso y manzanilla que enervan los sentidos y sacan a pasear lo mejor de nuestra condición humana. De visitas al Aljarafe para saborear el último mosto del año. De olor a pan de pueblo y a campiña mojada. De esporádicas escapadas en mañanas soleadas (si consigue alguna vez salir el sol un par de días seguidos) a costas marineras donde la línea del horizonte nos marca la diferencia entre mar y playa. De paseos por parques y jardines donde sentiremos a nuestro paso el crujir de las hojas secas vencidas por el viento.

Esta tarde ví llover,
ví gente correr
y no estabas tu.

Tantos momentos en que la Ciudad se nos ofrece desde su quietud y su lento caminar hacía el horizonte de su luz más radiante. Saberlos atrapar es cosa nuestra. Alguien cantó acertadamente: ”porque en amores, las caricias soñadas son las mejores”. Pues eso, soñemos desde el Invierno la llegada del dulce beso de la Primavera sevillana. Y mientras tanto como canta Serrat:

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve,
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

De todas formas, mejor ahora que en el próximo y anhelado Domingo de Ramos.

lunes, 15 de febrero de 2010

El Flamenco o el limón y la naranja de Andalucía.








(A los críticos flamencos que a lo largo de los años aguantaron exabruptos, descalificaciones y hasta agresiones físicas por parte de los que viven del Flamenco).

Como he comentado más de una vez -de manera posiblemente reiterativa- en este espacio de encuentro de amigos y sentimientos compartidos, el Flamenco no es solo una de mis grandes aficiones, es algo más: se trata de la pasión que me atrapa amorosamente y que ha sido -y es- mi compañera fiel en todas las circunstancias padecidas o disfrutadas. Fue la mejor herencia (junto con la del Arte de Cúchares) que mi padre pudo dejarme. Ya soprepasan de largo los cuarenta años en los que de continuo le he dedicado tiempo y dinero. Siempre asumí –y asumo- una doble condición ante el Flamenco: la de ser un buen aficionado y también un pertinaz estudioso, y siempre en ese orden de prioridades. La pocas veces que me propusieron ejercer labores de crítico flamenco nunca estuve por la labor. Aun asumiendo que la critica –en cualquier expresión artística- es necesaria e imprescindible, en mi caso siempre tuve claro que mi andadura flamenca iba por otros derroteros. Dediqué una corta etapa de mi vida a la producción discográfica flamenca. Concretamente en Pasarela (donde siempre mostraré mi eterno agradecimiento por el trato, la consideración y el afecto que me dispensaron). Poder trabajar con Pepe Torrano, Chelo Borrego, Santi Pardo, Paco de la Cueva o Pedro Castro ha sido una verdadera gozada. Me sentí plenamente realizado –y apoyado- tratando de relanzar proyectos discográficos flamencos donde primara la calidad y la autenticidad. Sin pecar de petulancia, ninguno de ellos cayó en saco roto en el complejo mundillo del Flamenco. Seguro que no pasaré a la posteridad por haber engrandecido el Flamenco, pero tampoco por estropearlo.

Hoy lamentablemente –y dentro de una crisis que afecta a todos los sectores- las compañías discográficas las están pasando canutas. Estamos instalados ante una competencia tan desleal como permisiva por parte de las autoridades. Parece que una gran mayoría cree que la música se hace sola, sin costo adicional alguno y, que cae del cielo como una especie de maná y se posa en Internet. Craso error que terminaremos pagando muy caro. Tiempo al tiempo.

A lo largo de mi ya amplia andadura flamenca he dado charlas (lo de conferencias me resulta demasiado pomposo); hice radio; he formado parte de jurados y he sido miembro de alguna comisión para fines flamencos concretos (la experiencia que tuve con la comisión de Vallejo con nuestras autoridades culturales y municipales, son de las que te terminan aburriendo de manera definitiva). Camelo en estado puro.

Pero sería absurdo culpar al Arte Flamenco de esta partida de impresentables que lo tienen todo el día en la boca (y sobre todo en la cartera), y muy pocas allí donde anidan y toman forma nuestros sentimientos más arragaidos. Pero afortunadamente, y aunque a veces cuesta, ya estoy jubilado para lo externo y ahora vivo plenamente su interno –y gratificante- fundamento de base. Aquel que consigue zamarrear sentimental y vivencialmente al ser humano que deambula por mi interior.


El flamenco como creían –y creen- alguno políticos no es un elemento cultural insustancial que tiene como principal finalidad el poder echar un rato de juerga. Algo que sacamos del fondo del armario para pasar con él un buen ratito cuando las circunstancias lo requieran (afortunadamente no todos piensan así, y existen algunos que están empeñados en darle al Flamenco su máximo esplendor cultural).

El Flamenco es cultura; es sentimiento; es tradición; es pena; es gozo; es tierra y mar; es…….el amargo zumo del limón y el dulce nectar de la naranja de la Vieja Andalucía. El ejercicio de vivir en definitiva, dejándonos atrapar por las emociones más nobles. Flamenco disfrutado y compartido en cuartos, peñas, festivales, teatros y (en el ayer) hasta en plazas de toros. Todo acorde con el momento y la época que le ha tocado vivir. Pero siempre culto, sentimental y anclado en las más nobles señas musicales andaluzas.

Nunca olvidaré a mi compadre del alma, don Manuel Centeno Fernández, horas antes de que lo operaran a vida o muerte en la Clínica Santa Isabel sevillana (él sabía que ya tenía flotando sobre su cara el velo negro de la muerte), comentarme anécdotas y curiosidades de su admirado cantaor de cabecera Manuel Vallejo.

O a mi propio padre que cuando me visitaba (ya victima irrecuperable de dos ataques cerebrales que apagaron su capacidad de discernir) me señalaba el equipo de música y a duras penas me decía:…”onlo”…”niño ponlo”…”onlo ya joé”. Yo sabía lo que quería: que le pusiera al Carbonerillo y lo dejáramos solo con su nieta en sus rodillas (la misma que recientemente me ha conducido a la gloria de los abuelos sevillanos). Después mi hija con sus infantiles seis años nos comentaba: “Papi/mami el abuelo está llorando”. Y alli estaba este viejo y gran aficionado nacido en la Carzá, y criado en la Collación de San Nicolas, amarrado a sus sentimientos más nobles, y despiéndose de la vida a los sones únicos y lastimeros del fandanguillo de Manolo Vega.

Si alguna vez –transitoriamente- no lograse acordarme del nombre de aquellos/as que compartís conmigo penas y alegrías no desesperéis. Puede que el mal sea pasajero y tenga algún arreglo. Pero si comprobáis que me deja indiferente una Siguiriya de Caracol, Terremoto o Chocolate; una Malagueña de Chacón; la Guajira de Pepe Marchena; los Tangos de Camarón o Morente; la Soleá de Alcalá de Antonio Mairena; la Granaina de Vallejo; la Bulería del Lebrijano; el Taranto de Fosforito; el Fandango del Carbonerillo o cualquier Cante de Pastora y Tomas, ya no tengáis ninguna duda: estáis ante alguien que respira, bebe, come y duerme, pero irremediablemente huérfano de alma y sentimientos. Si algún vídeo donde baile de nuevo Farruco, o el mago del Baile Flamenco don Antonio Ruiz Soler, no consiguen conmoverme, mala cosa. Si viendo por enésima vez “Bodas de Sangre” de Lorca/ Saura/Gades no me notáis emocionado, insisto: mala cosa. Si a los sones de las mágicas sonantas de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar no se impregnan mis sentidos de brea, redes al sol, Coto, Barrio marinero, manzanilla, Bahía, Estrecho y ecos ancestrales andaluces preñados de gozo y pena, vuelvo a insistir: mala cosa para mís sentires. Estaré en cuerpo, pero mi alma estará volando al encuentro de un Paraiso soñado. Aquel donde aparte de reencontrame con los que un día me quisieron y educaron, espero disfrutar –ya de manera permanente- de un celestial tercio por Soleá.
Se habrán exprimido definitivamente en los recovecos de mi alma el zumo del limón y la naranja que florecen –y tomé prestados para el noble y duro ejercicio de vivir- del hermoso Huerto de la Madre Andalucía.


P.D. A través del Diario de Sevilla del domingo 14 de febrero y más concretamente por la excelsa pluma de Juan Vergillos, me entero del fallecimiento del cantaor jerezano Fernando Terremoto a los 40 años de edad. Glorioso heredero de los cantes de su padre –del mismo nombre- o lo que es lo mismo:cante jerezano en toda su pureza y esplendor. Dios lo tenga en su gloria y “El Prendi” lo reciba allí donde descansan y sueñan a a ritmo de bulerías los Grandes del Flamenco.

viernes, 12 de febrero de 2010

La Setaterapia.


Leo, no sin cierto estupor, que el Ayuntamiento de la Ciudad ha librado dieciocho millones de euros para “empujar” la terminación de las “Setas” de la Encarnación. Pendiente de rendir cuentas a la conclusión (¿) de este engendro arquitectónico y urbanístico, ya se llevan invertidos ¡50 millones de euros! (multipliquen esta partida por 167 y ya verán cuantas salen de las antiguas pesetas).

Que duda cabe que vivimos en una Sociedad compleja y contradictoria. Buscamos de manera permanente aquello de: men sana in corpore sano. Primero nos bombardean desde todos los frentes –políticos y mediáticos- para que nos atiborremos en lo físico, lo social, lo intelectual y lo político de basura material e ideológica. Después, cuando ya nos invade el estrés de cuerpo y alma, nos venden que nos pongamos manos a la obra para reconstruirnos. Se trata de que saneemos esta ruina física y mental en que nos hemos –han- convertidos. Nos dice Papá-Estado: “no fuméis ni bebáis alcohol que es malo para salud”. “Haced deporte y comed sano pedazos de inútiles”. Esto no es óbice para que instauren gravosos impuestos sobre el fumeque y el mollate. Nos atiborran de comidas-basuras –en forma de conservantes, colorantes y demás complementos “alimenticios” artificiales”- para luego reclamarnos que cuidemos nuestro colesterol y nuestra tensión arterial. La ultima pasada fue con la “pandemia” de la Gripe A. Se adquirieron por parte de nuestro Gobierno diecisiete millones de vacunas (un fortunón) y parece ser que el uso de las mismas no ha llegado ni a los dos millones y medio. Entre los denominados grupos de riesgo la vacunación no ha llegado siquiera al veinte por ciento. La gente no se fía y se guía en estos casos de su instinto de conservación. ¿Hacerle caso a los políticos con la que nos han liao”. Vamos, ni de coña.

Ahora se ha abierto –estaba cantado- un cierto debate de si esta “epidemia” no estaría más en consonancia con hacer caja –jugosa y suculenta caja- por parte de la Industria Farmacéutica, con el beneplácito de algunos dirigentes de la OMS. Será o seró, que decimos por estos lares. “Piensas mal y acertarás”, que dicen los maliciosos. El tiempo dirá –si alguno vez lo sabemos- que hay detrás de este tinglado. Estoy seguro que dentro de muy poco tiempo el tema será carne de Hemeroteca.

En la actualidad el campo tereapéutico alcanza infinidad de registros. Superado “el Diván de don Sigmund Freud” y cuestionada la terapia de grupo, nos enfrentamos a una modalidad de terapias individuales extensas y diversas, tanto en el fondo como en las formas.

Tenemos: aromaterapia, barroterapia, músicaterapia, baños termales árabes o romanos, yoga, deporte, meditación trascendental, libros de auto-ayuda……. y algunas más que me dejo en el tintero para no aburrir al personal.

Yo propongo uno nuevo: la setaterapia. Como en definitiva de lo que se trata es de recuperar el sosiego y la paz espiritual, descargando de paso el estrés que empecinadamente nos acompaña, y que consigue que los domingos nos quememos los labios con el primer café mañanero, esta terapia debíamos experimentarla.

¿Y en que consiste la setaterapia?. Muy fácil. Nos vamos solos y sin más compañía que nuestro cabreo ciudadano a la Plaza de la Encarnación. Nos paramos en el centro de la misma mirando absortos y curiosos el trozo de “setas” construidas. A no dudar, en un breve periodo de tiempo algún transeúnte nos comentará: “valiente mamarracho han hecho aquí esta gente”. Luego con la punta del pie izquierdo (no lo haga con el derecho so pena de que le llamen facha) mueva algunas de las losetas rotas o sueltas recien colocadas. Alguien a no dudar le dirá: “vaya mierda de pavimento. Y el dineral que habrá costao”. Luego encamine sus pasos al cercano Mercado de Abastos. Compre cualquier cosa al azar y comente con el placero: ¿Saben ustedes cuando dejais esta “instalación provisional”?. Agarrese con los comentarios que a no dudar le hará. Un vez cubierto este periplo, volverá a su casa posiblemente hablando solo y entre dientes, pero con una descarga de adrenalina evidente.

La setaterapia o la posibilidad que se le ofrece a un sevillano/a de largar “jierro” sin tener que aposentar las posaderas en los dominios de Mister Roca. Vuelves de la Encarnación reconfortado pues puede que sea verdad aquello de: “mal de muchos consuelo de…..futuros votantes”.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Soledades compartidas


Abel Hernández, en su excelente y muy recomendable libro “Suárez y el Rey” (Edit.Espasa), comenta que el Monarca solía llamar por telefóno al de Cebreros para cambiar impresiones con él. Algunas veces tan solo para comentarle que estaba haciendo en ese momento. Estas llamadas se producían mayoritariamente en el transcurrir de las lentas horas de la madrugada. Era una manera de compartir la tremenda soledad histórica que padecían. Estaban solos, intentando propiciar que este sufrido país nuestro tuviera un transito pacifico e irreversible hacia las libertades democráticas. Todavía se estaban gestando los derechos constitucionales. Felipe González estaba inmerso en quitarle al PSOE el estigma del marxismo. Santiago Carrillo trataba –junto con otros dirigentes comunistas europeos- de apartar el leninismo definitivamente de los PC de la vieja y sufrida Europa. Fraga -si, han leído bien, Fraga- por su parte intentaba convencer a los franquistas menos sectarios que, sin Franco el camino hacia la Democracia integral era además de bueno inevitable. Por tanto Suárez y el Rey estaban solos –y lo sabían- ante una cohorte de falsos aduladores, o bien recibiendo ataques frontales desde todos los frentes ideológicos. Era, a que dudarlo, una soledad compartida.


Hoy Adolfo Suárez es una sombra que no reconoce al hombre que se le aparece cuando se mira en los espejos. Triste y cruel paradoja: la Memoria –sin memoria- de la Transición española. Don Juan Carlos goza del respeto –junto a la impagable doña Sofía-, la admiración y el afecto de la mayoría de los españoles. Está envejeciendo como a todos nos gustaría: sintiéndose querido, gozando de buena salud y rodeado de una legión de nietos que a buen seguro lo adoran (no necesitan -como los demás niños- pedirle algo a los Reyes pues los tienen como abuelos).


En definitiva, la soledad no es más que un proceso de introspección que de vez en cuando nos atrapa, teniendo la imperioso necesidad de compartirla con alguien o con algo. Podemos echar mano de ese intimo amigo, cómplice y compañero insobornable. También le podemos dar a la soledad un regate temporal leyendo un libro, oyendo música, viendo una película o visitando una exposición. Cosa bien distinta es cuando la soledad te gana la batalla y ya solo eres un barco fantasma a la deriva. No es casualidad que tengamos las casas llena de fotos de personas que queremos y que dan sentido afectivo a nuestra existencia. Unas en color sepia para recordar a los que se fueron. Otras de rabiosa actualidad para congratularnos de que nuestra cadena sentimental tiene nuevos y gratificantes eslabones.

Crecemos de dentro hacia fuera y nunca al revés. Lo hacemos desde la reflexión y desarrollando la capacidad que tenemos de pensar y soñar. Nunca crecerá el ser humano diluido en un proceso colectivo sin hacerlo compatible con el desarrollo de su mundo interior. Uno de los males de la sociedad actual es que priorizamos lo superficial en detrimento de lo verdaderamente importante y así nos va.

¿Y la Ciudad?. ¿Qué papel juega la Ciudad ante la soledad sentimental, vivencial e imaginativa?. Aquí cada uno supongo que tendrá una lectura bien distinta. En mi caso es absolutamente fundamental.
Me gusta pasearla pausadamente y contemplar su empecinada belleza a pesar de las tropelías que se han cometido y se cometen contra Ella. Solo y sin más compañía que mis recuerdos del ayer y mis vivencias del presente. Alguien me dijo una vez: Sevilla se disfruta en los sueños y se padece en las realidades. Bien cierto es.


Una época tiene el calendario sevillano que me resulta especialmente grata. Pongamos que hablo del Tiempo de la Cuaresma. Se pasea por Sevilla comprobando como lentamente cambia su fisonomía y el animo de su gente. Estamos en los hermosos prolegómenos de lo que está por venir: la Semana Grande de la Ciudad. Largas tardes de cielos teñidos de azul añil que se mueren lentamentamente en brazos de la noche. Con el suave murmullo de los vencejos sobrevolando la Plaza de San Lorenzo. Con un trasiego de corazones encendidos que van y vienen a rendir pleitesía el Señor de Sevilla y a la Soledad:


Nadie más cerca que Tu
de Aquel que todo lo puede;
y nadie más sola que Tu
que ni un palio te sostiene.


Tardes de pausados paseos solitarios por Santa Cruz, San Bartolomé, San Nicolás, la Alfalfa, el Salvador…….Caminar por la judería sevillana hasta desembocar allí donde mi fe tiene dos paradas y fondas: San Nicolás de Bari y el Salvador. En la primera candelas de fe azul y plata, y en la segunda, el Hijo de Dios que se me ofrece apasionado y dulce a la vez. Contemplando luego como por la escalinata del Salvador, entre cascos de litronas, colillas y bolsas vacias de gusanitos, cae el maná que brota del vientre del pelícano del Cristo del Amor, el mismo que bebemos para nutrirnos ante lo que está por llegar. Nuestra particular Ítaca. Allí donde se dan cita y se conjugan el Amor, la Fe, el Arte y nuestras tradiciones más ancestrales. Somos –y seremos cuando ya no estemos- aves solitarias buscando el amoroso nido de la Madre Sevilla. En definitiva: soledades compartidas.

lunes, 8 de febrero de 2010

Grafiteros por Bulerías.


Hace tan solo unos días se presentó el Cartel de la –felizmente consolidada- XVI Bienal de Flamenco de Sevilla. Han participado en la elaboración del mismo cuatro grafiteros (Suso-33, San, Sex-Niño de las Pinturas y Seleka). Según comentan los mismos, la idea les nació de ver conjuntamente el excelente documental sobre la grabación de “La Leyenda del Tiempo” del recordado y añorado Camarón. Cada uno creó un cartel inpirados en: El Toque, El Cante, el Baile y el aspecto social y antropológico del Flamenco. Ya posteriormente reunificaron los mismos, creando un puzzle compuesto de cuatro partes, y que a la postre ha significado el Cartel de la próxima Edición de la Bienal flamenca sevillana.

Salva Gavira fue el primero que me mandó el referido Cartel con una pregunta incluida: “Ya me dirás que te parece el Cartel de la Bienal”; “A mí la verdad aun asumiendo que hay graffitis que encuentro preñados de arte y talento, este me parece excesivo y poco representativo del mayor acontecimiento mundial del Flamenco”.


La verdad que poco o nada podría yo añadir sobre comentario tan atinado. Bien cierto es que el mundo de los grafiteros es cualquier cosa menos homogéneo. Existen graffitis –en los sitios adecuados- donde prima el sentido artístico y el talento urbano a raudales. Otros, solo buscan militar en las filas de los transgresores, pintando en casas particulares, edificios declarados como BIC o bien en vagones de trenes y metros urbanos. En estos casos el Arte queda relegado a un segundo plano primando la capacidad de provocar. De eso se trata.


Esta “manera filosófica” y provocativa de entender el Arte Moderno no es novedosa. Sociológica e históricamente arranca en nuestro país con la llamada “movida madrileña”. Toda expresión artística moderna valorada en esa época tenía como finalidad el provocar, y terminar con el reinado artístico de los tradicionalistas meapilas caducos y trasnochados. Evidentemente, como todo movimiento que nace apoyado en pies de barro la caida fue estrepitosa, dejando a su paso un reguero de excelsos y malogrados jóvenes talentos. ¿De positivo?, lo de siempre: que cuando fracasan los chubasqueros volvemos a intentar averiguar donde dejamos los paraguas.



Pues bien, de aquellos barros vienen estos lodos. El Arte en cualquiera de sus expresiones nunca funciona por movimientos revolucionarios, más bien lo hace desde procesos evolutivos. Mala cosa sería conjugar arte con inmovilismo. De ser así seguramente seguiríamos instalados en las pinturas de las Cuevas de Altamira. El Cine seguiría siendo mudo y en blanco y negro. El Cante Flamenco marginado como una expresión musical soterrada por familias y tabancos. En el Toreo seguirían muriendo caballos –no llevaban petos protectores- a mansalvas en cada corrida. El Teatro sería tan solo expuesto en Corrales de Comedias.
Avanzar, evolucionar –respetando el clasicismo auténtico- y crear desde la libertad más absoluta deben –o debían ser- las señas de identidad de cualquier expresión o movimiento artístico que se precie.

El graffiti –los grafiteros- forman parte ineludible de la cultura urbana del último tercio del pasado siglo XX, consiguiendo su esplendor en la corta andadura del XXI. Pero mala cosa sería confundir a los grafiteros con los “pintatrenes”.

Creo sinceramente – a falta de verlo en su formato original- que el Cartel de la XVI Bienal era manifiestamente mejorable. Que el mismo reflejara el mundo del graffiti podía ser una idea excelente, pero hacer un hibrido que tiene todas las formas de un pisto manchego es otra cosa. Soy consciente de que hoy día mostrarse critico con algunas formas de expresiones artísticas vanguardistas es políticamente incorrecto. Te dicen de todo menos bonito. Cosa que evidentemente hace ya muchos años que me importa bien poco. Opino –y escribo- desde el respeto y la tolerancia y a otra cosa mariposa. Cualquier mensaje artístico tiene que asumir, que junto a la capacidad de crearse en libertad, está la posibilidad critica del receptor del mismo. Lo que no es de recibo, es que algunos (enmascarados tras un falso modernismo) nos den gato por liebre y encima se forren a costa de la ignorancia.

¡Larga vida a la Bienal flamenca sevillana!. Con cartel de grafitero o con alguno costumbrista de lunares y peinetas. Lo importante es apoyar y congratularnos con esta evento flamenco mundial que eleva al Arte Jondo a la cima más alta de la Cultura.

viernes, 5 de febrero de 2010

Camino de San Lorenzo.


Como un ritual marcado por el compás del tiempo acudían cada viernes del año a una cita ineludible. Eran dos mujeres de un corral de vecinos de la Collación de San Nicolás, que aparcaban por unas horas sus duras tareas cotidianas.


Allí quedaba esperando inmisericorde la pila de lavar con su refregaor gastado por el uso y su trozo de jabón verde. La cocina de carbón con su aventaor colgado de una puntilla en la pared. Antes de partir dejaban la habitación (el cuarto) más limpia que los chorros del oro. La ropa –más blanca que el jazmín- tendida bamboleándose en cordeles de alambre como si bailaran por bulerías. Ya los diteros sabían que esa mañana no podrían contar con ellas. Pasarían de largo con sus juegos de toallas y sabanas colgadas del hombro, blandiendo amenazantes unas libretas tan gorda como las necesidades y penurias de la época. Pero hasta ellos sabían que ese día el Gran Poder para ellas era lo primero.


Con sus mejores vestidos y su moña de jazmines en sus roetes parecían dos mocitas casaderas. Desprendían esa belleza despejada y serena que nacen del sufrimiento, la decencia y la honradez. Se agarraban del brazo y enfilaban primorosas el camino que les llevaba a San Lorenzo. Pasaban fugazmente por la puerta de San Nicolás de Bari y se santiguaban levantando las miradas al unísono ante el azulejo de la Candelaria.

Después, una parada obligada en el Bar “La Unión” de la Plaza de la Encarnación, donde daban buena cuenta del café con calentitos (lo de churros lo dejamos para tierras madrileñas). Era el único “lujo” que podían permitirse y no estaban dispuestas a pasarlo por alto.

Ya, sin más dilaciones y por el camino más corto, al encuentro con el Señor de Sevilla. Una vez en su presencia una breve pausa para pedirle entre suspiros lo que procedía: salud para sus maridos y un futuro para sus hijos sin tantas estrecheces. Permanecían un rato en silencio hasta que una decía: “ea, vamonos”.

Con las pilas recargadas y el espíritu reconfortado volvían a su dura existencia cotidiana. Si el monedero lo permitía una parada previa en el Mercado de la Encarnación (al día de hoy con una “instalación provisional” que data de 1974) para comprar algo que les salvara el viernes alimenticio. Pues en eso consistía la supervivencia: en ir solventando el duro día a día.

Cuando por causas mayores una de las dos no podía cumplir con el ritual de cada viernes lo manifestaba diciendo: “Encarna / Lola este viernes no podré ir a ver al Señor”. A lo que invariablemente la otra le respondía: “no pasa nada. Lo dejamos para la semana que viene. El Señor sabrá perdonarnos”.

Mujeres de postguerra que levantaron el país dejándose las manos fregando suelos y las espaldas lavando en refregaores de madera. Que perdieron la vista zurciendo calcetines y dándoles las vueltas a los puños y los cuellos de las camisas. Que envejecieron prematuramente sin poder mirarse en los espejos. Que nos enseñaron cosas hoy en desuso como: “nunca te quedes con lo que no es tuyo”; “portate en la vida como un hombre; “trata con respeto a los mayores”; “no le hagas a una mujer lo que no te gustaría que le hicieran a tu hermana”. Nos empaparon de decencia por los cinco sentidos y nunca se quejaron de su dura existencia.

Estas dos mujeres cumplieron con el ritual del Camino a San Lorenzo durante cuarenta años. La que empuña la guadaña las separó hace ya algunos años. Una, que se llamaba Lola Montes ya descansa junto al Gran Poder. La otra, que es Encarnación Pelayo (mi madre) vive y camina hacia los 98 años de edad. Ya solo se ampara y visita al Señor en una foto enmarcada que le regaló Santi Pardo. La misma que ocupa un sitio de honor en la mesilla de noche de la Residencia donde pasa sus últimos días terrenales. Es ley de vida que pronto puedan volver a reunirse las dos y esta vez si que definitivamente habrán recorrido el Camino de San Lorenzo: aquel que nos lleva a las plantas del Señor de Sevilla.

Camino de San Lorenzo que es como caminar al corazón de la Sevilla Eterna.

miércoles, 3 de febrero de 2010

La Saeta o la Oración hecha Cante.



(A la memoria de mi tio Víctor Franco Fernández)

En una conversación informal con mi compañero y sin embargo amigo Salva Gavira, me plantea que pienso y opino del actual momento que vive la Saeta. Me comprometo a plantearle algunas reflexiones en un próximo “Toma de Horas” y en ello estamos. Quedan todavía –afortunadamente- algunos dulces y gloriosos días para el Domingo de Ramos pero me apetecía hablar de la Saeta. Acabamos de comenzar lo que antaño se conocía por “febrerillo el loco”.

Como primera aclaración debemos puntualizar que la Saeta no es un estilo del Cante Flamenco en si misma. La Saeta más flamenca nace del Cante por Siguiriya o por Martinete, existiendo otra más lírica y menos “jonda” en su capacidad expresiva.

Con estas tres modalidades ya podemos encuadrar musicalmente lo que entendemos por Saeta. A saber: por Siguiriya (Manolo Caracol); por Martinete (Antonio Mairena) y la de mayor lirismo (Niña de la Alfalfa).

La Saeta y el Cante Flamenco en general se nutren de las grandes aportaciones de sus interpretes. Ahí radica la grandeza del Flamenco: en sus artistas y en los núcleos donde se dan las condiciones para la simbiosis Artista / Pueblo.

Podemos situar la Edad de Oro de la Saeta en un periodo que comprende los años veinte y treinta del pasado siglo, siendo su epicentro fundamental la Ciudad de Sevilla, la Tierra de María Santísima.


Por las calles y plazuelas sevillanas sonaron los ecos legendarios de: Pastora “La Niña de los Peines”; de su hermano Tomás; o de Vallejo, Manuel Torre, Caracol, El Gloria, Centeno, la Pompi, la Niña de la Alfalfa, el Pinto, Antonio Mairena…..


¿Quien se atrevería a decir que con este elenco cantando al Hijo de Dios y a su Bendita Madre por los balcones de la Vieja Híspalis no estábamos en la cima de la Saeta¿. Aclaremos que estos cantaores/as eran grandes artistas del Flamenco y por ende grandes saeteros.


Cantaban fundamentalmente por devoción y por la gran atracción que causaban en el pueblo sevillano. Bastaba un eco lejano para que los sevillanos/as supieran a ciencia cierta quien estaba cantando. Hoy ya ni se conocen a las imágenes de los pasos. Triste consecuencia como resultado de considerar -algunos políticos- arcaicas y obsoletas nuestras tradiciones mas seculares y arraigadas.


A partir de finales de los años sesenta se producen dos elementos sociológicos que a la postre devaluarían el mágico y popular mundo de las saetas.

A saber: una penetrante y sutil invasión anglosajona que lentamente aparta al pueblo de sus raíces más originales (no es para nada incompatible extasiarse con Los Beatles y “romperse la camisa” escuchando a Caracol). También la aparición del “saetero profesional”, que ya se nos aparece como un artista sin implicaciones con el Cante Flamenco. Es, dicho sin animo peyorativo, un “Cantaor de Cuaresma”.

Con la retirada del Maestro Manolo Mairena el panorama saetero actual se nos presenta cuando menos preocupante. Nos queda José de la Tomasa y algunos más que debemos cuidar como oro en paño. Lamentablemente hemos escuchado en las últimas semanas santas algunas saetas que eran un auténtico suplicio para oidos sensibles y refinados. No es justo que quien canta por penitencia la haga extensible a los que escuchamos tales desatinos sonoros. Lo que nunca va a faltar en la fuente del Flamenco es el agua fresca de la Saeta. Pues donde exista un buen cantaor/a hay un/a potencial gran saetero/a.

Encomiable el trabajo desarrollado todos estos años por Pepe Medina al frente de la Escuela de Saetas de la Hermandad de la Cena, como asimismo la Escuela de Saetas de Marchena, pero evidentemente siendo importante el estudio y conservación antropológica de esta música, no lo es menos que mientras que el pueblo no la reclame como maná del Cielo semanasantero, la Saeta sera anecdótica en nuestra Semana Mayor.

No vendamos pesimismo pero es tarea de todos el recuperar ahora esta tradición cantaora tan apegada a nuestra memoria sentimental sevillana. Para que las generaciones que nos precedan sigan embelesadas con esta forma que tenemos los andaluces de rezar cantando. Doy fe y testimonio que existe gente joven en el Mundo del Flamenco con grandes aptitudes para la Saeta. Pero mi duda está en si existe en la calle el fervor y el respeto que mostraron nuestros ancestros ante una Saeta bien cantada. Los tiempos cambian a un ritmo vertiginoso y los gustos están inducidos por “mamá televisión”. Esperemos que en el futuro la Saeta sea algo más que promesas castigo de nuestros oidos, o reliquia de nuestro Museo de Arte y Costumbres Populares.

lunes, 1 de febrero de 2010

“Padre Nuestro que estás en los cielos….baja por favor”.



Nuestra Sociedad ya presenta síntomas inequívocos de la repercusión social de la Crisis. Gente que ayer tenían trabajo y una vida estructurada normal, se pelean buscando comida con vagabundos, rebuscando en la basura de las traseras de los hipermercados. Son alimentos caducados pero que cubren las perentorias necesidades en la supervivencia del día a día. Cáritas denuncia amargamente que se han multiplicado por cien las demandas de alimentos y ropas y que no tienen recursos materiales para atenderlas. Los comedores sociales han triplicado sus turnos de comida y ni así cubren la gran demanda para los que son requeridos. El paro creció –y crece- de manera alarmante, y quien mejor conoce -o debía conocer- los datos macroecónomicos (Pedro Solbes), anunció en versión Nostradamus que lo malo estaba por llegar. Que el año 2010 será de armas tomar (en sentido figurado claro).

Solo existen dos formas de afrontar una grave enfermedad. Primero, sanando al enfermo con una terapia de choque y segundo, analizando las causas que la han originado, evitando así que pueda volver a repetirse. Es lo que se conoce como medicina preventiva. Es decir atajar el mal en sus origenes y bloquear su pernicioso desarrollo. Esto es extrapolable a cualquier situación y no digamos a la socio-económica. No es de recibo que un día nos acostaramos instalados cómodamente en la Sociedad del Bienestar y al otro día amaneciéramos pobres de solemnidad.


Es mas que previsible que dejemos sin yerba los caminos que conducen a las administracciones de Loteria y juegos de azar. Tampoco crecerá mucho en los alrededores de algunas capillas y basílicas. Las mismas que hace unos días teniamos prácticamente olvidadas. Es nuestra condición humana y poco o nada podemos hacer para cambiarla. La Crisis, directa o indirectamente, nos va a afectar a todos (exceptuando, claro está, a aquellos/as que tienen las arcas repletas. Fruto de navegar con sus barcos piratas abordando sin piedad a los pequeños veleros. Que cada cual ponga aquí los nombres y apellidos de los bucaneros que estime conveniente).


¿Estará nuestra clase política en general a la altura de las circunstancias?. Sinceramente no nos dan pié para el optimismo, pues parecen mas preocupados en tirarse los trastos a la cabeza que en coger al toro de la Crisis por los cuernos. ¿Saldremos reforzados de tan difícil coyuntura?. Debíamos hacerlo pero será una tarea solidaria, dura y donde debíamos intentar recuperar al ser humano sensible, espiritual y solidario que un día dejamos enterrado a los pies de un cajero automático. Hace tan solo muy pocos días don Felipe González en un tertulia telivisiva mañanera, y en respuesta a que se pronunciara sobre la crisis dijo: “posiblemente sea verdad que existan indicios de que a nivel global empieza a remitir la crisis –España tardará mas por razones obvias-. Lo lamentable es que como no ha existido el menor interés en analizar –y corregir- en profundidad los motivos de este estrepitoso derrumbe financiero, a la par que remontamos puede que ya estemos incubando la próxima que a no dudar será peor. Pues lloverá sobre mojado”.
Lo que debe ofrecernos pocas dudas es que de esta crisis los ricos saldran mas ricos y los pobres –palabra mal vista actualmente pero que engloba a la mayoría de la población- saldremos mas empobrecidos. Tiempo al tiempo. Los creyentes de verdad tenemos que jugar un papel fundamental en esta difícil tesitura. Los marxistas ya nos demostraron históricamente como “revitalizaron” la economía solidaria, y como se plasmaron las libertades individuales y colectivas allí donde gobernaron. Repasen con un mínimo rigor histórico esos años y sus consecuencias en la URSS y Países Satélites. O si acaso en China o Cuba sin ir mas lejos en el tiempo. Ahora le puede haber llegado el turno a los cristianos de verdad, canalizando su acción solidaria a través de las Hermandades y Asociaciones. Que cada uno asuma su papel y actue de acuerdo con su conciencia.

Hay que remangarse para remar con fuerza y acordarse una vez mas de lo que dijo uno que nació en Nazaret…..”amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Los que ya peinamos canas y nacimos con los flecos de la postguerra sabemos de verdad lo que es pasarla canutas. Era muy normal que de niño, hubiera noches en que el hambre y el frío no te dejaran conciliar el sueño. Tener que ir a la parroquia mas cercana para que te dieran mantas, leche en polvo y el llamado “queso americano”. Eran esas historias, que cuando intentabamos contarlas a nuestros hijos o nietos las consideraban “batallitas” de papá o el abuelo. Lo triste es que posiblemente vuelvan a reaparecer en pleno siglo XXI. Salimos entonces adelante y, sin dudar, saldremos airosos también ahora de esta difícil situación. Habíamos fabricado un mundo de falsas apariencias y de cartón piedra. De embacaudores y ladrones de toda indole. De falsos profetas que solo pregonaban las excelencias del dinero y la opulencia. Usureros y políticos corruptos que solo vivian –y viven- prepocupados de aumentar su botín. No nos dimos cuentas que eramos frágiles hojas otoñales a merced de los vientos que soplaban los mercaderes. De un consumismo compulsivo. Comprar por comprar sin medir las consecuencias a medio y largo plazo. Exceptuando a los pobres de solemnidad de los paises del Tercer Mundo y algunos marginados que vagabundeaban y dormían en nuestras calles, ya los demás formábamos parte de una amplia clase media. En fin ahora pintan bastos y hay que apretar los dientes.

Lo dicho, vamos a pelear por la supervivencia. No nos queda otra. Aprovechemos para reivindicarnos como personas. Empujemos el carro con las esperanza de que los carreteros no nos fallen. Que ya lo dice el refranero popular: ”no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista””