miércoles, 4 de noviembre de 2009

Por el Puente Triana ¡juí!....pasan las bicis.


No debemos ya descartar que proyecten y ejecuten (mejor palabra imposible para definir lo que están haciendo en la actualidad en Sevilla) un carril-bici en el Patio de Banderas. Un amigo me comentó no hace mucho: “no descartes que esta gente pongan un carril-bici hasta en el Puente de Triana”. ¡Bingo!. Lo han puesto. Pasándose por donde dijimos lo que este Puente significa artística y sentimentalmente para los trianeros y sevillanos en general. De lo que se trata en definitiva es de modernizar toda la Ciudad en su conjunto. Y que mejor síntoma de modernidad que poder pasear en bicicleta por Sevilla de punta a punta. Amsterdam en versión hispalense.

Ignoro cuanto tendremos que soportar al Dúo Monteseirín–Torrijos and Company. Puede que un año más, o cuatro o veinte. De los sevillanos/as depende. Al final serán los ciudadanos quienen tengan la potestad de mandarlos a aquella parte de la Historia donde duermen los políticos amortizados y olvidados. Lo triste es que dejarán una imborrable y triste herencia. Todo como resultado de una gestión basada en el ordeno y mando. Ningún proyecto se concensua previamente con los ciudadanos. Lo sensato y democrático sería buscar el máximo de racionalidad y eficacia en su elaboración y ejecución. ¿Para qué?. A lo máximo que llegan es que -después de realizarlos- admitan que los mismos posiblemente no hayan sido suficientemente explicados, y que se pondrán manos a la obra (informativa). ¡A buenas horas mangas verdes!. Nos tratan a los ciudadanos como inocentes crios. Nos dicen: “lo que hemos realizado, posiblemente en la actualidad no se entienda bien, pero en el futuro todo el mundo estará muy contento con lo hecho”. El eterno dilema de esperar al mañana para ver los resultados de lo se que hizo hoy. Paternalismo político en estado puro. ¡Y pensar que creíamos que esto era patrimonio de las dictaduras!.

El Puente de Isabel II (de Triana) fue construído por los ingenieros franceses Bernadet y Steinacher entre 1847 y 1852. Se hizo a imagen y semejanza de uno que existía en París (ya desaparecido). Vino a sustituir al famoso Puente de Barcas que se creó con 13 barcas y tablones cruzados atados con cadenas. Esto ocurrió en 1171 en tiempos del califa almohade Abu Yacub Yusuf (para mayor y mejor información acudan al notario mayor del arrabal trianero, don Ángel Vela Nieto, cosa que dicho sea de paso me permito recomendarles también a nuestras autoridades municipales).

El Puente de Triana es algo más que una estructura de hierro que posibilita que los trianeros crucen el Río Grande para ir y venir de Sevilla, y los hijos de la Vieja Híspalis lo hagan a la inversa. El Puente no separa, sino que por el contrario, une unos sentimientos que posibilitan que los trianeros lo sean sin dejar de ser sevillanos, y que estos a su vez sueñen con ser considerados hijos adoptivos de la Madre Triana. Si no somos capaces de interpretar el alma de las ciudades, estas se convierten en insípidos asentamientos urbanos. Nada nuevo bajo el sol.

Lamentablemente nuestras actuales autoridades locales no entienden el meollo de estas cuestiones sentimentales. Dicen regirse por un sentido práctico de las cosas y, que no están los tiempos para prestarle atención a nostálgicos de caducas tradiciones. Las mismas que –según ellos- tenían anclada a la Ciudad en un pernicioso inmovilismo. ¿Qué hay que desnaturalizar el Puente de Triana?, pues nada: manos a la obra, que lo que debe prevalecer es la “modernidad”.

Afortunadamente, y dado que este estado de cosas empieza a ser preocupante, los vecinos y comerciantes de Triana han empezado a moverse a nivel ciudadano, y a protestar ante este cúmulo de despropósitos y barbaridades. Ojalá, este sea el detonante que logre despertar el adormecido y sumiso estado ciudadano actual.

El interesante y comprometido movimiento vecinal de las barriadas sevillanas durante la Transición, fue desactivado a golpes de cigalas y prebendas políticas a algunos de sus dirigentes más destacados. Hoy todavía algunos –muy pocos- resisten heroicamente, y a otros ya sólo se les puede otorgar el calificativo de “funcionarios” al servicio del poder establecido. Miren a su alrededor y comprobarán como algunos “Juanillos” de ayer, hoy se han convertido en “Donjuanes”.

Es hora de abandonar nuestro pasotismo actual e implicarnos como ciudadanos responsables y celosos guardianes del pasado, presente y futuro de nuestra Ciudad. Nos va mucho en el empeño y darle “manga ancha” a los que nos gobiernan es algo que posiblemente vamos a pagar todos muy caro.


P:D. Feliz y grata noticia para la Ciudad: Antonio García Barbeito, será el Pregonero de la Semana Santa del 2010. Sabia y acertada decisión. Este excelente escritor y gran orador nacido en Aznalcázar, dará sin duda un Pregón de los que no se olvidan. Tiempo al tiempo. Enhorabuena a él y a Sevilla.

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