lunes, 11 de enero de 2010

Primera Plana


Tres días hay en el año que seguramente no reluzcan más que el sol pero que tienen un denominador común: no se puede complementar el mágico triángulo que toma forma con el ritual mañanero del primer sorbo de café, la compra del pan recién hecho (¿recién hecho?; de ilusión también se come) y la busqueda del amigo kioskero que nos venda el periódico de cada día. Pues lo último nos falla. Esos tres días no hay periódicos. Los encargados de confeccionarlos, editarlos, distribuirlos y venderlos están esos días –cosa justa y necesaria- disfrutando –quien pueda- de la paz, el descanso y el disfrute junto a los suyos.

Tres días, tres, como los Reyes Magos de Oriente, sin prensa en la calle y sufriendo la orfandad en nuestras vidas de lectores de lo cotidiano. Primero: el 25 de Diciembre…”fu,fu,fu… ha nacido en un belen”…… Después el 1 de enero…”año nuevo, vida nueva (o por lo menos debíamos encararla con un mayor rearme de fe e ilusión), y por último el Sabado Santo, donde la Soledad al traspasar el pórtico de San Lorenzo pone el punto y final a la Semana Grande de esta Ciudad. Quedando sus calles vencidas por la melancolía. Huérfanos de una Ciudad que –una vez más- se nos mostró en todo su esplendor, y soñando los dulces momentos vividos buscando en las hermosas soledades de los templos el antídoto para una espera tan larga.

Recuerdo que en casa de mis padres nunca faltaba el periódico de cada día (fundamentalmente gracias a mi madre que siempre fue una lectora fidelísima de “El Correo de Andalucía). Yo de niño andaba más preocupado porque no me faltara mi ración semanal con las aventuras de: “El Capitan Trueno”; “El Jabato”; “Roberto Alcázar y Pedrín” o “El Guerrero del Antifaz”. Luego mi hermano mayor empezó a traer el “Marca” y creo que por ahí empezó a fraguarse el que mi segundo equipo sea el Real Madrid (aparte de que mi grandes ídolos del beticismo –don Luis del Sol y don Rafael Gordillo- terminaran defendiendo la camiseta merengue).

Desde hace muchos años siempre fui comprador-lector de la prensa diaria. He cambiado de periódico alguna que otra vez y en más de una ocasión –buscando una mejor y mayor información- adquiriendo dos de distinto signo y línea editorial. Pero los años aparte de atemperarte la pasión (turca) terminan por aclararte de que la verdad absoluta no existe, y mucho menos la necesaria objetividad y el rigor informativo. Esto es extrapolable a cualquier medio de comunicación de prensa, radio o televisión. Una notica específica y concreta tendrá distinto tratamiento y análisis según el medio que la aborde. Esto no es ni bueno ni malo sino tan real como el aire que respiramos.


Al adquirir “nuestro” periódico en el día a día buscamos fundamentalmente nuestra diaría ración de autocomplacencia y ver reflejados nuestros sentires políticos, sociales, culturales y espirituales en el mismo. No estamos ya para sobresaltos leyendo cosas que “choquen” con nuestros presupuestos ideológicos. Buscamos que “nuestro” periódico no nos defraude y funcione como portavoz y vocero de nuestros sentires ciudadanos. Esto lo planteo, no como una critica, sino como un hecho contrastado y del que yo también me siento participe.
Hoy -a pesar de que yo animo a la gente a comprar prensa diaría, aunque sean diarios de contenidos deportivos (futboleros)- los periódicos digitales existentes en internet, permiten a los usuarios de la red poder obtener una amplia información visitando las ediciones digitales al arrancar cada jornada. Esto posibilita de una forma moderna –es decir ágil, rápida y resumida- tener una visión de las distintas opiniones y posicionamiento de los mismos. Aparte claro está de su actualización permanente como hace su hermana la Radio. Bastará una somera lectura de la prensa actual para comprender que los historiadores del futuro no lo tendrán fácil para analizar nuestra historia más reciente. Nunca hubo tal cúmulo de información y nunca los temas tuvieron enfoques más distintos y distantes.

En la actualidad existen enormes posibilidades de adquirir información y conocimientos. Lo curioso es que se da la paradoja que ante este aluvión de cuestiones formativas-informativas existe un alto índice de personas con un gran –y peligroso- desconocimiento de todo cuanto le rodea y afecta. (las encuestas a pie de calle son clarificadoras sobre el particular. Incluyendo las realizadas en las puertas de las universidades).

De todas formas –si me lo permiten- yo animo al personal que compre y lea la prensa cada día. Da igual que sea “El Mundo”; “El País”; “ABC”; “Diario de Sevilla”; “El Correo de Andalucía”; “Marca”; “As”; “Estudio Estadio”; “La Razón” o “La Voz de Trebujena”. No debemos olvidar que las manchas que dejan en las yemas de los dedos los periódicos, son las huellas dactilares de la Democracia y la Libertad. Ser críticos con lo que nos cuenten es la cuestión fundamental. Eso siempre va a depender de nuestra capacidad crítica y reflexiva. De todas formas siempre será preferible esto que vivir en un sistema político con la edición de un solo periódico (que no es más que un folleto propagandístico-político del Partido-Gobierno en el poder), y a donde desde Sevilla mandan con dinero de los contribuyenyes a “brigadistas” para que reciban lecciones prácticas de auténtica “democracia”.

Primera Plana o lo que es igual: el derecho a discrepar en libertad.

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