martes, 19 de mayo de 2009

“Dos gardenias para Joaquín”

Lógicamente cuando hacemos mención a nuestros vecinos, lo hacemos refiriéndonos a un nucleo de personas que viven cerca de nuestro entorno. Damos por sentado que los habrá malos, buenos o regulares. Dependiendo de esta circunstancia así será nuestro grado de acercamiento afectivo a los mismos. Sin embargo, cuando reiteradamente nos referimos a “mi vecino” ya la cosa cambia. O bien estamos ante un cafre que nos hace la vida imposible, o por el contrario es alguien que se ha ganado a pulso el formar parte de nuestro entorno familiar más íntimo. Pues bien ese era el caso de Joaquín.

Durante muchos años compartimos patio, miseria, humanidad y solidaridad en un corral de vecinos del Casco Antiguo. Dice mi madre que fue el primero que me tuvo en brazos despues de mi nacimiento. Siempre lo tuve a mano para un buen consejo o una ayuda moral y no pocas veces material. De niño fue quien me inculcó este venenillo verdolaga (a mis ocho años me hizo socio del Betis y me llevaba con él). Esta especie de sufrimiento y gozo que con su dosis de masoquismo militante conseguiran a la postre –con un poco que le aportemos de nobleza terrenal – que se nos abra de par en par las puertas del Cielo. ¡Más no puede padecer un aficionado futbolero que un bético en los últimos cuatro años!

Joaquín y su santa esposa no tuvieran hijos pero nos tenían a mis hermanos y a mí como una descendencia de rebote. Su profesión era la de tonelero y pintor de brocha gorda en sus ratos libres. Las tres aficiones que dieron sentido a su vida fueron: “su Beti”, Sevilla y su Semana Santa y la mas apasionada: su locura por Antonio Machín. El primer tocadiscos que ví en mi vida lo tenía Joaquin sobre una pequeña mesita en la puerta de su cuarto (así se denominaban a las habitaciones en los Corrales de vecinos). Una alargadera le suministraba corriente desde el interior y allí, de manera pertinaz y reiterativa, sonaban continuamente los boleros del cantante cubano. Una canción detrás de otra y una vez terminado el repertorio vuelta a empezar. Él las cantaba de manera paralela y se sabía todas las canciones de memoria. Con los años llegué a entender que todos los actos de su vida tenían relación con las letras de su ídolo. Veamos: Joaquín era “mollatoso”…..” sírveme un trago de ron y toma tu cerveza junto a mi corazón” (Machín). Siempre supe que aparte de su esposa tenía una amante (entonces se decia una “quería”)……”ahora puedes tu saber como se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco” (Machín). Evidentemente su esposa se llamaba Isabel….”Isabel eres las flor más perfumada que hay sembrada en el jardín de mis amores” (Machín). Su amante regentaba un bar en San Basilio…”camarera, camarera, tú eres la camarera de mi amor (Machín). Sentía una especial predilección por atender el cuidado de sus macetas……”dos gardenias para ti, con ellas quiero decir te quiero” (Machín). ¿Porqué pintaba en sus ratos libres si no tenía apreturas económicas?.... ”pintor que pintas con amor….” (Machín). Siempre me decía que de los tres Reyes Magos el mejor con diferencia era Baltasar… “pues también se van al cielo todos los negritos buenos” (Machín). Así podríamos seguir y cubrir algunos folios más.

Los años pasan y Joaquín se hizo viejo y yo mayor. A pesar de tener que mudarnos y vivir ya unos lejos de otros, no dejamos nunca de vernos. Vivía en Pio XII y yo los visitaba siempre que podía. Cuando enfilaba la calle Pensamiento ya escuchaba a través de su terraza los ecos de Machín. Hace unos años enviudó y me pidió que le buscase una residencia donde terminar sus días. Que estaba viejo, solo y triste. Le busque una en el Aljarafe y allí estoy seguro de que…”anoche habló con la luna y le contó sus penas” (Machín). Cada año lo llevo al homenaje que le dan al cubano en su tumba. Allí rocían la misma con ron cubano y algún grupo entona una de sus canciones. Solo unas pocas veces le he visto emocionarse: cuando el Miercoles Santo pasaba el Cristo de la Salud de San Bernardo por la puerta de San Nicolás, cuando ganó el Betis la Copa del Rey y, la última, cuando lo llevé a la Plaza de Carmen Benítez a que conociera el monumento que le han puesto a Machín frente a la Capilla de los Negritos.

Lo visito en la Residencia todas las primeras semanas de cada mes. Cuando lo cambian de habitación no tengo problemas en localizarlo. Afino el oido y me dejo guiar por el sonido de “Dos Gardenias”; “Angelitos Negros” o “El Manisero”. Allí está Joaquín pegado a su aparato reproductor de cd. En la última visita me dijo…” Niño te quiero pedir un favor para cuando me muera”….“¿tú dirás?” le contesté…….”que me den la misa de difunto en una iglesias que tenga órgano”……”¿y eso para qué Joaquín¿” le pregunté …….”para que durante la misa se toquen dos o tres canciones de Machín”. Le dí un fuerte abrazo y me fuí. Cuando iba por la mitad del pasillo noté que se asomaba a su habitación y me decía cantando……” Niño, acuerdate que……se vive solamente una vez”. Me volví y le contesté…..”hay que aprender a vivir y a querer”……cerrando la puerta de su habitación seguía canturreando..….”hay que saber que la vida se aleja y nos deja llorando quimeras”.

Sólo le pido al Rey de los Cielos que tarde mucho en tener que cantarle ….” ya doblan las campanas se llevan a……Joaquín”.

Lo cierto es que ya algo nos unira para siempre: estamos locos por Machín.

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