miércoles, 9 de diciembre de 2009

"Un momento Perico, ponla al cuatro(la cejilla).


Esa era la introducción al mejor Programa de Flamenco emitido por televisión desde que la tele -poco a poco- empezó a formar parte de la vida cotidiana de la gente. Se llamaba "Rito y Geografía del Cante" y estaba magistralmente presentado y dirigido por José María Velázquez Gaztelu. Se emitía en blanco negro por la 2 de TVE. Era un Flamenco de gran pureza y verdad emitidos en aquellos televisores marca Philips, Lavis o Elbe. Con sus paños de crochet que servían de suave soporte para sostener una risueña flamenca, o un torero soñando ante un toro en miniatura faenas magistrales en el albero sevillano. Algunos televisores traián incluso sus ¡fundas! para resguardarlo del polvo, y que no se escaparan de noche buscando en las ondas hertzianas de Radio Pirenaica los aires de la soñada libertad. Recuerdo de niño asistir con mi tío Antonio en la Bodega Puente de la Puerta Carmona a la retransmisión de un partido del Madrid en Copa de Europa. A pesar de la enorme amplitud de este mollatoso recinto, una hora antes de comenzar el partido allí no cabía ni un alfiler. Dada las pequeñas dimensiones del televisor y su visión en blanco y negro, tan solo los ocupantes de las primeras filas podían ver el partido con cierta nitidez. ¡Qué tiempos aquellos!.

Volvamos al Arte Jondo que es lo que hoy nos convoca. Se va a volver a intentar por segunda vez que la UNESCO declare al Flamenco como: Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En esta ocasión a la Comunidad Andaluza se uniran la Extremeña y la Murciana. Bien está todo aquello que sirva para engrandecer culturalmente a este Arte parido, amamantado y exportado desde Andalucía. El mismo cuya afición heredé de mi padre, y que a la postre ha significado un elemento vital y fundamental para mi andadura sentimental por estos andurriales. Afortunadamente no anda corto mi zurrón existencial de aficiones nobles y enriquecedoras, pero mi relación con el Flamenco es algo más que una afición. Es simple y llanamente: la pasión de mi vida. Son muchos los años en que lo llevo adherido a las paredes del alma y, difícilmente termino unos de mis dias terrenales sin dedicarle una generosa porción de mi tiempo. Son ya mas de 40 años de una relación fructífera que empecé desde niño con mi padre, y la continué aprendiendo con Flamencos de la talla de Pepe Blás Vega, Manolo Centeno, Salvador Feria, Antonio Centeno o Luis Caballero, entre otros. Todo cuanto hice -y pueda hacer- dentro del Arte Jondo lo realicé desde el rigor y el cariño más profundo. Nunca descubrí nada que ya no estuviera descubierto. Solo espero que con el paso de los años se me recuerde como un buen aficionado (concepto hoy devaluado en todos los frentes culturales) y un estudioso que intentó desentrañar las luces y sombras de un Arte que nace de las entrañas de la Tierra (andaluza evidentemente).

Curiosamente este infausto 2009, que camina imparable hacia sus últimos estertores, nos ha deparado los Centenarios de los nacimientos de tres pilares cantaores fundamentales. A saber: Antonio Pérez Guerrero "El Sevillano"; Antonio Cruz García "Antonio Mairena" y, Manuel Ortega Juárez "Manolo Caracol". ¡Cualquier cosa es este trío de verdaderos ases flamencos!.
Pues eso, sesudos y expertos señores de la UNESCO, denle al Flamenco el título cultural que solicitan -solicitamos- andaluces, murcianos y extremeños. Es de justicia hacerlo. Si vuelven a fallarnos una vez más, lo solicitaremos una tercera, pero esta vez -eso sí- pediremos el apoyo de nuestros colegas flamencos japoneses. Seguro que por ahí -con un mercado tan goloso- no podrán decirnos que no una vez más. Mientras tanto un servidor de Dios y ustedes, seguirá escuchando a Mairena por Soleá de Alcalá; a Caracol por Siguiriya; a Camarón por Tangos; a Pastora por Peteneras; al Lebrijano por Cantiñas; a Vallejo por Granaina; a Marchena por Guajiras: al Gloria por Fandangos; al Sordera por Bulerías por Soleá; al Sevillano por Bulerías; a Fosforito por Soleá Apolá; a Paco de Lucía por Rondeña; a Chocolate por Tarantos; a la Paquera por Bulerías de Jerez; a Chano por Tanguillos y a Tomás….¿a Tomás Pavón?, a ese por "tó los palos". Me dejo doscientos en el tintero pero no pretendo hacer un ejercicio de erudición flamenca.


Larga vida al Cante de fuego y fragua. De gozo y pena. De jara y romero. De miel y limón. De mina y tasca. De olas de mar bravío. De noches de juergas eternas con amanaceres de Tonás. De sonios jondos y ancestrales. De cuartos, peñas, festivales y teatros. De cerrojos carceleros abiertos con alientos de libertades. Cimentado en el vientre de la Madre Andalucía para deleite de almas de músicos y poetas. Nuestro Arte Jondo. Tan nuestro como el aire que respiramos. Eterno, vivo, sentimental, universal y siempre dispuesto a arañarnos las paredes del alma. Allí donde anidan nuestros sentimientos más profundos.


Lo dicho:


El Taranto visceral,
la Siguiriya doliente,
la Soleá bien templá
y los Fandangos valientes.

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